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Rabiah era la sanadora de Siwa, Egipto en el siglo I a.e.c. En esta capacidad, ella asumió la carga de tratar las heridas contraídas por la gente de Siwa bajo el reinado de Ptolomeo XIII, incluso a pesar del acoso constante y las amenazas de sus soldados para ceder.

Biografía[]

En el año 48 a.e.c, durante el reinado del faraón Ptolomeo XIII, Rabiah era una anciana que había servido como sanadora para la aldea de Siwa, Egipto durante muchos años. Como tal, ella era amiga del Medjay local, Bayek y su esposa Aya. El entrenamiento y las misiones de la pareja a menudo ocasionaban lesiones que confiaban en que Rabiah tratara. En los años más jóvenes de la pareja, Rabiah a menudo encontraba excusas para sus padres para aliviar sus preocupaciones y protegerlos de demasiados problemas.

En el 49 a.e.c, Bayek y Aya partieron de Siwa en su búsqueda de los miembros de la Orden de los Antiguos responsables de la muerte de su hijo, Khemu. Mientras tanto, con el ascenso de Ptolomeo XIII y el nombramiento de Medunamun como el Oráculo de Siwa, las autoridades locales se volvieron mucho más brutales y opresivas. Los aldeanos a menudo fueron sometidos a detención arbitraria y tortura, amenazas, hostigamiento, extorsión e incluso asesinato por parte de los soldados por la menor ofensa percibida. Como curandera del pueblo, el papel de Rabiah se volvió aún más importante a la luz de estos asuntos; ella era la principal responsable de tratar a los aldeanos de sus heridas frecuentes, y a veces críticas.

A pesar de esto, ella también salvó la vida de la compañera águila de Bayek, Senu, que Bayek había pensado que estaba muerta. Para administrar su trabajo, estableció una improvisada Casa de la Vida en las ruinas del antiguo templo local para servir como clínica, pagándole permiso al nomarca local para operar allí. Sin embargo, cada pocas semanas, el mismo grupo de soldados de Medunamun pasaba a saquear la Casa de la Vida de sus medicinas y reservas de alimentos, llamándolo un tributo para el ejército real del Faraón.

Al año siguiente, cuando Rabiah irrumpió en la casa de Hepzefa, un amigo de Bayek, para alertarlo de más problemas con los soldados, se alegró al descubrir que Bayek había regresado al fin después de asesinar a Rudiek de la Orden de los Antiguos. Ella curo al Medjay de sus heridas, y al hacerlo, lo ayudó a acostarse para un descanso muy necesario que no quería tomar. En el pasado, Rabiah había estado dependiendo de la lejana aldea de Yamu para su suministro de medicamentos. Sin embargo, los soldados de Medunamun bloquearon el acceso a Siwa y comenzaron a confiscar todos los bienes traídos por comerciantes externos, interrumpiendo las operaciones médicas de Rabiah. Cuando Rabiah y sus curanderos intentaron eludir esto trayendo la medicina en bote, los soldados hundieron el último envío justo antes de la intervención de Bayek.

Con el regreso de Bayek, la marea de los asuntos cambió; cuando el Medjay visitó a Rabiah en su casa, ella le reveló la situación de Siwa, y él fue rápido para ayudar a recuperar los frascos de medicina perdidos en el fondo del Oasis de Siwa. Como se le indicó, se encontró con ella en la Casa de la Vida esa noche para darle los frascos, solo para encontrarla a ella y a sus pacientes atestados fuera de la entrada, después de haber sido sacados por las autoridades. Estos eran los mismos soldados que habían estado asaltando constantemente la Casa de la Vida, y el Medjay actuó de manera decisiva, entrando en las instalaciones y asesinando sin ayuda a todos los saqueadores. Esta victoria, reforzada por el posterior asesinato de Medunamun por parte de Bayek, liberó el templo para que Rabiah y sus pacientes reanudaran las operaciones en la Casa de la Vida.

Personalidad y características[]

Una mujer compasiva, Rabiah estaba realmente dedicada a su papel como sanadora de Siwa. Incluso ante los abusos de las autoridades locales, no se desanimo de su trabajo, sino que persevero en encontrar lo que pudiera para cumplir mejor con su deber. Consciente de la búsqueda vengativa de su amigo el Medjay Bayek, no lo juzgó duramente por ello. En cambio, lo miró con paciencia y preocupación mientras le recordaba que no se dejara llevar por la venganza.

Aparición[]

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