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«Actuamos en las sombras, para servir a la luz. Somos Asesinos.»
―Lema de la Orden de los Asesinos[fte]
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La Hermandad de los Asesinos, también conocida como la Orden de los Asesinos, los Ocultos durante sus primeros años y la Hashshashin durante las Cruzadas, era una Orden organizada de asesinos y enemigos jurados de la Orden Templaria, contra la cual libraron una guerra continua y recóndita en todo el mundo, interviniendo en la totalidad de la historia humana registrada.

Mientras que los Templarios tratan de salvar a la humanidad de sí misma mediante el control del libre albedrío, la Orden de los Asesinos lucha para garantizar la supervivencia de la libertad, ya que permite la progresión de nuevas ideas y el crecimiento de la individualidad. Los Asesinos también se han convertido recientemente en enemigos de los Instrumentos de la Primera Voluntad, un culto empeñado en restablecer el dominio absoluto de los Isu sobre la humanidad.

Los Asesinos, si no la Orden en sí, han existido desde al menos el 456 a.e.c, a lo largo del Imperio Romano, la Edad Media, el Renacimiento, la Revolución Industrial y en la era moderna.

Historia

Artículo principal: Historia de los Asesinos

Aunque la orden como tal solo lleva existiendo unos pocos de siglos, lo cierto es que los primeros asesinos aparecieron alrededor de hace 77.000 años. Los dos primeros protoasesinos fueron Adán y Eva, dos humanos que se rebelaron contra el control de los Isu. Otros descendientes de los Isu lucharon por el libre albedrío y la libertad, estableciéndose así como los antecesores de la Hermandad.[1]

El primer uso de una hoja oculta (arma emblema de los Asesinos) es atribuido a Darío, que uso la cuchilla para asesinar al Rey Jerjes I de Persia en el 465 a.C.[2] La cuchilla se fue heredando entre los descendientes de Darío hasta que Aya la usó a mediados del siglo I a.C. para vengar la muerte de su hijo Khemu a manos de una orden prototemplaria conocida como Orden de los Antiguos. Junto a su marido Bayek de Siwa, fundaron los Ocultos, la primera encarnación de la Hermandad que ya tenía ciertos puntos en común con la Orden actual. Además, esta primera encarnación ya metió bastante mano en la política, pues fue culpable de las muertes de Julio César y Cleopatra.[3]

Mentor's keeper 12

Altaïr y Al Mualim conversan.

Con el tiempo, la Orden se fue extendiendo por el globo terráqueo. Fue en la actual Siria dónde la Hermandad levantina comenzó a llamarse a sí mismos Asesinos y establecieron su fortaleza en Masyaf.[4] A finales del siglo XII, el entonces Mentor Al Mualim enloqueció de poder y llegó a aliarse con los Templarios para conseguir el Fruto del Edén. Altaïr Ibn-La'Ahad, Maestro de la Orden levantina, consiguió acabar con la vida de Al Mualim,[5] ocupando el cargo de Mentor y llevando a la Hermandad a un período de grandes reformas que establecerían la filosofía actual de la Orden. En este periodo se escribiría el Códice de Altaïr Ibn-La'Ahad, el libro que marcaría a las generaciones futuras de Asesinos.[6]

La Hermandad siguió con sus acciones a lo largo de los años, frenando las invasiones por parte de los Kanes mongoles en Asia en el siglo XII,[4] intentando erradicar a los Templarios atacando su base en Francia a principios del siglo XIV[7] y posteriormente trabajando junto al Reino de Francia en la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra, dominada por el Rito Templario británico.[8]

ACR Ezio Constantinople concept

Ezio Auditore da Firenze en Constantinopla, 1511.

Otra etapa de esplendor de la Hermandad comenzó a finales del siglo XV, con el auge de la Hermandad italiana de Asesinos liderada por Ezio Auditore da Firenze. Bajo su mandato, la Hermandad consiguió acabar con un gran números de Templarios italianos, incluyendo al Papa Alejandro VI y su hijo César.[6]

Pero las contribuciones de Ezio no se limitaron a las fronteras italianas, sino que también ayudó a la Hermandad española a enfrentarse a la Inquisición liderada por el Templario Tomás de Torquemada[9], al Mentor egipcio Iskender, al levantino Mujir, a la Hermandad otomana en su lucha contra los bizantinos[10] y entrenó a la que se convertiría en Mentora china, Shao Jun[11]

El siglo XVIII comenzó mal para los Asesinos. A pesar de haber conseguido encontrar la localización del Observatorio y haber acabado con el Rito caribeño de los Templarios gracias a Edward Kenway,[12] la Hermandad situada en Londres caería años después, lo que supuso que la ciudad pasó a manos Templarias durante los siguientes cien años.[13] Además, en el Atlántico Norte, Shay Patrick Cormac traicionó a la Hermandad colonial, lo que desencadenó en el exterminio de los Asesinos en las Trece Colonias y la caída de una Caja Precursora y el Manuscrito Voynich en manos Templarias.[14]

Sin embargo, al final de siglo las tornas se invertirían. La Hermandad colonial conseguiría recuperarse a través de Connor Kenway, que contribuiría a la Independencia estadounidense de Reino Unido.[15] En Francia, la Hermandad francesa se vería involucrada de lleno en la Revolución francesa, con el Asesino Arno Dorian aprovechando para eliminar completamente al Rito francés.[7]

A finales del siglo XIX, los Asesinos consiguieron recuperar su posición en Londres a través de los hermanos Jacob e Evie Frye, que acabaron con las operaciones templarias que abarcaban todos los sectores de la sociedad londinense.[13] Mientras tanto, la Hermandad rusa se vio en una lucha por la obtención del Cetro Imperial Ruso con el zar Alejandro III, lo que desencadenó en la destrucción del Cetro en Tunguska.[16]

Con las distintas guerras y revoluciones que asolaron al mundo en la primera mitad del siglo XX, la Hermandad tuvo además presencias en la Primera Guerra Mundial,[17] la Revolución rusa,[16] y la guerra civil española.[18] Las acciones de los Asesinos continuaron durante la Segunda Guerra Mundial y el resto del siglo XX, siendo las más relevantes aquellas llevadas a cabo por Boris Pash: el Experimento Filadelfia[19] y las operaciones encubiertas de la Unidad Bloodstone.[20] Los Asesinos se vieron fuertemente involucrados en el asesinato de John F. Kennedy.[20]

Para finales del siglo XX, todo el peso del liderazgo de la Hermandad cayó sobre una única figura, El Mentor. El Mentor se convirtió en un mito de la Hermandad, siendo un líder desde las sombras de la que los Asesinos solo conocían historias. Fue en este tiempo que los Asesinos dejaron de usar los asesinatos en público para tomar un enfoque más discreto basado en la subversión de los regímenes.[16]

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Daniel asesinando a El Mentor

Sin embargo, la situación cambiaría cuando en el año 2000, un Asesino llamado Daniel Cross, asesinó a El Mentor en Dubái. Cross, que había sido manipulado por los Templarios para asesinar al líder de la Hermandad en cuanto tuviera ocasión, volvió a Industrias Abstergo, el único sitio donde sabía que le iban a recibir con los brazos abiertos. A través de la información de localizaciones y miembros que Cross había recopilado durante muchos años, los Templarios comenzaron con la conocida como Gran Purga, que acabó con un gran número de miembros de la Hermandad.[16]

Además, Industrias Abstergo había dado comienzo al Proyecto Animus a finales del siglo XX, con el que intentaban encontrar los distintos Fragmentos del Edén a través de revivir las memorias de los antepasados de distintos Asesinos capturados. En 2011, Clay Kaczmarek intentó infiltrarse en este proyecto para obtener información de lo que estaban haciendo. La idea era sacar toda la información posible y escapar de vuelta a los Asesinos junto a Lucy Stillman, la Asesina infiltrada como asistenta del director Warren Vidic. Sin embargo, Lucy había desertado a los Templarios y no le permitió irse. Añadido a las consecuencias mentales del efecto sangrado, Clay se quitó la vida, no sin antes dejar mensajes ocultos para su sucesor en el proyecto.[6]

Su sucesor fue Desmond Miles que, además de ser el hijo del entonces Mentor William Miles, tenía un gran porcentaje de ADN Isu. Desmond revivió las memorias de Altaïr y Ezio, siendo engañado por Lucy para que le ayudara a encontrar el Fruto para entregárselo a los Templarios. Sin embargo, al entrar en contacto con el Fruto encontrado en las memorias de Ezio en la Cámara del Coliseo, Juno reveló la verdadera alianza de Lucy a Desmond, que la asesinó.[21]

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Desmond sacrificándose

Desmond, junto al resto de su equipo formado por Rebecca Crane, Shaun Hastings y su padre, descubrieron que una segunda llamarada solar, similar a la de la Catástrofe de Toba, iba a exterminar toda la vida en la Tierra si no se hacía algo al respecto. Desmond, decidido a salvar la Tierra a costa de dejar a Juno libre, sacrificó su propia vida activando el Ojo. Juno quedo libre y William, incapaz de asumir la pérdida de su hijo, dejó la Hermandad.[15]

Durante los siguientes años, los Asesinos siguieron combatiendo a Industrias Abstergo, infiltrándose a través de un Analista de Abstergo Entertainment en el Proyecto Muestra 17[12] y sirviéndose la ayuda del grupo de hackers conocido como los Iniciados para usar revivir las memorias de Arno Dorian y los hermanos Frye en la búsqueda de un Sabio[7] y de un Sudario del Edén[13] respectivamente.

En 2017, la Hermandad reclutó a Layla Hassan, una investigadora que había desertado de Abstergo. Layla había estado reviviendo las memorias de Bayek y vió la creación de los Ocultos.[3] Layla se volvió un miembro importante para la Hermandad y, poco después, comenzó a revivir las memorias de Kassandra, lo que le llevo a la obtención del Cetro del Edén de Hermes Trismegisto y la localización de la ciudad Isu Atlántida.[22]

El Credo

Artículo principal: Credo del Asesino

La Orden posee una fuerte creencia en una serie de principios que gobiernan tanto sus vidas como su manera de actuar, conocida como "el Credo". El Credo se establece sobre tres reglas principales:

  1. "Aparta tu hoja de la carne del inocente."
  2. "Escondete a plena luz, camuflate con la gente."
  3. "Nunca comprometas a la Hermandad."[5]

Estos principios permean a todos los aspectos de la vida de los Asesinos, incluyendo a sus propias estrategias. Es por ellos que los Asesinos tratan de alterar el orden mediante asesinatos estratégicos, con la esperanza de que el asesinato de un individuo salve la vida de muchos. Además, se presentan a sí mismos como aquellos que luchan por los que no pueden hacerlo.[6]

Ideales

Escepticismo

«No puedes saber nada. Solo sospechar. Debes presuponer que te equivocas, o que has pasado algo por alto.»
Malik Al-Sayf a Altaïr Ibn-La'Ahad, 1191.[fte]

Durante su larga existencia, los Asesinos se han enfrentado a opresores y tiranos a partes iguales, haciéndose llamar como los campeones de los pobres,[10] al mismo tiempo que luchaban por ideales que fomentaran valores como la igualdad, la libertad y otros derechos humanos.[23] Aunque estos principios dan a entender que los Asesinos, al igual que los Templarios, están fundados sobre un código estricto de ideales, lo cierto es que la filosofía Asesina tiene más que ver con el racionalismo, el acercamiento al mundo desde un punto de vista imparcial y lejos de elementos como la moral o la fe.[10][12][23] Sin embargo, las emociones y sentidos del propio ser humano son imperfectos e impiden que la verdad absoluta sea hallada, por lo que se ven obligados a tomar las propias decisiones que los propios Asesinos consideren más justas.[6]

Es de este escepticismo que surge la máxima del credo: "Nada es verdad, todo está permitido". La primera mitad afirma que no hay una verdad única y que, por tanto, considerar cualquier causa como puramente justa o verdadera es un error. Así, los Asesinos tratan siempre de distanciarse de los extremismos, independientemente de su naturaleza.[23] Por su parte, la segunda frase afirma que todo está permitido y que hay que ser responsable con las acciones que cada uno toma de acuerdo tanto a sí mismo con el resto de la sociedad.[10]

Aunque la máxima es más descriptiva que normativa, sirve como una fuente de inspiración para los Asesinos, que les permite recordar que la guía para sus movimientos está en la razón y no en otras fuentes como en la sociedad o en lo divino.[5] Hay que evitar dogmatismos y todo aquello que pueda considerarse sectario, pues la creencia ciega lucha también contra la búsqueda de la razón y, por tanto, de la verdad.[23]

Así, los Templarios y los Asesinos difieren en este aspecto de gran manera. Según Haytham Kenway, los Templarios nacen al darse cuenta de la naturaleza corrupta de la humanidad, que necesita de alguien que les guía hacia la paz.[15] Los Asesinos, por su parte, rechazan cualquier tipo de guía e ideología impuesta y afirman que para ser sabio, uno debe atender solo a su propia razón y asumir que no ha obtenido el conocimiento verdadero.[21]

Humanitarismo

«Hace veintidós años, estuve en este mismo lugar, y vi a mis seres amados morir traicionados por sus presuntos amigos. La sed de venganza me ofuscó, y me habría llegado a consumir de no ser por la sabiduría de quienes me entrenaron para superar mis instintos. Nunca me adoctrinaron, pero me enseñaron a buscar respuestas. No necesitamos que nadie nos diga lo que debemos hacer, ni Savonarola ni los Medici. Somos libres para seguir nuestro propio camino. Hay quienes están dispuestos a arrebatarnos esa libertad, y quienes renuncian a ella gustosos. Pero es la capacidad de elegir nuestra verdad la que nos hace humanos. No hay libro ni maestro que pueda ofreceros las respuestas ni mostraros el camino. ¡Elegid vuestro sendero! No me sigáis a mí ni a nadie más.»
Ezio Auditore da Firenze da un discurso ante la muchedumbre en Florencia, 1498[fte]

Aunque la filosofía de los Asesinos bebe principalmente de nihilismo, en la práctica la Orden es profundamente idealista, con un fuerte sentimiento a la ayuda en causas de justicia social y humanitarias. Los Asesinos justifican esta perspectiva desde el punto de lo lógico y lo real y se refuerza con su alta valoración de la vida de cada individuo. Este es el motivo principal por el que los Asesinos luchan por motivos como la diversidad y el libre albedrío. Los Asesinos perciben las normas sociales y las convenciones como reglas artificiales que pueden afectar a los juicios de la persona y por tanto, no deseables. Estas normas y convenciones también crean falsas delimitaciones, ya sea por raza, fronteras entre países, clases sociales y otros motivos varios que fomentan la discriminación y el abuso.[5][6][21][10][15][12][24][14][7]

Metas y motivaciones

«¿Qué podemos hacer para impedirlo, y para fomentar la igualdad y la tolerancia? A veces hablamos sobre la educación, creyendo que el conocimiento acabará con la inmoralidad. Pero cuando recorro las calles y veo cómo subastan a los esclavos, se me hiela la sangre. Cuando veo a un marido que insulta y apedrea a su mujer, alegando que ella solo existe para servirle, me rechinan los dientes. Y cuando veo cómo separan a los hijos de sus padres para que otros hombres obtengan provecho, cómo los envían a morir bajo el sol desierto...
...En días así, no creo que el diálogo sirva para nada. En días así, tan solo se me ocurre pensar que los culpables deben morir.»
―Altaïr Ibn-La'Ahad en su códice, s. XI[fte]

Debido a su fuerte odio al autoritarismo, los Asesinos han luchado siempre por la liberación del pueblo oprimido frente a los privilegiados. La libertad es solamente un medio para alcanzar la paz, un período global de prosperidad y armonía. En esto comparten una idea con los Templarios: la erradicación del caos que plaga a la humanidad. El conflicto entre ambos surge de los medios que se emplean para llegar a esa paz: los Templarios pretenden conseguirla a través del orden y guiando mediante unos pocos, mientras que los Asesinos la buscan a través de la liberación de cada individuo.[5]

Los Asesinos, al contrario que sus enemigos, creen en la humanidad como el motor para alcanzar la paz. Sus máximas se oponen a los Templarios en que ni creen que la humanidad necesite guía ni creen que exista alguien tan sabio para poder guiar a todo el mundo a vivir una vida correcta. Así, rechazan cualquier tipo de sometimiento de la gente a un régimen y apuestan por la libertad de la humanidad, donde poco a poco la tolerancia se irá aumentando hasta llegar a la paz.[6]

Para los Asesinos, la paz se consigue a través de la educación, no de la fuerza y por tanto solo es posible sin un control estricto de la formación por la que avocan los regímenes autoritarios. Es por ello que los Asesinos, especialmente tras la renovación llevada a cabo por Altaïr, se unieron a causas relacionadas con la lucha por la libertad durante muchos siglos.[5] Esta fijación con la libertad es lo que llevó a muchos Templarios, como al Gran Maestro Haytham Kenway, a la conclusión de que apoyando a causas como la guerra de Independencia de los Estados Unidos habían abandonado su ideal de paz a favor de la libertad, acusándoles de anarquistas.[15] Sin embargo, se ha demostrado que los Asesinos no buscan el derrocamiento de gobiernos como tal, sino que tienen predilección por sistemas que enfaticen la libertad individual como las democracias.[15][7]

Irónicamente, los Asesinos no mantienen la misma fe que tienen en la humanidad en aquellos que se oponen a estas libertades individuales. Este es el principal motor por el que los Asesinos llevan a cabo sus operaciones, pues ya en su momento Altaïr se dio cuenta de que la persuasión no siempre bastaba para alcanzar los objetivos. Así, para proteger la vida de los inocentes, los Asesinos se ven obligados a acabar con la vida de ciertos individuos para poder salvar la vida de inocentes.[15][7]

Paradojas

«Las tres grandes ironías de la orden de los Asesinos son estas:
(1) Nuestro fin es defender la paz, pero nuestro medio es el asesinato.
(2) Buscamos abrir la mente humana, pero exigimos obediencia a un jefe y a unas normas.
(3) Pretendemos denunciar los peligros de la fe ciega, pero nosotros mismos practicamos una.»
―Altaïr establece las tres ironías en su códice, s. XI[fte]

Sin embargo, tanto los principios como la máxima son interpretados en ocasiones erroneamente como una propagación del anarquismo y del placer propio. Un ejemplo es el pirata Edward Kenway que, antes de ser introducido a la Orden, interpretó que todo estaba permitido era una sugerencia para "hacer lo que te plazca".[12] James Wardrop también le dijo en su lecho de muerte al entonces Asesino Shay Cormac que "si todo estaba permitido, nada es seguro".[14] Incluso Sofía Sartor, esposa del gran Mentor Ezio Auditore, denotó cierto cinismo en el credo.[10] Altaïr comentó en su códice que la malinterpretación del credo no era algo inusual, alentando a sus Asesinos que corrigieran a aquellos que creían que la máxima era una llamada al hedonismo.[5][6][10][12]

La devoción de los Asesinos al libre albedrío, así como su relativismo moral, invitan a preguntarse si verdaderamente el credo es nihilista o anárquico. El credo implica que ninguna creencia importa, pues no son verdad, lo cual plantea que por qué los Asesinos se adhieren a un código a la misma vez que niegan todos los demás. Incluso se puede ir más lejos, pues los Asesinos apoyan la libertad de derechos y creencias, pero no dudan en acabar con aquellos que los contradicen, una acusación que tanto Abu'l Nuqoud como Jubair Al Hakim realizaron contra Altaïr. Altaïr jamas pudo responder a estas paradojas que se planteaban al intentar seguir el credo.[5]

Sin embargo, Ezio si trató de resolver este dilema. Ezio explicó que el credo no era una doctrina, sino más bien una teoría científica y que por tanto no debe ser ni seguida ni obedecida, pero si entendida.[10] Edward Kenway por su parte afirmó que el credo podría ser solo "el principio de la sabiduría". En otras palabras, el credo no es un dogma de por sí, sino la introducción a un sistema de creencias complejas que no vienen definidas de ninguna manera. Aunque "nada es verdad" y el resto de valores morales no se pueden confirmar desde un punto de vista de objetivo, no quiere decir que todos se deban percibir como falsos desde un punto de vista ético. De la misma manera, aunque "todo está permitido", no quiere decir que todo esté permitido desde el punto de vista ético. El credo es por tanto una descripción y no unas reglas. Los Asesinos ven el credo como la exposición a su concepto de sabiduría, en el cual deben entender la subjetividad de las creencias y valores antes de elaborar su propia ideología, de manera que mantengan una mente abierta y sin prejuicios ante el mundo.[5][6][12]

Aun así, el credo no es capaz de explicar por qué los Asesinos matan en nombre de la paz o callan pensamientos disidentes en nombre del libre albedrío. Altaïr menciona que esto son paradojas que no se pueden evitar, pues "nada es verdad".[6] Probablemente esté relacionado con la paradoja de la intolerancia, que afirma que si un sistema es tolerante hasta con los intolerantes, los intolerantes acabaran con la propia tolerancia. Es decir, si los Asesinos permitieran que la libertad de pensamiento o de información fuera para todos, incluso para aquellos que tratan de evitarla, los que tratan de acabar con ella acabarían destruyendo esa libertad. Para alcanzar la paz y el libre albedrío, los Asesinos se ven obligados a que ni la paz ni el libre albedrío sean absolutos, pues para que estos existan se ven obligados a eliminar a aquellos que se oponen a estos ideales.

Métodos

Sigilo

Durante varios siglos, mientras los Templarios y los Asesinos luchaban, varios miembros de las dos facciones se dieron cuenta de las similitudes de sus metas y el contraste de sus medios.[5][10] Los Asesinos trabajaban principalmente mediante el asesinato de individuos clave que percibían como corruptos o peligrosos para la humanidad, convirtiéndose este en su rasgo característico.[5][6] Sin embargo, otra diferencia clave era que los Asesinos debían contenerse para no hacer daño a ningún inocente, mientras que los Templarios eran menos cuidadosos, cometiendo masacres y provocando revoluciones a gran escala.[5]

Así, la precisión era uno de los principios tras las operaciones de los Asesinos. Reduciendo el daño colateral y la posibilidad de un conflicto, las muertes serían minimizadas. Esta táctica coincidía con su respeto hacia la humanidad y, en teoría, los asesinatos estaban limitados a ocasiones de suma necesidad, aunque en la práctica era bastante diferente. Una vez que un objetivo era asesinado, los miembros de la Orden no debían de alegrarse por ello, debían ser honrosos. Algunos incluso adoptaron el hábito de dar unos últimos sacramentos al cuerpo del difunto.[25][6][15]

Aunque no todos los Asesinos operaban a la perfección, se esperaba de ellos que reunieran toda la información posible antes de intentar cualquier tipo de asesinato. No cumplir con esto llevaría a errores catastróficos, como cuando Arno Dorian asesinó al aliado Templario Chrétien Lafrenière.[7]

La reforma llevada a cabo por Altaïr hizo que la Orden enfatizara aún más el sigilo en sus operaciones. Antes, era común que los Asesinos realizaran operaciones a plena luz del día y en lugares con mucha gente, esperando que la táctica diera una imagen de poder a la multitud.[5] Tras la llegada de Altaïr, sin embargo, los Asesinos comenzaron a actuar más clandestinamente y métodos de asesinato como el envenenamiento fueron autorizados de nuevo. Altaïr temía que al exponerse públicamente, los Asesinos podrían ser considerados como locos y perseguidos por ello, por lo que como método de seguridad estaban mejor operando desde las sombras.[5] Esto no previno que algunos Asesinos salieran a la luz y usaran tácticas como la contratación de mercenarios o asaltos militares directos en los siguientes siglos.[10][15][14]

Reformas sociales

Los Asesinos comprendieron que mediante la promoción de ideales, podían provocar reformas en la sociedad. Así, muchas de las primeras actividades de la Orden tenían que ver con la eliminación de objetivos o el sabotaje de operaciones que se opusieran a los derechos de la humanidad. Las políticas de la Hermandad evolucionaron y para el Renacimiento, los Asesinos se habían vuelto mucho más activos. Fue Ezio el que, a través de la campaña en Roma con la cual consiguió recuperarla de la corrupción de los Borgia, que los Asesinos comprendieron que la fuerza de la Orden deriva de la fuerza de la pueblo.[21][26]

La Orden continuó adaptándose y reformándose durante siglos y, para el siglo XX, las actividades estaban más orientadas hacia reformas sociales no violentas. Es sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial que los Asesinos adoptaron definitivamente esta táctica, volviéndose los asesinatos cada vez más raros. La guerra contra los Templarios se convirtió en una guerra fría durante el resto del siglo, una situación que solo se vio alterada por la Gran Purga.[26]

Prácticas

Iniciación en la Orden

Artículo principal: Iniciación a la Orden de los Asesinos
Ascension 9

Claudia Auditore siendo introducida a la Orden en 1503

Existían dos maneras de entrar a la Orden: por derecho de nacimiento, como Altaïr Ibn-La'Ahad, Ezio Auditore, Desmond Miles y Arno Dorian,[5][6][7] o a través del reclutamiento como aprendices, como Edward Kenway y Shaun Hastings.[21][12][6]

Una vez inducidos a la Orden, los nuevos reclutas eran probados durante un período no especificado de tiempo. Ezio, por ejemplo, dio caza a varios conspiradores Templarios durante una década antes de ser introducido a la Orden formalmente,[6] mientras que algunos aprendices solo necesitaron de algunas misiones antes de unirse a un gremio como miembros.[21]

Entrenamiento

Aquellos que nacían dentro del seno de la Orden eran entrenados desde pequeños para observar su entorno y anticiparse a los eventos. También eran entrenados en combate con armas con filo. Sin embargo, la parte más importante del entrenamiento de un Asesino era el sigilo, el arma principal de la Orden. Era vital que un Asesino fuera capaz de infiltrarse, acabar con su objetivo y desvanecerse entre la multitud sin ser detectado.[5][6]

La agilidad también era una parte importante de los Asesinos, pues era vital la carrera libre para poder huir y perseguis a sus objetivos. Esta habilidad les permitía alcanzar lugares que de otra manera no se podría y les daba una ventaja sobre enemigos y guardias.[5]

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Altaïr con el instructor de combate en Masyaf

Sin embargo, no todos los Asesinos entraron a la Orden de nacimiento, por lo que muchos tuvieron que aprender habilidades a través de su experiencia personal y las enseñanzas de otros Asesinos. Ezio, por ejemplo, aprendió mucho de la Asesina Paola, su tío y también Asesino Mario Auditore y de una ladrona veneciana llamada Rosa.[6] Edward Kenway, siglos más tarde, uso sus habilidades adquiridas en su vida como pirata para ser un mejor Asesino.[12]

Los Asesinos no tenían un estilo concreto de lucha. A pesar de que todos poseían la característica hoja oculta, cada rama y cada Asesino usaban las armas que más conveniente creían. Así, los Asesinos otomanos preferían dagas curvas,[10] mientras que los Asesinos chinos preferían las artes marciales.[11]

Equipamiento

El equipamiento de la Hermandad ha variado mucho de acuerdo a su localización geográfica y a su época. Es casi imposible discernir un rasgo común entre los proto-Asesinos, pues cada uno usaba sus métodos favoritos. Así, mientras Darío usaba en combate la primera hoja oculta conocida, otros proto-Asesinos como Wei Yu e Iltani usaron una lanza y veneno respectivamente.[6]

Sin embargo, a partir de la Alta Edad Media, se comenzaron a ver ciertos patrones. Para empezar, los Asesinos ya habían adoptado las túnicas de color blanco y con capuchas acabadas en pico como su atuendo. También portaban la característica hoja oculta, además de los cuchillos arrojadizos y algún arma corta.[5] Tras la reforma realizada por Altaïr, que perfeccionó la técnica y el equipamiento de los Asesinos gracias a un Fruto del Edén, se incorporaron nuevas armas como una hoja envenenada, un cañón oculto y nuevas maneras de realizar asesinatos.[5]

Durante los siguientes siglos, el equipamiento de los Asesinos no cambió significativamente, sino que más bien fue adaptándose a las necesidades de la época. Así, se comenzaron a usar armaduras encima de las túnicas, se incorporaron hojas ocultas en ambos brazos, se usaron bombas, dardos envenenados y se incorporaron también las ballestas.[6] Algunas regiones crearon sus propias variantes, con Ratonhnhaké:ton usando un tomahawk como tributo a su tribu[15] y con los Otomanos usando un gancho en su brazalete de la hoja oculta.[10]Jayadeep Mir introdujo a la Hermandad británica a nuevos métodos de infundir miedo como las bombas de miedo, permitiendo asustar a los enemigos y así evitar más muertes.[27]

Las armas de fuego también se incporporaron al equipamiento de la Orden, sobre todo con el auge de las armas de mano. Así, algunos Asesinos como Edward Kenway portaban varias para poder encadenar disparos sucesivos.[12]

Los Asesinos modernos siguieron a la sociedad y, con el auge de los ordenadores, Asesinos como Rebecca Crane y Hannah Mueller se volvieron especialistas en su uso.[6][15] Cuando Desmond Miles fue capturado por Industrias Abstergo en sus instalaciones de Roma, un pequeño grupo de Asesinos trató de rescatarle haciendo uso de armas automáticas.[5]

Especialización

Aunque el prototipo clásico de Asesino es el de un experto en la carrera libre capaz de eliminar a sus enemigos de manera sigilosa, no todos los Asesinos cumplen con este arquetipo. Los Asesinos prototípicos son los conocidos como agentes de campo,[13] pero no todos los miembros de la Orden estaban cualificados para ellos. Así, sobre todo en los tiempos modernos, surgieron roles secundarios como Shaun Hastings siendo un experto en historia y Rebecca Crane una experta en seguridad e informática.[21] Ambos trabajaron con agentes de campo, primero con Desmond Miles y más tarde con Galina Voronina.[15][13]

Incluso dentro de los Asesinos entrenados para el combate ha habido variación en las especialidades de cada uno. Por ejemplo, dentro del equipo de Francesco Vecellio, se encontraban Tessa Varzi, una herborista con gran conocimiento de los venenos, y Cipriano Enu, un experto arquero.[28]

Ritos de enterramiento

Los Asesinos siempre han mostrado respecto por los muertos, tanto por los suyos como por sus objetivos. Los miembros de la Orden eran enterados en criptas o grandes tumbas, con una sábana cubriendo su cuerpo. A los Asesinos más grandes se les dedicaban sarcófagos, con estatuas de ellos mismos para honrarles.[6]

Salvo casos excepcionales, los Asesinos proporcionaban unos últimos sacramentos a sus objetivos después de que estos murieran. No cumplir con ello solía suponer una reprimenda por parte de otros Asesinos. Es el caso de Ezio Auditore, que, tras asesinar a su enemigo Vieri de Pazzi, recibió una reprimenda por parte de su tío por no respetar el cuerpo de Vieri.[6]

Además, para probar que se había ejecutado con éxito al objetivo, los Asesinos medievales usaban una hoja de águila que se manchaba de la sangre de la víctima, para mostrar así la muerte.[5] Esta práctica cayó en desuso con el tiempo, aunque algunos miembros como Jacob e Evie Frye la siguieron realizando sustituyendo las plumas por pañuelos.[13]

Castigos

Es posible que un miembro de la Orden sea expulsado por varios motivos, incluido el incumplimiento de los tres principios de la Orden. En estos casos, el consejo de Asesinos propondría una moción para expulsar a un Asesino. Si la moción sale adelante, el Asesino sería exiliado de la Hermandad y se le arrebataría su rango y equipamiento. Esto es lo que sucedió a Arno Dorian tras realizar varios asesinatos sin consultar al consejo.[7]

Un caso especial es el de Altaïr que, en vez de ser expulsado, fue degradado hasta el rango de aprendiz, comenzando con el mismo equipamiento que un novato y obligado a llevar a cabo una misión en la que le obligarían a reaprender todo. Sin embargo, ni la expulsión ni la degradación de rango son permanentes, pues Arno Dorian fue capaz de volver a la Orden tras ser expulsado y Altaïr acabó recuperando su rango y convirtiéndose en el Mentor.[7][5]

En algunos casos extremos, un miembro expulsado puede convertirse en objetivo de asesinato para la Orden debido al peligro que puede suponer para ella. Este es el caso de Perotto Calderón, que robó uno de los Sudarios del Edén,[28] y Shay Cormac, que robó el manuscrito Voynich y una caja precursora de la Hermandad colonial.[14]

Apariciones

Referencias

  1. Assassin's Creed: Into the Animus
  2. Assassin's Creed: Odyssey - El legado de la primera hoja oculta
  3. 3,0 3,1 Assassin's Creed: Origins
  4. 4,0 4,1 Assassin's Creed: La Cruzada Secreta
  5. 5,00 5,01 5,02 5,03 5,04 5,05 5,06 5,07 5,08 5,09 5,10 5,11 5,12 5,13 5,14 5,15 5,16 5,17 5,18 5,19 5,20 5,21 Assassin's Creed
  6. 6,00 6,01 6,02 6,03 6,04 6,05 6,06 6,07 6,08 6,09 6,10 6,11 6,12 6,13 6,14 6,15 6,16 6,17 6,18 6,19 6,20 6,21 Assassin's Creed II
  7. 7,0 7,1 7,2 7,3 7,4 7,5 7,6 7,7 7,8 7,9 Assassin's Creed: Unity
  8. Assassin's Creed: Heresy
  9. Assassin's Creed II: Discovery
  10. 10,00 10,01 10,02 10,03 10,04 10,05 10,06 10,07 10,08 10,09 10,10 10,11 Assassin's Creed: Revelations
  11. 11,0 11,1 Assassin's Creed: Embers
  12. 12,0 12,1 12,2 12,3 12,4 12,5 12,6 12,7 12,8 12,9 Assassin's Creed IV: Black Flag
  13. 13,0 13,1 13,2 13,3 13,4 13,5 Assassin's Creed: Syndicate
  14. 14,0 14,1 14,2 14,3 14,4 Assassin's Creed: Rogue
  15. 15,00 15,01 15,02 15,03 15,04 15,05 15,06 15,07 15,08 15,09 15,10 15,11 Assassin's Creed III
  16. 16,0 16,1 16,2 16,3 Assassin's Creed: The Fall
  17. Assassin's Creed: Initiates
  18. Assassin's Creed: Uprising
  19. Assassin's Creed: Conspiraciones - Volumen 2: El Proyecto Rainbow
  20. 20,0 20,1 Assassin's Creed: Bloodstone
  21. 21,0 21,1 21,2 21,3 21,4 21,5 21,6 Assassin's Creed: La Hermandad
  22. Assassin's Creed: Odyssey
  23. 23,0 23,1 23,2 23,3 Assassin's Creed: La Guía Esencial
  24. Freedom Cry
  25. Assassin's Creed: Altaïr's Chronicles
  26. 26,0 26,1 Assassin's Creed: The Fall
  27. Assassin's Creed: Syndicate - Jack el Destripador
  28. 28,0 28,1 Assassin's Creed: Project Legacy

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