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«Jacobo de Pazzi. El dinero… este sujeto era el patriarca de la familia Pazzi y presidía sus negocios bancarios. Al ser además socio de Lorenzo de Medici, no le guardaba ningún rencor, por lo que optó por contratar a cuatro sicarios Templarios para que se encargaran de la situación
Shaun Hastings, en la entrada de los conspiradores Pazzi del Animus 2.0[fte]

Jacobo de' Pazzi, (1421-1480), conocido históricamente como Jacopo de Pazzi, fue un noble florentino que se convirtió en patriarca de la familia banquera Pazzi para finales del siglo XV, y que se alió junto a su sobrino, Francesco, con la Orden Templaria resurgida, la cual estaba bajo la dirección del cardenal español Rodrigo Borgia y el papa Sixto IV.

Siendo empleado por los Templarios junto a su familia para lo que sería el derrocamiento del monarca Lorenzo de' Medici, Jacopo reclutó para la operación a cuatro individuos influyentes que tenían conflictos de poder con la familia real: Antonio Maffei, Bernardo di Bandino Baroncelli, Francesco Salviati y Stefano da Bagnone. No obstante, la muerte del hijo de su sobrino un año antes de llevar a cabo la operación entorpeció el desarrollo de los planes a posteriori.

Finalmente, Francesco de' Pazzi fue muerto mientras se ejecutaba el plan, y cada uno de los hombres pagados por Jacopo fueron asesinados entre 1478 y 1480. En este año, Jacopo solicitó una reunión con Borgia en persona en la ciudad de San Gimignano. Allí, excusándose por su fracaso en Florencia, Jacopo fue traicionado por su líder, que lo atravesó con una espada en el estómago y en el cuello en un acto de traición. Para ahorrarle el dolor de morir desangrado, el Asesino Ezio Auditore da Firenze lo apuñaló en la nuca poco después.

Biografía[]

Carrera temprana[]

Jacopo de' Pazzi nació en el año de 1421 en los dominios de la República Florentina como miembro de la familia banquera Pazzi, la cual para ese entonces sostenía junto con muy pocas otras el negocio financiero de toda la república.[1]

Al igual que el resto de su familia, Jacopo se valió desde joven de habilidades de la oratoria, la negociación y el pragmatismo para llevar a cabo sus operaciones más delicadas, aunque, sin embargo, igualmente basaba e impulsaba su doctrina en el clasismo puro, ejerciendo su labor como banquero para lucrarse a sí mismo y complacer a sus aliados. En el transcurso del siglo XV, Jacopo se convirtió en patriarca de su familia, y los Pazzi vieron el surgimiento al poder de Florencia de la familia banquera Médicis, la cual se estableció sólidamente para finales de la centuria.[2][1]

El nuevo príncipe, Lorenzo de Médici—apodado El Magnífico—se diferenciaba notablemente de sus colegas al adoptar una tendencia populista siendo de la clase rica. Esta decisión excluyó a los Pazzi de las operaciones gubernamentales, las cuales se concentraron casi que de manera exclusiva en la educación y cultura de las masas de menor clase, financiando a los grandes artistas de la república para que pudieran llevar a cabo sus proyectos de mayor envergadura. No obstante, a pesar de que muchos miembros de la familia de Jacopo, incluyendo a su sobrino Francesco, ansiaban la caída del gobierno florentino, el patriarca de la familia buscó tener relaciones estables con Lorenzo y lo vio más como un aliado político que como un enemigo.[1]

La Conspiración de los Pazzi (1476-1480)[]

«Caballeros, mañana una nuevo sol se pondrá sobre Florencia.»
―Rodrigo Borgia a los Pazzi[fte]

Para el año de 1476, Francesco de' Pazzi unió a su familia a la Orden Templaria resurgida, liderada en ese entonces por el cardenal español Rodrigo Borgia. Francesco deseaba colaborar en los planes del papado para deponer a los Estados italianos enemistados con el Papa Sixto IV, de esta forma participando en un intento de derrocamiento de los Médicis en la misma Florencia.[1]

Jacobo de' Pazzi, aunque no deseaba participar directamente en la conspiración, se vio involucrado en la misma gracias a su sobrino, y tuvo que respaldarla por los modos que se les requiriera. Jacopo contactó a muchos aliados suyos para evitar envolverse por completo en el complot, logrando que las armas fuesen suministradas por otro agente de los Templarios en la Serenísima República de Venecia, Emilio Barbarigo.[1]

Además de las armas, Jacopo buscó todo tipo de hombres influyentes en Florencia y en otras regiones de Toscana que estuviesen enemistados frontalmente con los Médicis y que deseasen participar en el golpe pautado. Entre estos individuos estaba el clérigo Francesco Salviati, el cual había sido designado por el papa Sixto para el arzobispado de Pisa—un dominio de la República Florentina—pero que no había podido tomar posesión de su cargo por intervención de Lorenzo el Magnífico. Otro de los hombres era Stefano da Bagnone, verdugo y monje ecleciástico que había sido entrenado en Roma desde comienzos de su carrera, y a quien Jacopo fijó personalmente como su consejero en la conspiración. Igualmente estaba Antonio Maffei, un fray de un monasterio florentino que había presenciado muy joven el saqueo de su ciudad natal, Volterra, a manos de mercenarios que, según él, habían sido contratados y financiados por los Médicis. El último de los agentes era el banquero Bernardo di Bandino Baroncelli, que de niño fue testigo del exilio de sus primos por cargos levantados en su contra. Estos hombres se convirtieron después en el brazo derecho de Jacopo y su excusa para no participar en las fases sangrientas del plan, de este modo conservando también su posición como reservado patriarca, y del mismo asignando a su sobrino los hombres y herramientas necesarias para deponer al principado.[1]

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Jacopo, Francesco y Vieri de' Pazzi hacen el juramento templario frente a Rodrigo Borgia.

No obstante, no todas las fases de la preparación del golpe se llevaron a cabo sin contratiempos. El Asesino Giovanni Auditore da Firenze—un aliado de Lorenzo de Médicis—descubrió la cadena de conspiradores al investigar sobre el exitoso derrocamiento por parte del papado del duque de Milán, Galeazzo María Sforza, dando por tanto con la persona de Francesco de' Pazzi. Actuando con medios preventivos, Giovanni Auditore emitió una orden de captura del noble, y el confaloniero Uberto Alberti lo aprisionó para diciembre de ese mismo año. Sin embargo, como Alberti también era un agente de los Templarios, terminó por liberar a Francesco, y en su lugar levantó cargos falsos de traición a la familia de Auditore, eventualmente sentenciándolo a él y a dos de sus hijos al cadalzo.[1]

Alberti, no obstante, fue muerto unos días después a manos del único hijo varón de Auditore que logró eludir a la horca, Ezio. El joven, a pesar de que contaba con el apoyo de los gobernantes ausentes, después huyó a la aldea de su tío en Monteriggioni.[1]

En primavera de 1477, Jacobo, Francesco, su hijo Vieri y el cardenal Borgia se reunieron en la ciudad de San Gimignano para acordar sus trabajos en el plan. Borgia le dio a Francesco la tarea de ejecutar el plan de manera directa empleando a los hombres pagados por su tío. Vieri tuvo la misión de coordinar a los mercenarios de la ciudad, mientras que Jacobo recibió la más sencilla labor de calmar a los ciudadanos después de que cayeran Lorenzo y su familia. No obstante, el hijo de Francesco fue asesinado esa misma noche, en un ataque perpetrado por Ezio Auditore y su tío. Jacobo de' Pazzi se preocupó mucho por el futuro de la conspiración con la muerte de Vieri, y aunque trató de alertar a su sobrino, Francesco se mostró indiferente.[1]

El 25 de abril de 1478, Jacobo acudió junto a su sobrino y a sus sicarios a una reunión en persona con el cardenal Borgia en las catacumbas de la iglesia Santa María Novella de Florencia. Allí, los hombres pagados por el patriarca Pazzi mostraron las armas que Emilio Barbarigo les había proporcionado, mientras que al mismo tiempo se aseguraban de qué posiciones tendrían en el golpe contra los Médicis que se daría el día siguiente. Borgia se mostró complacido con la capacidad de planeación y la disposición de los individuos, afirmando a su vez que el papa había aprobado la ejecución del plan. Jacobo, no obstante, no ocultó su descontento con la muerte de Vieri de' Pazzi, aunque Francesco le aseguró a Borgia que no habría impedimentos inesperados en el plan. Borgia, contento, se retiró de vuelta a Roma tras la discusión.[1]

Sin embargo, para el desconocimiento de Jacobo y de los conspiradores, Ezio Auditore había presenciado la reunión templaria al infiltrarse en las catacumbas de la iglesia.[1]

Masacres en Florencia[]

«Libertá! Libertá! Libertá! Popolo é libertá! (¡Libertad! ¡Libertad! ¡Pueblo y libertad!) ¿Francesco…?»
―Jacopo de' Pazzi insta a las masas de Florencia mientras que observa el espectáculo del Palazzo della Signoria[fte]

El 26 de abril, Francesco de' Pazzi, Baroncelli, Maffei y Bagnone atacaron cruentamente a Lorenzo el Magnífico mientras acudía a misa en la Basílica de Santa María del Fiore con su esposa, y, aunque no lograron más que herirlo, Francesco mató a cuchillazos al hermano del príncipe, Giuliano. Ezio Auditore intervino y salvó al monarca de la muerte a manos de los Pazzi, y lo refugió con su guardia local, al tiempo en que Francesco Salviati lideraba hordas de mercenarios dentro de Florencia para ayudar a que se efectuara la caída de los gobernantes. [1]

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Jacopo de' Pazzi observa aterrorizado junto al pueblo de Florencia el cadáver de Francesco colgando en la Signoria.

Sin embargo, la tensión creció por toda la ciudad, y Jacopo optó por organizar a las masas complacientes de los Pazzi en frente del Palazzo della Signoria, la sede del poder tribunal de Florencia. Allí, tras proclamar severos gritos de libertad y de consonancia con el pueblo, Jacopo fue testigo de cómo los seguidores de los Médicis arrojaron el cadáver de Francesco de' Pazzi colgando desde la cima del palazzo. Horrorizado, Jacopo huyó de Florencia junto a los demás conspiradores, dispersándose con ellos por Toscana.[1]

El pago de los errores[]

Jacopo: «Yo puedo arreglarlo… Solo… perdónenme la vida…»
Borgia: «No.»
— Rodrigo Borgia traiciona y asesina a Jacopo de' Pazzi[fte.]

Para 1480, Jacopo de' Pazzi se ocultó en la ciudad de San Gimignano, mientras al mismo tiempo mantenía contacto con el resto de los hombres que dos años antes había contratado y que se ubicaban en las afueras. No obstante, Ezio Auditore fue cazando a los conspiradores uno a uno en el transcurso de esos años. Antonio Maffei, que había sido invitado por Jacopo junto al resto de sus colegas a una reunión en San Gimignano con el mismo Rodrigo Borgia, redactó una carta al Pazzi estableciendo en esta sus razones para no asistir al encuentro, aunque no logró enviarla porque fue muerto a manos de Auditore no mucho después.[1]

Otra de las cartas fue dirigida a Francesco Salviati, y aunque el clérigo tenía pautado asistir a la reunión, fue igualmente asesinado cuando Auditore asaltó su villa con huestes de mercenarios. El Asesino, una vez que eliminó al conspirador, pasó a examinar sus cosas y descubrió la carta, teniendo presente por tanto la reunión que Jacopo tendría solo con su líder, al que encontraría una vez que partiera con un pequeño séquito desde San Gimignano hasta las afueras.[1]

Jacopo salió con una breve escolta en una noche de ese mismo año, y vio cómo ninguno de los demás conspiradores acabaron por encontrarse con él, evidenciando por tanto que estaban muertos. El Pazzi y su grupo no tardaron en llegar al Antico Teatro Romano de las afueras de San Gimignano, donde lo aguardaba Borgia y Emilio Barbarigo.

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Jacopo de' Pazzi es traicionado por Rodrigo Borgia.

Apenas se hizo ver, Jacopo buscó pretextos para excusarse del fracaso de la conspiración en Florencia, culpando de los fallos al exceso de confianza y subestimación de Francesco, y alegando además que él había procurado alertar a su sobrino del peligro existente con los Asesinos. Borgia dejó ver su enfado al afirmar que ninguno de los hombres que participaron en la conspiración habían acudido al encuentro, mientras que Barbarigo llegó a tachar a Jacopo de cobarde. El noble, además, acusó a Barbarigo de proporcionarle armas de mala calidad, argumento que Borgia no soportó, pues era obvio que Jacopo de' Pazzi solo pretendía evadir la culpa que le correspondía por el fracaso de su familia en el golpe contra los Médicis. Jacopo, finalmente, se quedó sin decir más, con lo que Borgia optó por atravesarlo en el estómago con una espada en un acto de traición.[1]

Jacopo de' Pazzi cayó al suelo, desangrando, mientras pedía a los Templarios que le perdonaran la vida, buscando razones para explicar una corrección a los errores. Borgia, no obstante, se negó, volviéndolo a apuñalar en el cuello.[1]

Ezio Auditore intervino poco después, pero varios guardias interrumpieron su paso mientras Borgia y Barbarigo se retiraban. El Asesino, habiendo eliminado a los guardias, optó por apuñalar a Jacopo en la nuca, de esta forma ahorrándole el dolor de morir desangrado.[1]

Legado[]

La carta que Jacopo dirigió a Francesco Salviati guió a Ezio Auditore a Venecia, donde, durante la década de 1480 cazó a todos los Templarios en la ciudad. El esfuerzo de los Pazzi por derrocar a Lorenzo el Magnífico provocó la pronta caída de la familia del hegemón político de las familias en la república, aunque los Médici terminaron siendo desterrados para 1494, cuando el fray dominico Girolamo Savonarola se instaló como temporal gobernante con el apoyo de Carlos VIII de Francia. Sin embargo, la familia tomó nuevamente el control de Florencia para 1512.[1]

Personalidad y rasgos[]

Jacopo: «Lo lamento, maestro. Hice lo que pude, pero el Asesino probó ser un enemigo fuerte.»
Borgia: «Obviamente lo que dices. De lo contrario el resto de tu gente estaría aquí.»
Jacopo: «¡Es culpa de Francesco! Su impaciencia lo volvió imprudente. Yo traté de, ya sabe, ser la voz de la razón—«
Barbarigo: «—o la de la cobardía.»
— Jacopo de' Pazzi se excusa ante Rodrigo Borgia y Emilio Barbarigo por su fracaso en la conspiración contra los Médicis[fte.]
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Jacopo de' Pazzi excusándose frente a Rodrigo Borgia.

Jacopo de' Pazzi probó en varias ocasiones ser una persona hábil para lograr sus objetivos, aunque del mismo modo sumamente hipócrita pues se enfocaba exclusivamente en sus fines pero pretendía tomar en cuenta los de sus aliados. Esto se evidenció muy notablemente en su amistad con la familia rival Médici, y a su vez en la conspiración en su contra. Jacopo también se valió de la adulación para conseguir lo que quisiera, contratando a hombres que odiasen directamente a los gobernantes de Florencia para no tener que participar directamente como conspirador y homicida.[1]

Jacopo también menospreciaba a miembros de su familia, e incluso se excusó en la muerte de Vieri de' Pazzi para hacer que su sobrino entrara en razón. Para colmo, cuando Borgia le respondió que respondiera por su falta de organización y de valor al asumir el rol líder en la conspiración, Jacopo acusó de las faltas a Francesco y a sus sicarios, excusándose como "la voz de la razón", a pesar de utilizar a un verdugo de Roma como consejero personal.[1]

Estos defectos que complementaban de algún modo su falsedad y cinismo provocaron la muerte de Jacopo a manos de su propio líder, cuando incluso intentó culpar al armamento proporcionado por Emilio Barbarigo del fracaso del plan en Florencia. Sin embargo, el Asesino Ezio Auditore actuó guiado por la misericordia cuando vio a Jacopo dejado para desangrar, por lo que prefirió acabar con el sufrimiento del hombre a permitirle una muerte lenta y sumamente sufrida.[1]

Entre bastidores[]

Jacopo de' Pazzi apareció por primera vez en el videojuego de 2009 Assassin's Creed II, y posteriormente en su novelización, Assassin's Creed: Renaissance. Jacopo, a pesar de ser un personaje histórico, muy poca información verídica es sabida sobre él. En el juego fue interpretado por el actor de voz Arthur Grosser, y fue el octavo objetivo de asesinato del mismo.

Apariciones[]

Notas y referencias[]

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