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«Había empezado a considerarme a mí mismo no un Templario sino un hombre con raíces Asesinas y creencias Templarias, cuyo corazón se había perdido brevemente en una mujer mohawk. Un hombre con una perspectiva única, en otras palabras.»
―Haytham Kenway, 1757[fte]

Haytham E. Kenway (1725 - 1781) fue el Gran Maestro de la Orden de los Templarios en las Trece Colonias entre 1754 y 1781. Hijo del Asesino Edward Kenway y su mujer Tessa Kenway, Haytham fue entrenado por su padre con espadas desde muy joven. En la víspera de su décimo cumpleaños, un grupo de mercenarios entró en la Mansión Kenway, asesinó a Edward y secuestró a Jennifer Scott, hermanastra de Haytham. Durante la siguiente década Kenway continuó su entrenamiento, esta vez bajo Reginald Birch, convirtiéndose en un uno de los agentes más habilidosos de la organización, un Templario anteriormente prometido con Jennifer.

Mientras avanzaba en su aprendizaje, Kenway buscaba a su hermanastra y a los culpables de la muerte de su padre por toda Europa. Después de servir en el Ejército Británico como aliado del general Templario Edward Braddock y recuperar un antiguo amuleto de la Primera Civilización, Kenway fue enviado al Nuevo Mundo para establecer allí una base y encontrar un almacén de los precursores. En 1755, Kenway recurrió a la mohawk Kaniehtí:io para hallar el almacén, quien se lo mostró a cambio del asesinato de Braddock, el cual además había abandonado la Orden. Aunque el inglés no pudo entrar en el lugar, pudo establecer su Orden allí y tuvo una corta relación con Kaniehtí:io.

En el trascurso de dos décadas, Haytham Kenway exterminó a los Asesinos Coloniales con ayuda del desertor Asesino Shay Cormac y expandió el poder Templario a las más altas esferas de la sociedad colonial. Además, fue capaz de encontrar a su hermanastra y matar a Birch, quien resultó ser el culpable del ataque a su casa. Fue en ese tiempo cuando el Templario descubrió la existencia de un hijo ilegítimo entre él y Kaniehtí:io, Ratonhnhaké:ton, que se unió a los Asesinos bajo el alias de Connor; poco después de que Kenway conociese esta noticia, estalló la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, en la que los Templarios se infiltraron en ambos bandos.

A principios de 1778, Kenway encontró a Connor, quien había estado cazando a los Templarios desde años atrás, y se alió con él para eliminar al traidor a los Templarios y a los colonos Benjamin Church. Viendo el éxito de su tregua, los dos se propusieron conseguir el fin de la guerra ayudando al Ejército Continental liderado por George Washington; Kenway trató de convencer a su hijo de dejar a los Asesinos y a Washington, pues este había sido el culpable de la muerte de Kaniehtí:io al haber ordenado el asalto a la aldea de Connor. Los dos se enemistaron de nuevo, pero no se volvieron a ver hasta 1781, cuando Kenway fue asesinado por su hijo.

Biografia

Vida Temprana (1725 - 1744)

Un niño solitario

«Probablemente debería dar a conocer mi nombre, Haytham, un nombre árabe para un muchacho inglés cuyo hogar es Londres, y quien desde el nacimiento hasta hace dos días vivió una vida idílica, protegido de lo peor que existía en cualquier otra parte de la ciudad»
―Entrada del diario de Hayhtam, fechada el 6 de diciembre de 1735[fte]

Haytham E. Kenway nació el 4 de diciembre de 1725 en la capital británica, Londres. Su padre era Edward James Kenway y su madre Tessa Kenway; él tenía una hermananastra, Jennifer Scott,[1] nacida de Caroline Scott-Kenway y Edward en 1713.[2] Los Kenway vivían en una mansión de la plaza Queen Anne, un barrio rico londinense, en el que tenían como vecinos a los Dawson y a los Barrett. Desde muy temprana edad, Haytham fue entrenado por su padre con espadas de madera en la sala de juegos de su casa, algo que el joven creía normal en su edad, pero que en realidad se debía a que su padre lo preparaba para introducirlo en la Orden de los Asesinos, a la que él pertenecía.[1] Haytham tampoco sabía que su padre había ganado una fortuna siendo pirata en el Mar Caribe,[2] y por ello los padres prohibían a sus hijos acercarse a los Kenway. Esto, sumado al hecho de que era muy protegido del exterior por sus criadas, hacía que Haytham no tuviese amigos. También, Haytham tenía una dura relación con su hermanastra que, además de ser doce años mayor, le tenía envidia por tener un futuro más próspero como miembro de los Asesinos y una mejor relación con su padre. No se sabe con certeza la fecha, pero Haytham comenzó a escribir sus diarios en algún momento antes de 1735.[1]

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Haytham hablando con Tom Barrett.

Kenway era enseñado por un tutor que acudía a su casa, el señor Fayling, cuyas enseñanzas aprendía a cuestionar y ver de forma distinta. Durante una de sus clases, Haytham, se acercó a la ventana y saludó a las hijas de los Dawson, quienes respondieron alegremente. La criada que las acompañaba las metió dentro de la casa por temor a los Kenway, cosa que entristeció a Haytham. Con seis años, la criada de los Kenway, Edith, dio a Haytham un fardo de ropa con zapatos de hebilla de plata; Edward y Tessa se emocionaron al verle vestido de forma idéntica a su padre, y se le llegó a decir que era su viva imagen. En 1733, poco antes de su octavo cumpleaños, Haytham se encontró con Tom Barrett, el hijo menor de sus vecinos—que tenía su edad—y éste le preguntó sobre su familia, diciendo que era demasiado pequeña y demandando saber si eran ciertos los rumores sobre su padre. Haytham, confuso, preguntó a Barrett cuáles eran esos rumores, pero ambos tuvieron que irse por la insistencia del padre de Tom y la hora de entrenamiento de Haytham.[1]

Curioso por los rumores sobre su padre, Haytham preguntó sobre el tema a su hermanastra en la sala de dibujo, pero ella no le dijo cuáles eran, limitándose a decir que él tenía más suerte por ser varón.[1] En cierta ocasión, Haytham asistió con su padre y su hermanastra a una función de[2] La Ópera del Mendigo[3] en el teatro Real; Haytham pidió a su padre que lo levantase para que pudiese ver la función, cosa que aceptó diciendo que después los llevaría con su madre a White's.[2] En su octavo cumpleaños, Haytham desayunó en la cama su plato preferido, sardinas con mostaza y pan con mermelada de cereza. Posteriormente ese fue el día en el que se convirtió en un hombre, pues no le importaba más lo que su hermana pensaba de él. Esa noche, los Kenway fueron a cenar a White's, un club londinense, con Reginald Birch, uno de los administradores de propiedad de Edward. Allí, Haytham fue alagado por Birch, al que reconoció como el prometido de Jennifer al ver la forma en la que la trataba. Volviendo a su hogar, los Kenway fueron atacados por un vagabundo que intentó robar a Tessa. Edward defendió a su mujer sacando una espada, hecho que sorprendió a su hijo y asustó al ladrón. Birch tiró al hombre al suelo e intentó matarlo; frente a las amenazas de Edward, Birch no tuvo más remedio que soltar al ladrón y dejarlo ir. Por la noche, Edward preguntó a su hijo lo que opinaba sobre Birch y lo que sucedió con el ladrón. Haytham dijo que Birch parecía ser un buen hombre y que en su momento quiso venganza contra el asaltante. Como regalo de cumpleaños y por su buena conducta, se le otorgó en secreto una espada de verdad, que Edward guardó en la sala de juegos tras la Biblia del rey Jaime.[1]

Desde entonces Brich se convirtió en un visitante frecuente, que solía entablar conversación con los miembros de la familia. En múltiples ocasiones Jennfier mostraba su enfado por el compromiso con Reginald, un asunto que Edward comentaba a su hijo diciendo que ella se acabaría contentando.[1] El 3 de enero de 1735,[4] Birch se acercó a Haytham, mientras jugaba con soldaditos de plomo, y le enseñó la necesidad de un líder en un ejército. Ese mismo día, Birch discutió con Edward, quien por medio de Jennifer acababa de descubrir que él era un Templario, cuyo objetivo era cortejar a la hermanastra de Haytham para acercarse al libro que el Asesino guardaba en su casa. Antes de salir de la casa, Birch dijo a Haytham que había intentado advertir a su padre. Desde entonces, Edward contrató a dos soldados para guardar la casa.[1]

Inducción en la Orden Templaria

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El Templario Reginald Birch, prometido de Jennifer y salvador de Haytham.

«Es un requisito cuando eres criado de la manera que yo fui. La percepción es fundamental para la Orden. Guía a los pies cuando corres y escalas. Informa a las manos cuando han de golpear. Pero lo más importante, transforma nuestros sentidos y vemos el mundo de una manera distinta.»
―Haytham Kenway[fte]

La noche del 3 de diciembre, la víspera del cumpleaños de Haytham, éste se levantó temprano y se asomó a su ventana para contemplar la noche. Al ver que alguien estaba haciendo una señal con luces, Kenway se vistió y bajó al jardín, creyendo que era Tom Barrett quien le llamaba. Tras oír ladrar a Thatch, el sabueso irlandés de su padre, y relinchar a los caballos, Kenway se decidió a cruzar el jardín y, al llegar a la puerta en la que se había encontrado con Barrett años atrás, encontró al niño degollado. En ese momento, Kenway oyó un grito y un cristal rompiéndose, sonido que le impulsó a regresar a su casa. Dentro, se encontró con varios asaltantes habían matado a los guardias y a algunos criados. Huyendo de uno de los asesinos por las escaleras, llamó a su madre antes de ver como su padre acudía a combatir contra el hombre. Haytham intentó escapar por el otro lado, donde se encontraba otro bandido, cuyo nombre era Tom Smith, pero gracias a la intervención de su padre, el primer asaltante fue asesinado y el segundo huyó. Edward ordenó a su hijo ir a la sala de juegos, y saltó por la barandilla dejando a su mujer e hijo desprotegidos. Uno de los asesinos agarró a Tessa por detrás e intentó degollarla, acto que Haytham impidió lanzando la espada del primer hombre al ojo del nuevo asaltante.[1]

Tessa pidió a Haytham salir de la casa, cosa que el niño rechazó, y se encaminó rápidamente a la sala de juegos—en su camino viendo a Edith muerta—donde Edward acababa de ser asesinado por otro bandido con ayuda de Smith. Haytham se abalanzó contra los dos hombres, pero fue noqueado por Smith, situación que el asesino de su padre quiso aprovechar para darle muerte. Inesperadamente, Reginald Birch apareció por detrás y mató al asesino, mostrando su interés en ayudar. Birch y Haytham se enfrentaron a Smith, quien retrocedió para retener a Jennifer como rehén. Aunque Kenway tenía más interés en vengar a su padre, estaba dispuesto a dejar que el asaltante se marchase con Jennifer viva. Apareció otro bandido, que incendió la casa prendiendo fuego a las cortinas, y arrastró a Scott a un carro que tenían aparcado frente a la mansión.[1]

Los siguientes días, Haytham y su madre se alojaron en una de las propiedades de Edward en Bloomsbury. El día 6, Kenway empezó a escribir de nuevo sus diarios, que fueron destruidos en el incendio, contando solo las partes que consideraba más relevantes. Al día siguiente, el joven y su madre asistieron al funeral de Edith en una capilla cercana. Un día después, se llevó a cabo el funeral de las dos casacas rojas que defendieron la mansión; los dos Kenway y Jack Digweed, el antiguo ayudante de Edward, estuvieron en el servicio del capitán británico, pero nadie de los Kenway fue al del otro soldado. El día 9, Digweed—quien se había ausentado durante el ataque a la mansión—se presentó por la mañana en la habitación de Kenway y le informó, apenado, de que la familia Barrett había pedido que ningún Kenway asistiese al funeral de Tom. Haytham se entristeció, pero se intrigó más por Digweed y su conducta respecto a él. Al día siguiente, Kenway se levantó por la mañana para salir de su residencia e ir a su antigua casa. En la puerta se encontró con Reginald, que le invitó de forma gentil a entrar en su carruaje y llevarlo hasta las ruinas de su casa, diciendo que sabía que que el niño quería recuperar su espada.[1]

Cuando llegaron, Kenway se decepcionó al ver que su antiguo hogar estaba más destrozado de lo que pensaba. Birch no le permitió entrar, pero le dijo que ya había recuperado su espada, y se la cedió. Kenway se lo agradeció, y, después de hablar sobre los cuidados del arma, Birch le preguntó cómo se sintió cuando asesinó a un bandido para proteger a su madre. Haytham dijo que la intentaba proteger, a lo que el empresario respondió que había actuado bien, recordándole que era importante saber que matar a un hombre no era nada común para nadie. Kenway declaró que no había pensado en el asesinato que cometió, únicamente en sus padres. Reginald, sorprendido de que el chico no hubiese mencionado a su hermanastra, sentenció que debían encontrarla. Tras esto, Birch reveló que Scott estaba en Europa y su pertenencia a la Orden de los Templarios. Después de que Kenway le preguntase si su padre pertenecía a los Templarios, y Birch le respondiese con una negativa, este procedió a detallar los antecedentes del ataque; Reginald señaló de nuevo que debían encontrar a Jennifer, estudiando la posibilidad de que pidiesen un rescate por ella, además de preguntar por la vida de Edward antes de Londres, aunque Kenway no sabía nada de esta.[1]

Meeting the Bulldog

Haytham conoce al Templario Edward Braddock.

Birch impresionó al joven cuando le habló de su próximo viaje a Europa. Haytham negó la posibilidad de ir con él, la cual Birch desmintió diciendo que ya había hablado con Tessa y se había encargado de los negocios de su padre. Por último, le recordó que no debía hablar con su madre, pues desde que vio morir a su marido y a su hijo matando a alguien ya no era la misma persona. Más tarde, Kenway, ignorando el consejo de Reginald, acudió a la habitación de Tessa. Ella le informó de que no iría al funeral de su marido puesto a que no tenía fuerzas. Con esto, procedió a disculparse por que se tuviese que marchar a Europa en poco tiempo con Birch, para así convertirse en un Templario. Haytham insistió en quedarse en Londres, mas su madre le recordó que las asistentas Davy y Betty cuidarían de ella mientras supervisaba la reconstrucción de su casa. Poco después, Kenway fue al funeral de su padre—que fue enterrado en la misma capilla que Edith—acompañado por Birch. Allí, conoció al señor Simpkin, un antiguo socio de su padre que prometió al joven que ahora cuidaría de Tessa.[1]

Por la noche, una criada llamada Emily informó a Kenway de que su amiga Violet, que trabajaba en la casa de los Barrett, había oído a Jenny gritar "traidor" mientras entraba en el carruaje. Por tanto, Emily dedujo la posibilidad de que Birch fuese un traidor, la cual Haytham debatió diciendo que éste le había ayudado, con lo que era imposible, y apuntó a la posibilidad de que hubiese sido Digweed quien les traicionó. A la mañana siguiente, Kenway informó a Birch de esto, y él apoyó la teoría de que fue el antiguo ayudante de su padre. Unas horas más tarde, Birch presentó a Kenway al Templario Edward Braddock, diciendo que, a pesar de que a veces no hiciese lo que estaba en su corazón, les ayudaría a encontrar a Jennifer. Birch y Braddock dijeron que se retiraban para investigar sobre Digweed, dejando a Kenway preparándose para el viaje. Un poco después, los Templarios supieron que Digweed había escapado, e informaron a Kenway sobre esto, para tranquilizarlo, ya que los Templarios siempre encontraban a sus objetivos. Ese día, el 12 de diciembre de 1735, Kenway y Birch salieron de Londres con rumbo a Europa.[1]

Los siguientes cinco años, Kenway y Birch viajaron en una caravana Templaria por Europa, recorriendo países en busca de Jennifer, quien, según habían averiguado, había sido vendida a esclavistas turcos. Durante su aprendizaje, Kenway sintió una atracción por el modo de pensar de su maestro, que, aunque era semejante al modo de pensar de su padre, optaba más por saber que por opinar. Por lo tanto, fue la intención de ser un hombre sabio lo que hizo que Kenway acabase prefiriendo la manera Templaria. El joven inglés también recibía clases de teología, filosofía, lenguas clásicas y lenguas modernas; su gusto por estas asignaturas le garantizó un dominio de las mismas, en el proceso aprendiendo a hablar de forma fluida el lenguaje español. En ocasiones, Braddock contribuía a ayudarles en su búsqueda de Jenny, pero siempre regresaba con las manos vacías. Eventualmente, maestro y aprendiz, ausentes de los fondos que el señor Simpkin les dio en Londres, compraron un castillo en Francia, a las afueras de Troyes. El joven escribía cartas a su madre constantemente, pero ella nunca le respondía. Kenway siguió su entrenamiento como Templario, ocupando a veces sus labores en la Guerra de Sucesión Austriaca.[1] El 19 de abril de 1744,[4] Kenway recibió su primera misión: asesinar a un avaricioso mercader de Liverpool,[1] tarea que llevó a cabo con un cuchillo. Desde entonces, Kenway tuvo reputación de ser un buen asesino, y se convirtió en un miembro oficial de los Templarios.[4]

Misiones en Europa (1745 - 1754)

Primeros encargos

«Me llamo Haytham Kenway. Has traicionado a la Orden de los Templarios. Por esa razón has sido sentenciado a muerte.»
―Haytham Kenway mata a Juan Vedomir[fte]

En 1745, Haytham había visitado Londres con la esperanza de ver las reformas de su mansión y a su madre, quien estaba demasiado cansada para verlo durante el viaje, y a quien Kenway no llegó a ver de nuevo. El Templario se enfadó con la señora Davy porque Tessa no respondía a sus cartas, aunque la criada simplemente se disculpó sin decirle nada más al hijo. Kenway estuvo un corto periodo de tiempo en Herefordshire, buscando a la familia de Digweed, mas no encontró a ningún familiar suyo, regresando a Europa con las manos vacías. Fue por ese tiempo cuando Kenway dio muerte a un príncipe austriaco. Para 1747, Kenway estaba destinado en Altea, España, buscando al mercader Juan Vedomir, un Templario que se unió a los Asesinos, y su libro, teniendo el objetivo de matar al mercader y recuperar el libro. Para esto, Kenway se asentó en un hostal local, al cual los Templarios dirigirían su correo. El 10 de junio, espió al hombre, y vio que sus guardias se alertaban ante cualquier indicio de peligrosidad, hecho que le indicó que los Asesinos sabían que los Templarios planeaban matar a Vedomir.[1]

Juan's Journal

Haytham Kenway sostiene el diario de Juan Vedomir.

De vuelta al hostal, la mujer del propietario del local le entregó una carta que entregó un mensajero Templario, y se insinuó sexualmente a Kenway. Viendo que tenía labores que atender, ignoró a la mujer y se puso vuelta al trabajo. Descodificó la carta, que le indicaba que debía reunirse en la sede de su Orden en la calle Celetna de Praga con Reginad Birch, y que hasta entonces terminase con Vedomir. El Templario, de una forma u otra, se hizo con un queso de un quesero local, Varela, que le sirvió al día siguiente como tapadera para colarse en la villa de Vedomir. Los guardias le abrieron la puerta, y Kenway presentó su queso para poder comerciarlo en el bazar, con el permiso de Vedomir. Uno de los dos guardias, Cristian, puso en duda su acento, a lo que que el Templario explicó ser genovés. Tras esto, lo llevaron a un recibidor, donde Cristian comprobó que no llevaba armas, y, como medida de seguridad, le hizo probar el queso. Al ver que estaba en buen estado, le dejó pasar a la habitación del traidor, que lo recibió preguntándole por el queso y su procedencia.[1]

Kenway reafirmó ser genovés, mas Vedomir admitió que sabía que en realidad era inglés, y le preguntó si su falsa identidad se debía a la guerra entre España y Gran Bretaña. El Templario dijo que todo el continente estaba en guerra, a lo que su objetivo contestó que estaba corriendo peligro en ese país. Kenway preguntó si Vedomir tomaría represalias, pero este dijo estar al servicio del pueblo, en manos de un poder superior. El traidor cambió de tema al preguntar sobre la procedencia del queso, un tema que el joven inglés no consideró importante, argumentando que era de calidad suficiente como para vender junto a Varela. Mientras Vedomir probaba el queso, Haytham cogió un doblón y lo metió en el pañuelo que llevaba, fingiendo sentir calor. Justo cuando lo saboreaba, el español empezó a notar que el alimento se parecía muchísimo al de Varela, finalmente descubriendo que el queso no era de Kenway. Cuando se disponía a llamar a los guardias, el Templario cogió su pañuelo y lo usó para estrangular a su enemigo. Después, lo despojó de su cuchillo para quesos, a fin de no ser herido, y se llevó las manos a su cuello, terminando el trabajo tras revelar su verdadera facción. Kenway llevó el cadáver de Vedomir a su cama, y, al ver el libro, lo tomó y huyó de la casa. Al día siguiente, partió de Altea hacia Praga.[1]

La caza de los traidores

El funeral de Tessa
«Debería matarte, Betty. Pero no lo haré. Ya ha habido demasiadas muertes como consecuencia de aquella noche. No nos volveremos a ver. Por tus años de servicio y educación, te perdono la vida y te dejo con tu vergüenza. Adiós.»
―Haytham Kenway[fte]

El 18 de junio, Kenway acudió a la dirección que Birch le había indicado, y le informó de que su madre había tenido un problema. El joven Templario sintió culpa, pensando que había enfermado y se lamentó de no haberle escrito ninguna carta. Birch le dijo que había muerto, lo que quitó a Kenway de toda sensación de culpa y le dejó un vacío emocional. Reginald le consoló diciendo que la Orden era la nueva familia de Kenway, y que si necesitaba hablar le tenía a él, a lo que el otro afirmó que no necesitaba hablar. Tras una breve pausa, el Gran Maestro preguntó a su discípulo sobre la misión. Kenway mintió, diciendo que Vedomir estaba muerto, pero que no tenía su diario, cuestionando el motivo de la muerte del hombre. Birch declaró que el asesinato era únicamente por la traición del español, aunque sus escritos resultaban interesantes, dado que posiblemente estaba trabajando para los Asesinos. Los dos londinense comentaron el libro, diciendo que estaba en clave, a pesar de que algunos pasajes estuviesen descodificados y tuviesen reflexiones filosóficas, parecidas a las de Edward Kenway, con Birch señalando que Vedomir murió por su traición, y no por su modo de ver la vida.[1]

The Affair

Betty, antigua criada de los Kenway.

El Templario empezó a hacer preguntas a su superior sobre la naturaleza del libro, y su propósito, mas Birch se negó a contestar, poniendo como pretexto que era necesario esperar, y solo aclaró que se trataba de la ubicación de una llave. Kenway acusó al Gran Maestro de andarse con secretismos, tomando como prueba el hecho de que nunca encontraron a Digweed, y que nunca se pidió un rescate por Scott, por tanto sacando en claro que el ataque a la Mansión Kenway fue para asesinar a Edward. Birch señaló que estaban haciendo todo lo que estaba en sus manos, además de reflexionar sobre la poca importancia que le daba Haytham al secuestro de su hermana, y su fervor por vengar a su padre. Ambos tuvieron una acalorada discusión en la que se le acusó de crueldad e inestabilidad a Kenway, antes de que este dijese que la búsqueda de Digweed estuvo en manos de Braddock. Los dos ingleses concordaron en que el más joven debía ser tratado con más igualdad, y el otro puso fin a la disputa con su explicación sobre la Primera Civilización, cuyos artefactos debían ser ganados para vencer en la Guerra Asesino-Templaria. Kenway y Birch pasaron la noche en la sede Templaria de Praga, y poco después partieron a Londres. El 20 de junio, en mitad de su viaje, Kenway leyó un pasaje de su diario, que databa del 10 de diciembre de 1735, y supo qué debía hacer en su regreso a Inglaterra: las botas que estaban en la habitación de su niñera Betty eran las de Digweed, lo que podía explicar como un romance en secreto.[1]

El 2 de julio, ya en su ciudad natal, Kenway estuvo en el servicio de su madre, donde localizó a Betty. El Templario se propuso seguirla, pensando que ella tenía un idilio con Digweed. Poco más tarde, Kenway firmó un documento del señor Simpkin para dejarlo a cargo de las finanzas de su madre, ahora propiedad del hijo. Con este asunto terminado, el londinense atravesó las calles usando sus habilidades de sigilo social, hasta que finalmente llegó a la casa donde Betty trabajaba. El Templario se fue y regresó a medianoche para evitar testigos; escaló la verja de la residencia y después fue a la zanja interior de la misma. Allí accedió a la ventana de la habitación de Betty sin hacer ningún ruido, haciendo uso de todo su entrenamiento para no despertarla. Kenway desenvainó su espada y silenció a la mujer tapando su boca con la otra mano. Cuando ella se despertó, forcejeó un rato, hasta que el Templario dejó ser reconocido y le explicó que era capaz de matarla si lo delataba. Betty expresó su decepción y afirmó que Kenway estaba echando por tierra todos los valores que le enseñó su familia, cosa que el joven no negó, sino que reconoció y acusó a la criada de los mismo. Kenway sacó un trozo de papel en el que estaba escrita su dirección, afirmando que era una carta de una antigua criada, Laura, quien le reveló su idilio con Digweed. El Templario la retiró para que su ex niñera no descubriese la autenticidad del documento.[1]

Aparte de esto, Kenway dijo que recordaba que Betty fue a dormir y, al pasar por su habitación, vio a través de la cerradura a esta durmiendo y las botas de Jack Digweed, acusándola de tener una aventura. Betty volvió a criticar los valores morales de Kenway, no sin reivindicar su relación con Digweed, argumentando que no era una aventura pues el hombre era viudo. Kenway dijo que el amante estaba sentenciado a morir, pues había tenido otra opción, cosa que la criada negó, y señaló que Digweed fue amenazado por un hombre del suroeste de Inglaterra, con la muerte de sus hijos. Kenway habló del testimonio de Violet sobre un hombre del suroeste de Inglaterra que le pidió silencio. Betty entonces recordó que ella fue asesinada en un atraco callejero pocos días después de la salida de Haytham Kenway. La antigua niñera confesó que Digweed actuó amenazado, pero bajo la promesa de que nadie moriría en el ataque a la Mansión. Aún así, el Templario seguía sin saber para qué necesitaban al empleado, puesto a que él no estuvo presente esa noche en el ataque. Betty no supo responder a esto, tampoco a la localización actual de Digweed. La criada le aseguró que nadie más sabía del romance entre ambos. Finalmente, Kenway perdonó la vida a la criada, y dijo que no quería volver a verla.[1]

Kenway regresó a su alojamiento y durmió de forma irregular. De nuevo, visitó el hogar de Betty, solo que esta vez aguardó afuera a que apareciese, escondido en su coche. Cuando salió, la mujer fue a la Oficina de Correos de la calle calle Lombard, y Kenway la siguió hasta allí, esta vez sin sentir deseos de asesinarla. Betty se retiró, y el Templario esperó a que apareciese el cartero, a quien siguió por las calles hasta que se metió en un callejón. El Templario asaltó al hombre y lo dejó inconsciente y sangrando, para después tomar de su bolsa una carta dirigida a Digweed, en un pueblo de Alemania llamado St. Peter. Kenway, acompañado de su Maestro, tardó casi dos semanas en llegar al pueblo, descuidando la escritura de su diario.[1]

El primer traidor
«Creo que eres alguien, Haytham Kenway. El asesino. El espadachín templario. ¿Porque has matado a un par de mercaderes gordos? Para mí no eres más que un niño. Eres un niño porque un hombre se enfrenta a sus objetivos, hombre contra hombre, no aparece en mitad de la noche, como una serpiente. Como un Asesino.»
―Un soldado británico a Kenway[fte]

Alrededor del mediodía del 14 de julio de 1747, la pareja de Templarios entró en St. Peter a lomos de sus caballos, entrando en el colmado a donde Betty enviaba las cartas. Evitando las muestras de cortesía del dependiente, el joven británico renunció a los lujos que ofrecía el lugar y pasó a pedir información sobre Digweed. El tendero negó haber oído hablar del fugitivo, pero Kenway dudó de la inocencia del alemán, a la vez que Reginald se impacientaba con la insistencia del otro. Harto de no hallar respuesta, el londinense agarró al hijo del tendero, Christophe, y amenazó con cortarle el cuello si no cooperaba. Kenway aclaró que había llegado al colmado siguiendo la correspondencia de Betty, aparte de decir que solo buscaba saber el paradero de Digweed, o de lo contrario, Christophe moriría. El tendero tuvo que revelar, bajo presión, que unos hombres del ejército británico habían acudido una hora antes a su colmado y le pidieron no decir nada de Digweed, con amenaza de muerte. Tras ser informados de la ubicación de Digweed, los dos Templarios perdonaron la vida del niño, y dejaron el colmado en dirección norte.[1]

Digweed's Fate

Tom Smith escapa de Kenway y Birch.

Los viajeros cabalgaron a toda velocidad durante quince kilómetros, hasta que se detuvieron unos instantes y empezaron a divisar la zona en busca de su objetivo. Birch preguntó a su amigo si habría matado al niño; oyendo la afirmación de Kenway, el Gran Maestro mostró su enfado, justificado mediante el desprecio del joven hacia el código de honor que Birch le había enseñado. Haytham recordó a su maestro lo ocurrido en las calles de Londres con hace años, cuando quiso matar a un ladrón por intentar atracar a Tessa, una situación cuyo recuerdo hizo a Birch ruborizarse. Para empeorar la discusión, el más joven aludió al creciente interés de su amigo por la Primera Civilización, señalando que era el único asunto que interesaba a su maestro. Birch zanjó la riña al decir que había acudido a la llamada de su antiguo aprendiz, finalmente partiendo de nuevo hacia el norte al atestiguar a un jinete—quien resultó ser Tom Smith—saliendo de la cabaña de Jack Digweed. Kenway llegó antes que su maestro, a tiempo para ver cómo un soldado se disponía a ejecutar al fugitivo, quien estaba atado en una silla. El londinense usó su espada a modo de lanza y evitó la muerte de Digweed, aunque el ejecutor escapó a lomos de un caballo, en su camino evadiendo un flechazo por parte de Birch.[1]

Kenway pidió a su maestro que cuidase de Digweed a la par que él perseguía al soldado, a quien finalmente alcanzó en un claro del bosque. El perseguido confesó conocer al Templario, mas admitió que no había asistido al ataque a los Kenway, aunque lo había orquestado él. Haytham lo retó a batirse en duelo con él, demostrando que no debía ser subestimado, y que tenía amplios conocimientos de esgrima. Valiéndose de todo su entrenamiento, el Templario no tardó en dejarlo gravemente herido en el suelo, procediendo a un interrogatorio del que sustrajo poca pero suficiente información: Edward Kenway, quien había sido un Asesino en vida, fue asesinado por una de sus posesiones. El londinense no pudo sacar más información, pues el hombre acabó muerto, así que revisó sus bolsillos en busca de algo sustancial. Kenway vio que el muerto portaba un documento firmado por Edward Braddock, quien en ese tiempo estaba sirviendo en el frente holandés contra la amenaza francesa. Los dos Templarios se reencontraron en la cabaña, y Haytham preguntó qué había pasado con Digweed. Cuando Birch le explicó que había muerto, Kenway cogió una taza y, furioso, la tiró contra la chimenea. Los dos hombres discutieron una vez más, con Kenway argumentando que Braddock estaba en su contra, razonamiento probado con los documentos. Birch le dijo que el teniente coronel tenía a 1500 hombres bajo su mando, cada uno de ellos con motivaciones distintas, y un pasado del que Braddock sabía poco.[1]

Persiguiendo a Tom Smith
«Me llamo Haytham Kenway y soy un colega del teniente coronel Edward Braddock. Exijo que se me entregue a este hombre en custodia.»
―Haytham se encuentra con soldados holandeses[fte]

Decidido a descubrir la verdad tras la muerte de su padre, mas sin revelar que descubrió la verdadera afiliación de este, Kenway partió para la República Holandesa tomando comida que había en la cabaña y un caballo en busca de Tom Smith. El mismo Templario insistió a su mentor que no le ayudase, partió lo más rápido posible, y cabalgando a un ritmo constante, dado que ir demasiado rápido podría alertar a Smith. Esa noche, escribió en su diario lo acontecido, detallando que apodó a su caballo Rasca por la forma en la que le pedía manzanas, a la vez que se preguntaba cómo había cambiado su relación con el Gran Maestro. A la mañana siguiente, se topó con uno de los puestos donde el otro había descansado; al ver restos de comida, se dio cuenta de que su presa tenía ventaja, al estar mejor equipada que él. El resto del día lo pasó cabalgando, tan solo deteniéndose en una ocasión para comprobar con su catalejo la posición del hombre. Por la noche creyó haberlo perdido, y escribió, como siempre, una crónica del día antes de dormir.[1]

Adentrándose en la Selva Negra por la mañana, Kenway empujó a Rasca por encima de sus límites una vez más, sin detenerse siquiera a comprobar los restos de los campamentos de Smith. Al cabo de un tiempo, el londinense vio un carro abandonado, y profundizó en las entrañas del bosque hasta descubrir cadáveres de franceses y holandeses, llegando a la conclusión de que hacía poco aconteció allí una refriega. Continuaron avanzando el jinete y su corcel, quienes se sumergieron en un reciente campo de batalla embarrado. Una vez Rasca empezó a tener dificultades, Kenway lo llevó por los lados del campo, de manera que pudiesen evitar hundirse demasiado. Los dos tuvieron una caída, tras la que el Templario pudo localizar a Smith un kilómetro adelante, que llevaba las riendas de su caballo mientras soltaba maldiciones. El británico comprobó que era su objetivo quien tenía ante sus ojos, y este hizo lo mismo, solo para volver a su tarea anterior con más brío.[1]

The Black Forest

Haytham Kenway yace inconsciente junto a Tom Smith.

Kenway siguió a lomos de su caballo lo más rápido que pudo y salvando las distancias, hasta que se bajó de él y le dio las gracias en un susurro, para luego continuar la persecución a pie. Smith estaba tan aterrado que abandonó a su corcel para lograr un esfuerzo mayor; esto fue en vano, dado que el Templario logró acercarse lo suficiente como para que el soldado desenvainase su espada. El londinense, al límite de sus fuerzas, frenó en seco y quedó hundido en el barro hasta los pies, incapaz de moverlos y a merced de Smith. Se defendió con la espada antes de sacar un pie de su bota, logrando mantener una posición mejor, y acertó en la rodilla de su enemigo. Usó el arma como palanca para salir del lodo, catapultándose contra él, aunque el otro le alcanzó en el cuello. Los dos hombres pelearon por la posesión de la espada de Smith sin poder obtener beneficio ninguno, porque las tropas holandesas mandaron detenerse a Kenway y al fugitivo, quien se burló al ver que moriría sin dar información. El Templario afirmó que era amigo del teniente coronel Braddock, solo para ser objeto de burlas y noqueado por el capitán de la patrulla.[1]

Servicio militar
«Participamos en varias campañas después de aquello, pero cada vez me perturbaba más. Mataba y mataba, enemigo o aliado, civil o soldado, culpable o inocente. No le importaba. Si lo consideraba un obstáculo, moría. Aseguraba que la violencia era una solución eficaz. Se convirtió en su mantra. Me rompió el corazón.»
―Haytham Kenway sobre por qué cortó lazos con Braddock[fte]

Ese mismo día, el londinense despertó atado de manos y cuello, a la par que confundido. Al poco tiempo, se dio cuenta de que estaba de pie sobre un taburete en un cadalso, a punto de ser ahorcado. Vio que el verdugo colgaba primero a un hombre acusado de hurto, y luego indicó a otro de los condenados que era su turno. Kenway demandó ver a Braddock, pero su respuesta fue una negativa y una bofetada por culpa del ayudante del verdugo. Intentó desatar las cuerdas de sus manos con cuidado, temiendo perder el equilibrio y ahorcarse, a la vez que se identificaba ante los soldados. El ayudante volvió a abofetearle, esta vez con tanta fuerza que casi lo tira; mientras tanto, Kenway atisbó a Smith a su derecha, otro condenado a muerte.[1]

Se recuperó del segundo golpe conforme el verdugo ejecutaba al segundo y tercer hombre, para luego intentar impedir la muerte de Smith reclamando la presencia de Braddock. No obstante, su objetivo fue ejecutado, aunque él se aprovechó de la situación poniendo sus piernas sobre el cuello del ayudante, quien volvía a reprenderle. El verdugo dejó su labor de comprobar si los criminales estaban muertos y fue a detener al Templario. El joven se las ingenió para empujar al ayudante, aún bajo presión, contra el verdugo, y tirarle del cadalso. Finalmente, Kenway le rompió el cuello con las piernas, y estrelló su cuerpo contra el patíbulo, librándose de la horca. Por otra parte, el Templario volvió a caer inconsciente.[1]

Kenway despertó confuso días después, inmediatamente preguntando si Smith seguía vivo, lo que tan solo confundió a Tennant, el médico que le estuvo cuidando. Este le sugirió descansar, no sin informarle de que Braddock le atendería por la mañana. El Templario escribió lo sucedido en su diario para hacer tiempo durante la espera. Cuando el teniente coronel arribó, expresó su confesión ante Kenway diciéndole que no le informaron de una reunión. El londinense confirmó que él tampoco la esperaba; luego, inquirió sobre el tiempo que pasó inconsciente. Braddock sentenció que estuvo tres días encamillado, preso de una fiebre, a la que solo sobrevivió por su buena salud, además de decirle que, de no haber llamado su nombre, le habrían matado igual.[1]

El joven, tras denunciar el trato cruel de Braddock a sus soldados, preguntó el paradero de Smith. Su compañero se burló de que Kenway hubiese preguntado por un "hombre de orejas puntiagudas," aunque con esto solo recibió una reprimenda por parte del londinense, que reveló la presencia de uno de los responsables del ataque a los Kenway en su batallón. Braddock ignoró su argumento y preguntó por Birch, al que insultó por su obsesión con la Primera Civilización. No del todo convencido, Kenway se mostró partidario de los intereses de Birch, con los cuales dijo que se podría ganar la guerra contra los Asesinos, usando además las armas que defendía Braddock. El militar aseguró que el acero era la única solución a su conflicto, ganando un insulto de Kenway, que negaba que la ejecución de los soldados fuese justa y necesaria. Volvieron al tema, evitando insultarse a toda costa, y Kenway pudo redescubrir que Smith murió en la horca.[1]

Haytham TheColdstreams L

Haytham Kenway fue uno de los muchos hombres que se unieron a los Coldstreams.

Braddock se burló del hecho de que uno de sus propios guardias hubiese participado en el asalto a la mansión Kenway años atrás, indicando la amargura de la ironía. Kenway propuso que no era una coincidencia, mas esta proposición hizo que el teniente coronel le amenazase. El inglés inquirió sobre la identidad de su objetivo, que resultó ser falsa, una repetida en el ejército de Braddock. Este clamó que no le sorprendía encontrar a uno de los atacantes en sus propios hombres, luego le dijo que desconocían cualquier dato sobre Smith, pero le permitiría investigar en su campamento si a cambio ayudaba en la defensa de Bergen op Zoom, una ciudad de vital importancia en la guerra. Kenway accedió a su oferta y se unió a los guardias de Coldstream.[1]

El Templario, infiltrado en las filas británicas, procuró recavar toda la información posible sobre Tom Smith preguntando a los soldados, sin ninguna recompensa, siendo el nombre de su enemigo desconocido para las tropas, un hecho del que Kenway no se sorprendió. Un día, el soldado James Holden se presentó en la tienda de Haytham por la noche, cuyo objetivo era el de hacer justicia por la muerte de su hermano, ejecutado el mismo día que llegó Kenway por robar estofado a los mercenarios de Braddock; Holden propuso al Templario ayudarle en su investigación, lo que le permitiría redimir el honor de su hermano. A pesar de negarse rotundamente a colaborar con el otro, los dos ingleses ultimaron un acuerdo: su asociación sería secreta. Holden reveló que Braddock disponía de mil quinientos hombres, de los cuales unos pocos eran mercenarios privados, como Smith o el verdugo Slater. El conocimiento de esta información tan solo preocupó más al joven, que empezó a pensar que Braddock se estaba alejando de la Orden Templaria.[1]

Kenway combatió en Bergen op Zoom tal como había acordado con el militar. La batalla, no obstante, fue un fracaso para los británicos, quienes tuvieron que retirarse ante el avance de los franceses. La madrugada del 18 de septiembre, acompañó a Braddock y a sus hombres al puerto de la ciudad, donde un joven pidió socorro para él y su familia, alegando que había espacio suficiente en el esquife. Haytham no puso pegas a la presencia de los civiles, pero el otro Templario mantuvo una posición contraria, negándoles la entrada. El mismo joven que les había preguntado insultó al teniente coronel tildándole de cobarde, a lo que este reaccionó ejecutándolo allí mismo. Los hombres de Braddock dieron muerte a todo el grupo, un acto que impresionó a Kenway, quien se pensó si era la primera vez que lo hacía o es que no se había dado cuenta del alcance de su crueldad. El resto de la guerra, el londinense vio más atrocidades,[1] algunas cometidas por Edward Braddock, generándose un odio entre los dos muy diferente a la relación de respeto anterior.[3] El Templario se comunicaba mediante correo con Birch, en ocasiones esporádicas, manteniendo una correspondencia muy vaga. Finalmente, Kenway dejó los Coldstreams al firmarse el tratado de Aix-la-Chapelle, aunque permaneció en el continente realizando unas cuantas misiones de paz. Finalmente regresó a Inglaterra con Holden, quien ahora trabajaba para él; era un agente que investigaba por su cuenta, a fin de evitar futuras interferencias en la investigación de Haytham, pero fingía actuar como su ayudante de cámara y cochero.[1] En algún momento, Haytham E. Kenway fue ascendido al rango de maestro Templario, algo antes de 1751, y había empezado a ser reconocido por algunos Asesinos como el agente más peligroso de los Templarios Británicos.[5] Por esta época, el maestro Templario había descubierto que podía utilizar la vista de águila, un don que le permitía conocer intenciones ajenas, pistas, o localizaciones de objetos, algo útil para sus misiones.[3]

Investigando a la Primera Civilización

Secuestro en Córcega
Miko: «Tienes mi hoja.»
Kenway: «El botín para el vencedor»
— Asesino y Templario enfrentándose en Córcega[fte.]

En junio de 1753, Haytham retornó a Londres con objeto de recibir una misión por parte del gran maestro Birch. Acudió primero a su hogar en la plaza Queen Anne, y fue en ese momento cuando se percató de que tanto su mentor como otro Templario, John Harrison, estaban absortos en una investigación de los precursores. El maestro quedó con Birch en White's, donde se habían conocido dieciocho años atrás, un suceso al que Haytham hizo referencia en su reunión. También, le recordó sus ansias de matar a un vagabundo que atracó a su fallecida madre. Birch se escudó tras el argumento de haber cambiado, aunque su pupilo le replicó señalando que, en efecto, había cambiado, pues ahora estaba obsesionado con la Primera Civilización. Cuando Kenway preguntó por el estado del descifrado del diario de Vedomir, Reginald declaró que era necesario para esta tarea la cooperación de Mónica Albertine, una Asesina, cuyo hijo Lucio estaba bajo custodia de la Hermandad. Para asegurarse su asistencia, los Templarios debían traerle a su hijo y ponerlo bajo seguridad. Con esto, el gran maestro encomendó a Kenway la tarea de viajar a Córcega y secuestrar a Lucio, no sin hacer hincapié en que era la más importante misión que le había dado jamás.[1]

The Code Breaker's Son

Lucio Albertine, el objetivo de Kenway.

Ante esta afirmación, Kenway le dijo que era así únicamente a los ojos de Birch, acusándole de olvidarse de la orden en favor de los artefactos precursores. El gran maestro le preguntó la razón de este pensamiento, y su subordinado le explicó lo sucedido con Edward Braddock en la guerra, argumentando que este se estaba apartando de la orden. Luego, Birch inquirió sobre la posibilidad de que el teniente coronel se estuviese alejando de la orden, algo que Kenway afirmó. Para zanjar el tema, el administrador de propiedades le preguntó sobre la participación de hombres de Braddock en el asesinato de su padre, cosa que Kenway negó, aún sabiendo que mentía. Los dos pasaron a discutir más detalles sobre la misión, y el maestro dejó el club en un coche conducido por Holden. El dúo discutió si Birch estaba mintiendo o no, cosa que Holden no creía, pues pensaba que era una forma de verificar la lealtad de Kenway. Este no compartió su optimismo, y le pidió dirigirse a su casa, donde haría el equipaje, y luego a los muelles. Antes de partir a Córcega, manteniendo en secreto la causa de su viaje, le pidió a Holden que no se detuviese en su investigación.[1]

Llegó a la isla a mediados de mes, y vigiló dos días la granja donde estaba su objetivo, de forma que así trazase un plan; este movimiento le permitió descubrir que el edificio era usado como base de los rebeldes corsos, donde Albertine trabajaba cuidando animales, y que un Asesino, Miko,[1]—líder de los Asesinos Británicos[6]le protegía día y noche. El día 25, durante una de sus vigilancias, advirtió que un explorador genovés se posicionó cerca de la granja, lo cual le hizo pensar que debía atacar esa noche. Conforme se acercaban los genoveses, Kenway fue acercándose al recinto, eliminando en su camino a dos soldados corsos, de manera que los que estaban dentro de la granja no oyesen llegar a los genoveses, que actuaban sin sigilo; el maestro Templario sintió remordimientos por la muerte de los corsos, que no eran enemigos suyos, aunque lo hizo igualmente para no fracasar en su misión. No obstante, solo consiguió encubrir a uno de los pelotones, pues el otro, que llegó por el lado contrario, fue detectado rápidamente. En medio del enfrentamiento, el Asesino ordenó a Albertine esconderse en el granero, a donde Kenway lo siguió. Salvó al joven de un tirador corso, pero no logró convencerlo que de era más seguro acompañarle. El Templario le siguió hasta el granero, despachando en el proceso tanto a soldado corsos como a genoveses, y prendiendo fuego al carro que transportaría a Albertine.[1]

Cuando el joven llegó al granero, Haytham le explicó que el carro no estaba operativo, pero que si le seguía le podría salvar la vida. En ese momento, uno de los dos soldados que acompañaban a Albertine fue asesinado por un bala de mosquete, y Kenway mató al otro fingiendo que lo protegía de un impacto. Tras informarle de la muerte de su amigo, le instó a huir del lugar, aunque el rebelde indicó que tenía que esperar por Miko. Los dos discutieron un rato, hasta que el maestro Templario, que se había hecho pasar por un Asesino, dijo que la madre de Albertine le buscaba. Este se asustó y rogó que le dejasen en paz, a lo que Kenway reaccionó aplicando una llave dormilona, para después echarse el cuerpo de su objetivo a los hombros. Llevó el cuerpo a una cueva dentro de un acantilado, donde, muy a su pesar, Miko le estaba esperando. El Asesino desarmó al londinense rápidamente, tirando la espada de su padre por el acantilado, pero Kenway pudo contraatacar llevando a su oponente hasta el borde de la cueva. Los dos forcejearon, y el Templario logró quitarle a su enemigo su hoja oculta, además de conseguir que se cayese. Miko, sin embargo, pudo agarrarse a la cuerda que Haytham había usado para bajar a la cueva. Kenway le amenazó con la hoja oculta, le dijo que descendiese al final del acantilado en vez de volver hacia arriba, y aclaró que en un futuro se volverían a encontrar, y que entonces, no habría piedad por parte de ninguno de los dos. Para terminar la misión, entregó al joven a unos hombres de Reginald, que lo introdujeron en Francia, mientras Kenway alquiló un barco para ir a Italia, de modo que dejase pistas falsas sobre la localización de Albertine.[1]

El 12 de agosto, dudando de los métodos y motivos del Gran Maestre Birch, Haytham decidió ir a Francia, a pesar de poner en peligro la misión, y por extensión, la investigación entera. El Templario fue a la mansión de Droupt-St-Basle, donde fue bien recibido por los hombres de Birch, excepto por Harrison. Este último se quejó de la presencia del maestro Templario, pues estaba arriesgándose a que la misión fracasase, a pesar de las afirmaciones de Kenway de que no le habían seguido. Harrison condujo al londinense a las celdas, donde estaban los Albertine. A partir de esto, Kenway dedujo que había secuestrado a Lucio para tenerlo como un rehén, que impulsaría a su madre a trabajar, y no como un estímulo. Abajo, el gran maestro confirmó esto a su discípulo, pero aclaró que su trato actual se debía a haber sido insultado por los prisioneros, quienes volverían a sus aposentos normales al día siguiente; además, indicó que este trato era fructífero, dado que le había permitido descubrir que existía un amuleto que permitía acceder al Gran Templo. Kenway se enojó alegando que ese trato no era correcto, a lo que Birch le respondió recordándole lo sucedido con Christophe en St. Peter. El Templario intentó excusarse, solo para recibir una reprimenda de su superior, que afirmó que el diario y su descifrado era importante para la orden, y la búsqueda de los asesinos de Edward no. Finalmente, Haytham demandó saber qué ocurriría con los Albertine una vez concluyesen su trabajo. Cuando se enteró que Birch planeaba matarlos, le pidió que les perdonase, o respondería ante él. Luego, los dos cenaron casi en silencio, y el Templario pasó la noche allí, dejando Droupt-St-Basle a la mañana. El gran maestro prometió enviarle noticias del diario, pero Kenway sabía que, ahora, entre su mentor y él no había afecto.[1]

La llave del Gran Templo
Reginald Birch: «Pero de una cosa estoy convencido: lo que aguarda tras esas puertas nos resultará provechoso a todos nosotros.»
Haytham Kenway: «O a los enemigos, si lo encuentran antes.»
Reginald Birch: «No lo harán. Usted lo ha impedido.»
— Birch y Kenway discuten sobra la situación del Gran Templo[fte.]
A Deadly Performance 6

Haytham dice a Miko que planea cumplir su promesa.

El 18 de abril de 1754, el maestro Kenway recibió el encargo de asesinar a uno de los agentes mencionados en el libro de Vedomir, Miko,[1] quien estaba presenciando una representación de La ópera del Mendigo en el Teatro Real de Londres y tenía la llave del Gran Templo. Cuando se bajó del coche que le dejó en la calle del teatro, el conductor le preguntó si se encontraba bien, a lo que Kenway respondió que estaba abstraído en sus pensamientos. Después de que le indicase que lo esperaría a la salida, el maestro Templario entró en el teatro, donde entregó su sombrero con la invitación a la función a uno de los sirvientes, y anduvo hacia su asiento. Cuando lo alcanzó, comenzó a hablar con Reginald Birch, quien se sentaba a su lado.[3]

Ante el comentario de su mentor sobre la calidad de la obra, el joven londinense tan solo dijo que había asistido a la misma de niño con su padre, pero no recordaba nada. Cambiando de tema, el gran maestro le preguntó si era capaz de ver al Asesino en los palcos superiores. Kenway utilizó su vista de águila para esto, y se levantó de su asiento con el fin de llegar hasta Miko. El Templario fue escalando por los palcos sin llamar la atención, y recorrió los decorados de detrás del escenario para poder alcanzar su objetivo, forzando además una de las cerraduras del local. Cuando encontró al Asesino, Kenway se sentó detrás de él e hizo acto de su presencia.[3]

El Asesino se lamentó de que no hubiese otra manera de terminar con su promesa establecida, aunque su enemigo declaró que, de haberlo sabido Miko, no habría sido lo mismo. Después de expresar su arrepentimiento, y escuchar que su objetivo se sentía igual, Kenway lo mató con la misma hoja oculta que le había quitado en Córcega. Nada más quitarle el amuleto, el maestro Templario se encontró cara a cara con el sobrino de Miko, Duncan Little. Kenway le pidió silencio y salió del teatro evadiendo los múltiples conflictos que originaron el descubrimiento del asesinato, tales como multitudes alborotadas y personal del local atrapando a sospechosos. Entró en el coche y, mintiendo, le dijo al cochero que se iba porque la ópera estaba siendo aburrida.[3]

El Maestro se dirigió al cruce de las calles Fleet y Bride, donde se encontraba uno de los cuarteles templarios de Londres, para informar a Birch de su éxito. Dentro, mostró el amuleto al Gran Maestro, quien declaró ante los templarios allí presentes que aquello era la clave para llegar hasta un almacén precursor en América. Kenway, intrigado, preguntó qué podía haber dentro, recibiendo la respuesta de que se podría tratar de cualquier cosa, desde un arma hasta conocimiento jamás revelado. De paso, Birch le dijo que los Asesinos jamás llegarían hasta ello, ya que el Maestro Templario se había en cargado de su líder en Londres. Tras preguntar por la localización de dicho almacén, John Harrison desveló un mapa de Norteamérica, concretando que estaba en algún lugar de la costa este, aunque se lamentó de la falta de precisión. Birch, convencido de que tenían lo suficiente para comenzar con su labor, entregó a Kenway una lista de algunos templarios y aliados en las Colonias, quienes le ayudarían a encontrar el Gran Templo. Con esto, Haytham se preparó para partir a la mañana, en un barco cuyo pasaporte ya habían reservado sus hermanos.[3]

Viaje a las trece colonias

Travesía por el Atlántico

Haytham embarcó en un navío mercante propiedad de Reginald Birch, el Providence, el día 19 de abril. El segundo día del viaje, el templario conversó en los camarotes con Rupert Martin, un caballero londinense, sobre el asesinato de Miko, fingiendo no saber nada sobre el tema; de hecho solo pudo extraer que las autoridades no habían llegado a ninguna conclusión, y que los ciudadanos estaban preocupados por la creciente peligrosidad de la ciudad. Por otra parte, también habló con un médico, cuya misión, asignada por la Armada Real, era la de investigar las causas de que los marineros aguantasen mejor el clima del mar. Tras desearle suerte, Kenway salió a la cubierta, decidido a tomar aire fresco, donde se encontró con el capitán Samuel Smythe, a quien agradeció el haber retrasado la salida de su barco dos días. Smythe mostró su disgusto por la pérdida de cliente que esto le causó, lo que el templario lamentó, tan solo agrandando el enfado del capitán.[3]

Kenway, en otro momento, fue insultado por los marineros Hector Graves y Quill, a pesar de las insistencias de Louis Mills de dejarle tranquilo. El londinense devolvió los insultos y se peleó con ellos, dándoles una paliza delante de la tripulación. Humillado, Graves sacó un cuchillo y volvió a la carga; Kenway lo desarmó con facilidad y, al ser reprendido por el capitán, devolvió el arma a su portador. Dentro del camarote, el templario y Smythe hablaron sobre los problemas que había a bordo, comentando la posibilidad de un motín, cosa que el primero creyó posible dado el mal liderazgo del capitán. Kenway aceptó investigar lo que ocurría, pero amenazó al marinero con matarlo si volvía a interponerse en su camino o a insultarlo.[3]

Personalidad y rasgos

Noble londinense

AC4 Kenway Family Opera House

El joven Haytham Kenway, con su padre y hermana en la Ópera Real.

«Te queda mucho por aprender, Haytham, no solo acerca del acero que han sujetado tus manos, sino también del acero de tu corazón.»
―Edward Kenway[fte]

Haytham Kenway era de piel morena, con el pelo marrón, flequillo,[2] y ojos azules[3] que solía vestir con ropas propias de la clase alta inglesa y zapatos de hebilla. Aislado del resto de la sociedad por el antiguo oficio de su padre, Kenway creció sin amigos, con la única compañía de sus niñeras Edith y Betty y sus padres Edward y Tessa. El niño intentó socializarse con los demás chavales de la plaza Queen Anne, pero las niñeras de éstos, o sus padres, intentaban evitar que Haytham tuviese contacto con ellos. Kenway también fallaba en su relación con su hermanastra Jennifer, quien optaba por ignorarle y enfadarle en ocasiones, teniendo un lazo únicamente familiar con ella.[1]

Kenway solía escribir en su diario, que fue quemado en el ataque a la Mansión Kenway en su décimo cumpleaños, y lo volvió a empezar al cabo de un tiempo. Hijo de un Asesino, era entrenado cada día, y su padre le enseñaba a cuestionar las enseñanzas impuestas por la sociedad moral y religiosa de la época. Además, se le dijo que debía hacer uso de la lógica y la razón, pero también debía seguir lo que le decía su corazón. La visión de Edward, era un mundo con diferentes puntos de vista y extremos, que fascinaba a Haytham, pero no tanto como la visión de Reginald Birch, un mundo que si no ocupaba una posición respecto a algo, ocupaba la contraria.[1]

Kenway solía jugar con soldaditos de plomo y pasear por el jardín de la Mansión Kenway antes de ir a entrenar. A veces andaba por los pasillos de su casa, o leía en el cuarto de pintura. Haytham admiraba a su padre, hasta el punto de que su muerte le importó más que el secuestro de Jennifer, quien detestaba a Edward por su visión machista del mundo[1] y la muerte de su madre,[2] además del afecto y cariño con el que trataba a Haytham, a quien envidiaba.[1]

Durante el ataque a su casa, Kenway defendió a su familia lo mejor que pudo, enfrentándose sin miedo a los asaltantes haciendo uso de la esgrima, llegando a arriesgar su pellejo para vengar a Edward. Cuando Birch quiso castigar a un bandido por intentar robar a Tessa, Haytham sintió ganas de venganza, pero luego se le pasaron y pensó que lo mejor era perdonar al ladrón. En un principio, Haytham no quiso irse de Londres, pero la presión por parte de otras personas, le hizo cambiar de opinión, pensando que sería lo mejor para su futuro y el de su familia, a quien por otra parte no quería abandonar.[1]

Joven Templario

Portrait of Haytham - Concept Art

Un retrato de Haytham Kenway.

«Una vez, hacía muchos años, soñé en unir a los Asesinos y a los Templarios, pero era más joven e idealista. El mundo aún tenía que mostrarme su verdadera cara. Y su auténtico rostro era implacable, cruel y despiadado, bárbaro y brutal. No había sitio para los sueños.»
―Haytham Kenway en su diario, 1778[fte]

Más adelante, con veintidós años, Kenway tenía el pelo largo, negro, y recogido en una coleta. Su entrenamiento había hecho que tuviese un cuerpo musculoso y entrenado para situaciones de riesgo. Su temperamento respecto a los asesinos de su padre se había relajado, aunque se mantuvo alerta y vigilante, aún buscando a los culpables en secreto cuando pareció encontrarse en un callejón sin salida. Al descubrir que su padre era un Asesino, Kenway decidió callárselo ante Birch para no crear conflictos con este. Ahora un Templario hecho y derecho, no disfrutaba de la muerte de sus rivales, pero tampoco dudaba en matar al que lo mereciese; solo hizo una excepción, cuando disfrutó asesinando a los monjes coptos en Egipto, cosa de la que no se sintió orgulloso, pero tampoco negó. Intentaba que los inocentes saliesen bien parados en sus misiones, y obrando con la mayor discreción posible. Aún así, inicialmente, Kenway pensó que era capaz de tomar la vida de un inocente en caso de que la situación lo requiriese, como cuando intentó sonsacar información a un tendero de St. Peter mediante la amenaza hacia su hijo.[1]

Kenway llegó a poner la seguridad de los otros como prioridad antes que los objetivos de la Orden, como cuando Reginald Birch reveló que planeaba maltratar a Lucio para motivar a Mónica en su trabajo, situación a la que el Templario reaccionó quejándose ante el Gran Maestro; este le aseguró que, a pesar de todo, no entraba en sus planes castigarles siempre que cooperasen. Lucio terminó clavando una espada a Kenway que le dejó una cicatriz permanente, mas no titubeó en dejarle escapar, pues comprendía su situación. Otro ejemplo de sus prioridades hacia los inocentes fue su odio hacia Edward Braddock, quien ejecutó a varios civiles en Bergen op Zoom por llamarle cobarde, viendo que el militar se negaba a huir en su compañía. Cuando los Templarios empezaron a explorar los territorios kanien'kehá:ka, Kenway ordenó a sus hombres que no se inmiscuyesen en los asuntos de los nativos, y muchos menos herirles. El inglés, conforme fue descubriendo las antiguas lealtades de su padre, empezó a pensar que los Asesinos y los Templarios tenían más en común de lo que se pensaba, y adoptó una filosofía única que recogía más enseñanzas de los Templarios, pero tomaba algunas de los Asesinos. En secreto, Kenway albergaba la esperanza de algún día unificar ambas facciones. Parte de sus ideales sobre la Orden se fundamentaban en que debía poner en práctica lo que predicaba, o sino, su trabajo no valdría de nada.[1]

Al contrario que su personalidad de niño tímido y reprimido,[1] Kenway se mostraba más seguro de si mismo y capaz que antes, sin haber llegado a mostrar temor en las situaciones de mayor riesgo.[3] Una de las características suyas que persistieron fueron su fría personalidad y su secretismo acerca de sus sentimientos y opiniones.[1] Ahora era un líder más carismático, que inspiraba confianza en sus hombres, y escuchaba las razones por las que se habían unido a la Orden, o su historia personal.[3] A pesar de todas estas muestras de afecto por sus compañeros, Haytham veía a los Templarios como meros aliados, y años después llegaría a pensar que casi no tenían honor.[1] Kenway no se rendía en ningún momento, aunque estaba abierto a treguas, como la que hizo con Kaniehtí:io para asesinar a Braddock[3] o su alianza con Holden para indagar en la conspiración contra su familia.[1] Al parecer, Kenway tenía muchas aventuras con mujeres, mas interpuso su deber hacia la Orden ante ellas. El único ejemplo conocido que pudo haber roto con esta norma fue el de Ziio, quien dio a luz al único hijo de Haytham, Ratonhnhaké:ton.[1]

ACIII-BraddockExpedition 18

Kenway y sus hermanos Templarios.

Al ver la traición de Birch, Kenway quiso matarlo para restaurar el honor de su familiar, mas se detuvo cuando su enemigo amenazó con matar a Scott, quien, a pesar de su mala relación con su hermanastro, le importaba. El Templario seguía sin tener amigos, y solo consideraba a James Holden como tal, aunque no llegaba a tener una confianza total con nadie.[1] Kenway había llegado a ver a la humanidad como una raza incapaz de detener sus peleas, con una historia llena de conflictos habidos y por haber. La única solución ante esto, según decía, era ponerse a la acción y crear un Nuevo Orden Mundial.[3] Un ateo convencido, el londinense tampoco creyó que la Primera Civilización hubiese existido. Tan pronto leyó el libro de su padre, su perspectiva cambió totalmente, y afirmó creer en su existencia, no sin llegar al fanatismo de Birch por los precursores, que consideraba peligroso.[1]

El joven Templario guardaba respeto ante sus líderes, tan solo desafiando unas pocas veces al Gran maestro,[1] pero frente a otros hombres, como el capitán Samuel Smythe, podía llegar a hacer amenazas de muerte si no era capaz de llegar a sus objetivos. En un momento se peleó con los marineros que viajaban con él al Nuevo Mundo, derrotándolos varias veces, sin tolerar verse superado por su actitud altanera y brusca. Ante la irrespetuosidad de su asociado Thomas Hickey, no mostró signos de violencia, aunque tampoco tardó en mostrarle que era capaz de cumplir una misión que Hickey encontraba complicada. El Templario era eficaz contra sus enemigos, solo dejando morir a una minoría, aquellos cuyos fines o caminos entorpecían los de Kenway. Contra el Asesino Miko, Haytham no enseñó tanta piedad, pues en su primer encuentro le aseguró que, en el próximo, uno de los dos moriría. Ambos se aferraron a esta promesa, y Kenway asesinó a Miko sin hacerle sufrir. A su muerte, pidió silencio al sobrino de Miko, Duncan Little, y escapó de la Ópera sin levantar sospechas, aunque la noticia del asesinato hubiese corrido rápidamente.[3]

Gran Maestro

Relaciones

Edward Kenway

Al parecer su relación como padre e hijo fue normal, tener cariño y afecto mutuos. Gracias a su padre tuvo un entrenamiento básico a temprana edad y desarrollo sus habilidades para el futuro.

Pero en los acontecimientos de Assassin's Creed Rogue cuando Haytham junto con Shay estaban peleando contra Adewale, un viejo amigo de su padre se demostró que Haytham le mostro algo de menosprecio cuando dijo que el no sabia que el tenia vergüenza salvo a que ya se entero de que actos cometio en sus años de pirateria pero al final demostro que estaba en dudas que tenia suerte de ser o no ser como el.

Tessa Kenway

Jennifer Scott

Reginald Birch

Ziio

"Me has mostrado una gran bondad Ziio. Gracias"

Cuando tenia que matar a un esclavista en el fuerte Silas necesitaba una caravana alli fue donde conocio a Ziio y el le prometio que si llegaban al fuerte a salvo la liberaria, lo cual cumplio su promesa.

Meses despues Haytham necesitaba la ayuda de Ziio para abrir las puertas del templo pero a cambio de que los 2 mataran a Edward Braddock para hacer que dejara en Paz a su aldea. Cuando lo asesinaron la Mohawk lo llevo al templo pero desafortunadamente Haytham no tuvo suerte en abrirlo (la puerta se abre con el Fruto del Eden) pero despues de todo este tiempo ellos desarrollaron un amor que se demostro cuando estaban en la cueva. El tiempo volo y ese romance obtuvo el nacimiento de un niño llamado Ratonhnhaké:ton.

Connor

«No pienses que tengo ninguna intención de acariciar tu mejilla y decir que me equivocaba. No lloraré y me preguntaré qué pudo haber sido. Seguro que lo entiendes. Aún así, estoy orgulloso de ti en cierto modo. Has mostrado gran convicción. Fuerza. Coraje. Cualidades nobles. Debería haberte matado hace tiempo.»
―Las últimas palabras de Haytham Kenway, las cuales dirigió a su hijo[fte]
ACIII-Fatherandson 1

A pesar de sus lazos de sangre, la alianza temporal entre padre e hijo se convirtió en una enemistad.

Fruto de la corta relación entre Ziio y Haytham, Ratonhnhaké:ton—alias Connor—creció en contra de su padre, creyendo que habían sido los Templarios Coloniales quienes habían arrasado su aldea.[3] Irónicamente, Kenway no supo de la posibilidad de tener un hijo ilegítimo hasta 1774,[1] pero para entonces ya era un Asesino hecho y derecho, cuyo objetivo era detener a los Templarios y a su padre. No obstante, padre e hijo ya se habían visto antes, durante la masacre de Boston, en la que el Gran Maestro ordenó a un guardia que le disparase; al parecer, no lo reconoció.[3]

El rumor de la existencia de su hijo le pareció un tema curioso, que le llevó a indagar sobre cómo sería física y mentalmente, y lo que pensaría de él. Por eso, Kenway, quien no impidió que encarcelasen a Connor, detuvo su ejecución al cortar la soga con un cuchillo arrojadizo, aunque este creyó que lo había hecho uno de sus aprendices de Asesino hasta que leyó el diario de su padre.[1] Dos años después, Kenway y Connor se encontraron en una iglesia abandonada en Valley Forge mientras buscaban a Benjamin Church, y el Gran Maestro atacó a su hijo desde arriba. Tras un breve combate, el inglés decidió que él y Connor podrían cooperar, queriendo satisfacer su curiosidad.[3]

Adicionalmente, Kenway se vio a si mismo en Connor, y llegó a escribir que le parecía una imagen de si mismo si hubiese seguido las enseñanzas de su padre.[1] Durante su alianza, Haytham fue bastante reacio a ayudar a su hijo en diversos momentos y actuaba como el líder del dúo, aunque ambos se sacaron de apuros mutuamente, y discutieron bastante sobre sus facciones. De hecho, Kenway llegó a decir que su hijo fingía afecto hacia los patriotas, mientras que las razones por las que el Gran Maestro respaldaba a la monarquía eran totalmente fundamentadas, e intentó ponerlo de su parte, indicando que el objetivo de inicial de los Asesinos era la paz, no la libertad.[3]

Aún habiendo sabido con antelación de la muerte de Ziio, Kenway no se dio por enterado delante de Connor, fingiendo sorpresa cuando su hijo dijo que ella había muerto. El Templario trató de razonar con él, al ver que pensaba que Charles Lee había matado a su madre y saqueado la aldea, pero resultó ser inútil.[1] En su misión a Martinica, el padre cuestionó las habilidades del Asesino como capitán de barco en varias ocasiones, hasta el punto de despojarlo del timón y dirigir el barco él mismo. Cuando por fin hubo castigado a Ben Church, Haytham permitió al nativo terminar con su objetivo.[3]

Kenway hizo un último intento de convertir a su hijo en Templario mostrando una prueba de que Washington planeaba matar a los nativos y que había sido el responsable de la muerte de Ziio, pero esto solo sirvió para enfurecerlo más, pues dudó de si Haytham sabía de ello con antemano. Connor aseguró que, si se volvían a encontrar, lo mataría. Tres años después, en 1781, Kenway y su hijo se batieron en duelo, con el Templario diciendo que su causa estuvo justificada en todo momento, y que no buscaba el mal para nadie, al contrario que Connor, quien decía que el Ejército Continental traería la libertad y la paz a las Colonias.[3] Kenway creyó imposible que volviesen a hacer las paces los dos,[1] y lo combatió hasta resultar mortalmente herido.[3]

Antes de morir, Kenway declaró que no admitiría ningún error, pues su hijo había mostrado nobleza en sus valores morales, pero se arrepentía de no haberlo matado hacía tiempo.[3] Aunque Connor no sintió pena al ver morir a su padre, cambió de opinión al leer su diario, y dijo que, a pesar de todo lo que había visto, y viendo que su padre tenía razón, continuaría siguiendo el camino de los Asesinos, creyendo que la paz y la libertad compaginadas juntas aún podrían ser posibles en un futuro lejano.[1]

Equipamiento y habilidades

Haytham fue entrenado como un Asesino por su padre Edward desde una temprana edad, practicando todos los días con espadas de madera en la sala de juegos de su casa. Su padre le enseñaba a bloquear, esquivar, tener equilibrio y juego de piernas a la vez, ser consciente de los movimientos de su rival y poder anticiparse; Edward también le enseñó tiro con arco. De adulto tenía una buena forma física—en 1747 estranguló a un soldado con sus piernas—[1]y podía hacer carrera libre,—lo que le permitía moverse bien por edificios y otras estructuras—combatir cuerpo a cuerpo, y desarmar a oponentes. Kenway también sabía nadar, moviéndose eficazmente incluso cuando portaba armas.[3]

Kenway fue un formidable guerrero de joven, pues le fue posible despachar a varios soldados británicos sin recibir daño en varias ocasiones. Como parte de su formación como Templario, contaba con nociones avanzadas de sigilo, que le permitían espiar y robar a sus objetivos,[3] así como percatarse de cuando se acercaba alguien; estas habilidades decayeron cuando el inglés se hizo viejo.[1] Haytham también era un buen jinete y tirador.[3] En varias ocasiones, Kenway se enfrentó a oponentes de gran habilidad como el Asesino Miko[1] o Silas Thatcher. A pesar de que fue asesinado por su hijo, le dio problemas en su duelo, estando a punto de matarlo.[3] Al descender de miembros de la Primera Civilización,[7] Haytham poseía un Sexto Sentido que le permitía ver las intenciones de la gente, seguir rastros y descubrir detalles que le sirven de vital importancia en sus misiones.[3]

Pic1

Una de las hojas ocultas de Kenway.

En su octavo cumpleaños, Kenway recibió de su padre una espada que conservó durante un buen tiempo, llevándola casi siempre consigo. Durante su misión en Córcega, Kenway perdió su espada frente al Asesino Miko, pero pudo robarle una de sus hojas ocultas.[1] El Templario se hizo con una segunda hoja oculta, y usó diferentes espadas a lo largo de su vida. También poseía una pistola de llave de chispa. En combate, Haytham Kenway combinaba su espada con una hoja oculta, o bien usaba las dos hojas a la vez, contando con la ventaja de que la cuchilla izquierda podía ser usada como puñal. Varias veces, Kenway usó mosquetes y cuchillos arrojadizos, pero no formaban parte de su arsenal habitual.[3]

Haytham se servía de su intelecto para trazar complejos planes que servían de forma efectiva a sus propósitos. Tenía un don para la organización y el liderazgo, por lo que fue elegido para el puesto de Gran Maestro en las colonias, puesto que obtuvo a los 28 años.[3] Kenway se dedicaba a labores agrícolas en su plantación virginiana, y en ocasiones escribía en su diario, que finalmente Connor recuperó tras su muerte.[1]

Entre bastidores

«Quise mostrar que los templarios no son tan diferentes de los asesinos–simplemente no se sientan en una sala oscura planeando dominar el mundo porque mole.»
―Corey May[[fte]]

Haytham Kenway apareció por primera vez en el videojuego de Ubisoft Assassin's Creed III, puesto a la venta en 2012, siendo doblado originalmente por Adrian Hough y en español por Jorge García Insúa. Es uno de los cuatro personajes jugables en el modo historia, junto a Desmond Miles, Connor y Ziio. El rol de Haytham en su historia, que ocupa las tres primeras secuencias de juego, es al principio presentado como el de un Maestro Asesino, pero en el final de la historia de este se revela que estuvo actuando todo el tiempo como un Maestro Templario. Más tarde en el juego, hace varias apariciones como personaje no jugable, y debe ser derrotado por el jugador, Connor. Desmond Miles, protagonista en la parte actual del juego y ancestro de Haytham, tiene los mismos movimientos en carrera libre al andar que este. Varias diferencias entre la jugabilidad de Kenway y su hijo son los movimientos al andar y correr, el combate con espada, la imposibilidad de Haytham para subir a árboles, llevar más de una pistola, y tener una hoja corta de forma permanente.[3] La historia de Haytham fue expandida con la novela Assassin's Creed: Forsaken, que servía como punto de partida para la historia de Assassin's Creed III, aunque salió después del videojuego. En el libro—narrado por Haytham en su diario en primera persona—, se habla de sus orígenes, su búsqueda de venganza por su familia, y varias de sus misiones como Templario, además de varios fragmentos de la historia de Haytham en el videojuego, aportando datos adicionales sobre los sucesos en este; la novela, a pesar de tener varias inconsistencias en el canon, es considerada parte del mismo. Forsaken fue puesto a la venta el 4 de diciembre de 2012, el mismo día y mes que nació Haytham.[1][4]

Hay varios guiños y menciones al Gran Maestro Templario en La Tiranía del Rey Washington, un CDU para Assassin's Creed III de 2013.[8] Kenway también hace una pincelada al final de Assassin's Creed IV: Black Flag, videojuego de ese mismo año que habla de la historia de Edward Kenway, padre de Haytham.[2] Curiosamente, Haytham es el primer Templario jugable en el modo historia de Assassin's Creed, y junto a Aveline de Grandpré, porta un tricornio con pico en lugar de una capucha.[3][9] Haytham Kenway tiene un dossier y una secuencia propia en el sitio web Assassin's Creed: Initiates, donde es apodado como "El Hijo Perdido," lo cual aclara confusiones y añade detalles a la vida del Templario. A mediados del año, se hizo una figura de acción de Haytham como parte de la Serie 1 de figuras MacFarlane de Assassin's Creed, que incluye espada y pistola con ella. Junto a la figura, se obtiene un código para Black Flag, que permite al jugador usar la túnica de Edward con un color azul oscuro como el de la túnica de Haytham.[4] Haytham aparecerá en el videojuego de 2014 Assassin's Creed: Rogue, protagonizado por el Templario Shay Cormac; la historia de este juego transcurre durante la guerra de los Siete Años, en las colonias británicas.[10]

Desarrollo del personaje

Ubisoft creó a Haytham Kenway en 2010, durante la producción de Assassin's Creed III. El escritor líder del juego, Corey May, quiso mantener la afiliación de Kenway a los Templarios como un secreto, de forma que no se lo reveló al equipo de producción hasta que lo consideró adecuado. El mismo May ha dicho que Haytham sirve para que el público vea que no hay tantas diferencias entre los Asesinos y Templarios.[11]

Además, dijo que el hecho de que no se supiese su afiliación fue crucial para una percepción adecuada de los Templarios Coloniales; en vez de parecer "villanos de dibujos animados," serían seres humanos con metas y motivaciones.[11]

Historia alternativa

En La Tiranía del Rey Washington, Connor contacta con George Washington, quien le muestra el futuro mediante un Fruto del Edén. Atrapado en una realidad alternativa, Connor ve el mundo cómo habría sido si él nunca se hubiese convertido en Asesino y Washington no renunciase a su cargo y se coronase rey.[8]

Al parecer, Haytham falleció antes del final de la Guerra de Independencia, y legó unas hojas ocultas a su hijo, quien las recibió de su madre poco antes del asalto de los hombres de Washington a Kanatahséton. Además, no hay rastro de los Templarios Coloniales a lo largo de esta historia. Aparte de todo esto, hay un abrigo azul y un tricornio como el de Kenway dentro del Fuerte George, lo que puede indicar que murió allí luchando.[8]

Sus cartas

Haytham le envió a su hermana Jennifer Scott unas cuantas cartas en las que le hablaba sobre su sueo de una paz entre Assassins y Templarios.

Muchas veces los Carroll intentaron robar estas cartas de manos de Jenny para prevenir esta paz de la que hablaba Haytham, aunque no lo consiguieron. Finalmente hicieron un trato con Élise, quien debía conseguir las cartas y a cambio ellos la ayudarían a encontrar a la persona que intentó asesinar a su madre. Se infiltró en la casa de Jenny bajo el nombre de Yvonne Albertine junto a su sirvienta Hélène, pero Jenny tenía recursos suficientes y acabó descubriendo su verdadera identidad. Al final se las dio voluntariamente junto a un collar que Haytham la regaló, ya que ella no era Templaria y nunca se lo puso. A partir de aquel momento Élise siempre defendió esas cartas, es por ello que las defendió de los Carroll y, tras su muerte, le dijo a Arno en una de sus cartas que se las diera a la Hermandad para que le volvieran a aceptar.

No se sabe que fue de ellas, aunque teniendo en cuenta que Arno llegó a ser Maestro Assassin lo más probable es que se quedasen en Francia durante mucho tiempo.

Apariciones

Trivia

De acuerdo con los datos del Animus, el atuendo de Haytham desbloqueable en Assassin's Creed IV Black Flag describe que fue obtenido por Edward en uno de sus viajes por el Caribe y que posteriormente se lo legó a su hijo. De aquí se puede decir que él mismo hizo modificaciones para adaptarlo a su persona como templario, al igual que es posible que recuperase también la armadura templaria y se la diera a Shay Cormac

Fuentes

Notas y referencias

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