El Fruto del Edén de Akenatón, tenido erróneamente como el Atón, es un Fragmento del Edén presente en el Antiguo Egipto, principalmente durante la Dinastía XVIII.
Portadores a lo largo de la historia[]
- Primera Civilización (¿? - ¿?)
- Dinastía XVIII de Egipto (¿? - ¿?)
- Sumos Sacerdotes de Amón (¿? - 34 a. e. c.)
- Bayek (34 a. e. c.)[1]
- Sutekh (34 a. e. c.)[1]
Historia[]
Era Isu / Prehistoria[]
Creado en algún momento de la Era Isu, el Fruto del Edén era usado principalmente para mantener a los humanos, esclavos de la Primera Civilización, bajo control. Sin embargo, luego de la Catástrofe de Toba los precursores resultaron inmensamente mermados en cantidad y poco a poco su especie fue desapareciendo, y con ello los Fragmentos del Edén quedaron abandonados alrededor del mundo.
Siglo XIV a. e. c.[]
El Hereje y la Graciosa[]
En algún punto de su reinado Akenatón se hizo con el Fruto del Edén. Creyendo que era el mismísimo Atón, divinidad que animaba toda la vida en el mundo, el faraón y su esposa Nefertiti adoraron el artefacto e instauraron una religión centrada en el mismo[1]. Por tal razón muchos egipcios se vieron obligados a celebrar rituales a los dioses antiguos en secreto[2].
Cuando Akenatón murió alrededor del año 1336 a. e. c., el "Atón" pasó a manos de su hijo Tutankamón.
El faraón olvidado[]
Ahora como gobernante, el joven Tutankamón decidió restaurar el culto a Amón y el antiguo panteón egipcio. Además entregó el orbe a los sacerdotes de Amón para así, según su creencia, resguardar la Ma'at o equilibrio de las cosas[1].
Desde ese momento los sacerdotes poseyeron el artefacto y lo cuidaron por generaciones aunque lo mostraban en público durante ceremonias religiosas.
Siglo XIII a. e. c.[]
En 1274 a. e. c. se desató la batalla de Qadesh entre las fuerzas del faraón Ramsés II y el rey Muwatalli II. Aunque de manera ajustada Egipto se nombró ganador.
Qadesh fue una de las victorias militares conseguidas gracias al apoyo de los sacerdotes de Amón y el Fruto[1].
Siglo I a. e. c.[]
Nitokris[]
Nitokris, suma sacerdotisa o Esposa de Amón, era consciente de los saqueadores que se apropiaban de reliquias sagradas, otrora pertenecientes a faraones. Indignada intentó detener a un grupo pero solo halló la muerte[1].
Ante lo sucedido los demás sacerdotes la enterraron y entregaron el cargo, y el Fruto, a la pequeña hija de Nitokris, Isidora. En silencio ella aguardaría el momento para cobrar revancha.
Isidora[]
En 34 a. e. c. Isidora tenía ya la edad suficiente para ejercer el cargo de Esposa de Amón. Con los medios suficientes para continuar el legado de su madre, decidió por fin usar el Fruto.
De pronto toda Tebas fue testigo del nacimiento de la maldición de los faraones, como castigo a los ladrones y contrabandistas que se enriquecían con las reliquias reales. Las almas de Nefertiti, Akenatón, Ramsés y Tutankamón aparentemente habían vuelto a la vida para castigarles[1].
Advertido por Amunet de la posible presencia de un artefacto como el que habían visto años atrás, el Oculto Bayek se dirigió al lugar. Ni bien desembarcó una sombra con la apariencia de la esposa del faraón hereje apareció y comenzó a asesinar guardias.
A medida que investigaba, Bayek se encontró con muchos timadores y ladrones. En el templo de Karnak Isidora le informó de que en las granjas un faraón vagaba sin herir a los civiles. Paralelamente descubrió gracias a Tahemet, una apostadora local, que había una subasta en la que se ofrecía una reliquia de la tumba de Nefertiti. Asimismo estableció una relación entre el Atón y la reliquia causante de la maldición.
Sus suposiciones eran correctas. A medida que derrotaba a cada faraón en lo que aparentemente era el Amduat, el Oculto descubría la verdad. Merti, el contacto de Aya, había estado buscando también el "Atón" pero la búsqueda fue casi en vano salvo por un papiro que compró a una anticuaria que resultó ser Tahemet. El documento hablaba sobre un antiguo ritual para restaurar la Ma'at para el cual era necesaria la reliquia y la sangre de los descendientes del faraón de cabello pelirrojo, Ramsés el Grande. Tras investigar en la necrópolis de los nobles Bayek comprobó que el Atón y el orbe eran el mismo objeto... y que los sacerdotes de Amón lo habían tenido desde hace siglos.
Por fin lo descubrió: Isidora le había mentido desde el principio[1].
Bayek[]
El templo de Karnak[]
Tras derrotar a la sombra de Ramsés, el antiguo medjay se dirigió al templo de Karnak. El lugar se encontraba resguardado por soldados de Anubis, una ilusión definitivamente. De forma sigilosa llegó hasta un patio en el que estaba la sacerdotisa delante de un soldado de inframundo y le clavó su hoja.
Pero entonces sus ojos observaron la realidad, no había matado a Isidora. Se trataba de un soldado cualquiera. Había caído en otra ilusión.
Molesto se dirigió a las dependencias de la mujer. Varios pergaminos revelaban su plan: derramar la sangre de los descendientes de Ramsés en la tumba de Tutankamón para restaurar el orden natural de las cosas[1]. El Valle de los Reyes era el lugar.
La tumba de Tutankamón[]
En efecto, su objetivo se encontraba allí rodeada de varios individuos pelirrojos, todos sometidos al control del orbe. Sin ánimos de matarla reclamó el orbe, pero ella solo continuó con su ritual mientras invocó a la supuesta sombra de Tutankamón para acabar con él.
Aunque la batalla fue difícil, Bayek logró alzarse victorioso. De pronto una esfera de luz, un ren, apareció delante de él y le guió hacia el final del camino, hacia un umbral. Cuando lo cruzó volvió a la realidad para así acabar con Isidora de una vez por todas. Desolada por fracasar en el objetivo de su vida, la Esposa de Amón exhaló su último respiro esperando piedad en el otro mundo[1].
Con cierta melancolía el Oculto tomó el artefacto y se marchó del lugar con Sutekh, un pillo ladronzuelo al que había conocido a lo largo de su aventura.
En las afueras el pelirrojo preguntó qué haría con esa cosa. Cuando Bayek lo sacó, su compañero se alejó asustado. Para él esa era la señal que necesitaba. Nadie mejor que alguien que no quería saber del artefacto para esconderlo. A regañadientes Sutekh aceptó y le dijo adiós, jurando volverle a ver en el campo de juncos[1].
Sutekh[]
Poco tiempo después Bayek encontró a Sutekh en el oasis de la cobra, en medio del desierto de Waset, muerto. Sorprendido por tremenda escena manifestó su tristeza y, al no encontrar rastro del artefacto, esperó que lo hubiera guardado bien[1].
Curiosidades[]
- El hecho de ser capaz de producir ilusiones tan grandes como para recrear escenarios completos -el Amduat principalmente-, con fauna, flora e incluso personas hace al Fruto de Akenatón uno de los más poderosos de su clase.
- El Fruto de Akenatón comparte con otro artefacto, el Fruto del Edén 3, la habilidad de crear ilusiones por sí mismo, sin la voluntad de su portador. Ello explica por qué a lo largo de su estancia en Tebas Bayek se encontró con varias sombras de faraón alrededor.
Apariciones[]
- Assassin's Creed: Origins - The Curse of the Pharaohs (primera aparición)