Altaïr Ibn-La'Ahad usó una espada durante la Edad Media, primero como Asesino y luego como mentor, la cual fue bastante apreciada por su calidad, que además resultaría en la aparición de múltiples copias y réplicas en siglos posteriores. El mentor de los Asesinos Sirios utilizó esta espada durante décadas, hasta que, de una forma u otra, terminó en manos de un herrero de Monteriggioni para finales del siglo XV.
El Asesino italiano Ezio Auditore da Firenze compró la espada, aunque la perdió en el asedio de Monteriggioni, pero la recuperaría unos años después. En su misión a Constantinopla, Auditore recibió la espada una vez más, aunque se desconoce si fue la verdadera o una réplica. El pirata Edward Kenway utilizó dos copias de la espada de Ibn-La'Ahad durante la edad de oro de la piratería, de la misma forma que hizo Shay Cormac con una espada y una daga durante la guerra de los Siete Años.