Starrick Crawford era el dueño de la Compañía telegráfica Starrick y el Gran Maestre del Rito de la Orden templaría británico por 1868.
Habiendo heredado su primera fábrica ferroviaria de su padre, Starrick sin embargo demostró ser un brillante empresario por propia cuenta, construyendo un imperio que siguió creciendo. Él era también implacable hacia sus empleados y por ello instaló a Rupert Ferris como administrador para maximizar beneficios y mantener a un mínimo el gasto. En algún momento durante el siglo XIX, Crawford participó en una subasta junto a compañeros templarios y su buena amiga Lucy Thorne, logrando adquirir un manuscrito oculto. A través de su red de agentes Templarios, había controlado Londres y oprimido a la clase obrera para mantener a la Orden en el poder. Durante este tiempo, los Asesinos británicos trabajaron para recuperar el poder en la ciudad y acabar con Starrick, principalmente a través de sus miembros Henry Green, y los gemelos Jacob y Evie Frye.
Tras la muerte de Starrick los Templarios quedaron erradicados en Londres.
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- En Assassin's Creed: Syndicate
"Fecha de nacimiento 18 de agosto de 1827.
Crawford Starrick nació en el Extremo Este de Londres, el hijo más joven de Robert Starrick, un rico pero no inexperto hombre de negocios quien obtuvo fama tras triplicar el valor de su patrimonio familiar siendo joven al invertir en los embriagadores primeros días de la Manía de los Ferrocarriles.
Probablemente hay una revista llamada Manía de los Ferrocarriles, ¿no es así?
Los chicos Starrick fueron criados para competir. A lo largo de sus primeros años de infancia estaban cuello a cuello en lo académico y deportivo, casi tanto como estaban los cuellos de los demás. "Muchachos, de principio a fin", observaba su madre con orgullo, sin sospechar nada más oscuro bajo la superficie. Cuando Crawford tuvo doce años, el internado le brindó la oportunidad. Él por fin tenía espacio para crecer.
Fue condenado al ostracismo por su Casa, sarcásticamente apodado "Lord Starrick" por los aires que llevaba. En sus cuadernos privados, comenzó a ver la humanidad dividida en dos estratos: los que sirven y aquellos que mandan. Naturalmente, se sentía dentro de la última categoría. Reconociendo que no ganaría amigos en la escuela, buscó lacayos en su lugar. Afiló su encanto a un punto fino, ocultando su desdén detrás de las sonrisas y palabras amables. "Un don natural para el liderazgo", comentarían sus maestros. "Muestra gran mejora. El joven Starrick ha marcado su camino". La sensación de poder y control era adictiva.
Después de graduarse, se modeló a sí mismo como un barón del ferrocarril, y por medio de la compra inteligente y la extraña desaparición de la competencia, llegó a la cima. Con su amplia fortuna se expandió a muchas industrias diferentes, ampliando también su alcance a través de Londres. Se enamoró una vez, y solo una vez, de una mujer de negocios tan despiadada como él, pero ella se negó a casarse con él.
Mujer loca, ¡¿eh?!".