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Eraicon-Last Descendants


«¡Camaxtli está con nosotros!»
―Chimalpopoca animando a sus hombres.

Chimalpopoca (¿? - ¿?) fue un líder guerrero tlaxcalteca que combatió contra las tropas de Hernán Cortés en 1519 para luego unirse como aliado con el fin de derrotar a los aztecas. Es además un ancestro de Javier Mondragón.

Rol en la trama de la franquicia[]

En Assassin's Creed: Last Descendants[]

Capítulo tres[]

En México, en un campo abierto rodeado de colinas bajo el sol, se encontraban decenas de miles de guerreros tlaxcaltecas listos para pelear. Chimalpopoca, por su rango, se encontraba en la línea frontal, con un escudo de madera en la mano y un macuahuitl en la otra. Empezaron a sonar cuernas seguidas de gritos de batalla: dentro de poco iban a enfrentarse a los conquistadores, su nueva amenaza.

Un hombre al lado de Chimalpopoca le preguntó si creía que los españoles eran en verdad dioses venidos del mar. Él respondió que solo se trataba de su armadura, y que seguramente sangraban. El hombre preguntó si no deberían hacer una tregua con ellos, como hicieron las tribus totonaca y otomí, algo que Chimalpopoca consideraba un acto de cobardía.

Las cuernas sonaron nuevamente, avisando que los enemigos se aproximaban. Saliendo del bosque, los españoles empezaron a formarse montados a caballo con sus espadas y escudos de hierro y sacando sus cañones. Cuando vio aquel arsenal, Chimalpopoca sintió cierto temor. Sin embargo, pronto empezó a sonreír al notar la inmensa diferencia entre el número de soldados españoles y el de los suyos. Los conquistadores apenas llegaban a 400, los tlaxcaltecas eran 10 000. Chimalpopoca suponía que la batalla sería corta y esperaba capturar al menos uno de los extranjeros para sacrificarle en nombre de sus dioses.

Tras una arenga, los guerreros se lanzaron al ataque rodeando completamente a los teotl -que era como llamaban a los conquistadores-. Mientras avanzaba el enfrentamiento Chimalpopoca notó cierto patrón: los españoles mantenían una posición defensiva, mientras los indígenas intentaban romper esas barreras siendo recibidos por balas y espadas de metal. Incluso cuando tuvo oportunidad de atacar, Chimalpopoca se vio impedido por otros conquistadores que iban en auxilio de sus camaradas.

A pesar de ello, el guerrero cargó una vez más contra la línea enemiga con su macuahuitl pasando a través de sus escudos de hierro. Cuando se preparaba para un segundo ataque, fue reducido por varios enemigos que se lanzaron encima de él. Atado, le alejaron del campo de batalla y permaneció allí, sin poder hacer más que escuchar, hasta que oyó la señal de retirada de sus compañeros.

Luego fue conducido por los españoles a una villa donde se estaban refugiando. Mientras caminaba, el indígena pensó que sería sacrificado en nombre de los dioses de aquellos extraños. Tomado fuertemente del brazo por un soldado, Alfonso del Castillo, llegó a una de las casas en la villa donde fue lanzado al piso. Con él había otro prisionero, uno joven, que le dijo que ellos no querían lastimarles sino que venían en son de paz. Pero Chimalpopoca se rehusó a creerlo.

Capítulo cuatro[]

Alfonso recibió la orden de alimentar a los prisioneros y así lo hizo. El más joven la aceptó con gusto pero el otro, Chimalpopoca, no. A pesar de aquella actitud, el español estaba seguro de que tarde o temprano estaría del lado de Cortés.

Avanzada la noche los prisioneros recibieron la visita de Marina y Gerónimo de Aguilar, quienes ejercían de traductores de Cortés. Se acercaron a Chimalpopoca, el sacerdote se arrodilló a su lado mientras hablaba a Marina en maya, y esta se dirigía al prisionero en lengua azteca. Todo ante la mirada desconfiada de Alfonso.

Tras un intercambio de palabras, De Aguilar desató a Chimalpopoca. Cuando Alfonso pidió explicaciones, el sacerdote solo respondió que eran órdenes de Cortés. El diálogo continuó. En resumen, el prisionero dijo que no cooperaría con ellos y que prefería ser sacrificado.

Ante la férrea negativa del guerrero, Marina dijo algo a De Aguilar, a lo que él asintió y se dirigieron a la puerta de la casa diciendo que irían a ver al capitán. Alfonso permaneció vigilando a Chimalpopoca, aún desatado, para evitar que escapara. El otro prisionero, el más joven, echó a dormir.

Momentos después llegó Cortés seguido de Marina y Gerónimo.

Alfonso advirtió al capitán de que el prisionero se encontraba sin amarras. Cortés respondió que ya lo sabía y que aun así no estaba asustado. Tras oírle, Alfonso dejó de sentir temor también.

Cortés ordenó realizar la oferta nuevamente a Chimalpopoca, pero esta vez delante de él. Marina y el sacerdote procedieron, y a medida que lo hacían el tono del indígena pasó a suavizarse. De la postura retadora pasó a una dócil y comprensiva. Todo mientras el capitán español sujetaba aquella daga que siempre llevaba a su lado. Cuando Cortés le pidió enviar un mensaje a su rey con el fin de llevar un mensaje de paz y así derrotar a Moctezuma y los aztecas, Chimalpopoca le miró fijamente y asintió.

"Será tu mensajero", dijo De Aguilar. Cortés respondió "Estoy complacido" mientras soltaba la daga.

Chimalpopoca no lo sabía pero había sido convencido mediante el poder de la punta de la fe, una de tres del Tridente del Edén.

Curiosidades[]

  • Tras revivir los recuerdos de Chimalpopoca en octubre de 2016, Javier Mondragón se sintió levemente confundido por la atracción física que generó la bella Marina en el guerrero durante su primer encuentro. Javier es homosexual.

Aparición[]

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