- «Por el poder de la divinidad... los últimos serán los primeros... ¡y reinarán por toda la eternidad!»
- ―Un anciano mameluco portando portando el Cetro de Aset, 1250.
El Cetro de Aset, también denominado Fragmento del Edén 24, es un artefacto precursor que tiene la habilidad de otorgar carisma y dotes de liderazgo a su portador.
Portadores a lo largo de la historia[]
- Primera Civilización (¿? - ¿?)
- Liberalis Circulum (alrededor del siglo II)
- Hermandad egipcia de los Asesinos (¿? - 1250)
- Asesino no identificado (1250)[1]
- Pueblo mameluco (1250)[1]
- Dinastía bahrí (1250 - 1340)
- An-Nassir Muhammad (1309 - 1340)[1]
- Dinastía bahrí (1250 - 1340)
- Rito egipcio de la Orden Templaria (1340 - 1341)[1]
- Hermandad egipcia de los Asesinos (1341)
- Ali Al-Ghraib (1341)[2]
- Numa Al'Khamsin (1341)[2]
- Ali Al-Ghraib (1341)[3]
- Hermandad de los Asesinos (2012 - actualidad)
- Jonathan Hawk (2012)[3]
Historia[]
Era Isu / Prehistoria[]
Creado en algún punto de la Era Isu, el Cetro de Aset estuvo en manos de Isis, también conocida como Aset, una de las grandes figuras de la Primera Civilización. Sin embargo con el paso del tiempo el artefacto se perdió en medio de un halo de misterio y leyenda[1].
Siglo II[]
Alrededor del siglo II Lugos, fundador del Liberalis Circulum, se hizo con dos Fragmentos del Edén, el Cetro de Aset y el Anj, y se embarcó para llevarlos ante sus compañeros. Sin embargo una tormenta azotó la nave en medio del Mar Mediterráneo con ninguna isla cerca.
Previendo su muerte, Lugos usó el Anj grabar un mensaje y advertir del paradero del cetro[1].
Siglo XIII[]
Los pescadores, el comerciante y los Asesinos[]
A comienzos del siglo XIII unos pescadores italianos encontraron el cetro entre los restos del naufragio ocurrido siglos atrás. Asimismo hallaron una hebilla de bronce que tenía grabado el símbolo de un cuervo, representación del linaje de Lugos[1].
Dichos pescadores, sin saber lo que tenían entre manos, vendieron el artefacto a un comerciante egipcio por un mísero precio. Poco después los Asesinos contactaron al comerciante y compraron el cetro[1].
Los mamelucos[]
En el año 1250 Egipto pasaba por un momento convulso. Turan Shah, sultán de la dinastía ayubí, se enfrentaba a los mamelucos para mantener su poder.
La Hermandad de los Asesinos decidió entonces inclinar la balanza a favor de los rebeldes. Con el Cetro de Aset en su poder, un agente fue enviado para reunirse con un anciano mameluco. Pero el camino tuvo algunos imprevistos: mientras se desplazaba por los tejados, un virote de ballesta le dio en el brazo tumbándolo al suelo. De inmediato un grupo de templarios intentó hacerse con el encargo pero la hoja oculta del encapuchado acabó con ellos velozmente.
Con los civiles aún sorprendidos, el encapuchado escondió el cetro en su cinturón y continuó su camino[1].
En una torre el anciano esperaba. Restando importancia a su herida, el Asesino le entregó el artefacto y le ordenó usarlo con sabiduría. Así pues gritó: "Por el poder de la divinidad... los últimos serán los primeros... ¡y reinarán por toda la eternidad!".
Ese mismo año Turan Shah moriría a manos de los mamelucos y nacería la dinastía bahrí[1].
Siglo XIV[]
El rito egipcio de la Orden Templaria[]
El cetro permaneció en poder de la dinastía bahrí hasta el tercer reinado de An-Nassir Muhammad. Sin embargo en 1340 la calma en el imperio recibió un golpe mortal: el cetro había sido robado. La única pista que se halló fue una astilla proveniente del mango de una daga.
Con el destino de Egipto en juego, la hermandad decidió llamar a Numa Al'Khamsin, también conocido como El Cakr, para recuperarlo. En la isla de File un anciano le explicó lo sucedido y le entregó la astilla[1].
La hermandad egipcia de los Asesinos[]
Buscando respuestas[]
Mientras navegaba en el Nilo, El Cakr analizaba un pequeño grabado en la astilla. Sin embargo estaba incompleto por lo que parecía un callejón sin salida. Afortunadamente su aprendiz Ali Al-Ghraib resolvió el dilema valiéndose de su habilidad como dibujante. Tras copiar la base del dibujo en el pergamino y completarlo un símbolo saltaba a la vista: la cruz templaria.
Con el panorama más claro, el dúo partió a El Cairo donde podrían hallar información.
Haciéndose pasar por un hombre del sultán en medio de una casa de baños, el Asesino esparció el rumor de que el cetro robado era falso. De inmediato un tipo se levantó alegando estar cansado. Numa sabía que no era casual por lo que decidió seguirlo[1].
El sujeto, que se hacía llamar Hasdin, se detuvo frente a una casa y ordenó reunirse con su propietario. Gracias a Ali, que se pasó el día preguntando a los pobladores, El Cakr descubrió que la casa era del mercader Bachir Al-Djallil.
Cuando Hasdin abandonó el lugar el encapuchado entró al lugar y no dudó en torturar al sujeto. Antes de morir bajo su hoja, Bachir confesó que el cetro había sido llevado a Karnak[1].
Haciéndose con el artefacto[]
Un año después el dúo llegó a Karnak al tiempo que la noticia sobre el asesinato del sultán recorría todos los rincones de Egipto. Sin un líder al mando y el cetro en manos codiciosas, El Cakr sabía que era el momento perfecto de los templarios para atacar.
Acampando cerca del templo de Amón, Ali se percató de un hombre cuya daga relucía un símbolo como el que había dibujado por lo que informó a su maestro. Numa entonces le ordenó crear un incendio mientras rebuscaba en las pertenencias del extraño[2].
El chico obedeció pero, aunque la distracción llamó la atención de muchos, El Cakr fue descubierto por el otro sujeto cuando hurgaba en su equipaje. Ambos desenvainaron espadas y un enfrentamiento tuvo lugar. A pesar de su superioridad numérica los templarios cayeron uno a uno bajo la hoja del Asesino. Sin embargo debió abandonar la zona ante la llegada de más hombres.
Frustrado, Numa Al'Khamsin no quiso decir palabra durante el resto del trayecto pero fue sorprendido una vez más por Ali, que también había aprovechado el incendio para buscar en las alforjas. El chico había encontrado el cetro, cuyo contenedor tenía forma de llave egipcia. Con el destino de su parte, decidieron regresar a El Cairo[2].
Una afrenta peligrosa[]
Tres emires habían reemplazado al sultán tras su muerte pero ninguno parecía digno de poseer el Cetro de Aset. Eran hombres ambiciosos y ególatras. Por tal razón la hermandad decidió conservar el artefacto hasta la llegada de un digno heredero[2].
Cuando El Cakr informó a los emires su respuesta fue instantánea, ordenaron su encierro. Desarmado y rodeado, el Asesino fue llevado a una celda, la misma donde estaba presa Leila, la asesina del sultán.
Ali Al-Ghraib[]
En busca de un escondite. La muerte del halcón[]
Mientras tanto el aprendiz de Numa esperaba en Edfu con el cetro en las manos. Solo y con curiosidad, decidió dar un vistazo al misterioso objeto así que, tras presionar su contenedor, observó que constaba de dos partes. Pronto fue sorprendido por su maestro. A pesar del encierro, el Asesino había conseguido escapar gracias a la ayuda de Leila a la mañana siguiente.
Previendo más ataques de los emires, lo mejor era esconder el cetro en el templo de Horus hasta una nueva decisión de la hermandad. Pero de pronto se vieron rodeados por un grupo de encapuchados liderados por la mismísima Leila. La verdad entonces salió a la luz: era una agente templaria. Sorprendido, El Cakr arremetió pero un certero puñal penetró su pecho, matándolo en el acto.
Sintiéndose culpable, Ali se echó sobre el cuerpo de su maestro. Los templarios, confiados, tomaron el cetro y lo dejaron huir[3].
El pozo[]
Lejos, Ali bebía agua de un pozo. A pesar de la muerte de Numa, no todo estaba perdido. Había conseguido burlar a los templarios ocultando el verdadero cetro entre sus vendajes. Decidido a terminar con la espiral de intrigas, lo lanzó al pozo y se marchó a seguir con su vida[3].
Cuando Leila fue donde los emires para entregarles el cetro, descubrió que fueron timados. Sin perder tiempo volvió tras los pasos de Ali. Sola y sedienta en pleno desierto buscó agua y llegó al mismo pozo donde un resplandor llamó su atención. De inmediato reconoció el artefacto. Comprometida con la orden decidió bajar a recogerlo pero un mal paso la llevó a caer golpeándose fuertemente la cabeza.
Días después un grupo de beduinos la encontró aún con vida. Sin embargo el golpe le había provocado amnesia por lo que no recordaba su antigua vida. Así, sin recuerdos, abandonó el lugar dejando atrás el botín[3].
Siglo XXI[]
Siguiendo la pista[]
La Hermandad de los Asesinos[]
En una guarida en Londres, Stella Crow revivió los recuerdos de un ancestro suyo -el Asesino de 1250- y confirmó la existencia del cetro. Al mismo tiempo recibió una llamada de Shaun Hastings, cuyo equipo había descubierto en Anj en Monteriggioni y reproducido el mensaje de Lugos, solicitando información al respecto. Pero Stella, que no quería compartir datos de su nueva investigación, dijo que enviaría a su compañero Jonathan para reconfigurar la misión[1].
Y así lo hizo. Hawk, que estaba saliendo de una cita para su trasplante de ojo, recibió las coordenadas y partió a Italia.
Tres días después llegó a Monteriggioni donde el equipo de Desmond le entregó un archivo con información sobre el Cetro de Aset. Tras conversar un momento y recibir el Anj para dárselo a Stella, el Asesino partió para cumplir con su misión: revivir las memorias de su ancestro Numa Al'Khamsin[1].
La Orden de los Templarios[]
Paralelamente los templarios estaban rastreando el cetro a su modo y designaron a un agente llamado Vernon Hest para revivir los recuerdos de Leila en busca del artefacto. Además, bajo la supervisión de Alan Rikkin, se habían hecho con el ojo de Jonathan Hawk obteniendo una muestra de su ADN.
Gracias a un topo en la célula de los Asesinos, los templarios aparentemente se deshicieron de Hawk dando más tiempo a Hest pero el triunfo duró poco: la hermandad había previsto una traición y acorraló al traidor.
La joyería. Victoria para la hermandad[]
Gracias al sujeto 19 del Proyecto Animus, Mike, los templarios no solo pudieron indagar en los recuerdos de Numa y Leila sino que descubrieron el paradero del cetro al mismo tiempo que los Asesinos. Con Vernon Hest en Egipto, Laetitia England le designó para encontrar el artefacto. Mientras tanto Laetitia fue donde Mike para deshacerse de él, no quería a un mocoso como futuro líder de la orden.
Confiando en que el pozo siguiera intacto, Jonathan se dirigió a una joyería ubicada en las mismas coordenadas. Tras pedir permiso para ir al baño entró a un almacén donde, cerca a unas escaleras, se podía observar un viejo pozo. Tomando pala y cuerda, el Asesino bajó por el artefacto[3].
Al poco rato Vernon llegó pero la oscuridad del lugar le jugó en contra. Disparando a ciegas, el templario buscaba a su objetivo pero, en un ajuste de viejas cuentas, Hawk lo empujó al fondo del pozo. No volvió a levantarse.
El Proyecto Hidra[]
Con el artefacto en manos de la hermandad, Stella Crow fue promovida y Hawk reconfirmó su valor como Asesino. Sin embargo lo único que deseaba en ese momento era pasar tiempo con su amada Nancy.
Mientras tanto Rikkin, enterado del fracaso de Hest, dio inicio al Proyecto Hidra, un plan para entrenar a más sujetos como Mike y garantizar a futuros líderes de la Orden Templaria[3].
Apariciones[]
- Assassin's Creed - Ciclo 1 (primera aparición)
Galería[]
Fuentes y/o referencias[]
|