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«¡La liberación es una obra de arte sutil, no una serie de hurtos! No puedes tomar la libertad, tienes que crearla.»
―Bayek a Shaqilat, 38 a. e. c.
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Bayek de Siwa (c. 85 a. e. c. - ¿?), también conocido bajo el sobrenombre "Amón", fue el último miembro del linaje de los Medjay en Egipto y, junto con su esposa, el fundador de los Ocultos, una organización que más tarde evolucionaría en la Hermandad de los Asesinos.

Hijo del respetado Sabu, Bayek estuvo predestinado desde joven a seguir sus pasos sin embargo la presencia de un grupo secreto, la Orden de los Antiguos, sembró muerte en su camino. Primero con el asesinato de su padre y otros medjay, luego con la muerte de su hijo Khemu en 49 a. e. c. Tras el incidente, Bayek y Aya, su esposa, se embarcaron en una búsqueda de venganza contra los responsables por lo cual se aliaron con la exiliada Cleopatra y Julio César, quienes se encontraban librando una guerra contra el faraón Ptolomeo, títere de la Orden.

A diferencia de su mujer, Bayek constantemente dudaba de la palabra de Cleopatra y sus sospechas fueron confirmadas años después, cuando tras la muerte de Ptolomeo la nueva soberana se alió formalmente con aquellos a quienes estaban dando caza. Indignados, los guerreros decidieron fundar un grupo que combatiera a los tiranos y abusivos en nombre del pueblo.

Con el tiempo, las peripecias de ambos permitieron moldear los principios de lo que siglos después se conocería como la Orden de los Asesinos, sus costumbres, tácticas y el credo que serviría de guía a sus miembros. Sin embargo sería Aya quien pasaría a los anales de la historia sobresaliendo por encima de él.

Biografía[]

Vida temprana[]

Bayek nació en Siwa, Egipto, en el 85 a.e.c, era hijo del Medjay, Sabu y su esposa, Ahmose. Cuando era un niño pequeño, un grupo dirigido por un ladrón de tumbas conocido como Menna había atacado la casa de su familia. La mayoría de ellos fueron asesinados por Sabu, pero su madre también lo defendió valientemente. Bayek se hizo amigo íntimo de Hepzefa, un compañero de Siwan, y Kensa, una chica nubia que entrenó a Bayek en la caza. También conocía bien a Menehet, un sacerdote de Sejmet en Yamu, cuyos hijos trataban a Bayek como un tío amoroso. Bayek también compitió ocasionalmente con Sennefer, quien más tarde dejó Siwa y vivió en Canopos bajo el nombre de Claridas.

Encontrando a su padre[]

En el 70 a.e.c, Bayek vivía en Siwa con sus padres.

En este momento, también estaba en una relación con Aya de Alejandría, una chica griega a quien adoraba. El padre de Bayek no aprobó su relación ya que sabía que el sueño de Aya era establecerse en Alejandría y temía que su herencia mixta corrompiera sus enseñanzas. Bayek había comenzado a entrenar para ser un Medjay, un protector de la comunidad.

Tiempo después llego un mensajero y transmitió un mensaje a Sabu. Él habló brevemente con Rabiah y decidio marcharse sin darle otra razón más que era lo mejor para Siwa y luego partió. Después de discutir su decisión con Rabiah y Ahmose, Bayek eligió seguir a su padre y se fue a buscarlo. Inicialmente viajó a la ciudad de Zawty para encontrar al mensajero que había informado a Sabu. Al hacerlo, conoce a Tuta, un niño de la calle, que finalmente engañó a Bayek y le robaron lo que llevaba. Después de perseguir al ladrón por los tejados, Bayek casi muere estrangulado por el padre de Tuta, Paneb. Él fue salvado por Aya, quien lo había seguido. Ella noqueó a Paneb y los tres de ellos, incluyendo a Tuta, escaparon a Tebas.

Allí conocieron a Kensa, pero el padre de Bayek no estaba allí. Se le informó a Bayek que Menna podría estar cerca de Tebas. Con Kensa, Aya, Tuta, Seri y Neka, decidieron buscar a Menna. Neka fue capturado y torturado. Fue salvado por un valiente rescate nocturno por los demás. Durante la batalla, Menna escapó en un carro. Fue perseguido por Bayek y Khensa, este último derribando a su conductor con un disparo de flecha, Menna finalmente murió en el accidente del carro. Khensa recibió la noticia de que Sabu estaba detenido en un pozo en la isla de Elefantina. Bayek y Aya se fueron con ella en su búsqueda.

Al amparo de una tormenta de arena, el grupo se infiltró en la isla de Elefantina. Sabu no estaba en el pozo pero un hombre trastornado fue puesto allí como señuelo. Después de que escaparon de los guardias del área, Sabu se reveló ante el grupo. Bion llegó, pero fue atrapado en la trampa y resultó herido pero logró escapar.

Convertido en el último Medjay[]

Varios años pasaron, y Sabu continuó entrenando a Bayek como un Medjay. A su vez, Aya fue entrenada por Bayek. Pasaron años entrenando en muchos pueblos. Eventualmente, Bayek pidió la mano de Aya en matrimonio. Ella se negó, citando que ser una esposa de un Medjay sería duro y que todavía soñaba con vivir y trabajar en la Biblioteca de Alejandría. Ella eligió dejar el entrenamiento ya que su tía se había enfermado. Mientras viajaba de regreso a Siwa fue atacada por ladrones de caballos en un abrevadero. Pudo defenderse hasta que Bion la empezó a atacar. Sin saberlo, Aya había llevado a Bion directamente al campo de entrenamiento de los Medjay. Una vez que llegaron, Bion soltó flechas que golpearon a Sabu. Finalmente, los tres hombres resultaron heridos en la batalla subsiguiente, lo que llevó a Sabu a empujar a Bayek a un río cercano para salvarlo. Como resultado, Sabu fue abatido y asesinado por Bion. Después de que Sabu muere, Bayek cae inconsciente y es arrastrado lejos por el río.

Fue sacado del río por personas que lo cuidaron hasta que recuperó la salud durante cuatro días en un bote. Él viajó constantemente hacia el norte, antes de desembarcar para comprar un caballo para llegar a Siwa. Llegó para encontrar a Aya a salvo con su tía, pero se le advirtió que Bion estaba en algún lugar cercano. Temiendo por la vida de Ahmose, se dirigió de inmediato a la casa de su madre junto con Aya. Bion siguió en secreto a Bayek hasta que el se revelo y todos lucharon contra él hasta que Ahmose lo hirió de gravedad en el proceso. Con su último aliento, Bion reveló que Raia le había ordenado asesinar a todos los Medjay. No mucho después de la muerte de Bion, Bayek se casó con Aya y se convirtió en el protector de Siwa y juntos, criaron a un hijo llamado Khemu. Años más tarde, Bayek viajó a Alejandría y mató a Raia en su propia casa. Bayek se convirtió en el último Medjay en Siwa donde fue visto como el respetado protector de su comunidad. En el resto de Egipto, sin embargo, fue visto como una reliquia incómoda por aquellos en el poder.

Guerra civil alejandrina[]

La muerte de Khemu[]

ACO Bayek fighting the Ancients

Bayek luchando contra un miembro de la Orden

En el año 49 a.e.c, cinco miembros de la Orden de los Antiguos viajaron a Siwa y secuestraron a Bayek y Khemu, llevándolos a la entrada de una bóveda Isu debajo del Templo de Amón. La Orden le mostró a Bayek una reliquia y le exigió que abriera la bóveda debido a su experiencia como Medjay. Bayek, sin embargo, no tenía conocimiento sobre la bóveda. Antes de que la Orden pudiera interrogar a Bayek para obtener más información, el faraón Ptolomeo XIII llegó al templo. Khemu robó un cuchillo y logró liberar a su padre, quien intentó derribar a los miembros. Fue sometido por uno de los miembros, quien manipuló su ataque y lo forzó a apuñalar a Khemu en el abdomen sin querer, matándolo. Antes de que Bayek pudiera responder, los hombres enmascarados lo dejaron inconsciente.

Búsqueda de venganza[]

Archivo:The Heron Assassination 02.jpg

Bayek frente a Rudjek, conocida como La Garza

La muerte de Khemu llevó a Bayek a perseguir a los miembros de la Orden de los Antiguos uno por uno. A diferencia de su esposo, Aya no pudo hacer frente a la pérdida de su hijo y regresó a Alejandría, donde vivía su primo Fano. Bayek, sin embargo, comenzó a buscar información sobre la Orden en todo Egipto. Durante su ausencia, Hepzefa se hizo cargo de los deberes de Medjay de Bayek y cuidó de la ciudad en su lugar. Después de un año entero de búsqueda, descubrió la identidad de uno de sus miembros, Rudjek, quien era el Nomarca de Saqqara. Bayek persiguió a Rudjek hasta la Pirámide Acodada, donde se cruzó con Hypatos, el guardaespaldas de Rudjek. Bayek noqueó a Hypatos a pesar de estar gravemente herido y se enfrentó a Rudjek, quien lanzó un cuchillo hacia el Medjay. Bayek, sin embargo, esquivó el ataque con la máscara de Rudjek y lo golpeó con el cuchillo en la cabeza, matándolo instantáneamente.

Después de haber matado al primer miembro de la Orden, Bayek abandonó la pirámide y reanudó su viaje para perseguir a los otros miembros. En el camino, se desmayó de sus heridas y fue encontrado por Nefertari, una sanadora de Nitria, una mina de natrón en el Nomo de Saqqara. Nefertari lo llevo a Nitria y le curo las heridas. En medio de la confusión, Bayek dejó la mina cuando se despertó y se embarcó en un largo viaje de regreso a Siwa.

Regreso a Siwa[]

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Bayek enfrentando a Hypatos, el guardaespaldas de Rudjek

Unos meses más tarde, Bayek fue confrontado por Hypatos en las afueras de la ciudad sobre una tumba del Antiguo Reino, determinado a buscar venganza contra el Medjay por dejar a Rudjek muerto en la pirámide. En medio de su pelea, Hypatos golpeó repetidamente el piso, derrumbando el piso y causando que tanto él como Bayek cayeran a las ruinas que estaban abajo. Como ninguno de los dos quedó incapacitado por la caída, reanudaron la lucha, y Bayek ofreció una tregua. Hypatos rechazó la tregua en nombre del honor, y finalmente fue asesinado por Bayek.

The Oasis 02

Rabiah tratando las heridas de Bayek

Bayek luego exploro la tumba y cuando llegó a la salida, descubrió que su amigo Hepzefa estaba luchando contra un grupo de soldados que sirvieron bajo Rudjek. Después de asesinar a los soldados, el dúo Medjay regresó a Siwa. A Bayek le hablaron de las perturbaciones en su pueblo de origen traídas por Medunamun, un miembro de la Orden conocido como El Ibis, quien había establecido el Templo de Amón como su base de operaciones. Los dos regresaron a la casa de Hepzefa, donde Bayek comenzó sus preparativos para cazar a su próximo objetivo. La curandera del pueblo, Rabiah llegó más tarde y persuadió a Bayek para que descansara y le permitiera tratar sus heridas.

Después de descansar, Bayek se encontró con Hepzefa afuera de su casa, quien le dio un nuevo arco para probar. Momentos después, una aldeana corrió hacia Hepzefa, advirtiéndole que los soldados de Ptolomeo lo estaban buscando. Bayek y Hepzefa se escondieron en las altas hierbas en los alrededores y más tarde se acercaron furtivamente a los soldados y los eliminaron. Bayek también se reunió con Senu, su compañera águila que había sido previamente herida y remendada por Rabiah.

Enfrentando a Medunamun[]

Tras enterarse al régimen tiránico de Medunamun, Hepzefa instó a Bayek a fortalecerse con armadura y equipo y ayudar a los aldeanos en sus necesidades. Bayek ayudó a Benipe, el herrero de Siwa, a recuperar sus herramientas del Campamento Shetjeh. A cambio, Benipe le concedió un arma de su elección para elegir: un arco, un escudo, una maza y una lanza.

The False Oracle 01

Bayek infiltrándose en el Templo de Amón

Bayek, después de leer una carta de una aldeana llamada Issa, visitó el Templo de Amón, donde descubrió a un grupo de granjeros en una jaula que habían sido arrestados por protestar por los aumentos de impuestos. También descubrió el cadáver del marido de Issa, Teremun, y devolvió su cuerpo a la granja del granjero. Bayek estaba disgustado al descubrir que la familia de Teremun, incluida Issa, fue asesinada por los soldados de Ptolomeo que incendiaron la cabaña con ellos adentro. Luego colocó el cuerpo de Teremun antes del entierro.

Bayek visitó más tarde la cueva de Amanai, un manantial donde los habitantes de Siwa toman agua. Allí, Bayek se reunió con Kett, quien le informó que los bandidos se habían apoderado del manantial y habían extorsionado a los granjeros a cambio de usarlo. Bayek luego se infiltró en la cueva y eliminó a los bandidos, devolviendo la cueva al pueblo.

Bayek explorando

Bayek explorando la Montaña de los muertos

Después de haber liberado la cueva, Bayek se dirigió a la Montaña de los muertos, donde encontró a Fenuku, un amigo de Khemu, parado frente a una guarida de hienas. Fenuku le informó a Bayek que su hermano mayor, Chenzira, había querido mirar cráneos de hiena en la cueva, pero las hienas que regresaban los persiguieron a ambos, lo que provocó que Chenzira corriera hacia la tumba. Bayek envió a Fenuku a su casa y entro hacia la tumba para buscar a Chenzira. Explorando a través de la tumba, Bayek finalmente descubrió a Chenzira en una cámara y después de descifrar una estela del Imperio Antiguo, escoltó al niño fuera de la tumba, solo para ser confrontado por hienas. Después de matar a las hienas, Bayek envió a Chenzira a casa.

Regresando a la aldea, Bayek visitó a Rabiah en su casa, quien supo que había creado una clínica improvisada para tratar a los aldeanos, quienes fueron brutalizados por los soldados de Ptolomeo. Los suministros de Rabiah de Yamu también fueron detenidos por los soldados, que los robaron para su propio uso, incluido un envío que se hundió debajo del lago. Bayek ayudó a Rabiah a recuperar los envíos y lo llevó a la "Casa de la Vida". Allí, ayudó a Rabiah a eliminar a los soldados que asaltaron y sacaron a los heridos fuera del complejo.

Después de haber ayudado a los aldeanos de Siwa, Bayek regresó al complejo del templo, donde liberó a los sacerdotes que sufrieron bajo los golpes de Medunamun. Más tarde se enfrentó al Antiguo, quien, sin arrepentirse de haber matado a Khemu, fue golpeado hasta la muerte por Bayek con una reliquia esférica que el primero estaba estudiando. Tras haber liberado a Siwa de la tiranía de Medunamun, Bayek regresó con Hepzefa para obtener información sobre la ubicación de Aya. Hepzefa le dijo a Bayek que la buscara en la Gran Biblioteca de Alejandría y que buscara una estatua de Serapis.

Encontrando a Aya[]

Después de cruzar el desierto, Bayek pasó por el Templo de Sejmet para visitar a Menehet mientras se dirigía a Alejandría para reunirse con su esposa, Aya. Consciente de que las renovaciones del templo eran nuevas para el Medjay, Menehet le hizo un recorrido por el complejo a su amigo, y Bayek quedó impresionado por la repentina opulencia del templo. Cuando llegaron al espejo de agua del templo, los niños de Menehet se abalanzaron sobre Bayek desde atrás, un saludo lúdico que se convirtió en un juego de escondidas. Ocupado con su trabajo, Menehet no participó en esto, pero ya sea que lo supiera o no, sus hijos se escondieron en lugares peligrosos en el transcurso del juego, con Keba atrapado en un pozo y Soris incluso escapando de una hiena que lo quería devorar.

Mientras los niños y Bayek concluían su juego, Menehet se encontró con un visitante de Yamu enfurecido por la presencia de momias felinas fraudulentas en el mercado. Aunque el sacerdote afirmó que la responsabilidad del asunto recaía únicamente sobre el comerciante en cuestión, este razonamiento no logró apaciguar al visitante que se alejó no menos enojado que antes. Debido a que Bayek se enteró del problema, Menehet se apresuró a describirle el problema, por lo que el Medjay se encargó de investigar el incidente en su nombre.

Una vez que los bandidos detrás de las falsas momias habían sido asesinados, Menehet nuevamente solicitó la ayuda de Bayek, esta vez para localizar a Pamu, un luchador egipcio que había programado interpretar a Sejmet en su lucha contra contra Isfet en el Festival de Sejmet esa noche. Cuando Bayek regresó con un Pamu intoxicado, se ofreció a luchar interpretando a Sejmet en su lugar para salvar a su amigo de la desgracia, un favor por el que Menehet estaba muy agradecido y le indicó que hablara con el Sumo Sacerdote para pedirle permiso.

Después del festival, Menehet agradeció a Bayek por su espectacular actuación al ganar la pelea contra Isfet, lo que le permitió conservar el traje de Sejmet y el equipo como muestras de respeto. Reconociendo que era hora de que el Medjay retomara su viaje a Alejandría, luego se despidió de él, y acordó que Bayek también debería hacer lo mismo con los niños antes de irse.

Aya 01

Bayek se encuentra con Fano

Bayek llegó a Alejandría y busco a la estatua de Serapis. Allí, Bayek fue recibido por Fano. Fano explicó el motivo de la ausencia de Aya y acompañó a Bayek a un santuario en el jardín, donde localizó una entrada oculta que dirigía al escondite de Aya. Aya saludó a Bayek apasionadamente después de un año de separación. Aya le informó a Bayek el asesinato de dos miembros de la Orden de los Antiguos, Acteón, conocido como El Buitre y Ktesos, conocido como El Carnero, este último asesinado en casa de Aya.

Aya 06

Bayek probando la Hoja oculta por primera vez

Aya le mostró a Bayek un papiro real con el emblema de La Serpiente, vinculando con la Corte Ptolemaica y con la Orden. Aya había obtenido la información de Apolodoro que, en nombre de Cleopatra, tenía espías que rastreaban a la Orden. Bayek no confiaba en Cleopatra debido a su expulsión, pero decidió confiar en el juicio de Aya. Aya confió a Bayek una de las dos Hojas ocultas que pertenecieron al proto-Asesino persa Darío. La Hoja oculta representaba un regalo para el último asesinato del último miembro de la Orden de los Antiguos, La Serpiente, quien mató a Khemu. Debido a su asesinato de Acteón y Ktesos, Aya fue perseguida por el Phylakitai de Alejandría, Genadio, encomendándole a Bayek la tarea de eliminarlo también.

Bayek encontró a Genadio buscando en el barrio judío preparándose para torturar a los trabajadores portuarios, Bayek, se infiltró en la guarnición de Akra y lo mató. En sus momentos finales, Genadio insistió en que solo estaba cumpliendo con su deber como Phylakitai de perseguir a Aya por sus asesinatos. Él cuestionó si la búsqueda de Bayek y Aya de venganza contra la Orden estaba por encima de la ley y advirtió al Medjay que los otros Phylakes lo perseguirían para vengarse.

Después de asesinar a Genadio, Bayek se infiltró en el Palacio Real en busca de La Serpiente. Dirigiéndose a la habitación del escriba real, Bayek descubrió y abrió un cofre, encontró cartas dirigidas a Medunamun, que afirmaba que estaba manteniendo bajo su control al faraón Ptolomeo XIII, y Genadio estaba interrogando a los alejandrinos sobre el paradero de Aya. Seguro de que Eudoro, el escriba real, había estado presente en la bóveda de Siwa, Bayek se dirigió a la casa de baños que frecuentaba Eudoro.

Fano le pidió a Bayek que liberara a sus actores y recuperara su guión de los guardias porque Fano se había unido contra el régimen en el vacío teatro de Alejandría. Bayek rescató a uno de los actores de Fano de la guarnición de Akra, quien reveló que el guión estaba en camino hacia el palacio y que los otros dos actores lograron escapar y esconderse. Bayek encontró a uno de los actores que logro escapar acurrucado en su casa, Bayek despachó a los guardias que se estaban acercando al actor, luego el actor se apresuró a regresar con Fano. Luego pasó a interceptar una patrulla que iba entre la guarnición y el Palacio Real y recuperar la obra. Bayek regresó a Fano su obra y a sus actores intactos. Fano le dijo a Bayek que pase lo que pase, la obra continuaría.

Al entrar en la casa de baños, Bayek camino por el techo y descubrió dónde se encontraba Eudoro. Bayek intentó asesinar a Eudoro desde el techo, lo cual falló cuando Eudoro resistió su ataque e intentó ahogar a Bayek, hasta que este último activó su Hoja oculta; amputando su dedo anular y matando a Eudoro. Antes de morir, Eudoro remarcó que La Serpiente nunca moriría. Después de completar el asesinato, Bayek tuvo que escapar de la casa de baños y cauterizar su herida con un palo de fuego después de perder el dedo por la Hoja oculta. Después de deshacerse de Genadio y Eudoro que él creía que era el último miembro de la Orden, Bayek regresó con Aya encima del Paneo. Festejando el final de su venganza, los dos compartirían más tarde una noche de pasión.

Reunión de Bayek, Aya, Cleopatra etc.

Bayek y Aya en la reunión en la finca de Apolodoro

Después de compartir una noche de pasión, Bayek no estaba seguro de que Eudoro fuera el último miembro de la Orden, aunque Aya le aseguró que la Orden terminó con Eudoro. Bayek permaneció inquieto, lo que llevó a Aya a sugerir que se reuniera con Apolodoro para obtener más información. Siguiendo la guía de Aya, Bayek se dirigió al Hipódromo de Lageion en el Nomo de Canopo, donde se encontró con un informante de Apolodoro. El informante le indicó a Bayek que se dirigiera al faro de Canopo después del atardecer para encontrarse con Apolodoro. Allí, Apolodoro solicitó la ayuda del Medjay para rescatar a Damastes, otro informante y recuperar un rollo destinado a Fóxidas, un marinero en la armada de Cleopatra. Habiendo recuperado el rollo y rescatado a Damasco, Apolodoro invitó a Bayek a su finca personal para encontrarse con la reina, donde Aya estaba custodiando a Cleopatra. Cleopatra, junto con el Sumo Sacerdote de Ptah de Menfis, Pasherenptah, fueron presentados a Bayek. Ellos le explicaron que la Orden de los Antiguos era responsable del poder de su hermano y su exilio.

Trabajando para Cleopatra[]

La Serpiente fue revelada para referirse a la Orden como un todo, mientras que el verdadero apodo de Eudoro era El Hipopótamo. Los espías de Apolodoro habían descubierto cuatro nuevos nombres: El Escarabajo, que aterrorizaba al Delta del Nilo con violencia y arena, La Hiena que aterrorizaba a la sagrada Giza con la muerte y las desapariciones, El Lagarto que aterrorizaba a Menfis al ponerlo en miseria y al aterrorizar al Oasis de Fayún con miedo y opresión. Con esta nueva información, Bayek acepta convertirse en el Medjay de Cleopatra y asesinar a los miembros restantes de la Orden. Cleopatra ordena a los Siwanos que encuentren y asesinen a los cuatro nombres que ahora habían descubierto. Bayek y Aya acuerdan tomar la noche como amantes, y en la mañana siguiente empezar la caza. Bayek cambia su antigua insignia de Medjay por la nueva insignia dorada de Cleopatra.

Bayek comiendo con El Escarabajo

Bayek se reúne con Taharqa y su familia

Buscando al Escarabajo, Bayek salvó a Ghupa, Bayek fue dirigido a Taharqa en Letópolis por la esposa e hijo de éste en Sais. Bayek más tarde lo visitó en Letópolis y le pidió ayuda para encontrar al Escarabajo. Antes de que él pudiera contestar, Taharqa fue alertado de un ataque de bandidos que a menudo usaban las tormentas de arena que asolaban Letópolis como cobertura para saquear la ciudad, y le prometió a Bayek respuestas a cambio de su ayuda. Después de lograr defender la ciudad y matar a los bandidos en su escondite, Taharqa invitó a Bayek a que se reuniera con él y su familia para una comida, donde debatirían sobre El Escarabajo. Sin embargo, Taharqa drogó la bebida de Bayek, y solo se dio cuenta de la verdadera identidad de Taharqa después de notar su sonrisa y su anillo en forma de escarabajo justo antes de desmayarse.

Bayek se despertó enterrado hasta el cuello en el desierto, dado por muerto, rodeado por las otras víctimas de Taharqa. Después de escapar con la ayuda de su caballo y Senu y recuperar sus posesiones que Taharqa había ofrecido como pago a un aliado suyo, el comandante del Campamento Achlys, Bayek regresó a Letópolis para vengarse, asesinando a Taharqa desde arriba mientras el oraba en el templo.

Bayek y Aya investigando

Bayek y Aya descubren a las culpables del envenenamiento del toro Apis

Cuando Bayek llegó a Menfis, Pasherenptah solicitó su ayuda para ayudarlo a eliminar la "maldición" que estaba plagando a su esposa Taimhotep y la ciudad. Bayek detuvo a las dos sacerdotisas que estaban envenenando al toro Apis. Después de rescatar Pancrates, Bayek descubrió la identidad de El Lagarto, Hetepi, el segundo de Pasherenptah. A pesar de esconderse entre sus compañeros sacerdotes en el Gran Templo, Bayek pudo identificar a El Lagarto por su tos y pañuelo azul, matándolo y sacando a Menfis de sus "maldiciones".

Bayek siguió a Khaliset, La Hiena, hasta la Gran Pirámide de Giza, donde encontró un complejo Isu debajo de la pirámide, el sarcófago de Eshe, y evidencia de los intentos de Khaliset de resucitarla, antes de que Khaliset apareciera, furiosa porque Bayek había perturbado la "tumba" de su hija. Él la persiguió a través de los túneles de la pirámide, y finalmente logró matarla después de una dramática confrontación en medio de una tormenta de arena fuera de la pirámide.

Bayek funeral de la niña

Bayek en el funeral de Shadya

Bayek fue enviado por Apolodoro para encontrar un libro de contabilidad que estaba en poder de Hotefres, que se lo había robado a un magistrado griego, que contenía la verdadera identidad de El Cocodrilo y exponía sus actos corruptos. Desconocido para todos, la hija de este último, Shadya, descubrió el libro mayor y se lo llevó con ella. Como resultado, ella y su madre, Jenut, fueron secuestradas por El Cocodrilo y sus hombres, quienes las llevaron al faro de Euhemeria. Shadya fue ejecutado por El Cocodrilo, quien recuperó el libro y pesó los pies de la niña con grandes piedras, antes de sumergirla en las aguas cerca del muelle, dejando a Shadya ahogarse.

Bayek la rastreó hasta la ciudad, y se reunió con Kensa. Juntos, lucharon y ascendieron en las filas para desafiar a los campeones de la arena, Diovicos y Virídovix. Al derrotarlos, Bayek pudo conocer la identidad de El Cocodrilo, Berenice, la Nomarca de Fayún. Bayek siguió a Berenice hasta su villa en el granero de Kerkesoucha, donde descubrió que se había convertido en patrona de Kensa, prometiéndole una vida de lujo a cambio de su lealtad y protección. Bayek siguió a Berenice a su villa, donde la mató a ella y a Kensa.

Mientras se moría, Bayek la acusó de matar a Shadya. Berenice no tenía idea de quién era la joven, y replicó que Bayek no podía ver la grandeza que le esperaba a Egipto, como "todos los de su clase". Bayek le dijo que Shadya era la hija de Hotefres y Jenut, y la moribunda le explicó que el libro habría destruido todas las esperanzas de la Orden, por lo que hizo lo que tenía que hacerse. En respuesta, Bayek juró destruir todo lo que representaba y matar a todos los que eran como ella y declaró que moriría sabiendo el nombre de la niña inocente que asesinó.

Bayek encontró que tanto Hotefres como Jenut se rompieron después de la muerte de Shadya. Ellos hicieron una ceremonia en honor de su muerte y luego se le dio a la pareja una nueva causa para luchar. En Fayún Bayek inspiró a los granjeros a levantarse contra sus explotadores, y liberó al líder de los rebeldes en Fayún. Bayek asesinó al comandante del Fuerte de Boubastos cuando asesinó vio a los granjeros y los rebeldes atacar el fuerte también. Bayek le dijo adiós a Hotefres y Jenut informándoles que Faiyún era libre y que ahora deberían colaborar a mantenerlo así.

El cadáver de Pompeyo

Pompeyo asesinado siendo visto por Bayek y Aya

Bayek recibió una carta de Aya explicando que hay dos miembros más de la Orden, El Escorpión y El Chacal, que eran miembros de la guardia real de Ptolomeo y los posibles culpables de la muerte de Khemu. Los dos descubren que Lucius Septimius era El Chacal y lo rastrean, pero es demasiado tarde para evitar que asesine a Pompeyo. Sin otras opciones, Cleopatra hizo que Bayek, Aya y Apolodoro la ayudaran a entrar sigilosamente en el palacio para encontrarse con Julio César enrollándola en una alfombra. Cleopatra impresiona a César y obtiene su apoyo. Bayek mató al Escorpión, que se reveló como Potino pero fue detenido por César por querer matar a Septimius. Aya ve a Ptolomeo ser comido por cocodrilos cuando intenta huir a través del Nilo.

Fundación de los Ocultos[]

Después de su victoria junto a Julio César, Cleopatra tomó el trono como Faraón. A pesar de las protestas de Aya y Bayek, a Septimius se le permitió vivir y, de hecho, se convirtió en consejero de César, quien posteriormente corta todos los lazos con el Medjay y su esposa. Bayek, al darse cuenta de que Cleopatra y César los habían traicionado y elegido unirse a la Orden de los Antiguos, comenzaron a reunir aliados con la esperanza de formar una Hermandad con la que contrarrestar la amenaza de la Orden y defender la libre voluntad de la gente.

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Bayek lucha contra Septimius

Después de identificar el fuerte interés mostrado por la Orden en la tumba de Alejandro Magno, Bayek y Aya decidieron investigar y allí encontraron a un Apolodoro mortalmente herido. Apolodoro les advirtió que el teniente de César, Flavio, era en realidad "El León"; el verdadero líder de la Orden de los Antiguos. Él y Septimius habían tomado el Orbe y el bastón real de Alejandro de la tumba y estaban regresando a Siwa para ir a la Bóveda.

Al regresar a Siwa, el antiguo Medjay encontró que la Bóveda ya estaba abierta. Dentro, descubrió el cuerpo de Hepfeza, su amigo de la infancia y el hombre que había elegido para defender a Siwa en su ausencia, que había sido asesinado por Flavio y Septimio. Al rastrear a Flavio hasta la ciudad romana de Cirene, en la cercana Cirenaica, Bayek lo enfrentó y lo eliminó, a pesar de que Flavio ​​blandía los poderes de la antigua reliquia. Con la reliquia en la mano, Bayek regresó a Alejandría para informar a Aya de estos eventos.

En Alejandría, Bayek fue presentado por Aya a Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino, dos senadores romanos que, como el antiguo Medjay, habían elegido oponerse a César y las maquinaciones de la Orden. Aya luego le informó a su esposo sobre su decisión de viajar a Roma, con el fin de establecer una oficina dentro de la ciudad y ayudar a Bruto y Longino en sus planes para asesinar al César.

Bayek reflexionando

Aya se despide de Bayek

En las costas del Mediterráneo, los dos compartieron un momento; admitiendo que su vida juntos como marido y mujer había terminado, en su lugar optaron por dedicarse por completo a los principios que habían adoptado junto a sus aliados, y fundaron los Ocultos, una Orden de asesinos dedicados a proteger el libre albedrío desde dentro de las sombras.

En Menfis, Egipto, Bayek fundó la primera oficina desde la cual operarían los Ocultos, y posteriormente se crearon oficinas en el Sinaí y en Roma, esta última por Aya, que ahora se llamaba a sí misma Amunet, que había comenzado a reclutar más Ocultos para su causa.

Varios años después, Bayek supo por Otis de un campamento romano al norte de Siwa, donde un general romano planeaba sobornar a varios funcionarios griegos y egipcios para establecer una red de comunicación con miras a conquistar Egipto. Bayek logró detener los sobornos, pero pronto descubrió que Otis, que había elegido ayudar al Oculto en pago de una deuda que le debía a Aya, había sido asesinado por el general romano Gaius Julius Rufio.

Esparciendo el Credo[]

Bienvenido al Sinaí[]

Conociendo la situación[]

En el año 38 a. e. c., Bayek recibió un mensaje de Tahira, responsable de los Ocultos en el Sinaí. El mensaje informaba de la abierta oposición de la región al régimen romano, oposición que había dado lugar a una represión brutal. Como resultado dos miembros de la Hermandad ya habían muerto y Tahira, en una medida desesperada, se había aliado con Gamilat, líder de los rebeldes nabateos.

Esperando su consejo, invitó a Bayek a cruzar el Mar Rojo cuanto antes.

Los Ocultos 1

Ni bien llegó fue recibido por los cánticos de un mendigo ciego que hablaba de "la leyenda de Siwa", demostrando que sus hazañas había hecho eco en todo Egipto. En un gesto de ironía el encapuchado le dijo "Parece un hombre increíble" al tiempo que dejaba dos monedas delante de él[1].

El terreno accidentado de la cantera no le permitía vislumbrar el escondite de los Ocultos por lo que fue hasta una atalaya para guiarse. La entrada estaba cerrada por lo que buscó otra forma de acceder al despacho.

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Bayek hablando con Tahira y Gamilat.

Dentro estaban Tahira y Gamilat planeando su siguiente movimiento. Cuando Bayek llegó se enteró de lo sucedido: habían huido a través de la aldea y los romanos, furiosos, se desquitaron con los civiles. En un intento por detener la masacre, los ocultos intervinieron pero perdieron justamente a dos de los suyos. Ante el sentimiento de culpa de su compañera, Bayek la calmó señalando que no podía cambiar el pasado; pero podían definir el futuro. Así entonces ofreció a Gamilat ayuda para eliminar al líder romano[1].

Sin embargo, el general Rufio se hallaba en Roma. Aun así, este tenía tres tenientes en el Sinaí. Si los eliminaban atraerían su atención.

Marcado el plan, pusieron manos a la obra. Antes de partir, Gamilat agradeció a Bayek por la ayuda ofrecida. "Lo hacemos por el pueblo", replicó. Aunque no pudo evitar una sonrisa incómoda ante la respuesta: "¡Sí, el pueblo! El pueblo y yo somos lo mismo"[1].

Rescatando a Osorkon[]

Osorkon, a quien se había encomendado vigilar la cantera de Klysma, llevaba desaparecido dos semanas. Bayek se dirigió al último lugar donde lo vieron, un buque mercante cerca a los muelles[2].

Cuando llegó encontró dos naves desiertas, los baúles habían sido vaciados, las jaulas de los esclavos abiertas y los guardias asesinados. Debía ser obra de un Oculto, mucho más si ahí estaba el escudo roto de Osorkon. Al revisar el inventario de cargamento descubrió que los esclavos eran solo niños, enviados a la cantera para trabajar. Rápidamente se dirigió allí.

La ascensión de Saquilat 2

Osorkon contando a Bayek sobre Shaqilat.

Como sospechaba, el Oculto se encontraba preso en la cantera. Tras recudir a los guardias del puesto lo desató y se puso al tanto de lo sucedido: una guerrera nabatea llamada Shaqilat fue quien atacó los barcos, liberó a los niños y tomó el dinero para dárselo a la gente. Osorkon había sido capturado mientras la seguía[2].

La ascensión de Saquilat 3

"Para detenerme, tendrás que arrancarme el corazón antes de encadenarme".

Interesado en conocer a aquella buena samaritana, Bayek fue a su escondite ubicado entre el despacho y la cantera. En efecto, una mujer joven rodeada de varios niños le pidió alejarse poco antes de la llegada de soldados. Todos cayeron derrotados por el dúo.

Shaqilat decidió irse para evitar poner a más inocentes en peligro pero el Oculto le hizo ver que no era ella sino sus métodos los que provocaban daño. Ella preguntó qué hacer, a lo que él señaló una atalaya delante: "Salta".

Siguiendo las palabras de Bayek, Shaqilat realizó un salto de fe y se unió oficialmente a la Hermandad[2].

Eliminando a los hombres de Rufio[]

Tácito[]
Donde mueren los esclavos 1

Bayek y Tahira ante la cantera de Klysma.

Encontrándose con Tahira en el puesto de la cantera, decidió que ya era momento de acabar con el primero.

Como buen aficionado al teatro, Tácito usualmente salía a la parte superior para brindar discursos a sus trabajadores. Debían aprovechar la oportunidad: aunque matarlo en público era arriesgado, los Ocultos debían dar un mensaje claro: no tolerarían a ningún opresor[3].

Donde mueren los esclavos 3

Bayek confundido ante las últimas palabras de Tácito.

La tarea fue sencilla. Bayek confirmó la muerte de su objetivo pero, antes de exhalar su último aliento, Tácito exclamó con todas sus fuerzas: "La Orden es eterna".

A pesar de aquella sorpresa, el Oculto aún tenía algo que hacer: eliminar a los demás hombres de Tácito y liberar a los prisioneros para, con suerte, motivar una rebelión en la zona[3].

Ampelius[]
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Bayek y Maqwat ante las Murallas del gobernante.

El siguiente en la lista era Ampelius de Capitolina. Tras reunirse con Maqwat en un punto elevado, Bayek se enteró de que aquel sujeto estaba encargado del comercio en toda la zona[4].

Un compañero de Maqwat intentó acercarse a él pero no había regresado, Bayek debía ser cauteloso entonces. El único problema era que su objetivo estaba vestido igual que su comandante y su capitán.

Las murallas del gobernante 4

A pesar de la gran vigilancia en las Murallas, finalmente Ampelius cayó bajo la hoja del Oculto. Sin embargo, igual que con Tácito, las últimas palabras de este resonaron en la cabeza de Bayek: "La Orden es eterna"[4].

Ptahmose[]
Pirámide de Amenmeses[]

Al norte, en Arsínoe, Gamilat y sus hombres esperaban frente a la pirámide de Amenmeses. Ptahmose, el masón de Rufio, se encontraba ahí buscando los fragmentos de estrella, unos poderosos restos de roca estelar que supuestamente estaban bajo la estructura[5].

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Bayek ante la pirámide de Amenmeses.

A pesar de ser egipcio, Ptahmose se dedicaba a desmantelar cuanto templo o tumba se le cruzaba para enviar sus tesoros a Roma. El líder rebelde creía que si se libraban de él, la gente recuperaría los ánimos y la fe. Bayek estuvo de acuerdo y juntos se infiltraron en la pirámide.

Sin embargo por más que buscaron no encontraron a su objetivo. Frustrados, huyeron a través de los túneles subterráneos hasta una cueva de bandidos. En el camino, sin diferenciarse mucho del propio Ptahmose, Gamilat quiso llevarse parte del tesoro de la pirámide para "financiar a la causa". Por desgracia para él solo encontró un pergamino que decidió entregar a Bayek.

Antes de despedirse acordaron que, para evitar bajas innecesarias, Bayek acabaría personalmente con el masón. Luego el encapuchado leyó el pergamino a solas. Un misterioso poema que invitaba a explorar el templo de Thoth[5].

Templo de Ba'al[]
El sol del atardecer 6

"La Orden es eterna. Tú eres efímero".

Ptahmose se encontraba rondando los alrededores del templo de Ba'al. Sin mucho problema fue eliminado, pero sus últimas palabras también atormentaron al antiguo medjay...

Las Sombras del Escarabajo[]

Mientras recorría la cantera, un niño señaló a Bayek llamándolo en voz alta "el hombre con el águila". Extrañado le preguntó por qué hacía eso a lo que el pequeño respondió que si daba el aviso ante un grupo de cazarrecompensas llamado las Sombras del Escarabajo recibiría mucho dinero.

Ni bien escuchó ese nombre, el encapuchado sabía que algo pasaba ahí por lo que se dispuso a investigar.

En efecto, dos hombres muy temerarios buscaban a Bayek. El por qué era un misterio pero gracias a un mensaje entre las pertenencias de la Sombra del sur descubrió que su amo esperaba en el desierto al sur[6].

Las Sombras del Escarabajo 2

Al llegar a las dunas se encontró con recuerdos del pasado. Un camello sacrificado, hombres enterrados en la arena, hienas salvajes y huellas recientes. El rastro lo guió hasta un pequeño altar en honor a Taharqa, y, al voltear, Kauab. Ya no el pequeño niño de hace diez años sino un hombre, un hombre con un hambre voraz de venganza[6].

Las Sombras del Escarabajo 5

Bayek reencontrándose con Kauab.

Las palabras no servían para hacerle entender la verdad, los crímenes que su padre cometió, el chico solo quería pelear.

Aunque Kauab se había convertido en un peleador formidable, los años de experiencia jugaron a favor de Bayek. Sintiéndose vacío, el perdedor pidió morir para estar de vuelta con su padre. En lugar de eso, su contrincante le ofreció otro modo de hallar la redención uniéndose a los Ocultos.

Las Sombras del Escarabajo 12

"Ahora... eres un Oculto".

Recordándole que su padre no era quien decía ser, Bayek le ofreció un nuevo propósito. "¿Oyes el viento en la arena? El desierto nos llama a veces. ¿Contestarás su llamada o dejarás que te lleve?". Sin nada que perder, Kauab vio que no estaba tan solo como creía, y decidió unirse a la Hermandad, su nueva familia[6].

Capturados[]

Rodeados y en llamas[]

Con los tenientes muertos, Bayek se dirigió al despacho de los Ocultos para informar a Tahira. Su compañera estaba preocupada, aunque en las calles se hablaba cada vez más de la rebelión Gamilat estaba usando a los civiles como carne de cañón, aprovechando la muerte de inocentes para ganar adeptos.

Sin embargo, no hubo tiempo para responder. Otro Oculto, Kashta, entró rápidamente para avisar de que estaban incendiando el lugar.

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Antes de poder llegar a la salida el lugar se volvió un horno y una viga cayó sobre Tahira. Sus compañeros hicieron un esfuerzo por liberarla, Bayek alzando el madero y Kashta cargándola. El medjay quedó atrás, ahogándose con el humo, y de pronto todo quedó en negro, un soldado romano le había noqueado[7].

Crucificado[]
No hay cadenas irrompibles 3

Bajo el sol del atardecer varias cruces se alzaban, y Bayek en una de ellas. Con una lanza, el soldado delante de él se burlaba mientras se compañero vigilaba distraído. De pronto un cuchillo cayó sobre una de las cuerdas, liberando su brazo derecho. El romano intentó atacar pero el temor le entorpeció, a lo que el Oculto aprovechó para quitarle su arma y devolvérsela contra su garganta.

El otro soldado tardó un par de segundos en reaccionar pero apenas desenfundó su espada y una sombra se puso detrás de él clavándole su hoja oculta. Se trataba de nada más y nada menos que Amunet[7].

El final de un Oculto[]

Sorprendido por la visita, Bayek descubrió que sus maniobras habían hecho eco en Roma, quizá demasiado. Vestido y con sus armas listas, se dispuso a rescatar a Tahira y Kashta que estaban recluidos en el fuerte Clostra. Por su parte Amunet vigilaría el perímetro.

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La muerte de Tahira.

Pero aunque consiguió rescatarlos, Tahira no logró resistir a sus heridas. Los romanos la habían quemado y torturado. Dolido, Bayek vio cómo una de sus primeras hermanas partía a la Duat. "No dejes que el credo se pierda" fueron sus últimas palabras.

Furioso, Kashta clamó venganza por su hermana pero Amunet le encomendó otra tarea, buscar un lugar de descanso para Tahira. Los otros dos acabarían con Rufio[7].

El general Rufio[]

A diferencia de sus tenientes, Rufio no se arriesgaría a poner un pie en el Sinaí, dejaría que otros hicieran el trabajo sucio por él. El incendio del despacho de los Ocultos era una prueba. Otro grupo de soldados atacó y prendió fuego a una aldea entera hasta que Bayek y Amunet llegaron para hacerles frente[8].

Para la supervivencia de la Hermandad del Sinaí era necesaria la muerte del general por lo que Bayek se dirigió hasta su octarreme en Arsínoe.

Sic Semper Tyrannis 3

"Podrás matarme, pero no podrás con todos".

Y así fue. En medio de la noche Rufio murió a manos del encapuchado. Sin embargo este aceptó con gusto su destino pues su muerte era solo una jugada más en el gran tablero. Bayek, ante tamaña verdad, entendió que también debían establecer una orden duradera[8].

Luego de confirmar la muerte de su objetivo fue a contárselo a Amunet.

Gamilat[]

La decepción[]

En los restos de la aldea atacada, Bayek comprendió que su guerra no tendría fin, siempre habría otro general romano que matar, otro tirano que derrocar. Amunet no le quitó razón pero señaló un problema más urgente: Gamilat. No solo estaban empezando a idolatrarlo sino que además estaba valiéndose de las masacres para sacrificar inocentes y acrecentar sus filas[9].

Aunque en un inicio no lo quiso aceptar, el Oculto comprendió que debía poner un alto a sus acciones. Acompañado de Amunet fue hasta el campamento rebelde donde le dijeron que había ido a cazar cerca del oasis.

Sic Semper Tyrannis 8

En efecto, Gamilat estaba en la cantera hundida. Cuando Bayek le encaró por sus tácticas, el líder nabateo insistió en que era necesario un sacrificio menor para obtener la libertad de todos. Pero el encapuchado no permitiría más inocentes muertos. Gamilat entonces, manteniendo su orgullo, aceptó el desafío[9].

Esa misma noche murió. Antes de morir, Bayek le hizo entrar en razón con una frase, "Está la libertad y está la vida de los inocentes. Ambas deben pesar lo mismo en la balanza".

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Gamilat muriendo delante de Bayek.

En sus últimos segundos, Gamilat comprendió lo que su pasión por la causa le había impedido ver y aceptó su muerte. Gracias a su sacrificio el credo de la Hermandad determinó uno de sus principios: "Desde este día, ningún Oculto alzará su espada contra un inocente. Así quedará escrito".

"Y que los Ocultos perduren hasta el fin del tiempo" fue la respuesta final de Gamilat. Entonces, expiró[9].

Una Hermandad eterna[]

La noticia de la muerte del líder de los rebeldes nabateos se esparció rápidamente, aun así Bayek se preguntaba si habían hecho lo correcto.

El bien común 11

En el nuevo escondite de los Ocultos al norte de Arsínoe, los fundadores dieron un discurso en el que dejaron claro que su mensaje debía persistir en el tiempo. El credo y sus preceptos debían expandirse del Sinaí a Petra, de ahí a Judea y luego a todo el mundo conocido. La Hermandad resurgiría de las cenizas.

El bien común 16

Con un futuro seguro para los Ocultos en el Sinaí, Amunet debía partir a Roma. "Hecho hecho bien" le dijo a Bayek y compartió unos segundos a su lado, porque ambos sabían que su amor seguía ardiendo por dentro[9].

Cuando ella se fue, Bayek miró al horizonte. Una gran tarea le esperaba[9].

La maldición de los faraones[]

La piedra de Seth-Anat[]

Avistamientos[]

Alrededor del año 34 a. e. c., Bayek observó a una mujer pregonando acerca de supuestos avistamientos sobrenaturales en Tebas que involucraban extrañas luces. Recordando su experiencia con el orbe de Siwa decidió investigar[10].

Mientras cabalgaba en el desierto de Desheret observó rayos provenir de la tumba de Seth-Anat, al tiempo que extrañas figuras de olor putrefacto intentaban atacarle.

El camello de Parh

Dentro del yacimiento encontró a un hombre lisiado que, según dijo, estaba buscando al ejército perdido de Cambises. Al ver un objeto brillante detrás de varios cadáveres y tomarlo, había despertado su furia. Su camello huyó mientras le atacaban llevando la piedra consigo. Bayek intentó llevar al sujeto a un lugar seguro pero este insistió en que debía encontrar al animal.

El camello[]
Pobre camello

"El camello. ¿Qué le están haciendo?".

Cuando halló al camello, vio una escena cruel. Estaba muerto, rodeado de personas orando alrededor de una luz que apuntaba al cielo. El encapuchado tomó la piedra y de pronto aquellas personas se cubrieron de llamas e intentaron matarlo.

De pronto, en unos minutos, todo volvió a la normalidad. Había sido una visión[10].

¿Fin de la maldición?[]
Bayek devuelve la piedra

Al regresar a la tumba se percató de que Parh no estaba, había desaparecido. Dispuesto a terminar con los avistamientos, Bayek colocó la piedra en su lugar pero en cuanto lo hizo se vio rodeado de más fantasmas del ejército de Cambises.

Más espectros

Peleando con todas sus fuerzas el Oculto intentó salir del lugar pero los espectros eran cada vez más, y el templo parecía desmoronarse. Finalmente cayó inconsciente por sus heridas[10].

Cuando despertó estaba en casa ajena. Una mujer le contó que fue encontrado deambulando en el desierto, y mencionó los rumores de Tebas que asustaban a todos.

Tras vestirse, Bayek partió con el objetivo de descubrir qué había detrás[10].

Bienvenido a Tebas[]

La sombra del faraón[]

Paralelamente llegó una carta de Amunet informando que gracias a un mensajero había descubierto la existencia de un artefacto en el Alto Egipto. Esperando resolver el enigma le encomendó visitar a Merti, una conocida suya que vivía cerca a Luxor.

Al desembarcar fue interceptado por un muchacho pelirrojo que ofrecía sus servicios aunque Bayek no le dio mucha importancia. A lo que sí prestó atención fue a una aparición en una calle cercana: un ente muy parecido a Nefertiti aterrorizó a los ciudadanos y mató a dos guardias con suma facilidad.

Bienvenido a Tebas 1

La sombra del faraón apareciendo frente a Bayek.

Impactado por lo que había visto, se dispuso a enfrentar a esa cosa.

No solo guardias cayeron bajo las cuchillas de ese espectro sino también ciudadanos. En cuanto la desterró Bayek sabía que el portador del artefacto lo estaba usando para invocar a los muertos.

Los rumores[]

Cuando llegó, el Oculto se percató de la presencia del mismo pelirrojo que vio en el puerto y que a cambio de una moneda le prometió no revelar a nadie su identidad. Merti por su parte no habló hasta que recibió el paquete de parte de Amunet, entonces reveló que los rumores sugerían que la maldición había surgido porque alguien robó una reliquia de la tumba de un faraón.

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Bayek con Merti en el templo de Luxor.

En Tebas existía un gran mercado negro por lo que le sugirió preguntar a los mercaderes cerca del muelle y si tenía más dudas podría visitar a Isidora, la esposa de Amón. Merti prometió que ese mismo día se iría de Tebas debido a lo que estaba sucediendo.

Investigando el mercado negro[]

El mercader[]

Si alguien había robado una reliquia de un faraón, alguien debía conocer al ladrón, creía Bayek. Muchos prometían baratijas y objetos raros en el mercado pero un hombre llamado Siamón prometía tener lo mejor de lo mejor. En cuanto el encapuchado preguntó por alguna reliquia de las tumbas el mercader le pidió acompañarlo a un lugar más alejado.

Aquello no sería más que una trampa pues después de cruzar unas calles tres matones rodearon a Bayek, que los venció sin problema[11]. Molesto por la jugarreta, volvió a preguntarle si sabía algo. Temiendo por su vida, Siamón mencionó que un tal Irsu organizaría una subasta y que podría conseguir una entrada de una historiadora llamada Tahemet.

La historiadora[]
No hay honor en Tebas 2

Bayek buscando a Tahemet.

Como dijo Siamón, la mujer se hallaba jugando en un tejado cercano. Bayek llegó justo a tiempo para salvarla pues había perdido ante un soldado y no quería pagar. Curiosamente ahí también estaba el pelirrojo, Sutekh, rogando por obtener la entrada.

Luego de ser salvada de una buena paliza, Tahemet aceptó a regañadientes darle su entrada como agradecimiento; además le advirtió que en la subasta Irsu vendería un objeto tomado de la tumba de Nefertiti, seguramente la causa de la maldición[11].

Antes de marcharse señaló que la entrada estaba en su villa cerca de la entrada a Karnak y le deseó suerte.

Al llegar entendió por qué la mujer hizo eso: su casa estaba repleta de objetos curiosos y la entrada se hallaba en una sala oculta. Por fortuna para el Oculto pudo descubrir la forma de entrar.

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Bayek encontrando la entrada a la subasta.

Antes de encontrar la entrada pudo leer algunos pergaminos que revelaban que Tahemet había estado investigado el origen de la maldición y su relación con Nefertiti y Akenatón, fundadores de una nueva religión, queridos por algunos y considerados herejes por otros[11].

Al fijarse en el símbolo de la entrada lo primero que le vino a la mente fue el orbe de Siwa. Esa no era buena señal.

El culto al sol[]

Las granjas[]

En el templo de Karnak, una mujer se encontraba realizando un ritual en su honor. Se trataba de Isidora, la denominada esposa del Oculto. Bayek acudió en busca de información sobre la maldición y aunque la mujer creía que todo era obra del mismo dios como castigo a los saqueadores y profanadores, Bayek insistió en que debían hacer algo. Entonces le sugirió visitar unas granjas en las que rondaba una sombra del faraón sin lastimar a los civiles[12].

Atón se alza 3

Bayek hablando con un niño justo cuando adoraba al Atón.

Tras investigar la zona descubrió que los pobladores estaban realizando ceremonias al dios sol. No a Ra sino al Atón. Un pequeño señaló que un hombre llamado Djehuty les enseñó así a protegerse de la maldición, pero desde que había sido secuestrado se sentían desamparados. Esperando que aquel hombre supiera algo, el encapuchado partió a rescatarlo.

El sacerdote[]

El campamento de los bandidos estaba en un desierto cercano, no fue difícil ubicarlo. Atado sobre unos amuletos de Amón-Ra, el sacerdote era retenido con temor a que provocase la ira de Akenatón. A pesar de ello Bayek consiguió liberarlo y lo guió de vuelta a las granjas.

En efecto, Djehuty señaló que los matones lo secuestraron para evitar que continuase con sus ceremonias. Agradecido por la ayuda, el hombre le prometió contar todo lo que sabía sobre el faraón después de una ceremonia esa misma noche. Los animales estaban muriendo y los pobladores esperaban aplacar lo que ellos creían era la ira del hijo del Atón[12].

La ceremonia[]

Bayek encendió algunas pilas de heno para quemar los cadáveres malolientes y esperó hasta la puesta de sol. En la oscuridad, Dhejuty exclamaba proclamas en honor a Akenatón y el disco solar; mientras tanto el encapuchado colocaba trozos de sílice en unas estatuillas alrededor de una torre. Finalmente encendieron una bola de paja que representaba al Atón y los asistentes la adoraron.

Atón se alza 5

En un rincón, el sacerdote le explicó que en una biblioteca había dos pergaminos sobre el faraón hereje pero solo los hombres de Ticón tenían permiso para entrar. Al medjay no le pareció un problema y se marchó, aliviado de haber terminado al fin con aquella ceremonia[12].

La biblioteca y el templo[]

En efecto, el Archivo de Tebas albergaba una estatua que señalaba a una estantería. Tras librarse de algunos matones, Bayek leyó el pergamino descubriendo una mención a cierto templo dedicado al Hereje, aunque según los hombres de Ticón no era más que un mito.

Sin embargo la clave para encontrarlo estaba en el propio texto. En las afueras del santuario de Akenatón, un rayo de luz iluminaba cierto lago señalando, a vista de todos, la entrada al templo. Bayek se sumergió en las aguas y tras unos maderos accedió a una habitación con varias inscripciones en memoria del faraón; pero lo que más llamó su atención fue una estatuilla que lo representaba sosteniendo una reliquia[12].

Si ese era el caso, alguien había tomado el artefacto e iniciado la maldición. Decidido a buscar un modo de apaciguar a Akenatón, partió para informar a Isidora.

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Bayek intentando demostrar que la maldición no era obra de Amón.

Convencerla no fue sencillo. Como esposa de Amón, se negó a creer que lo sucedido no fuera obra de un dios furioso pero al ver el cadáver de una de sus subordinadas, inocente de cualquier delito, tuvo que tomar una decisión. Si querían calmar al Hereje necesitaban una mota de polvo de alguna estatua suya, pero Ticón las había saqueado todas.

Bayek entonces partió a plantarle cara en el templo de Hatshepsut. Antes de desearle suerte, la sacerdotisa preguntó qué haría con el que tomó la reliquia. El silencio del Oculto y su mirada firme dijo más que mil palabras[12].

La subasta[]

Al llegar a la subasta de Irsu, el encapuchado descubrió a varios hombres muertos y otros luchando entre sí. En el centro, donde debía estar la reliquia, se hallaba una manzana mordida. Bayek reconoció que el ladrón tenía gracia.

Analizando la escena pudo reconstruir los hechos: la subasta se frustró ante la llegada de varios guardias. En el camino alguien tomó la reliquia, mientras los mercaderes eran apresados y llevados en barca a la otra orilla, donde el santuario de Hatshepsut. Ese era el camino que el Oculto debía seguir[13].

Bayek descubre una red de ladrones de tumbas y un comercio prolífico de tesoros robados del Valle de los Reyes. Bayek establece una subasta donde se guarda la reliquia. Bayek busca el consejo de Isidora, la gran sacerdotisa. Aunque cree que la maldición es la voluntad de Amón, ella le informa de un culto que adora al Faraón hereje. Bayek encontró la conexión entre Atón y la reliquia. Vuelve con Isidora para demostrar que la maldición no es la voluntad de Amón.

Entradas en la base de datos[]

Assassin's Creed: Rebellion[]

El último medjay

Bayek era un bereber egipcio, nacido y criado en el oasis de Siwa a finales de la era ptolemaica, en el siglo I a. e. c. Fue el último medjay, los protectores del antiguo reino de Egipto, y marido de Aya, con quien fundó la organización de los Ocultos.
Bayek, un padre dedicado y un marido atento, creía fuertemente en la tradición egipcia, aunque eso no impidió que tuviese una mente abierta y acogiese a extraños.

Cuando unos miembros de la siniestra Orden de los Antiguos llegaron a Siwa y exigieron acceder a la cámara cerrada que había bajo el templo de Amón, la vida de Bayek quedó destrozada por el asesinato sin sentido de su hijo. La muerte provocó que Aya y Bayek se separasen. Este se embarcó en una misión de venganza para dar caza a los enmascarados uno por uno.
Sin embargo, la motivación de Bayek fue evolucionando hacia una lucha por el bien en sí mismo, y por ello se enfrentó a la Orden de los Antiguos para defender la justicia y el bienestar de la población.

La ética y la moral personales de Bayek se basaban en un fuerte sentido de la responsabilidad y el deber de proteger a aquellos que no podían defenderse solos. Bayek y Aya dieron forma a la organización de los Ocultos sobre la base de este sistema ético y la devoción a la justicia. Este grupo acabaría convirtiéndose en la Hermandad de los Asesinos.

Personalidad y rasgos[]

Antes de la muerte de su hijo, Khemu, Bayek era un padre y esposo cariñoso y afectuoso, así como un protector obediente de su hogar en Siwa. Poseía una naturaleza despreocupada y jovial, así como un fuerte sentido de responsabilidad y deber para aquellos que necesitaban protección. También era muy religioso, a menudo enseñaba a su hijo sobre los dioses y cómo formaban la vida cotidiana dentro del reino.

Después de la muerte de Khemu, el enfoque en la vida de Bayek se centró en la búsqueda de aquellos que eran responsables; juró no descansar hasta que todos los involucrados hubieran pagado con sus vidas. A pesar de que su prioridad era la eliminación de la Orden de los Antiguos, Bayek no dudaría en detenerse para ayudar a los necesitados, demostrando que todavía se tomaba en serio su papel de Medjay y protector de los inocentes.

Mientras mantenía su naturaleza amigable con amigos cercanos y personas en las que confiaba, era igualmente frío y despiadado con aquellos a quienes consideraba enemigos. Bayek no mostró ninguna simpatía hacia los que se aprovechaban de los débiles e indefensos, especialmente los niños inocentes. Aunque se vio obligado a matar a los miembros de la Orden, Bayek no fue incapaz de simpatizar con sus objetivos o sentirse culpable por sus acciones. El hecho de saber que Khaliset había perdido a su hija hizo que Bayek sintiera empatía y se apiadara de ella, lo que lo llevó a rezar para que Khaliset se rencontrara con su hija en el más allá. Más tarde aún, Bayek se disculpó con remordimiento ante Kauab, hijo de Taharqa, después de que él había asesinado a su padre.

Aunque Bayek estaba muy orgulloso de su patria y siguió la antigua fe y las tradiciones de su país, no tenía prejuicios contra los extraños y su cultura y simplemente deseaba que los egipcios y los no egipcios coexistieran como iguales.

Después de formar los Ocultos, Bayek llegó a considerar a sus miembros como su nueva familia y haría todo lo posible para proteger y aconsejar a sus miembros. Los que Bayek considerara dignos de unirse a los Ocultos también recibirían su guía; cuando Shaqilat atacó a una barcaza de esclavos para liberar a varios niños capturados, Bayek le aconsejó que luchar sola contra los esclavistas no lograría mucho, pero que luchar junto a una hermandad sí lo haría.

Equipo y habilidades[]

Como Medjay, Bayek era un guerrero altamente capacitado y entrenado en las artes del combate, era capaz de enfrentarse a múltiples oponentes simultáneamente. Bayek fue capaz de manejar una variedad de armas que van desde khopesh, espadas, arcos, lanzas, hachas y escudos utilizados para su protección.

Un maestro del sigilo, Bayek pudo usar varios escondites para asesinar silenciosamente a sus objetivos sin ser detectado y también pudo utilizar el follaje de los arbustos para mantenerse oculto de sus enemigos. También demostró ser hábil en el uso de la Hoja oculta que lo ayudó en hacer asesinatos silenciosos.

Un experto en parkour, Bayek fue capaz de escalar las grandes pirámides de Egipto y el faro de Alejandría, así como elementos naturales con relativa facilidad. También demostró ser un buen nadador mientras buscaba en las ruinas de los templos submarinos y era capaz de aguantar la respiración durante un período de tiempo relativamente largo.

Después de haber sido entrenado por Kensa, Bayek era un hábil cazador, capaz de matar a varios animales, desde serpientes, hipopótamos y cocodrilos.

Bayek compartió una relación simbiótica con su águila, Senu, que lo ayudó en el reconocimiento gracias a su Visión de águila. A diferencia de los Asesinos posteriores como Altaïr Ibn-La'Ahad, Ezio Auditore da Firenze y Desmond Miles, la Visión de águila de Bayek era mucho más literal en el sentido de que activar la habilidad le permitía ver a través de los ojos de Senu.

Curiosidades[]

  • Bayek es un juego de palabras jeroglíficas para "halcón" o "buitre". Esto se mantiene en la tradición de que los nombres de los protagonistas se asocien con aves.
  • Bayek posee una pequeña cicatriz en el labio superior, una característica que comparte con Asesinos posteriores como Altaïr Ibn-La'Ahad, Ezio Auditore da Firenze, Aveline de Grandpré y Desmond Miles.
  • Junto con Io:nhiòte, Bayek es una de las dos personas conocidas dotadas de Visión de águila que muestra la capacidad de ver telepáticamente a través de los ojos de los animales, en su caso águilas.
  • Bayek es, cronológicamente, el primer protagonista de la saga en tener el dedo anular cortado por el uso de la Hoja oculta, una tradición que más tarde pasaría a demostrar su lealtad al Credo en la Hermandad Asesina hasta la Hermandad levantina.
    • Sin embargo, a diferencia de estos futuros Asesinos, la eliminación del dedo de Bayek fue un error que ocurrió mientras Bayek estaba asesinando a Eudoro, como resultado de su inexperiencia con el arma y la resistencia que Eudoro dio contra Bayek.

Apariciones[]

Galería[]

Fuentes y/o referencias[]

  1. 1,0 1,1 1,2 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - La tierra de la turquesa
  2. 2,0 2,1 2,2 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - La ascensión de Shaqilat
  3. 3,0 3,1 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - Donde mueren los esclavos
  4. 4,0 4,1 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - Las Murallas del gobernante
  5. 5,0 5,1 Assassin's Creed Origins: Los ocultos - El sol del atardecer
  6. 6,0 6,1 6,2 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - Sombras del Escarabajo
  7. 7,0 7,1 7,2 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - No hay cadenas irrompibles
  8. 8,0 8,1 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - Sic Semper Tyrannis
  9. 9,0 9,1 9,2 9,3 9,4 Assassin's Creed Origins: Los Ocultos - El bien común
  10. 10,0 10,1 10,2 10,3 Assassin's Creed: Origins - Luces entre las dunas
  11. 11,0 11,1 11,2 Assassin's Creed Origins: La maldición de los faraones - No hay honor en Tebas
  12. 12,0 12,1 12,2 12,3 12,4 Assassin's Creed Origins: La maldición de los faraones - Atón se alza
  13. Assassin's Creed Origins: La maldición de los faraones - La Graciosa

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