Hagia Sophia, también conocida como Santa Sofía era una basílica situada en el Distrito Imperial de la ciudad de Constantinopla durante el siglo XVI. Actualmente, no es un lugar de culto oficial, sino un museo.
Donde ahora está Santa Sofía antes había dos iglesias más antiguas que fueron destruidas a los cien años de ser erigidas. Pero el tercer edificio construido por el emperador Justiniano en el siglo VI, era una obra maestra construida para perdurar, y durante casi mil años fue la catedral más grande de toda la Cristiandad, tanto en Oriente como en Occidente.
Después de la conquista otomana de Constantinopla en 1453, el sultán Mehmed no tardó en convertir la iglesia en mezquita – “Ayasofya Camii” – pero como veneraba el edificio y su impresionante historia, apenas modificó su estructura y sus contenidos. Los cuatro minaretes que rodean el perímetro se añadieron a lo largo del siglo posterior a la conquista.
Entre sus paredes fue enterrado el asesino Ishak Pasha, que dio muerte a Vlad “El empalador” Tepes. En el año 1511 y después de encontrar todas las páginas del diario de este asesino, Ezio Auditore da Firenze logró encontrar su tumba y llevarse de allí su armadura.