Barry Finnegan fue una irlandés que vivió en Nueva York durante el Siglo XVIII. El y su esposa Cassidy Finnegan tenían un hijo que iba a convertirse en un agente de los Templarios, aunque él nunca dijo a sus padres de la existencia de la Orden; el hijo de los Finnegan murió bajo circunstancias desconocidas antes de 1756.
En algún momento entre finales 1755 y 1756, los Finnegan le hicieron un favor al Teniente Coronel George Monro que era cuidar a Shay Cormac, un individuo gravemente herido. Mientras que Shay se recuperaba en la casa de los Finnegan, él logro agarrar cariño a los Finnegan llegándolos incluso a defender de unos pandilleros cuando irrumpieron en la casa de los Finnegan.
Después de que los bandidos huyeron, Cassidy entregó a Shay ropa de su hijo, mientras que Barry había entregaba las armas que habían encontrado los hombres de Monro cuando Shay se caño, después de los hechos ocurridos en la granja Davenport. Vestidos de civil y armados, Shay salió a las calles para eliminar la sede de los pandilleros en la zona y luego volvió a la casa de los Finnegan. Monro estaba con los Finnegan y enfrente de ellos Monro le pidió a Shay unirse a su orden.
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