Assassin’s Creed: Project Legacy era un juego de Facebook que fue lanzado el 30 de septiembre de 2010 con el set de memorias “Las Guerras Italianas”.
Los jugadores eran reclutados para el Proyecto Legacy de Industrias Abstergo, que consiste en revivir la memoria genética de otras personas a través de una máquina conocida como el DDS (Data Dump Scanner). Presumiblemente, el DDS es similar a un Animus, pero siendo capaz de permitir a una persona revivir los recuerdos de alguien que no es su ancestro.
Hubieron tres set de memorias disponibles: “Guerras Italianas”, “Roma” (publicado el 15 de noviembre de 2010) y “Vacaciones” (lanzado el 22 de diciembre 2010). El cuarto set de memorias, “Ciencia Divina” (publicado el 4 de julio de 2011) fue puesto a disposición fuera de la DDS por Erudito – la interfaz de DDS todavía indicando que el set saldría “próximamente”.
En Assassin's Creed: Revelations, un dossier de Abstergo explicaba que el Proyecto Legacy se encontraba actualmente suspendido debido a problemas de seguridad. La razón fue la misteriosa desaparición de Anson Peake, el gerente del Proyecto Legacy. El 15 de mayo de 2013, Facebook eliminó el juego porque ya no cumplía con sus Términos de Servicio para las aplicaciones de Facebook.
Secuencias de Memorias[]
Las Guerras Italianas[]
Capítulo 1 - Bartolomeo d'Alviano[]
- Ubicación: La Batalla de Agnadello
- Periodo de Tiempo: 1509
- Sujeto: Bartolomeo d'Alviano
Bienvenido al programa DDS, permanece inmóvil mientras sincronizamos tu primera misión.
En el año 1509, la Batalla de Agnadello fue un golpe devastador para el ejercito veneciano. Vas a revivirla a través de los ojos y la mente de uno de sus capitanes: Bartolomeo d'Alviano. Informa de cualquier anomalía que encuentres.Desafío a la Muerte[]
El mundo sangra mientras lucho por abrir los ojos. A lo lejos se oyen gritos de dolor y el chocar de los aceros. He caído en combate. El enemigo me ignora: me han dado por muerto. ¡Pronto lo estaré si no actúo!
Primeros Auxilios[]
Cuando apoyo mi peso en una pierna mi cuerpo tiembla. Me han apuñalado al menos dos veces, y la herida de la ceja no me deja ver. Debo curar mis heridas si no quiero desangrarme.
- Es solo un jirón, pero bastará.
- Esto debería detener la hemorragia.
- Está sucio, pero no puedo ser escrupuloso.
- Esto tendrá que bastar.
- ¡Eso escuece!
- ¡He contenido la hemorragia! Me quito el yelmo roto y me vendo la herida de la cabeza con los jirones de un estandarte enemigo.
Punto de Reunión[]
Estoy rodeado de condotieros que flotan en el lodo. La caballería francesa ha matado o ahuyentado a casi todos. Debo reunir a los supervivientes.
- ¡Conmigo, Hermanos!
- ¡Venid, aún no nos han matado!
- ¿Pensáis jugar todo el día en el barro? ¡Venid conmigo!
- Hemos sobrevivido a cosas peores.
- ¡Arriba! Ya lameréis vuestras heridas después.
- Mi gente ha sido apaleada, pero no vencida. Está sedienta de sangre. ¡Como yo!
Herramientas[]
Bianca, mi amada espada, está enterrada en el lodo. Volveré a buscarla, pero de momento tendré que conformarme con un arma inferior.
- Lo siento, pero tú ya no necesitas esto.
- He entrenado con armas mejores que esta. Aun así, me la llevo.
- Si la hoja está afilada, me servirá.
- ¡Antes del anochecer derramaré sangre francesa!
- No está tan mal.
- Entre muertos y moribundos, he reunido un pequeño arsenal. Blando una espada en cada mano y tengo los bolsillos llenos de sorpresas por si me atacan.
Las Tornas Cambian[]
Los tres destacamentos que nos vencieron aún patrullan los alrededores de Agnadello. Tras derrotarnos, se olvidaron de nosotros. ¡Hoy, los muertos vuelven a la vida!
Escaramuza[]
¡Atacamos a la patrulla norte! Ha debido parecerles como si hubiéramos resucitado del lodo. Hemos cargado oleada tras oleada, blandiendo nuestras armas.
- Al levantar el arma, mi enemigo expone sus costillas. ¡Un error fatal!
- Este intenta esquivar. Golpeo su espada. Uno de mis hombres le destripará mientras intenta recobrar el equilibrio.
- Una patada en la ingle derriba en el barro a mi siguiente víctima. Tres de nosotros le acuchillan por la espalda.
- Este no es más que un crío. Lástima, pero no hay piedad en el campo de batalla.
- Me abalanzo sobre mi enemigo. Aguanto, pero él no. La empuñadura de mi daga sale del barro como la cruz de una tumba.
- ¡Victoria! Hemos perdido hombres, pero la patrulla enemiga ha caído. Saquemos todo el equipo que podamos y nos vamos.
La Treta[]
Fingiendo rendirnos, algunos nos acercamos a la patrulla oeste de la caballería. El grueso de nuestras tropas aguarda en el viñedo para flanquearla.
- Sospechan algo. Les distraigo suplicando por la vida de mis hombres.
- Intento sobornarlos. Tierra, dinero, mujeres: lo que sea para que no aparten la vista de mí.
- Mis hombres se acercan sigilosos mientras distraigo al enemigo.
- Nos ordenan que tiremos las armas al suelo. Lo hacemos. ¡Pronto tendremos más donde elegir!
- Tengo que mantenerlos ocupados unos segundos más.
- Cuando se percatan del engaño, mis hombres están casi sobre ellos. Intentan dar la vuelta con sus caballos, pero chocan unos con otros, y pronto acabamos con ellos.
Inversión de Papeles[]
Con los corceles del enemigo y las armas que les hemos robado, cargamos contra la patrulla que queda. Sus piqueros matarán algunos caballos, pero tenemos suficientes.
- Un soldado clava su pica en el cuello del caballo que galopa a mi lado y derriba a su jinete. ¡Me revuelvo para pisotearle!
- Empuño la espada que llevo junto a la silla y me abro paso entre los enemigos.
- Dos franceses intentan huir, pero no podemos dejar supervivientes. Hago una seña a mis hombres, y éstos los abaten.
- Una pica engancha mi silla y casi me derriba. Agarro el asta y embisto hacia delante, dejando sin resuello a mi atacante.
- El terreno está empapado y a nuestros caballos les cuesta maniobrar, así que los sacamos del terreno de combate y luego volvemos a cargar.
- ¡Hemos acabado con la última patrulla! Ignoramos si la guarnición de Agnadello ha oído los ruidos del combate: creemos que la fuerte tormenta los ha tapado.
Luchar por la Aldea[]
Los aldeanos vagan aturdidos por las calles, aunque el enemigo ha dejado Agnadello. Pero Luis no abandonará su trofeo. Hay que prepararse para otro ataque.
Lucha contra Incendios[]
Una parte de Agnadello aún arde. Han evacuado a casi todos los habitantes, pero queremos lograr su confianza. Les ayudaremos a controlar el fuego.
- Los aldeanos nos traen cubos y nos dicen dónde llenarlos.
- Por cada foco que apagamos, aparece uno nuevo.
- El calor es casi insoportable, pero eso no disuade a mis mercenarios.
- Las llamas se extienden a otro edificio, pero los aldeanos las extinguen antes de que aumenten.
- Se derrumba la estructura abrasada de un edificio. Mis hombres esquivan hábilmente los rescoldos.
- Hemos sofocado el fuego. Muchos aldeanos no tienen hogar, pero son una comunidad muy unida. Cuidarán unos de otros. Nos hemos granjeado valiosos aliados.
Pidiendo Suministros[]
Los aldeanos temen represalias por ayudarnos, pero les obligamos a que nos consigan víveres. Les prometemos defender Agnadello.
- Los aldeanos nos traen más víveres y les ofrezco mi gratitud.
- Están acostumbrados a trabajar duro en los viñedos. No nos decepcionan.
- Mientras nos ayudan, los aldeanos no dejan de mirarnos con recelo. Están asustados.
- Unos aldeanos nos han traído víveres de sus propios hogares. Prometo recompensarles cuando ganemos la batalla.
- Esta gente se ha sacrificado para ayudarnos. No lo olvidaremos.
- Agnadello no es una aldea grande, pero con la ayuda de su gente hemos logrado reforzar las provisiones.
Alistamiento[]
Varios aldeanos ansían luchar a nuestro lado. Algunos son veteranos; la guerra acabó hace tiempo. Otros son jóvenes y desean luchar contra los invasores. No rechazamos a nadie.
- Sus cicatrices me dicen que conoce la batalla.
- Este está lisiado, pero me asegura que puede cabalgar. Acepto.
- Se alistan un padre y un hijo. Percibo el orgullo del uno por el otro.
- He combatido a algunos de estos hombres bajo distintas banderas, pero no importa. Ahora somos aliados.
- Algunos aprendices están muy consternados. Mis hombres les animan por haberse unido y ellos se sienten mejor. Su moral se eleva.
- Hemos logrado aumentar nuestro ejército con la buena gente de Agnadello. Creen que lucharán, y puede que lo hagan, pero pretendemos que los franceses crean que tenemos refuerzos de mi primo.
Fraguando el Futuro[]
Los herreros locales nos han ofrecido sus fraguas. Trabajan toda la noche para suministrarnos más armas antes de que vuelvan los franceses.
- ¡Excelente calidad! A veces he pagado por hojas peores.
- Mis hombres prueban cuán equilibradas son las armas. ¡Perfecto!
- Algunos mercenarios han pedido ciertas características para sus armas. Los herreros se impacientan, pero cumplen.
- Un herrero me pide sonriente que pruebe la hoja que me ha hecho. Me impresiona, pero a él no. Me pide que la devuelva y sigue retocándola.
- Nos maravilla la eficiencia de los artesanos de la aldea.
- Cambiamos las hojas rotas por otras más sólidas forjadas por los diestros herreros de Agnadello.
¡Alto![]
Nos hemos pertrechado lo mejor posible, pero la tormenta ha llegado. El ejército de Luis XII ha vuelto. ¡Necesitábamos más tiempo! La caballería enemiga arrasa las calles de Agnadello. Esperamos el ataque.
- Los aldeanos alistados mantienen las posiciones, pero los arqueros enemigos pronto los aniquilan.
- He descabalgado a media docena de hombres, pero da igual. ¡Agnadello está infestada de enemigos!
- Me atacan una y otra vez. Lucho por mantenerme en pie.
- Grito órdenes a mis hombres, pero no me oyen. ¡Esta lucha es un caos!
- Envío a mis mercenarios más aguerridos y los aplastan al instante.
- De nuevo derramo mi propia sangre. Los cadáveres de mis Hermanos se esparcen por la ciudad. Un muro infinito de enemigos me bloquea la huida. Su jefe ríe. Mientras me encadena, le miro a la cara. La conozco muy bien.
Capítulo 2 - Francesco Vecellio[]
- Ubicación: Lonigo, Italia
- Período de Tiempo: 1510
- Sujeto: Francesco Vecellio
Quizás sientas algunas molestias durante la sincronización, es normal, no olvides mantener la concentración.
La historia fecha la muerte de Nicolás di Pitigliano en Lonigo, Italia en el año 1510. Nuestros datos corroboran estos hechos, pero hay que analizar y profundizar en las circunstancias de su muerte. Toma notas e informa de tus hallazgos.A la Caza[]
Mi objetivo es viejo y no sospecha nada. Pronto morirá de viejo… si yo lo permito. Estoy aquí para enviar un mensaje a sus aliados. Debo estudiar sus rutinas y sus puntos débiles, y sembrar la discordia en su comunidad.
De Boca en Boca[]
A menudo, la mejor forma de obtener información es simplemente pasear. Elijo las calles más transitadas de Lonigo y sigo el deambular de la multitud, sin llamar la atención, pero lo bastante cerca para entreoír las conversaciones.
- Escucho a un grupo de campesinos que tienen una disputa de lindes con Nicolás. Veo que le sobran enemigos.
- No tengo información específica, pero la gente parece muy nerviosa. Quizá pueda usar eso en mi provecho.
- Cuando el volumen de las voces sube, la gente cree que eso tapa sus conversaciones. Escucho.
- Los guardias de Nicolás se burlan de él fuera de servicio. Interesante.
- Una pareja discute sobre Nicolás. Confirmo un rumor y me escabullo antes de que se vuelvan. La paranoia alimenta los chismorreos.
- Tras un día de pasear entre la gente, capto el pulso de Lonigo. No solo comprendo cómo piensa el pueblo, sino cómo se mueve. Estoy un paso más cerca de atrapar a mi presa.
Tabernario[]
Cuando un veterano deja atrás sus días de gloria, a veces intenta revivirlos comiendo, bebiendo y alardeando de sus victorias en una taberna. Aprenderé mucho de mi objetivo visitando sus lugares favoritos.
- La gente de esta taberna se ríe de los increíbles relatos de Nicolás, y no hace más que encontrar fallos en ellos.
- Los guardias de Nicolás frecuentan este lugar. Les lleno las copas, y ellos acaban hablando.
- Me permito unas cuantas copas, no tantas como para aturdirme. El dueño me cuenta las hazañas de borracho de Nicolás.
- Me siento con una criada de Nicolás. Intenta cambiar de tema, pero me las arreglo para sonsacarle información.
- Invento un apasionante relato sobre las proezas de Nicolás. La gente protesta y me hace ver las contradicciones de mi historia.
- Los vecinos de Lonigo están hartos de los excesos de Nicolás. Mis visitas a sus tabernas favoritas me han permitido conseguir información y aliados.
Detención[]
Nicolás ha estado recibiendo mensajeros de Roma. Se mueven entre las sombras, casi siempre sin guardias: presas fáciles para mí. Si se niegan a brindarme la información que quiero, tengo técnicas para hacerles hablar.
- Este correo es testarudo, pero si le rompo un hueso seguro que habla.
- Me cuesta darle caza, pero he memorizado los callejones de Lonigo. Cuando le atrapo, no tarda en revelar su mensaje.
- Este correo me desafía, así que pongo mi hoja en su cuello, y habla.
- Demuestro mis conocimientos de anatomía con el cuchillo. El correo me cuenta todo lo que sabe.
- Mi víctima se niega a hablar pese a mis esfuerzos. Le mato con rapidez y saco información de sus pertenencias.
- Nicolás de Pitigliano no ha abandonado el juego. La información obtenida de sus correos tiene implicaciones muy preocupantes.
Canto de Sirena[]
Mi objetivo pasa las noches con una dama caprichosa en cada brazo. Las usa para sentirse joven. Sin duda estas cortesanas conocen secretos que a él le gustaría enterrar.
- Por suerte, a esta mujer le interesa más el dinero que la discreción.
- He descubierto un detalle fascinante, aunque desagradable.
- Sospechaba que los vicios de Nicolás podían ser raros, pero estos superan incluso mi imaginación.
- Parece que el cariño de esta mujer por Nicolás es sincero. Soy cauteloso. Sus reacciones me dicen lo que quiero saber.
- Nos reímos cuando ella describe los… problemas de Nicolás.
- He descubierto viles detalles de la vida privada de Nicolás. Vienen bien para mis planes, pero pasaré años tratando de borrarlos de mi memoria.
Hasta el Último Detalle[]
Mi orden se enorgullece de su precisión. Debo estudiar la conducta de mi objetivo antes de atacar, y tener un plan de huida. No hay lugar para el error.
- Enmascarado entre los movimientos de la multitud, estudio las entradas y salidas de Nicolás. Anoto el número de guardias que le acompañan y el tipo de armas que llevan.
- Desde un tejado, veo llegar a los invitados de Nicolás: cortesanas, correos, nobles y granujas. Suelen venir de uno en uno, pero a veces llegan en grupos muy nutridos.
- Estudio las puertas y ventanas de la casa de mi objetivo. Si decido matarle aquí, debo estar preparado para cualquier sorpresa.
- Sigo a Nicolás y sus guardias cuando van al mercado. Tomo nota de lo que compra y de quién se lo vende.
- Pongo a prueba a los guardias de Nicolás tirándoles piedras o dando voces. Estudio su forma de actuar cuando se mueven para investigar, y mido el tiempo que tardan en dejar la caza.
- Confío en que ya puedo predecir los movimientos diarios de Nicolás, e intuyo cómo reaccionarán sus guardias ante un ataque. Pronto me aprovecharé de esta información.
Cebo y Trampa[]
Mi trabajo no es solo matar a mi objetivo, sino destruir su influencia sobre Lonigo. Le despojaré de su poder, profanaré su nombre y haré que su legado muera con él.
Política[]
Los políticos de Lonigo han ignorado, falsificado e intervenido para cubrir a Nicolás. Sin duda recurre a ellos ahora que he puesto a la ciudad en su contra. Encontrará sus oficinas vacías.
- Este me amenaza, pero en cuanto se da cuenta de a qué me dedico, empieza a suplicar.
- Despacho a mi víctima desde un tejado cercano. ¡Un disparo perfecto!
- Lucha por hablar mientras aprieto la cuerda en su cuello. No me interesa lo que quiere decir.
- Ofrece dinero por su vida. Previsible. Como su huida al comprender que no aceptaré su soborno.
- Este político tiene cierta habilidad en la esgrima, pero a la primera estocada que falla le ensarto.
- He cortado todo lazo poderoso al que Nicolás podría recurrir, pero me arriesgo a exponerme si me demoro mucho. Debo atacar pronto.
Asesinato de Personaje[]
La gente de Lonigo ya está indignada con Nicolás. ¡Es hora de darles rienda suelta! Mis ayudantes esparcirán rumores y acusaciones contra él e incitarán a la violencia.
- Se dice por ahí que Nicolás siente una atracción no muy sana por su caballo. ¡Debe estar furioso!
- Los trabajadores del mercado echan a los hombres de Nicolás. Éstos protestan, pero los ciudadanos los superan en número.
- Nicolás ha sido tildado de traidor. Seguro que intentará refutar la acusación, pero ambos sabemos que no es solo un rumor.
- Hay gente congregada ante la casa de Nicolás, exigiendo respuestas. No las tendrán, evidentemente.
- Soborno a varias personas para que proclamen por un día mi propia versión de los hechos.
- La opinión pública es ahora un campo de batalla. Concentrado en este nuevo frente, Nicolás no se esperará mi ataque.
Tasas Eclesiásticas[]
Han sobornado a la “Iglesia” de Lonigo para declarar herejes a los enemigos de Nicolás, condenándoles a juicios injustos y a la ejecución. Éstos no son “hombres de Dios”, sino hombres que se creen dioses. Les demostraré que son mortales.
- Llama a sus guardias antes que a su dios. Dudo que este cura corrupto crea siquiera lo que él predica.
- Una iglesia ofrece falsa seguridad. Termino con uno de mis objetivos a plena vista.
- Encuentro a un sacerdote recogiendo documentos que condenan a una joven a la horca. Le estrangulo con la soga y él muere pataleando.
- Un cura me habla como si fuese de los suyos, sin darse cuenta de que mi hábito es un disfraz. Enseguida le silencio.
- Procuro no derramar sangre. Esta iglesia aún pertenece al pueblo de Lonigo.
- La Iglesia puede ser más poderosa que la ley, así que me retiro en cuanto hago mi trabajo. Espero que los sustitutos de los hombres que he matado sirvan a su congregación con honradez.
Donde más Duele[]
Nicolás usa sirvientes para hacer casi todas sus compras en Lonigo. No repara en gastos, así que sus hombres llevan grandes sumas de dinero. Creo que les daré un uso mejor… y también contrataré ayudantes.
- Mis aprendices vuelven con las armas ensangrentadas y las bolsas llenas.
Un ataque provechoso. ¡Nicolás sentirá este aguijón!
- Sospecho que mis reclutas sisan la mayor parte del dinero que obtienen. Supongo que se lo han ganado.
- Un trabajo sucio: casi arrestan a mis hombres. Por suerte, han tenido éxito.
- Me asombra la cantidad de dinero con la que Nicolás despacha a sus hombres. Cree que son intocables.
- Aunque solo tenemos una pequeña porción de los ingresos de Nicolás, hemos conseguido preocuparle. Ahora está nervioso, y eso hará que cometa errores.
Sin Salida[]
¡Nicolás planea huir de mi trampa! Está sacando de Lonigo convoyes con sus posesiones más valiosas. No será fácil apoderarse de ellos, pero pago bien a mis hombres.
- El convoy sucumbe al fuego de desgaste de mis arqueros. Hay, sobre todo, ropas. Dejo a mi gente que coja lo que quiera y vendo lo demás.
- Sacamos un convoy cargado de pinturas y estatuas. Algunos sugieren venderlas, pero me niego. Hay que proteger estas obras de arte.
- Mis hombres casi pierden la batalla por uno de los convoyes, pero merece la pena: ¡hoy cenarán bien!
- Nicolás trata de sacar de Lonigo a sus parientes, pero se los devolvemos. No quiero hacer daño a su familia, pero debe saber que ya no tiene el control.
- Mis hombres no están entrenados, pero doblan en número a los jinetes de Nicolás, y se apoderan de un convoy.
- Hemos vigilado bien: ni un solo convoy de Nicolás ha logrado escapar. Además, hemos conseguido fondos para costear mis planes.
Prueba de Sangre[]
Con el entorno de Nicolás en su contra, utilizará cualquier recurso para asegurar su supervivencia, y yo usaré todos los míos para darle caza.
Bloqueo[]
Debo explorar todas las salidas de la mansión de Nicolás. Si intenta huir, podré anticipar cualquier movimiento suyo y adecuar mi estrategia rápidamente.
- Sello varias de las ventanas cerradas desde fuera.
- Ato cuerdas en el umbral de varias puertas. Quien las atraviese tropezará con ellas.
- Derramo un frasco de aceite en las escaleras. Un truco burdo, pero eficaz.
- Apago varias luces por el perímetro de la mansión. Sé moverme en la oscuridad, pero mi objetivo no.
- Cuelgo unas ropas de Nicolás de los árboles que hay por su patio. De noche, puede confundirlas con Asesinos agazapados y elegir otra ruta.
- He reducido mucho las opciones de Nicolás para huir. Parece excesivo, pero soy un detallista.
Control de Masas[]
He dicho a mis hombres que acudan a la puerta principal de la mansión de Nicolás, para congregar una multitud. Eso distraerá a la mayoría de los guardias de Nicolás.
- ¡El grupo aumenta! Los gritos airados atraen cada vez a más gente.
- Alguien observa a la multitud desde una ventana alta. ¿Nicolás?
- Lanzan frutas contra la fachada de la mansión. Saben que no habrá represalias. ¡Son demasiados!
- Varios guardias privados de Nicolás avanzan hacia la multitud. Veo indicios de violencia cuando les empujan. No salen de ahí.
- Los guardias se adelantan y disparan sus arcabuces al aire. La multitud retrocede, pero no se dispersa.
- He bloqueado toda posible huida por la entrada de la mansión. Muchos guardias estarán muy ocupados con el gentío para ayudar a Nicolás.
Profesionales[]
La mayoría de mis esbirros son rufianes y ladrones. Pediré a mi orden que se una a mí y reduzca el número de guardias de Nicolás. Enviaré un mensaje cifrado por paloma mensajera. Ella sabrá adónde volar.
- Ya he matado antes con este, hace muchos años.
- Este feroz Asesino fue corsario berberisco. Es perfecto para mi plan.
- Llega un condotiero. Sé que no es de mi orden, pero ha trabajado antes con nosotros. Confío en él sin reservas.
- Llegan dos Asesinos con la cara cubierta. Deben de ser nuevos en la orden; si estás bien entrenado, no necesitas la máscara.
- Se me ha unido uno de mis estudiantes. Será una buena lección para él, si es que sobrevive.
- He pedido a mi Orden que me ayude mientras acabo con la vida de Nicolás. Saben que debo matar solo, pero intentarán que los guardias no interfieran.
Eficacia Cruel[]
Nicolás ha reunido a sus guardias tras la mansión. Pretende huir de Lonigo. Mis Hermanos se deslizarán entre la gente y matarán a todos los que puedan.
- Uno de mis Hermanos lanza una bomba de humo a la multitud. ¡La guardia se dispersa!
- Dos asesinos atacan en equipo. Sus hojas se saludan mientras atraviesan a sus víctimas.
- Oigo el silbido de cuchillos cruzando el aire y caen tres guardias.
- Los guardias se gritan unos a otros, confusos. Uno no termina la frase.
- Apenas atisbo a mis Hermanos mientras se mueven entre la multitud.
- Los guardias están ocupados. Voy a entrar en la mansión. Sin duda habrá más guardias dentro, pero podré con ellos yo solo.
En la Guarida[]
He entrado en la mansión. El ruido exterior es tremendo, pero oigo varias voces dentro. Debo andar con cuidado en busca de mi presa.
- Veo un grupo de guardias rebuscando en los armarios de Nicolás. Cogerán su paga a toda costa y pronto le abandonarán.
- Se han reunido varios hombres cerca de la entrada. Discuten cómo sacarán a Nicolás de la mansión sano y salvo. No está con ellos.
- Oigo la voz de Nicolás en el piso de arriba.
- Me escondo entre las sombras de una alcoba, y los guardias pasan de largo. Pendientes de la masacre de ahí fuera, no se detienen a investigar.
- Mientras entro en la mansión, me fijo en cada ventana y cómo se alinean por fuera. Estudio las cerraduras de las puertas y planeo mi ruta de escape.
- Nicolás está en el piso superior. Deduzco que muchos de sus guardias se han ido. Me oculto un instante para concluir mi estrategia antes de actuar.
Pasando por Muerto[]
¡Debería estar muerto! El Asesino clavó la hoja con saña, y aun así respiro. ¡El Sudario! Sabía que él lo encontraría, pero aun siento su presencia. Lo oigo en mi mente.
La Voz de la Razón[]
Solo es un susurro en mi cabeza, pero debo actuar. Habla en una lengua que no entiendo, pero intuyo lo que significa. “LEVÁNTATE”, me pide. Lo intento, pero mis heridas son muy graves.
- “TU DOLOR ES PASAJERO. IGNÓRALO.”
- “CONCÉNTRATE. CIERRA TUS HERIDAS.”
- “ABRE LOS OJOS. DORMIR ES MORIR.”
- “NO CREAS EN TU FRAGILIDAD.”
- “ACÉRCATE.”
- Me arrastro por las tablas bajo mi mesa y hago palanca para levantarlas. Cuando lo veo, mi mente se ilumina.
Blanco[]
Al tocar el artefacto, mi mundo queda envuelto en una luz brillante. ¿He muerto? ¿Podría ser…? ¡No, tengo que despertarme!
- Extiendo los brazos y los veo estirarse hacia el vacío.
- ¡Ojos dentro de los ojos! ¡Un mar infinito de percepción! ¡Deja de mirar! ¡Por favor, no mires!
- Mi lengua capta un viento juguetón, se desenrolla como una cinta roja, ondea en el cielo y yo sonrío.
- Alcanzo el blanco y me mancho las manos. Observo cómo recorre mis venas.
- Intento cerrar los ojos, pero tengo uno.
- Sacudo la cabeza y la estancia vuelve a la normalidad. ¡Me muevo otra vez! El dolor es brutal, pero he rejuvenecido. Cojo el artefacto.
Resultados[]
¡Mi mansión está ardiendo! ¡Tengo que salir de aquí! Espero que el gentío se haya dispersado ahí fuera.
- Me tropiezo con dos de mis guardias. ¡Les han rajado el cuello!
- No se puede pasar por el hueco: han caído escombros ardiendo desde arriba. No sé si me quedan fuerzas para encontrar otra salida.
- Me tiemblan los dedos. Casi se me cae el artefacto; lo sujetaré bajo el brazo.
- El vestíbulo está a oscuras. Avanzo a tientas palpando la pared, mientras cruzo los dedos.
- Tanteo una ventana, pero está cerrada desde fuera.
- Respiro hondo al dejarme caer sobre la hierba. ¿Adónde iré? Aunque lograse huir de Lonigo, no sobreviviría a un viaje a otra ciudad. Salvo que…
Efectos Secundarios[]
No tengo elección. Sea cual sea el poder de esto, debo intentar desatarlo. Me envuelvo en el Sudario.
- Empiezo a vomitar. Poco al principio, pero ya es rojo y expulso mis entrañas con violencia.
- ¡Demasiado! Miles de voces gritando a la vez. ¡Mi cabeza no aguanta más!
- Mi cuerpo se retuerce. Los músculos se tensan más de lo que es posible y noto mis huesos romperse.
- ¡Siento el poder del Sudario! ¡Me está destrozando! ¡No puedo controlarlo!
- Ya no tengo el control sobre mi cuerpo. Se reconfigura como requieren las voces.
- He dejado de respirar. No veo por un ojo, y el otro va enfocando cada vez peor. Veo que el Asesino se acerca. “Qué asco”, dice mientras retira el Sudario de mi cuerpo moribundo. ¿Cómo? ¿Cómo lo sabía?
Capítulo 3 - Mario Auditore[]
- Ubicación: Monteriggioni, Italia
- Período de Tiempo: 1454
- Sujeto: Mario Auditore
Estamos sincronizando la DDS, por tu seguridad avisa si sufres hemorragias nasales, vértigo, nauseas o alucinaciones.
Las murallas de Monteriggioni soportaron largos años los ataques de las codiciosas tropas de Florencia, resistieron el asedio bajo el mando de la familia Auditore, analizaras las memorias de Mario Auditore que lucho para mantener a salvo la ciudad a mitad del siglo XV.Ingenio[]
Las murallas de Monteriggioni han resistido por largo tiempo a sus atacantes. Que Florencia ataque cuando quiera, estaremos preparados.
Los Huertos Públicos[]
Cuidamos los campos y comerciamos con nuestros vecinos, pero vemos las ventajas de cultivar la comida dentro de los muros de la ciudad. Aunque nos asedien, no moriremos de hambre.
- No entiendo mucho de plantas, pero los jardineros parecen contentos con lo que están logrando este año.
- Los granjeros traen estiércol de nuestros caballos y lo mezclan con la tierra. No me gusta el olor, pero me aseguran que es necesario.
- Los jardineros cavan pequeñas zanjas para canalizar y desviar el agua. Considero cómo esta táctica podría aplicarse al campo de batalla.
- Hoy me mancho las manos. Estoy plantando bulbos junto a las bellas damas que trabajan en estos huertos.
- Los jardineros me enseñan a usar sus herramientas y aprendo rápido. Al fin y al cabo, enseño técnicas con armas a mis soldados y no son tan diferentes.
- Una cosecha abundante. Tenemos excedentes de comida. Los venderemos a las aldeas vecinas.
Comercio de Madera[]
Los carpinteros cuentan con un suministro regular de madera para que la ciudad funcione. Si llegaran a asediarnos, contaríamos con su capacidad para construir con rapidez.
- Ofrezco mis brazos a los trabajadores para transportar madera por las calles y apilarla en el almacén.
- Les presto algunos soldados para transportar madera. Eso nos gana simpatías y ejercita a mis hombres.
- El trabajo no me asusta. Cojo un hacha y manos a la obra.
- Los carpinteros me enseñan canciones transmitidas de generación en generación. Nos reímos porque desafino mucho.
- Mientras trabajamos, hago sugerencias para fortificar Monteriggioni. Los carpinteros me escuchan con atención, pero también me refrenan cuando me paso de ambicioso.
- Hemos acumulado más que suficiente madera para resistir un ataque. Los artesanos tallan figuras con el exceso de madera y las venden a nuestros aliados.
Excavaciones[]
Importamos mucho mineral de la región, pero también contamos con una pequeña mina fuera de Monteriggioni. Un trabajo peligroso, pero comprendemos su importancia.
- Mis hombres me dicen que es muy peligroso entrar en la mina. Les miro con dureza y cambian de opinión.
- Cuando llegas a las profundidades de esa mina, no puedes evitar pensar en posibles catástrofes.
- El aire es escaso y el calor es casi insoportable, pero estos mineros no vacilan.
- Mis hombres usan herramientas viejas y peligrosas. Prometo cambiarlas.
- La mina lleva aquí más tiempo que yo. Me pregunto qué secretos enterraron aquí mis antepasados. Tal vez los busque en otra ocasión. Hoy he venido a trabajar.
- Con mejores herramientas y trabajadores motivados se consigue más mineral. Tenemos que aprovecharnos de nuestra buena suerte.
Habilidades[]
Monteriggioni no es nada sin sus habitantes, sus artesanos, sus guardias o sus pensadores. Procuro visitarles siempre que puedo, ayudarles en su trabajo y conocer sus habilidades, así como sus problemas.
Renacimiento[]
Nuestra ciudad es pequeña, pero vivimos en un renacimiento artístico. Nuestros pintores viajan para estudiar con grandes maestros y traer fama a Monteriggioni.
- Visito a un artista que pinta frescos en el techo de una iglesia. El tema de su pintura es la Crucifixión. Puedo sentir su fe en cada pincelada.
- Un pintor me pregunta si quiero encargarle un retrato. Le digo que en Monteriggioni hay modelos mucho más atractivos.
- Aunque nuestros pintores superan en número a nuestros escultores, éstos consiguen grandes beneficios por su trabajo.
- Aprovecho los contactos de mi hermano en Florencia para importar obras de arte. He creado una pequeña galería en la Villa, a la que acuden a estudiar los artistas de Monteriggioni.
- Invierto dinero en embellecer la ciudad. Aunque Monteriggioni está acostumbrada a la guerra, queremos que parezca un lugar acogedor.
- Protejo a los artistas, ya que pueden traer visitantes a la ciudad y mejorar su reputación. Conforme progresen en talento y renombre, tendremos mejor relación con otras ciudades.
Chicas Trabajadoras[]
Se suele subestimar a las cortesanas de Monteriggioni. Ejercen una enorme influencia en la política de la región. Aunque mi reputación se resiente si paso mucho tiempo con ellas, lo cierto es que tienen mucho que enseñarme.
- Discutimos sobre filosofía, y descubro que me superan. Aunque tengo conocimientos que no puedo compartir, sospecho que ellas también.
- Las cortesanas preguntan si mis soldados pueden protegerlas. Me doy cuenta de que no les preocupan los florentinos, sino algunas personas de Monteriggioni. Les pido una lista de nombres.
- Debo ser cauteloso con estas mujeres. Aunque son aliadas valiosas, sus halagos son una forma de conseguir poder.
- He aprendido a extraer información valiosa de sus chismorreos: la moral de mis soldados, tramas, traiciones, incluso datos sobre otras ciudades visitadas por estas cortesanas.
- Hablamos de astronomía. Las teorías que le han contado son ridículas, y se lo digo. No le hace ninguna gracia, pero se aguanta.
- Dejo a las cortesanas, incapaz de ocultar mi enorme sonrisa. La gente del pueblo murmurará. Da igual. No tienen en cuenta a uno de nuestros mejores recursos.
Carrera de Armas[]
Si vamos a seguir con nuestro desafío a los florentinos, debemos mantener armas y armaduras en buenas condiciones. No dejaré morir a mis hombres por racanearía.
- Observo cómo un herrero sigue planes importados para mejorar nuestra armadura. ¡Lo consigue! Me muero por probarla en el campo de batalla.
- Las armaduras de algunos de mis soldados están dañadas. Les digo que vayan a la fragua a repararlas.
- Llega mi turno en el yunque. El herrero admira mi fuerza, pero dice que me falta tacto. Le respondo que dicen lo mismo de mi tiempo en el campo de batalla.
- Estudiamos las picas que tanto éxito proporcionan a los suizos y trabajamos para mejorar las nuestras.
- Los herreros me proporcionan una gran remesa de equipo para llevar a mi Villa. Saben que lo utilizaré para entrenar a más soldados.
- Los herreros de Monteriggioni han vuelto a cumplir. Sé que mis soldados tendrán las mejores armas que podemos permitirnos.
Hombres de Guerra[]
Aunque intento involucrarme en todas las facetas de la ciudad, esta es la que conozco mejor: el combate. Sé que puedo tomar a un hombre que nunca ha empuñado un arma y prepararle para la peor de las batallas.
- Este se cree un espadachín, pese a que no ha recibido adiestramiento oficial. Le desarmo y se rinde al momento. Le digo que nosotros no nos rendimos: si perdemos una espada, le quitamos otra al enemigo.
- Me impresiona la habilidad de este estudiante. Ya ha servido en otro ejército. Tardará un tiempo en perder los viejos hábitos, pero lleva una cabeza de ventaja a los demás.
- Es importante tener buen humor al entrenar. Los estudiantes deben sentirse parte de nuestro ejército, no simples empleados.
- Hoy entrenamos con armas exóticas. No creo que las utilicemos en combate real, pero es bueno que mis hombres cambien de rutina.
- Espero inculcar en mis mercenarios espíritu de cuerpo. No quiero que se vayan con otro que les pague más.
- Una nueva tropa está lista para defender Monteriggioni. Les he enseñado a luchar como una familia y por nuestra familia. Que venga el enemigo, les digo, para ponernos a prueba en combate. ¡Me vitorean!
Solución de Problemas[]
En Abstergo no les va a hacer gracia que te enseñe esto, razón de más para que lo haga. ¿Por qué vuelven a centrarse en Monteriggioni? Creo que es porque nuestro amigo Mario tiene relación con uno de los artefactos. Quieren que te tropieces con algo, pero sin que sepas interpretarlo. Por suerte, yo también estoy vigilando – Erudito
- Mis Hermanos han llegado sigilosos. ¡Tenemos mucho que discutir!
- Hemos hecho una lista de objetivos. Cada muerte tendrá un efecto clave en el equilibrio de poder de Italia.
- Mis Hermanos traen noticias de las maniobras de los templarios. ¿Qué están planeando?
- Noticias de Roma. Está allí, pero a buen recaudo. ¡Hay que actuar!
- Esta noche voy a salir de la ciudad con mis Hermanos. Voy de caza.
- Aviso de seguridad: no vuelvas a visitar esta memoria. Se han producido intromisiones externas que la han dañado e inutilizado.
Medidas Defensivas[]
Hay que trabajar para que Monteriggioni esté preparado ante un ataque. Trazaremos un plan basado en nuestras observaciones y haremos que todo el mundo lo siga.
Recorriendo las Murallas[]
Entreno a mis mercenarios para que patrullen las murallas. Les enseño qué deben buscar en el horizonte, dónde deben ponerse en un ataque y cómo apuntar desde las alturas.
- A lo largo de la muralla hay un total de catorce torres. He asignado tres hombres a cada una para que el fuego sobre el enemigo sea más intenso.
- Muevo a mis hombres por la muralla. Deben estar listos para acudir rápidamente a los puntos débiles, por si el enemigo accede a ellos.
- Los arquitectos dicen que rebajar las torres puede ayudar a nuestras defensas, porque así podremos adquirir armas más potentes. Es una empresa considerable, pero la tendré en cuenta en el futuro.
- También les entreno para que vigilen el interior de la muralla. Los guardias pueden ver mejor lo que pasa abajo y responder con rapidez a cualquier problema.
- Paramos en cada torre para comprobar que no faltan suministros y que las armas están en perfecto estado.
- Confío en que, si nuestro frente cae, las defensas de las torres destruirán a cualquier fuerza que nos asedie.
Las Afueras[]
En la campiña más allá de los muros de Monteriggioni hay varias aldeas y caseríos. Nos brindan ventajas estratégicas, mas a cambio de un gran riesgo personal. Es importante trazar planes para protegerlos por si se desencadena la guerra.
- Visito una granja donde una familia de cuatro miembros cultiva los campos cercanos. Debemos buena parte de nuestra comida al empeño de esta familia. Les recuerdo que, cuando el enemigo avance, serán bienvenidos tras nuestras murallas.
- El fraile que atiende la iglesia cercana se niega a irse aunque tenga al enemigo a las puertas. No logro convencerle de que corre un gran peligro.
- Varios residentes de la granja aceptan vigilar cualquier señal de problemas. Les pago bien por su colaboración.
- Sitúo mercenarios en los caminos de la campiña, no solo para vigilar si hay problemas, sino para demostrar nuestro compromiso con los vecinos.
- Muchos jóvenes de estas aldeas se alistan para luchar por Monteriggioni. Respondo a sus preguntas y les animo a entrenar sus habilidades.
- Tras comprobar que protegemos a nuestros aliados, vuelvo a Monteriggioni. No sé si vivir extramuros es valentía o locura, pero es la decisión que han tomado.
Cría de Ganado[]
Todo mercenario conoce el valor de un caballo fiable y bien adiestrado. Cabalgar una montura que se espanta en plena batalla o pierde velocidad es un riesgo inaceptable.
- El caballerizo me guía en una breve visita, y me enseña las diferentes razas. Las hay robustas para trabajar, nervudas para viajar, y también están los valientes corceles que usamos para el combate.
- Me encanta dar de comer a los animales. Algunos de ellos morirán a nuestro lado, mientras que otros nos salvarán la vida.
- Me preocupa que nuestros establos estén extramuros. Si tenemos que retirarnos tras las murallas, le dejaremos todo nuestro ganado al enemigo. Pero es inevitable: los animales deben pastar.
- Mi propia yegua me ha servido bien, pero empieza a notar la edad: ya no se mueve con la agilidad de antaño. He empezado a buscarle un sustituto.
- Varios hombres me acompañan a los establos. Jinete y corcel deben acostumbrarse uno a otro antes de entrar en combate.
- Visitar los establos me ayuda a despejar la mente. Monteriggioni sigue criando los mejores caballos de la región.
Juego en la Sombra[]
La información es nuestro bien más preciado. Tenemos a varios espías que pasan más tiempo fuera de Monteriggioni que en casa. Son truhanes, políticos, charlatanes y tahúres.
- Enviamos a una de nuestras mejores cortesanas a Roma, donde intentará relacionarse con nobles influyentes e informarnos.
- He enviado a Forlì a dos artistas, hermano y hermana. Esperemos que se hagan amigos de otros artistas que hayan viajado más que ellos y, por tanto, posean información valiosa.
- He mandado un espía a Florencia. Mi hermano no lo aprobará, pero no pienso decírselo.
- Sospecho que alguien de nuestra comunidad comparte información con el enemigo. Encargo a uno de mis agentes que descubra quién es.
- Según un informe enviado por paloma mensajera, Florencia planea otro ataque. Debemos acelerar los preparativos.
- Nuestros espías han partido. Su misión es informarse de las maniobras del enemigo, pero la prioridad es que vuelven sanos y salvos.
Limpiando la Casa[]
Monterrigioni es un caos: robos, violencia, pillaje… En las calles, turbas enfurecidas se toman la justicia por su mano. Esto no es propio de nuestra apacible comunidad: sospecho que alguien nos está manipulando.
Calmando los Ánimos[]
Entre el caos, las familias se reúnen en multitudes, y se lanzan insultos… y muebles. Son buenas gentes, pero algo las ha alterado.
- Consigo que la multitud me preste atención, y hago lo posible por calmarla.
- “¡El crío me ha robado el collar!”, grita una mujer. “Yo no he sido”, dice él, “¡pero tú intentaste incendiar mi casa!”. Abro los brazos y me interpongo entre ellos.
- Mando soldados para que separen a las familias en conflicto.
- Cuando pierdo la paciencia levanto mucho la voz. Consigo acallar a ambas familias y las exhorto a entrar en razón.
- Nadie tiene pruebas de ninguna fechoría. Les insinúo que alguien se está aprovechando de una antigua rencilla.
- He logrado atajar las disputas. A regañadientes, las familias vuelven a sus hogares, pero no sé cuánto tiempo seguirán tranquilas.
Si no Puedes Vencerlos...[]
Hoy hemos pillado a unos ladrones que actuaban en la ciudad. Mis hombres querían escarmentarles, pero he intervenido. Quizá hallemos un uso mejor para esos bandidos.
- Este ladrón recibió instrucciones sobre a quién debía robar y dónde hacerlo, pero no llegó a conocer a su jefe.
- Un ladrón me advierte de que aquí hay mucha gente intentando desestabilizar Monteriggioni, pero no me da nombres.
- Uno de los cautivos logra soltarse, pero le detengo con la punta de mi hoja, así que acepta escucharme.
- Estos ladrones son jóvenes y temerarios, pero la vida en las calles ha desarrollado sus talentos. Van a trabajar duro para mejorar su actitud.
- Estos jóvenes no son de Monteriggioni. Alguien les ha pagado para que vengan.
- He conseguido unos hábiles aliados. Tampoco me fío mucho de ellos, y por eso tengo pensado soltarlos sobre alguna otra ciudad. Mas por ahora pueden serme útiles.
Lanzando la Red[]
Enviaré a todos los agentes disponibles para encontrar a ese agitador. Igual que las nubes anuncian la tormenta, un ataque interior puede anunciar un asedio.
- ¡Un golpe de suerte! El agitador sigue aquí…
- Ofrecemos dinero a cambio de información, y varios testigos nos venden sus historias. Es difícil distinguir la realidad de la ficción.
- Hemos oído varios nombres, pero uno se repite más que el resto.
- Quizá el agitador intente huir. Averiguará que los muros de Monteriggioni también sirven para evitar que la gente salga de la ciudad.
- Ya casi tenemos a la presa. ¡La emoción de la caza!
- Luciano Pezzati. Solo un nombre por ahora, pero sabemos que se oculta en Monteriggioni. ¡Le encontraremos!
Acorralado[]
Los hombres de Luciano Pezzati intentan impedir que nos acerquemos. Son mercenarios, no vulgares matones. ¡No va a ser fácil!
- El enemigo concentra sus asaltos, y ataca a mis soldados en grupos de tres. Algunos de mis hombres caen, pero los demás se adaptan a esta táctica.
- Hago una finta y mi adversario se traga el cebo. En un movimiento le degüello y me giro para encarar a otro enemigo que me ataca por detrás.
- Una flecha me pasa tan cerca que la pluma me roza la oreja. Señalo al arquero y mis hombres le neutralizan.
- Un piquero me mantiene a raya. Es un arma engorrosa, pero él la maneja de maravilla. Aferro la punta del arma y le inmovilizo mientras mis hombres le derriban.
- Un hombre de Luciano intenta huir, pero mis soldados se han criado en estas calles, y le interceptan sin problemas.
- Hay varios cuerpos tirados por la calle, de mis hombres y del enemigo. Hemos atraído a una multitud. Ahora Luciano es vulnerable: me encargaré de él.
Mano a Mano[]
Luciano se ha parapetado en la posada. Derribamos la puerta, y nos está esperando daga en mano. ¡Le necesito vivo! Digo a mis soldados que no se metan y desenvaino mi propio puñal.
- Ambos somos habilidosos con la hoja. Fintamos y bloqueamos, sin llegar a tocarnos.
- Hacemos círculos entre las mesas. Luciano me arroja una silla, y la esquivo por poco.
- Me provoca, diciéndome que la ciudad caerá en manos de Florencia.
- Cambio de táctica, y espero a que Luciano me ataque. Le hago un corte en los dedos. ¡Demasiado superficial! Tengo que desarmarle.
- Me ataca antes de que pueda reaccionar y se retira con la hoja ensangrentada. Me ha hecho un corte, pero no tan profundo como esperaba. ¡Eso no me frenará!
- Esquivo un ataque de Luciano y le clavo la daga en el hombro. Su brazo se retuerce y deja caer el arma, pero enseguida saca otra hoja con la mano izquierda. Pongo todo mi peso en el giro y le golpeo con la empuñadura en la sien. Mis hombres se lo llevan inconsciente a la Villa Auditore. ¡Pronto tendremos respuestas!
Aviso de Tormenta[]
El cautivo ha confirmado que un ejército de Florencia avanza hacia Monteriggioni. Y lo que es peor, están dirigidos por Federico da Montefeltro, uno de los condotieros más bravos de Italia. Descubrirán que estamos acostumbrados a los asedios. Me daré prisa para preparar a nuestras fuerzas.
Equipándose[]
Ordeno a mis soldados que tomen su equipo y me busquen en el campo de batalla. Hay mucho que hacer antes de que lleguen los florentinos, y no me pillarán desprevenido.
- Cada uno acude a un punto donde los asistentes le ayudan a ponerse la armadura. Yo prefiero luchar sin estorbos, pero algunos soldados llevan mucho hierro encima.
- Por fuera de la puerta principal, los herreros nos preparan las armas.
- Con nuestros colores, los caballos nos llevan al campo de batalla.
- Mis soldados están entrenados para manejar gran variedad de armas, pero les animo a que cada uno lleve al combate su arma favorita.
- Miro hacia las murallas y compruebo que los arqueros están listos en las torres.
- Paso revista con orgullo al ejército que tanto me ha costado entrenar y aprovisionar. Me he esforzado para que estos hombres sean amigos, y confío en ellos para evitar que Monteriggioni caiga en manos enemigas.
A Ciegas[]
Montefeltro envía una pequeña tropa de caballería ligera para explorar. Los interceptaremos para frustrar sus preparativos y debilitar su moral. Como era de esperar, no tardamos en encontrar a la patrulla.
- Patrullamos la campiña y descubrimos a más exploradores enemigos.
- Nos dividimos en grupos pequeños e intentamos rodear a los enemigos.
- Florencia está jugando fuerte, pero mantenemos el tipo.
- Nuestros caballos son más rápidos. Pronto alcanzamos a los suyos y matamos a los jinetes.
- Mis arqueros derriban a los exploradores de Florencia con una puntería pasmosa.
- Nuestro enemigo espera un informe que nunca llegará. Eso nos da más tiempo para prepararnos. ¡Debo volver rápido a Monteriggioni!
Escalada[]
Aunque cambiaremos las tácticas conforme avance el enemigo, debo dividir mis fuerzas. Cada unidad apoyará a las demás. ¡Trabajo en equipo!
- Envío a las murallas más soldados, para que derriben las escalas enemigas y, si alguien pone el pie en el adarve, defiendan a nuestros arqueros.
- Combino piqueros y ballesteros para detener las cargas del enemigo. Es muy difícil que la caballería rompa esta formación.
- Sitúo a mis mejores arqueros en las torres. Una ballesta resulta muy útil para un ejército bisoño, pero la habilidad con el arco largo es mucho mejor.
- Si el enemigo se acerca a la muralla, la caballería le atacará por un flanco. Los jinetes, con sus armaduras pesadas, arrollarán a la infantería de Montefeltro.
- La caballería ligera apoyará a la pesada. El enemigo intentará dividirnos en pequeñas escaramuzas donde vea que es más rápido que nosotros.
- Las defensas están listas para lo que nos envíe Florencia. Esta ciudad está hecha para la guerra: los muros de Monteriggioni derrotarán al enemigo.
La Arenga[]
Debo demostrar confianza en mis hombres. Esperan que les hable antes de la batalla, y lo haré. Apresto a mi corcel, bebo un trago y me dirijo hacia mis hombres, con la espada en alto.
- Hablo de una familia con lazos de lealtad, no de sangre. Cada hombre confía en el de al lado. ¡No hay eslabones débiles!
- Les recuerdo que Monteriggioni lleva más de 200 años rechazando ataques. ¡Con nosotros también resistirá!
- Levanto nuestro estandarte y galopo ante mis hombres, que me vitorean.
- Les insinúo que podemos deponer las armas y pedir clemencia a Montefeltro. Recibo silbidos y abucheos, y después carcajadas.
- Les digo que dejen la compasión para otro día. Hoy recordaremos a los florentinos que en Monteriggioni solo hallarán la muerte.
- Un comandante me dice que he pronunciado una de las mejores arengas de mi vida. No se lo discuto. ¡Los florentinos van a escuchar el rugido de mis tropas antes de divisarlas!
Capeando el Temporal[]
El frente del enemigo apunta hacia Monteriggioni. Nos han rodeado, y tratan de desmoralizarnos con mentiras. Amenazan con quemar los campos para que nos rindamos, pero van a conseguir lo contrario.
Lluvia de Acero[]
Ordeno que los arqueros disparen. La mayoría tienen buena puntería y elegirán sus blancos, pero empiezan por lanzar una lluvia de flechas sobre el enemigo.
- Los arqueros de vanguardia disparan sus flechas. Los florentinos hacen lo mismo. Ambos bandos perdemos muchos hombres.
- Conforme el enemigo avanza, mis tiradores escogen sus blancos. Es todo un arte identificar a los mejores soldados y matarlos, desgastando a la vez las fuerzas y la moral del enemigo.
- Mi vanguardia humilla a los florentinos. Por cada disparo de flecha que fallan, mis hombres dan dos veces en el blanco.
- Hemos perdido una torre ante los ballesteros enemigos. Montefeltro se da cuenta y envía dos escalas de asalto. *Ordeno a los arqueros de las torres contiguas que actúen, y ellos abaten a los invasores a mitad de la escalada.
- La caballería florentina ataca a mi vanguardia. Ordeno retirada y que los arqueros de las torres disparen. El enemigo interrumpe su ataque.
- Los campos que rodean Monteriggioni están sembrados de flechas. El enemigo ha sufrido graves daños, y los hombres y corceles caídos obstaculizan a los que cargan.
Tempestad[]
La caballería pesada aguarda órdenes en el centro, mientras que la ligera forma la retaguardia. En la batalla son las fuerzas más móviles, y pronto los florentinos descubrirán lo mortíferas que pueden llegar a ser.
- Lanzo a la caballería pesada. Forman una línea recta y destrozan una unidad de espadachines de Florencia.
- Mis jinetes atacan, pero los rechaza una densa formación de piqueros. Ordeno a los arqueros de vanguardia que arrasen el campo tras la caballería en retirada.
- Una fea refriega de infantería está abriendo hueco en mis defensas. Envío a la caballería ligera para rellenarlo.
- Los arqueros han derrotado a una unidad enemiga. No puedo dejar que escapen. Mando a la caballería ligera que los aniquile.
- Mi caballería ataca incansable: carga, retirada, carga, retirada. Estudio los puntos débiles para aprovechar cada oportunidad e infligir el máximo daño posible.
- ¡La táctica y la instrucción vencerán! Mis jinetes son los mejores que he mandado y hoy han demostrado ser letales.
Rompeolas[]
La infantería del centro de la formación sabe que es el eje central de nuestro ejército. Les ordeno que intercepten las cargas enemigas.
- Atacan a nuestros arqueros. Envío piqueros para que formen un cuadro a su alrededor. El enemigo no logra romperlo.
- Tres líneas de mi infantería resisten una carga de caballería. Los jinetes que no mueren empalados caen de sus monturas. Hay tres veces más infantería, entrenada para el choque. Los jinetes no tienen oportunidad.
- El enemigo rompe una formación de picas, pero mis mejores espadachines les están esperando detrás.
- Parte de mi infantería lanza una devastadora descarga de ballestas antes de flanquear a las fuerzas enemigas.
- Mis hombres no me decepcionan. Llevan años entrenándose, y están orgullosos de demostrarlo.
- Mi infantería es la que sufre más bajas. Son la segunda muralla de la ciudad, el baluarte entre nuestras familias y la tiranía. Sin ellos, Monteriggioni ya habría caído.
Operación Trueno[]
Los hombres de Montefeltro han montado dos fundíbulos. Hay que destruirlos rápidamente o derruirán los muros de Monteriggioni. ¡No deben abrir brecha!
- Los fundíbulos descargan sus piedras. Una pasa de largo, pero la otra golpea nuestra muralla con un crujido ensordecedor.
- Ordeno a los picapedreros de Monteriggioni que reparen los daños de la muralla. Los fundíbulos son muy precisos y volverán a golpearla. Por suerte, hay tiempo de actuar antes de que recarguen.
- Dirijo la carga de caballería. Llevamos antorchas y frascos de aceite. Los arqueros tratan de frenarnos, pero somos demasiado rápidos.
- Lanzo aceite sobre un fundíbulo y después arrojo la antorcha a su base.
- Arrollamos a los operarios del fundíbulo. Mis jinetes rechazan a los defensores mientras me encargo de la máquina.
- Dos columnas de humo señalan el lugar donde se alzaban los fundíbulos. ¡Ojalá desde Florencia vieran cuál es el resultado de su ambición! Pronto recibirán noticia de ello. Montefeltro debe estar furioso.
Ante Nuestras Narices[]
Luciano Pezatti ha confesado por qué Montefeltro asedia la ciudad. No estaba aquí por Monteriggioni. Buscaba lo que se oculta bajo la Villa, escondido por mis antepasados. Lo encontraremos.
Planos[]
Hay que encontrar qué buscan los florentinos: una reliquia, un tesoro, basura… He llamado a arquitectos e historiadores para resolver este misterio.
- En los diarios de los Auditore encontramos referencias vagas y mensajes enigmáticos. No logramos entenderlos.
- El arquitecto y yo estudiamos el trazado de los edificios de Monteriggioni y discutimos posibles escondrijos bajo cada uno de ellos.
- Debajo de la Villa hay secretos que mis ayudantes no hallarán en ningún archivo. Pero no creo que el enemigo esté tan interesado por nada que yo haya encontrado.
- La parroquia de Santa Maria Assunta parece un buen lugar donde investigar. Muchos templos esconden secretos de lo más tenebroso. Pasamos toda la tarde indagando, pero no conseguimos nada.
- Los Auditore tienen una cripta llena de secretos en Monteriggioni. Mi hermano Giovanni la exploró a conciencia de joven, y aunque sus hallazgos fueron… sorprendentes, no encontró ningún artefacto.
- ¡El pozo! En los archivos de los Auditore he descubierto que uno de mis antepasados hizo secar el viejo pozo y siguió excavando. Un acto sin sentido… a menos que ocultara algo.
Perdido y Encontrado[]
Traigo a mis soldados, y también a un minero, y bajamos por el viejo pozo. Pasaremos aquí todo el día si no hay más remedio. Creo que estamos sobre la pista.
- Han drenado casi toda el agua de este pozo. Busco marcas o mecanismos en el fondo. ¡Mis hombres creerán que estoy loco!
- Quedan andamios de madera de la excavación. Trepo por ellos para investigar las alturas de la cámara, pero no encuentro pistas.
- Mando callar a los hombres y espero. Durante un rato solo escuchamos. ¡Nada!
- Empujo las paredes, buscando salientes o piedras sueltas. No se mueve nada.
- No encuentro cuerdas ni restos de ningún mecanismo. Quizá no era más que un pozo…
- ¡Qué absurdo pensar que hallaríamos algo más que roca aquí abajo! Creo que hemos terminado… ¡Alto! La llama del minero se mueve al acercarse a la pared trasera. ¡Hay una cámara escondida! Empujamos la pared con todas nuestras fuerzas, y se mueve.
Cálida Bienvenida[]
Entramos en un estrecho vestíbulo. Hay tallas en las paredes y paneles en el suelo. Asombrado, el minero avanza, y un alambre de púas lo destroza. Tiramos de él, pero ya está muerto.
- Avanzo despacio por el corredor, barriendo a los lados con mi espada. Encuentro más alambre de púas y lo corto.
- ¡Una baldosa falsa! Me tambaleo, pero uno de mis guardias me agarra. Acerco la antorcha, pero no veo el fondo de la sima.
- Algunos hombres retroceden. No les culpo por ello.
- Empezamos a prever las trampas y desactivamos muchas antes de que actúen.
- ¡Esquivo por muy poco una flecha, que atraviesa el pecho del hombre que me sigue!
- ¡Lo encontramos! No es ningún tesoro, solo una caja de madera. Al avanzar, cometo un error: ¡un péndulo cae desde el techo! Intento esquivarlo, pero me alcanza en pleno ojo izquierdo. ¡Maldigo al arquitecto de esta cámara infernal!
Buscando Milagros[]
Una voz retumba en mi cráneo: “TU DOLOR ES PASAJERO. IGNÓRALO”. Mis hombres creen que lo que hay en la caja les sanará, pero les digo que no la abran. ¡Empuñan sus armas y me atacan!
- Les recuerdo que soy mejor espadachín, pero me atacan todos juntos.
- Los mantengo a raya a patadas y a cintarazos de plano. ¡Se niegan a entrar en razón!
- No guardaron este artefacto como si fuera un tesoro, sino que lo escondieron para que nadie lo viera. ¿Qué mal puede desencadenar?
- No tengo más remedio que abatir a dos de mis hombres para que no me derroten.
- Un hombre me empuja e intenta abrir la tapa. ¡Le doy una estocada en la espalda!
- ¡Qué cruel es este tesoro oculto entre las tinieblas! Tras ver cómo morían hombres a los que consideraba amigos, debo mirar dentro. ¡Debo saber! Pero no lo haré.
Fuerza de Voluntad[]
Sea lo que sea esta cosa, la quiero fuera de Monteriggioni. Mi hermano sabrá qué hacer con ella. Mientras salgo de la cámara con la caja, esta sigue hablándome. ¡No me rendiré!
- “QUÉDATE QUIETO”, me ordena. Me muevo más rápido.
- “DESPEJA TU MENTE.” No estoy seguro de que sea capaz de hacerlo después del día de hoy.
- “YO TE SANARÉ”, me promete. Mi herida ya ha dejado de sangrar. ¿Qué es esta cosa?
- Intenta aturdirme chillando dentro de mi cabeza, y casi lo consigue.
- La voz no parece ser hostil, pese a la urgencia de su tono. Quizá solo pretenda curarme, pero no voy a comprobarlo.
- Hecho. He escondido ese objeto maldito en la Villa. Pronto vendrá Giovanni para llevárselo de aquí. Ahora será problema de la hermandad, no mío.
Capítulo 4 - Perotto Calderon[]
- Ubicación: Roma, Italia
- Período de Tiempo: 1498
- Sujeto: Perotto Calderón
Mientras preparamos la sincronización, te haremos unas preguntas. Si encuentras dificultades para contestarlas, informa de ello. ¿Cómo te llamas? ¿Dónde vives? ¿En que año estamos?
Tenemos una ventana única para estudiar la vida y secretos de la infame familia Borgia. La DDS ha recuperado las memorias de uno de sus mensajeros de confianza, Perotto Calderon. Tu misión es descubrir qué fue lo que averiguó él.Todo Camino Lleva a Roma[]
Lucrecia Borgia vive en el convento de San Sixto mientras su padre, el Papa Alejandro VI ya está buscándole otro marido. Creen que soy un simple mensajero, y no sospechan que soy leal a su enemigo jurado.
Todo Oídos[]
Los Borgia son crueles y jactanciosos. Aunque me tortura escuchar en silencio sus perversos planes, sé que esta información beneficiará a mis Hermanos.
- César, hijo de Alejandro, muestra a su padre una lista de ejecuciones, y ambos ríen a carcajadas. Siento náuseas al reconocer algunos de los nombres.
- Hablan de Lucrecia como si fuera una propiedad que pueden vender para obtener más poder.
- Me reconforta oír que han perdido barcos por culpa de los piratas berberiscos, pero después me entero de que han propuesto un trato a los capitanes enemigos.
- ¡Tanta traición enmascarada tras la imagen impoluta de la Santa Iglesia! ¡Qué asco!
- Girolamo Savonarola ha sido ejecutado en Florencia. La noticia contraría a Alejandro. Parece que Savonarola tenía algo que querían, y ahora le han perdido la pista.
- ¡Un día provechoso en la guarida de los Borgia! Me voy tras descubrir varios tratos, engaños y planes que mi orden tratará de desbaratar.
Mascarada[]
Paso mucho tiempo en el convento, esperando las cartas de Lucrecia a su padre. Creo que ella preferiría no saber nada de él. Se ha refugiado aquí huyendo de su política, pero ambos sabemos que esto no durará.
- La oigo llorar mientras lee el mensaje de su padre. Me siento un poco responsable.
- Observo su rostro mientras lee. Me pilla mirándola, y aparto los ojos enseguida.
- Ya he leído el contenido de la carta: noticias de su ex marido, planes para sacarla del convento. Asuntos en los que ella preferiría no pensar.
- A ratos se muerde el labio, sin dejar de leer. Se me escapa una sonrisa.
- También me han ordenado abrir sus cartas, pero he dejado de hacerlo. En ellas no hay nada importante para nosotros.
- No me gusta engañar a Lucrecia, pero para mantenerme dentro del círculo de su padre debo fingir que soy un mensajero. Ojalá hallara la forma de salvarla de su familia, pero no es mi misión.
Cartas Revueltas[]
Como tengo acceso al sello de Alejandro y a sus cartas, paso mucho tiempo estudiando su correspondencia privada. Mis Hermanos suelen pedirme que falsifique cartas con la caligrafía del Papa, y lo hago.
- Renegocio uno de los tratos de Alejandro. ¡Es imposible que Francia acepte esta nueva oferta!
- Estos cumplidos son tan falsos que bien podrían ser insultos. ¡Voy a cambiarlos!
- Cambio un indulto por una condena. De todos modos, planeábamos asesinar a ese hombre.
- Jamás pagaría tanto por un mueble. Seguro que Alejandro tampoco, pero ahora ha aceptado.
- Escribo una carta de Alejandro a Lucrecia, con las cosas que una hija necesita oír de su padre. Él nunca las diría, así que decido quemarla.
- Mis actos no tardarán en llamar la atención de Alejandro y su hijo, pero me habré ido antes de que puedan seguirme la pista.
El Favor de la Dama[]
¡Soy un loco! He decidido seguir mi corazón, pues no puedo cruzarme de brazos mientras la familia de Lucrecia la arruina la vida. La mía tampoco valdrá nada si no estoy con ella.
Ella que lo Tiene Todo[]
Aunque he visto los valiosos regalos que envían a Lucrecia los aliados políticos de su familia, siento que debo encontrar algo digno de su belleza. Al fin y al cabo, soy hombre de recursos.
- Durante una de mis misiones, consigo un regalo muy caro. Me entretengo un rato limpiándolo de sangre.
- Como trabajo para el Papa, consigo que algunos de los regalos que le mandan acaben en manos de Lucrecia.
- Solo necesito un par de amenazas para conseguir un regalo que jamás habría podido pagar.
- Mis Hermanos y yo tenemos aliados entre los artesanos, así que me dan piezas magníficas a cambio de favores.
- Giulia me ayuda a encontrar un regalo que le encantará a Lucrecia. ¡Consigo el efecto esperado!
- Ignoro si aprecia los regalos en sí, pero sin duda valora los esfuerzos que hago por encontrarlos. No podríamos ser más diferentes, pero nos estamos encontrando a mitad de camino.
Casamentero[]
En los últimos meses, me he hecho amigo de Giulia, la camarera de Lucrecia. Mis Hermanos me eligieron por mi habilidad para el engaño, pero ella ve a través de mi disfraz, y me obliga a actuar.
- Giulia me cuenta que su señora habla bien de mí cuando no estoy delante.
- Me han invitado a cenar. Giulia ha cocinado para mí los platos favoritos de Lucrecia, y cuando terminamos me pregunta por ellos.
- Giulia me dice que Lucrecia está celosa de que pasemos tanto tiempo juntos. Nos reímos.
- Me sorprende cuánto sabe la camarera de la política romana y de su influencia en su señora. Se fija en cosas que incluso a mí se me escapan.
- Giulia me ha sugerido mejoras para impresionar a su señora. Se mete con mi peinado, los botones de mi ropa y el modo en que camino. Según ella, me muevo como un asesino en las sombras. ¡Qué sagacidad! Me alegro de tenerla de mi parte.
- Gracias a Giulia he descubierto cosas sobre Lucrecia que no habría descubierto por mí mismo. Cuanto más averiguo sobre ella, más me atrae. ¡Es un juego muy peligroso!
Primeras Impresiones[]
He decidido actuar ya. Presiento que Lucrecia espera que lo haga, pero si me equivoco… No, no debo pensar en ello. Sé que no dejaré de atormentarme si no lo hago.
- Tengo una lengua muy ágil, pero hoy me falla. Intento explicarle mis sentimientos y acabo confundiéndola. Al salir de la estancia, la oigo reír al otro lado de la puerta.
- Lucrecia se ha confiado conmigo, pidiéndome opinión sobre su ropa, leyéndome sus poemas favoritos y preguntándome por mis “aventuras” como mensajero. Le explico que hasta ahora la más emocionante ha sido visitarla.
- Me habla de su primer marido, Giovanni. No es asunto que me incumba, pero me alegra saber que era impotente. Me pregunta si me siento identificado con él y respondo que no puedo. Se sonroja.
- Llevo a Lucrecia de paseo por el convento. Al principio, mantiene las distancias. Sabe qué significa que la vean pasando el rato con alguien de mi clase social. Pero al final del paseo se acerca más a mí.
- Lucrecia y yo tratamos de ofendernos con los chistes más groseros. Me escandaliza que los suyos sean sobre religión, pero supongo que tiene lógica.
- Últimamente he pasado tanto tiempo con Lucrecia que he descuidado mi trabajo. Conozco la importancia de mi misión, pero cada día me cuesta más ocuparme de ella.
Tentando a la Suerte[]
¡Por fin estamos juntos! Ambos sabemos que esto no puede durar, pero por el momento no nos importa. Nos esconderemos de la realidad mientras podamos.
- Viajamos juntos, camuflados a ojos de la gente como una noble dama y su humilde correo. ¡El engaño es excitante!
- Aunque soy un asesino, me sorprende que Lucrecia esté tan dispuesta a derramar sangre: es su primera sugerencia ante cualquier problema. Supongo que le viene de familia.
- Estoy a punto de revelarle la verdad.
- ¡Eh, Abstergo debería cobrarte dinero por pasar esta memoria! -Erudito
- Lucrecia cree que nuestro secreto está a salvo. Ignora contra quién nos enfrentamos.
- ¡No nos rendiremos! Aunque la familia de Lucrecia y mi hermandad se oponen a nuestro amor, hallaremos la forma de huir.
Consecuencias[]
¡Lucrecia está embarazada! Es una complicación innecesaria. Nuestros secretos son cada vez menos secretos. Pronto tendremos que tratar con nuestras “familias”. Intentamos seguir a flote, pero me temo que pronto nos hundiremos.
Perfil Bajo[]
El peligro crece al mismo tiempo que la tripa de Lucrecia. Se oyen rumores desagradables, pero prefiero consentirlos y no involucrarme. Espero que no afecten demasiado a mi dama.
- Giulia y yo tratamos de mantener a Lucrecia escondida en el convento, pero ella es testaruda y suele escaparse. En cierto modo, sigue siendo una cría, y no entiende que corre peligro.
- Lucrecia cree que criaremos aquí a nuestro hijo, escondido del resto del mundo. A veces su entusiasmo casi me convence de que es posible.
- Giulia me pide que convenza a su señora de que busque una madre suplente para el niño. Sé que tiene razón, pero no puedo. Este niño será un vínculo irrompible entre nosotros.
- Incluso entre amigos, Giulia viste a Lucrecia con ropas holgadas para esconder la verdad.
- Es difícil mantener mi farsa entre los Borgia al mismo tiempo que cuido a Lucrecia. Tengo que dejarla sola semanas enteras, y siempre me pregunto si seguirá allí cuando vuelva.
- Nuestro hijo ha nacido, pero está medio muerto. Giulia ha traído a su hermano el médico para ayudarnos. Dice que el niño sufre una malformación y vivirá pocos días. Lucrecia está desolada. Temo que esto la mate a ella también. ¡Debo hallar la forma de salvarlos a ambos!
Bozal[]
Mis temores se han cumplido. Hemos recibido una amenaza y un chantaje. Este hombre cree que soy un vulgar mensajero. ¡Descubrirá que ha cometido un error fatal!
- He examinado a fondo el lugar de reunión. Este tipo es un novato. Ha escogido un callejón oscuro, sin testigos, y yo ya conozco todas las vías de escape posibles.
- ¡Vienen dos de sus amigos! Por suerte, yo he traído dos amigas: desenvaino mis hojas y clavo una en cada garganta.
- Comprendiendo su error, intenta escapar. Trepo fácilmente por el edificio y le tiendo una emboscada al otro lado.
- Intenta negociar conmigo, pero cuando decidió entrometerse en mis asuntos selló su destino. ¡No saldrá vivo!
- Usa tácticas callejeras para defenderse y me tira tierra, piedras, sus propios zapatos… No es una pelea, es un asesinato.
- Como siempre, me deshago del cuerpo y borro cualquier rastro que pueda haber dejado. He acabado con esta amenaza, pero habrá más. Debo investigar a sus allegados para saber a quién más se lo ha contado.
El Sustituto[]
En cierto modo, ya tengo un hijo. Es Francesco, uno de los miembros más jóvenes de la hermandad. Aunque es poco más que un crío, es un sustituto prometedor. Le han encargado llevar mis informes a la Orden, en el momento menos oportuno para mí.
- Al entrenarnos, compruebo que ha mejorado mucho durante el último año. Tan joven, y ya es rival para algunos de nuestros Hermanos.
- Hoy noto a Francesco raro, más bien cabizbajo. Le pregunto por qué y dice que se encuentra mal. ¿Será que sabe algo?
- Lucrecia sugiere que envenenemos a mi sustituto. ¡Manías de los Borgia!
- Le enseño tácticas a Francesco, que se horroriza de mi brutalidad. Para su desgracia, cree en el honor y el juego limpio. Algún día eso le va a costar un disgusto.
- Francesco me pregunta por Lucrecia. Eso me alarma, pero no lo demuestro. Le doy un informe rutinario de su correspondencia con Alejandro y nada más.
- Francesco le llevará a la Orden mi informe. ¿Entregará también el suyo? Jamás le haría daño, así que debo confiar en él y dejar que se vaya. No puedo hacer nada más.
Huida Desesperada[]
En este punto, no espero que mis hermanos me rescaten. ¿Volveré a ver a Lucrecia? Mi hijo sigue vivo, pero ¿por cuánto tiempo? Cuando ya no albergo esperanzas, recibo una visita ¿Giulia?
La Velocidad es la Clave[]
Giulia me enseña el estuche de aseo de Lucrecia, en el que hay alfileres y limas de varios tamaños. ¡Qué astuta! Sabe más de mí de lo que sospechaba. Se disculpa por no tener herramientas adecuadas, pero estas me servirán.
- Nunca he forzado una cerradura entre barrotes. El ángulo es incómodo, pero parece que funciona.
- Giulia no deja de parlotear, supongo que para controlar sus nervios. Le recuerdo que para trabajar necesito silencio.
- ¡Se me ha roto un alfiler! Giulia lo reemplaza por otro. Oímos hablar a los guardias arriba.
- Creo que estoy haciendo progresos, pero estas herramientas son mucho peores que las que suelo utilizar.
- Con la herida es más difícil trabajar. Me duele cuando tengo los brazos estirados un rato.
- La puerta se abre con un satisfactorio chasquido. No hay tiempo para admirar mi trabajo: la fuga acaba de empezar.
Sacrificio[]
El hombre de la celda contigua no deja de mirarnos a Giulia y a mí. Nos pide que también lo liberemos. No le hago caso, pero empieza a gritar y nos pone en peligro. Le engaño para que se acerque a los barrotes y le agarro.
- Intento taparle la boca con una mano, pero no consigo acallarlo del todo.
- Intento clavarle una lima en la garganta, pero se mueve y fallo.
- Consigo rodearle el cuello con el brazo.
- Intento golpearle contra los barrotes para dejarlo inconsciente, pero solo consigo dejarle sin respiración.
- No esperaba un asesinato fácil, pero es mucho más fuerte de lo que creía.
- Está muerto. No creo que llegue a saber quién era ni por qué estaba encerrado a mi lado, pero no me ha dado opción. Giulia intenta no vomitar.
Plan de Acción[]
No esperaba que Giulia apareciera. Casi me había rendido, pero ahora debo hallar un modo de protegerla a ella, y también a mi hijo. He descubierto un secreto de mi Orden que puede salvarle la vida. Pero ¿a qué precio?
- Giulia dice que su hermano me espera fuera, con mi hijo. Lo llevaré a Agnadello, donde podría aguardarme un milagro.
- Tendré que robar un caballo y cabalgar rápido para sacar ventaja a los Borgia.
- Debo matar a un guardia para conseguir un arma.
- No debo comunicarme con Lucrecia. Es demasiado peligroso. Ella echará sobre mí todo el poder de su familia cuando se dé cuenta de que tengo a nuestro hijo.
- ¡Giulia no debe verse implicada! Seguirá a salvo entre las sombras mientras trato de buscar una salida, y quien la vea ha de morir. Ella y su hermano volverán a casa e informarán de la desaparición del niño cuando me hayan dado ventaja suficiente.
- Tenemos un plan, por descabellado que parezca. ¡Debo hacerlo, por mi hijo y por Giulia!
Talentos Ocultos[]
Al entrar en las mazmorras Giulia ha visto a varios guardias, pero estaban relajados y distraídos, y ninguno la ha visto. Para ellos no soy un prisionero peligroso, sino un vulgar mensajero. Habrá poca vigilancia, pero no confío en escapar sin pelear.
- Con sigilo, me abalanzo sobre un guardia. Antes de que pueda darse cuenta, le retuerzo el cuello y le rompo las vértebras. Después le quito la espada.
- Indico a Giulia que se detenga y me acerco a un guardia. Le tapo la boca con la izquierda, y con la derecha le clavo la espada en el abdomen. Muere en cuestión de segundos.
- Un guardia se las ha arreglado para esquivarnos. Ha visto a Giulia y yo le golpeo en la cara.
- Digo a Giulia que se calle mientras pasa un guardia distraído. Su negligencia le ha salvado la vida.
- Tiro a un guardia por las escaleras y me encojo al oír el estrépito de su armadura al caer. Se agita un poco y se queda inmóvil. No creo que esté muerto, pero nos iremos antes de que se dé cuenta de lo que pasa.
- ¡Somos libres! Giulia se reúne fuera con su hermano. Este acuna a mi hijo moribundo, y yo juro volver a por él cuando descubra cómo salir de la ciudad. El hermano de Giulia restaña mi herida y me confirma que puedo cabalgar.
A Galope Tendido[]
Mi Orden tiene en Agnadello un artefacto con poderes que no sé explicar. ¡Si puede curar a mi hijo, iré adonde sea! Necesito un caballo, pero no puedo volver al convento a por el mío. Derribo a un soldado de la silla y le reto a luchar por su montura.
- He elegido una víctima peligrosa: es muy hábil con la espada bastarda.
- Estudio la armadura del soldado y exploto sus puntos débiles. ¡Patada a la entrepierna, y baja su guardia!
- Cruzamos los aceros y él me derriba. Consigo esquivar su ataque arrojándole tierra a los ojos.
- Estamos atrayendo mucho público. ¡Debo acabar cuanto antes!
- Detiene mi ataque y me lanza una estocada al pecho. Me aparto, pero consigue hacerme sangrar.
- El soldado es bueno, pero mis tácticas desesperadas le superan. Le quito el caballo y vuelvo a por mi hijo. Algún día recompensaré a Giulia, pero antes debo terminar lo que he empezado. Tras proteger a mi hijo, parto hacia Agnadello.
Medidas Desesperadas[]
Esto es… inquietante. He seguido los progresos de los demás aprendices de Abstergo. ¿Por qué sintonizas un nuevo episodio mientras ellos siguen viendo repeticiones? ¿Dónde está la censura habitual? Debes de estar muy cerca de resolver su pequeño problema. Seguro que saben que también estoy mirando. Anda con cuidado… -Erudito
Acompañados[]
Sabía que nos perseguían, pero esperaba tener más tiempo. Tan solo hemos llegado a Florencia, pero debo detenerme y planear una emboscada. Los hombres de Alejandro llegarán pronto. Dejo al caballo en un nicho y me escondo en el bosque con mi hijo. Mi arco está listo.
- ¡El bebé llora! Clavo una flecha en la nuca de un hombre antes de que se dé la vuelta y me vea.
- Un soldado, probablemente el jefe, sigue montado a caballo. Lanzo una flecha al flanco de la bestia, que derriba a su jinete y lo pisotea.
- ¡Devuelven los disparos! Oigo cómo las flechas silban entre el follaje, pero no se acercan lo bastante como para preocuparme.
- ¡Fallo el disparo! Corrijo la puntería y la segunda flecha acierta.
- Creí que había errado el tiro, pero la flecha ha quedado casi enterrada dentro del blanco.
- ¡Los sabuesos de Alejandro vuelven grupas! Les he asustado, pero ¿por cuánto tiempo? Vuelvo al camino enseguida y espoleo a mi caballo.
Solo[]
Mis Hermanos vienen desde Agnadello para recibirme, espada en mano. Saben por qué estoy aquí, y no permitirán que utilice el Sudario. ¡Nada se interpondrá en mi camino!
- ¡Vincenzo! Parece que fue ayer cuando entrenábamos juntos. Intento herirle, pero él no se detiene. Descubre su costado y reacciono. Ya le lloraré más tarde.
- ¿Por qué me atacan de uno en uno? Juntos no tardarían en vencerme.
- Este aprendiz golpea bajo, y yo lo hago alto. Le he dejado una cicatriz espantosa, pero quizá sobreviva.
- Oigo el chasquido de una muñeca, y lanzo una estocada a mi espalda. Mi espada se clava en un asesino que se movía para matarme.
- Un cuchillo arrojadizo se hinca en mi hombro. Me lo arranco, lo lanzo y lo clavo en el ojo derecho de su dueño.
- Dejo a mis Hermanos muertos o malheridos y continúo. Ya no puedo volver a la Orden, ni a Roma. Solo a Agnadello.
Psicosomático[]
Mis enemigos vendrán en gran número si mis Hermanos no llegan a mí primero. Daré mi vida por mi hijo, apostando todo a una leyenda. Ya no me queda fe, pero estoy lleno de esperanza desgarrada.
Revelación[]
¡Qué belleza! Es un objeto sencillo, doblado dentro de una vulgar caja de madera, pero también es mucho más. Lo oigo dentro de mi cabeza, y siento que quiere curar mis heridas. ¡No! ¡Estoy aquí por mi hijo! Envuelvo su cuerpecito en el Sudario.
- MATERIAL DEFECTUOSO, me dice. Le digo que no es así, pero insiste. ¡Le ordeno que lo cure!
- Siento que me estalla la cabeza. Tengo que concentrarme al máximo para no desmayarme.
- ¡Mi hijo chilla! Tengo que obligarme a dejarlo dentro del Sudario. ¿Qué otra posibilidad le queda?
- Acuno a mi hijo, envuelto en el Sudario. Este tararea una extraña canción, y la voz de mi cabeza canta a coro.
- TU DOLOR ES TEMPORAL, IGNÓRALO, me ordena. ¿No comprende que no es más que un bebé?
- Saco a mi hijo del Sudario. Ya no está llorando. Me mira con ojos húmedos, y me pregunto si se habrá curado de verdad. ¿Merece la pena todo el daño que he causado? Guardo el Sudario en la caja y me marcho.
Vida y Muerte[]
He agotado casi todos los recursos para reducir el castigo de Pedro por sus crímenes, pero temo no poder hacer nada más. Le daremos caza esta noche. Maldita sea su estupidez… ¿todo esto por una puta de los Borgia?
Piedad[]
¡Qué dilema! Le debo mucho a Pedro, que me enseñó a actuar y hablar como un hombre, aunque soy más joven que mis Hermanos. También a pelear y a vivir. ¡Cómo me duele su traición! Siento que debo defenderle, pero ¿lo creo de verdad?
- Pido a mis Hermanos que se apiaden de Pedro, pero contestan que él no tendrá piedad con nosotros.
- Dicen que ha roto nuestras normas, y ha comprometido a la Hermandad.
- ¡Qué red de mentiras! El niño. Lucrecia. ¿Qué les habrá contado a los Borgia?
- Ha matado para guardar su secreto y nos ha dado informes falsos.
- Los actos de mi maestro invalidan mis argumentos para defenderlo.
- Está decidido. Pedro morirá.
Temeridad[]
Hombres de Alejandro, ensangrentados en el suelo. Sin duda, víctimas de Pedro. ¡Qué chapuza! Ha dejado a varios vivos, y aún van tras sus pasos. Si le siguen hasta Agnadello, podemos perder el Sudario.
- Nunca he matado a nadie. Mis Hermanos intentan apartarme, pero consigo mantenerme en el centro del combate.
- Desjarreto a un soldado distraído. Se desploma y pronto cae víctima de mis Hermanos.
- Entro y salgo de la pelea, procurando no ser un estorbo y ayudar donde pueda.
- Casi me acuchillan la cara. Un Hermano me empuja y me derriba antes de que me alcancen.
- Mis Hermanos asesinan con elegancia y precisión pasmosas. ¡Algún día estaré a su altura!
- Examinamos la zona y comprobamos que los hombres del Papa están muertos. Agnadello sigue a salvo por ahora.
Sabuesos[]
Hemos llegado a Agnadello, pero demasiado tarde. Pedro ha dejado un reguero de destrucción. Hemos hallado cuerpos de Hermanos tirados en callejones y nichos. ¿Cómo ha podido hacer esto?
- En casa de Rinaldo encontramos el Sudario, dentro de la caja. No hay señal de Pedro. ¿Ha sobrevivido?
- Decidimos separarnos. Los Hermanos heridos se quedarán atrás, mientras los demás interrogamos a los ciudadanos.
- Pedro no parece él. Ha dejado demasiadas huellas.
- Tanta carnicería por un crío nacido de una Borgia que más parece una prostituta… No lo entiendo.
- Sabemos que Pedro estuvo aquí hace poco. Si ha salido de Agnadello, no puede estar muy lejos.
- En Agnadello dicen que Pedro y su hijo han acampado fuera de la ciudad. Mis Hermanos están ansiosos, pero yo siento náuseas.
Crescendo[]
Pedro nos espera en su campamento. A los Hermanos les inquieta herir por accidente al bebé, pero a mí me preocupa más mi maestro. ¿No hay modo de salvarle? ¡Una flecha clavada en el Hermano que tengo al lado responde mi pregunta!
- En la orden no hay nadie tan hábil con el arco. No nos deja acercarnos.
- Un Hermano se agarra a mí, con la garganta atravesada por una flecha, pero no puedo ayudarle.
- Apunto a Pedro y le disparo, pero mi flecha solo le roza. Me mira con un gesto de tristeza, y no me devuelve el disparo.
- Dos Hermanos corren hacia el campamento, pero Pedro mata a uno a mitad de camino. Sin tiempo para cargar otra flecha, lanza un cuchillo al vientre del segundo hombre.
- Tratamos de razonar a gritos con Pedro. Él nos responde con flechas.
- Hemos hallado la forma de avanzar. Rodeamos a Pedro, pero acabará con unos cuantos antes de morir.
Roma[]
Capítulo 1 – Fiora Cavazza[]
- Ubicación: Roma
- Período de Tiempo: 1497-1503
- Sujeto: Fiora Cavazza
Espera un momento mientras sincronizamos la DDS. Es posible que te adormiles más de día y que incluso sueñes, y que duermas menos de noche. Eso es un efecto normal del programa.
Muchos hombres importantes de Roma pasaban su tiempo libre en sus múltiples burdeles. Eran lugares muy útiles para quienes deseaban recopilar información para ascender en la escala social. La cortesana Fiora Cavazza es un ejemplo. Investiga sus contactos; descubre a quién conoció y qué hizo con la información.A Quien tú Sabes[]
La Rosa in Fiore rebosa de clientes, la mayoría repugnantes. Madonna Solari nos dice que charlemos con ellos. Flirteo, romance, seducción… Lo que sea necesario. A los poderosos les encanta vivir fantasías. El dinero y la lujuria no escasean en Roma, y el negocio va mejor que nunca.
Juego Limpio[]
La suciedad se puede ocultar con sombras. Los hedores se enmascaran con perfumes importados. La enfermedad es… más difícil. Madonna Solari despide enseguida a las chicas con síntomas, pero con tantos marineros que vienen del extranjero, es una batalla perdida. Aún así, nuestro trabajo continúa.
- Este no está demasiado mal. Tiene algunos contactos menores. Recitamos poesías. Sus dientes parecen querer huir de su boca; distorsionan su habla y me esfuerzo por entenderle. Por suerte, no pretende besarme.
- Otro más. Tiene un sarpullido en el pecho, como escamas hinchadas sin color. No le dejo entrar. ¡Qué asco! Me dicen que es un comandante y que tal vez se vengue. Me río.
- Este mercenario es guapo y adinerado. Me pagará bien. Tiene cicatrices de guerra en la cara. A las mujeres nobles no les gusta eso, pero yo creo que imprime carácter. Empieza a desvestirse, y yo hago lo propio.
- ¡Una aventurera! La invito a entrar. Las mujeres suponen menos riesgo, aunque arriesgan mucho dejándose ver con nosotras. Es artista. Conoce al menos a uno de los maestros, pero no me dirá su nombre. Tal vez la próxima vez.
- He oído lo que dice este hombre fuera de su iglesia. Ristoro. Una bestia insaciable que se burla del hábito que viste. Él lo niega, pero todos sabemos que sirve a los Borgia. Tolero sus perversiones.
- Hoy no ha habido contactos interesantes, pero tendré que insistir. Solo necesito un “amigo” influyente y me despediré de madame Solari y la Rosa en Flor. No quiero ser ingrata, pero tengo demasiada clase para este lugar.
Jugando con el Peligro[]
El Jubileo ha traído a gente de todo tipo a Roma. Algunos son famosos. Otros son ricos. Hoy tenemos un grupo de clientes que promete. Sonrío y camino contoneándome. Este puede ser el día.
- Este dice ser príncipe. Lleva perfume, pero es un aroma de imitación más fuerte que el mío. Dedica más tiempo a peinarse que yo. Sus rizos son perfectos y cuida cada pelo de su barba. Cada una de sus palabras es igual de artificial.
- Este embajador es muy valioso. Ansía compartir sus secretos y le prometo total confidencialidad. ¡Es como si saliesen monedas de oro de su boca!
- Recibo a un banquero de Florencia. Esperaba una buena propina, pero debí ser más realista. Aun así, me ha presentado a algunos de sus importantes compañeros.
- Un acento fuerte que no identifico. Sin duda ha hecho un largo viaje para el Jubileo y quiere relajarse. Yo le ayudo. Empieza a contar historias de su país y su impresión de Italia. Su opinión es peligrosa. Me dice que varios políticos de Roma están de acuerdo con él.
- ¡Una hora con un caballero! Me corteja. Me halaga. Empieza a hacerme preguntas. Ya veo: él también tiene su juego. Intercambiamos información.
- Hoy he conseguido aliados. Ya conozco el círculo social de Roma. Las otras chicas están celosas. Bien. Me he ganado todo lo que tengo.
Sobornos[]
Esta noche escoltaré a Santino, el hermano de Madonna Solari. Yo le tomaré de un brazo y Lucía del otro. Es peligroso, es un estafador. Me quejo, pero pronto veo que por mucho que proteste, no me servirá de nada.
- Santino entrega dinero de sobornos. No me cuenta lo suficiente para que conozca a sus contactos. ¿Quiénes serán?
- Ahora, amenazas. ¡Santino pega a un hombre! Quiere información y la consigue. Rutas marítimas. ¿Comercio de esclavos?
- Pregunto a Santino y me responde con una bofetada. Lucía me defiende y obtiene la misma respuesta.
- Santino nos dice que esperemos en un patio y llama a una puerta cercana. Nadie responde. Patea la puerta, pero no cede. Se enfada y maldice.
- Hemos jurado silencio, pero no entendemos lo que hemos visto. Recalca su amenaza con un destello de su daga. No me impresiona, pero Lucía llora.
- Solo me he quedado con una vaga idea de los negocios de Santino, que parecen estar derrumbándose. Su ira le traiciona: tiene miedo. Con sus errores ha ganado enemigos. *Nos asegura que su hermana sabrá de nuestra ayuda y se marcha. Cuando dobla la esquina, escupo.
Ha Entrado[]
Santino entra en la Rosa in Fiore. Tiene un golpe en la mejilla. Un hombre le sigue. Bien vestido, ojos vivos. Noble. Le reconozco enseguida: César Borgia. Estudia la estancia y observa a las chicas. Nuestros ojos se cruzan y él sonríe. Me indica que me acerque.
- Los Borgia son corruptos. Todos lo saben, pero pocos lo dicen. No me preocupa la moral. ¿Cómo podría en este negocio? Además, su carisma es embriagador. Me cautiva de inmediato.
- Me pregunta sobre la noche con Santino. Intento ocultar mi opinión, pero fracaso. Es muy hábil. Lee mi rostro. Al final le digo lo que sospecho y él lo confirma. Santino y su hermana se han metido en negocios donde no son bienvenidos.
- César me pregunta por mis clientes. En concreto, por Borgia. Le digo que nunca había oído ese nombre y sonríe. He superado la prueba.
- Empiezo a desvestirme, tal vez algo deprisa. Me detiene.
- César me pregunta por mis ambiciones. El primero que lo hace.
- César explica la situación. A cambio de sus vidas, Madonna Solari y Santino le han ofrecido a César la chica que él quiera. Yo. Cambiaré la Rosa in Fiore por una vida de lujo, como cortesana de los Borgia. Acepto. Tampoco tenía otra opción.
Mercado Negro[]
He servido a los Borgia seis años. He hecho cosas terribles, y visto otras increíbles. No me arrepiento de nada. La guerra se apodera de Roma: luchas en las calles, en el senado, en las iglesias. César me ha pedido que coordine su ejército en la sombra.
El Precio de la Fe[]
Tengo carne fresca para el hermano Ristoro. Las nuevas necesitan experiencia y, a cambio, Ristoro ha preparado documentos y baratijas para los agentes de César. He evitado a ese gusano desde que estuve en la Rosa in Fiore. Espero que no recuerde mi cara.
- Ni siquiera ha mirado a las otras chicas. Viene directo hacia mí y me pone la mano en la mejilla. Dice que siempre fui su favorita. Le lanzo una patada a la entrepierna y me amenaza con la ira de César. Gimotea.
- Ristoro abre varios cajones y saca iconos y amuletos religiosos. Cree que serán útiles para el plan de César. Yo no estoy tan convencida, pero los cojo.
- Exagero lo que pide César. Un poco de dinero extra para mí, por tener que contemplar a este hombre deplorable.
- Ristoro me entrega una pila de documentos. Dice que son indultos y pagos para los contactos de César. Les pone el sello oficial de la Iglesia. Nunca entenderé por qué se le ha dado a este hombre tanto poder.
- Ristoro me da varios objetos religiosos. Basura. No creo que vaya a usarlos para nada, pero me los llevo. Tal vez esté jugando conmigo.
- Cuando voy a irme, Ristoro intenta tocarme otra vez. Las chicas salen a su paso y le empujan entre risitas. Les espera una larga noche. Casi me siento culpable por abandonarlas.
La Recadera[]
Lia de Russo. Contrabandista. No está donde hemos quedado. Nunca lo está. Espero unos minutos y decido irme. De pronto, me sale al paso. La sigo hasta una tienda cerrada. Ella afirma que se trata de uno de sus almacenes.
- Intento darle conversación, pero no le interesa. Me da una reliquia manchada de sangre y sonríe.
- No comprendo para qué querría César estos objetos.
- ¡Esto sí que es un tesoro! No es que me haga falta, pero me pregunto dónde lo habrá conseguido. Parece orgullosa.
- ¿Cómo ha podido burlar a los guardias? Ah, claro: los guardias son de César. ¿Hay algo que esta mujer no pueda conseguir?
- Huele a muerte y está lleno de insectos. No me sorprendería encontrar el cadáver del antiguo propietario al otro lado del mostrador.
- Consigo recoger los objetos que me han pedido de Lia y le doy el dinero. Sigue con la mano abierta. Buena chica. Le doy el resto de las monedas y chasquea la lengua. Le doy una propina.
... Y la Bestia[]
César tiene su propio herrero, Augusto Oberlin. Un antiguo mercenario suizo y fabricante de armas. Llamo a la puerta de su tienda. Vaya, vaya. ¿Eres un hombre o un buey? Entonces habla. Es elocuente. Inteligente. Me impresiona.
- Me da una palmada en el hombro al entrar en la tienda. ¡Qué dolor! Me ofrece algo de beber.
- Me enseña una amplia gama de armas convencionales. Cumplo los deseos de César y hago que Augusto entregue las armas a mis ayudantes ahí fuera.
- Veo pequeños dibujos que cubren casi toda la pared. Los diseños de arriba son toscos, pero evolucionan hasta versiones más refinadas abajo. Augusto explica que él reparte propaganda de los Borgia en Roma. Me asombra que unas manos tan grandes puedan realizar detalles tan finos.
- Augusto pregunta por los encargos más raros de César. Le digo lo que sé. César ha contratado a inventores e ingenieros famosos para remodelar armas de guerra y crear nuevas.
- La esposa del herrero me dice que mi estancia se prolonga demasiado. Me pide que me marche. Augusto le grita. Se gruñen mutuamente como perros salvajes.
- Augusto quiere que le visite de nuevo. Salgo por la puerta con la última caja. Le prometo que volveré. Su esposa frunce el ceño y le respondo con una mirada desafiante.
Repuestos[]
Gaspar de la Croix. Ingeniero. Tirador. Solitario. Me asusta, pero sus habilidades técnicas no tienen precedentes. Su taller es humilde, pero está lleno de cosas. Es difícil moverse sin tropezarse con alguna herramienta.
- Gaspar canta en francés. Una canción triste. Su voz tensa denota pérdida. ¿Qué ha perdido? Espero que termine antes de hablar. Se sobresalta.
- El ingeniero está distraído. Apenas me reconoce. La mayoría de las piezas que ha reparado ya están bien empaquetadas en cajas.
- Me hace preguntas incómodas. “¿Has visto alguna vez la muerte?”, “¿Está la muerte motivada por el destino, el azar o la libre elección?”. No le respondo.
- Está arreglando un arma. La apunta hacia la ventana empañada. Se fija en las sombras de la gente que pasa por la calle. Suspira. Vuelve a poner el arma en la mesa y sigue ajustándola.
- Le ofrezco a Gaspar el dinero, pero me dice que no hace falta. Aun así, lo dejo en la mesa de trabajo.
- Agradezco a Gaspar su ayuda y él se encoge de hombros. Parece embrujado. Evito la ventana de la fachada mientras me marcho de la tienda.
Ejército Clandestino[]
La colección de inadaptados y bribones de César crece. Sólo buscan crear el caos en Roma. Voy a reunirme con sus soldados mas importantes. Coordinaré planes y proporcionaré suministros. Estudiaré a sus fieras en su propio ambiente.
Músculos a Sueldo[]
El condotiero Rocco Tiepolo reúne guerreros. Se enorgullece por adquirir mercenarios y tácticas exóticos. Es caro, pero los Borgia no andan escasos. Cuando llego, me está esperando. Hay comida en la mesa, y me sirve vino.
- Elijo a los mercenarios con claras cicatrices de guerra. Con ello saben lo que les espera. Tiepolo me corrige. Dice que todos sus hombres han matado a incontables enemigos. Los que no tienen marcas son más impresionantes.
- Algunos presumen con sus armas. Se jactan de sus proezas. Bromean. Miro a los que guardan silencio. Gestos serios.
- Mientras cenamos, Tiepolo ordena a dos mercenarios que luchen para que los vea. Son crueles. Se hacen sangre mutuamente. No son heridas leves. Cuando termina, le digo a Tiepolo que no me interesan los mercenarios heridos. Los dos reímos.
- Los mercenarios preguntan adónde les van a enviar. Les digo que sospecho que Roma será su campo de batalla. Protestan, pero Tiepolo les hace callar.
- Tiepolo me muestra pinturas sobre sus hazañas. Solo ha perdido dos batallas en décadas, pero no era comandante en ninguna. Le pregunto si está en venta y me dice que César tendrá que enviar más dinero para eso. Me pregunta si lo estoy yo, y le digo que ya me han comprado.
- Tiepolo me invita a quedarme más. Me tienta, pero declino. Me da un contrato firmado por cada hombre que he seleccionado y le pago con una bolsa de monedas de César. Los mercenarios ansían luchar. Yo les prometo que muy pronto lo harán.
El Jinete sin Cabeza[]
Donato Mancini es el mejor jinete de César, incluso mejor que el propio César. Los Borgia se han reunido hoy para una carrera privada. El Circo Máximo. Donato tendrá que dejar ganar a César… a cambio de un soborno o bajo mis amenazas.
- Donato es un hombre seguro. Controla a su caballo mientras se acerca y hace una reverencia. Hago una señal a mis hombres para que le den un regalo: una armadura excepcional. Desmonta y ordena a sus ayudantes que le ayuden a ponérsela.
- Transmito la amenaza de César a Donato. No se sorprende. Me dice que ganará el ganador. No hay otros factores.
- Me siento junto a Lucrecia Borgia. Se niega a mirarme. Me cree un juguete de César. Tal vez lo sea. ¡Comienza la carrera! César adelanta a Donato. ¿Es César el mejor jinete?
- Donato avanza, pero un oficial de César le cierra el paso. Oigo a Lucrecia murmurar a un amigo. El jinete es Teodor Viscardi, un guardaespaldas de César.
- Teodor saca un arma y trata de herir a Donato. Este se inclina y espolea al caballo para adelantar a Teodor y a César. ¡La gente se asombra! ¡Donato gana! Pasa ante nosotros para celebrar su victoria y se hace el silencio.
- César desmonta y arroja su yelmo. Me hace un gesto y asiento. Mis mercenarios arrancan a Donato de su caballo y le tiran al suelo. La paliza es salvaje. Humillante. La multitud se ríe, pero yo no. Donato ha sido hoy el verdadero campeón.
El Trato[]
César me ha enviado a reunirme con los Cento Occhi. Ladrones. Muchos son jóvenes. Lanz es su líder, y César cree que dirigió un ataque a un carruaje de los Borgia. Me ha dado pruebas. Me dice que haga un trato con la banda.
- Encuentro a Lanz junto a una iglesia, contando monedas de una bolsa que ha robado. No levanta la mirada, pero sabe que estoy ahí. Lanzo una daga cerca de sus pies. Abre los ojos. Se disculpa al ver que represento a los Borgia.
- Reclama su sucia arma. La enfunda. Ofrece devolver el dinero robado. Le digo que hará eso y más. Su banda trabajará para César.
- Lanz me dice que ya se ha gastado el dinero, pero que hoy entregará una parte de él. *Buenas intenciones. Me pide que le observe trabajar… si puedo seguirle.
- Le veo chocar contra un mercader entre la multitud. Se esfuma antes de que el hombre se gire. Después, una noble. Un sacerdote. Roba a cinco personas antes de que le vean. ¡El hombre llama a los guardias!
- Un guardia montado irrumpe en la plaza y Lanz empuja a su víctima a los cascos del caballo. El jinete cae. Por un momento no veo a Lanz, pero luego me doy cuenta de que ya ha trepado medio edificio detrás de mí.
- Antes de que se vaya Lanz, registro mis bolsillos. Todo parece estar en su sitio. Creo que Lanz entregará el dinero. Teme a César.
Por los Pelos[]
César ha contratado a un maestro espía: Baltasar de Silva. Se hace pasar por barbero, pero dicen que no se le da demasiado bien. Juntos vigilaremos al enemigo de César: una alianza de asesinos. Hay mucho que aprender.
- César ha lanzado a uno de sus senadores a los leones. Un hombre influyente, ambicioso y conocido por su corrupción. El senador ha sobrevivido a duras penas a un ataque esta mañana, pero César no le ha proporcionado guardias. Le seguimos, esperando que los Asesinos ataquen de nuevo.
- El senador no sale de casa en casi toda la semana. Con los métodos de Baltasar, nunca nos detecta.
- Por fin el senador sale al mercado. Camina deprisa. Desquiciado. Mira a todas partes. De pronto, se ve una sombra. El Asesino está sobre nosotros.
- ¡El Asesino salta! Al aterrizar sobre el senador, saca un arma de su muñeca y la clava en el cuello de su víctima. El Asesino murmura unas palabras y desaparece. ¡Vamos tras él! Se ha ido.
- Baltasar sonríe. Hemos fracasado, pero él está contento por lo que ha aprendido. Toma notas.
- Aunque perdemos de vista al Asesino, hemos averiguado mucho. El atuendo, la hoja oculta, la técnica. Baltasar seguirá acechando a esos criminales con capa y me informará.
Rarezas[]
César ha reunido un ejército de inútiles. Cretinos. Empiezo a dudar que tenga un plan para Roma. Es como si hubiera abierto una jaula y lanzado a las bestias sobre la ciudad. ¿Por qué me ha elegido a mi para amansarlas?
Centro del Escenario[]
¡Estoy rodeada de idiotas! Dos de ellos, Cahín y Caha. Franceses. Hermano y hermana. Llevan ropas ridículas, supongo que apropiadas para este tipo de celebración. Nuestro objetivo tiene sangre real extranjera, que ellos derramarán.
- Los idiotas realizan una actuación animada. Saltan, danzan, fingen golpearse el uno al otro. Los dos se caen. El público aplaude.
- Caha hace juegos malabares. Todos los ojos la miran. Cahin se coloca detrás de ella para no distraer la atención sobre su hermana.
- Saco mi hoja, esperando la señal. Me inclino hacia el espectador que está a mi lado.
- Cahin apuñala a un hombre a través del respaldo de su silla. Un momento de confusión, y luego el pánico. Caha lanza dos de sus dagas a las gargantas de dos espectadores.
- La última espectadora grita y huye. La persigo y la arrojo sobre una silla. Suplica por su vida. Si la dejo vivir, moriré yo. Termino con ella enseguida.
- Cahin ríe al entrar por la puerta. Caha vuelca un candelabro y acaba cayendo sobre él. Estoy convencido de que están locos. Pero son divertidos.
Humor Negro[]
Le llaman El Verdugo, Il Carnefice. La gente supone que a los verdugos les encanta su trabajo. Es más fácil así. Convertirlos en los malos. Ellos llevan máscaras para evitar el estigma. Pero no es el caso de Il Carnefice. Él adora su trabajo y su máscara. Percibe mi repulsión, y le gusta.
- El Verdugo ha estado ocupado. Sus ejecuciones son tan habituales que ya no tiene público. Solo unos mendigos y un puñado de guardias observan cómo prepara la soga.
- Le entrego las condenas de César. Las ojea rápidamente y me dirige una mirada severa. ¡Dice que mi nombre está en la lista! Su hacha destella. Estoy atónita. Sonríe y tira la lista a un lado. Me dice que no sabe leer.
- El ejecutado es un antiguo cliente mío. Un amigo. ¿Quería César que presenciase esto?
- Escoltan a un hombre atado hasta la plataforma. Lleva la cabeza cubierta y suplica al Verdugo. Proclama su inocencia. El Verdugo le consuela. Dice que eso está bien porque los inocentes van al Cielo.
- ¡Monta un espectáculo! Aplaude con su público. Exhibe las partes de los cadáveres de los condenados que él mismo corta. Vomito y se burla de mí ante la gente.
- Mi tiempo con el ejecutor ha terminado por ahora. Lo tomo como lo que es: un aviso de César. El monstruo de César me repugna, más que intimidarme.
Araña[]
Silvestro Sabbatini. Afirma ser noble. Hace su papel, pero mal. Es un alcahuete que compra sus ascensos en la escala social. Tiene una lengua viperina. César le cortó el brazo izquierdo por fallarle. Voy a darle su segunda oportunidad.
- Sabbatini es la araña. En esta pequeña reunión, todos son una posible presa. Capta la mínima vibración social. Siempre está alerta, escuchando. Soy el nuevo insecto que se acerca a su red. Recibo toda su atención. Siento el crujir de sus mandíbulas.
- Se acerca con los ojos muy abiertos y la sonrisa exagerada. Le entrego el monstruoso brazo mecánico.
- Sabbatini me conduce a un trastero. Cree que nadie se ha percatado de su deformidad. Con el brazo de repuesto solo conseguirá llamar más la atención. Pero yo le sigo.
- El artilugio le decepciona, a pesar de la calidad del trabajo. Él quería joyas, metales raros. Le ofrezco devolvérselo a César de su parte y me lo arranca de las manos.
- El brazo es poco práctico. Prueba las afiladas garras y descubre algo sorprendente. ¡Del centro sale una hoja! Un arma siniestra, pero ¿es práctica? No es asunto mío.
- Dejo a Sabbatini con sus juegos. Arrima la silla a una joven atractiva y le enseña su nuevo brazo. Ella se estremece y se aparta, pero él le acaricia la mejilla con esa horrible garra. ¡Qué escalofrío!
Un Mal Médico[]
César quiere que me reuna con su sanguinario médico, Malfatto. Yo no creo que sea un médico de verdad. Es un depredador de mujeres, un monstruo. César pone a prueba mi lealtad, pero puede que pronto descubra que ha destruido lo poco que quedaba de ella.
El Gusto por la Violencia[]
Ni rastro de Malfatto. Estoy sola en las desiertas calles del distrito más pobre de Roma. He hecho lo posible por no pensarlo, pero me siento vulnerable, asustada.
- Susurro el nombre de Malfatto. Suena ridículo. ¿Por qué he consentido esto?
- ¡Un grito! ¡Un grito de socorro! Ella está cerca, pero es fácil perderse en estos intrincados callejones.
- Está implorando a alguien. Suplica por su vida. Voy corriendo, pero no la encuentro.
- Ahora solloza. Me reprocho a mí misma esta improvisación. Debí estudiar el distrito y memorizar las calles.
- Percibo una sombra que desaparece en la penumbra. ¿Malfatto?
- Una alcoba con poca luz. La violencia flota en el ambiente aunque todo esté en calma. ¡La veo! Parece una muñeca rota tirada en un callejón. Luego veo la sangre. ¡Mucha sangre! ¡Me voy!
Ratonera[]
César no aceptará que me niegue a buscar a Malfatto. Me matará si fracaso. Después de ver lo que hace ese monstruo, pienso en esos callejones y tiemblo. Además me ha pedido que me ponga uno de mis viejos trajes de cortesana para llamar la atención del monstruo.
- Esta noche hay poca gente en la calle. Quiero quedarme cerca de ellos, pero sé que Malfatto los evitará. Debo seguir sola.
- ¡Una mano en mi hombro! Grito y me doy la vuelta. ¡Solo es un borracho! Casi me echa la baba en el vestido. Le tiro al suelo de un empujón.
- Oigo el eco de mis propios pasos. Mi respiración agitada. Me asusta cualquier otro sonido. Murmuros y susurros en la noche.
- ¡En la esquina! ¡Veo algo! Un reflejo de luz en una lente. Se mueve. ¡El pico blanco! ¡Es él!
- Malfatto se me abalanza y le esquivo. Le grito el nombre de César y entonces escucha. Me agarra y ve el documento en mi mano. Duda. Lo coge.
- Malfatto no lee el documento. Se limita a mirarme a través de su siniestra máscara. Alza la cabeza. Me retiro, y él no se mueve.
Visita a Domicilio[]
He terminado con César y con los dementes que le rodean. Me iré de Roma en una semana. Vuelvo a la casa que César me ha concedido. Es lujosa. Exagerada. Bebo para calmarme, pero no logro conciliar el sueño.
- Noto un pinchazo en el cuello. Creyendo que es un insecto, voy a aplastarlo y toco algo duro. ¡Una jeringuilla! ¡Malfatto está en mi cuarto! ¿Qué ha…? No puedo pensar. ¿Me ha envenenado?
- Tropiezo con el otro lado de la cama. Me tiemblan las piernas. Me arrastro hasta una mesa para coger mi abanico.
- Malfatto me encara, quieto. La jeringuilla cae al suelo. Espera que me desmaye. Espera a que el veneno me haga efecto.
- Extiendo las hojas de mi abanico. No le veo la cara, pero la postura de Malfatto denota miedo. ¿Sus víctimas se han defendido alguna vez?
- Intento acuchillar a Malfatto. Se retira contra una pared y le desgarro su atuendo de médico. ¡Le he hecho sangrar! ¿Suficiente? ¡Ya no veo!
- Me zumban los oídos. Me desmayo. Malfatto… ¿Qué vas a hacer?
Desprecio[]
¡Aún vivo! Estoy mareada. Intento enfocar para ver con claridad. Malfatto se ha ido, pero ha dejado un reguero de sangre que llega hasta la ventana. Le he cortado bien. César no me protegerá. Debo recurrir a sus enemigos, ofrecerles un trato.
- Sé que los Asesinos han estado vigilándome. Puede que hayan sido clientes o amigos. *Pero nosotros también les hemos acechado. Trabajando con Baltasar aprendí cómo funcionan, cómo encontrarlos.
- Se comunican de forma rudimentaria. Utilizan palomares para intercambiar mensajes y misiones. No usan los tejados, y hemos visto a un guardia de César dejando cartas en los palomares que luego recogen los Asesinos.
- Hago una lista de agentes de César. Todos los que conozco, incluso los que me caen bien. ¡Voy a frenarle!
- Como esperaba, veo al guardia que traiciona a César dejando cartas en el palomar. Me enfrento a él. Al principio niega entenderme, pero cuando saco una carta para “el hombre de blanco”, accede a entregarla.
- En mi carta, me ofrezco a ayudar a los Asesinos a luchar contra César en todo lo que pueda. Tal vez sean los únicos capaces de protegerme de su ira. Paso el resto del día mezclada con la gente, en espacios con luz. Si quieren encontrarme, lo harán.
- Francesco Vecellio, el próspero pintor. Nunca lo habría sospechado. Me dice que la lista la tiene alguien de confianza. Que mis preocupaciones acabarán pronto. También que mi trabajo está lejos de acabar.
Recogiendo Tempestades[]
Los Asesinos me dejan que les siga, pero insisten en que mantenga la distancia cuando se encarguen de los agentes de César de mi lista. Quiero verles. Necesito ver que terminan el trabajo.
Disparos[]
No deseo la muerte de Rocco Tiepolo, pero buena parte del ejército de César le debe lealtad. No podemos igualar el precio, así que no nos deja otra opción.
- Los mercenarios que entrenaban fuera caen muertos en un instante. Los Asesinos coordinan sus flechas. Todos disparan casi a la vez y no fallan un solo disparo.
- Aparecen más mercenarios de los campos de entrenamiento con armaduras pesadas. Los Asesinos se acercan al enemigo, son los más veloces. Atacan por parejas y aprovechan la falta de agilidad que provocan las armaduras. La segunda oleada es aún más letal.
- Los Asesinos aguardan antes de entrar al edificio. Me indican con la mano que vaya con ellos.
- Me piden que les indique las defensas del interior. Yo señalo las paredes y les explico qué hay al otro lado de cada una. Se ponen en marcha antes de que termine de hablar.
- Los mercenarios veteranos están detrás de Rocco. Les superamos en número, pero logran matar a dos de los nuestros antes de vencerles.
- Los mercenarios veteranos están detrás de Rocco. Les superamos en número, pero logran matar a dos de los nuestros antes de vencerles.
- Rocco empuña una espada corta y desafía a una docena de Asesinos. Sabe que está perdido, pero sonríe abiertamente. Es el final con el que soñaba. A los Asesinos no les disgusta.
No hay Bis[]
Sorprendemos a los idiotas actuando en la calle. Interpretan una danza ridícula, animada por un músico que toca un instrumento abollado. Están tan absortos en su actuación que no advierten que el público ha cambiado.
- Los Asesinos se infiltran en la multitud con sutileza, pero pronto está todo lleno de capuchas blancas.
- Caha se vuelve y lanza una bomba de humo al público. Algunos Asesinos tosen, otros hacen caso omiso y la persiguen. Abro mi abanico para dispersar la nube.
- La multitud se dispersa y Cahin intenta escapar. Pero fracasa. Los Asesinos le cortan el paso. Saca una daga fina, que no tiene nada que hacer contra las roperas. Logra contenerlos durante unos instantes, e incluso corta a uno en la cara, pero pronto se derrumba con cuatro espadas atravesando su garganta.
- Caha grita a su hermano. Se vuelve hacia nosotros, con las dagas empuñadas. ¡Viene directa hacia mí!
- Los Asesinos aguantan. Están disfrutando. Desvío el ataque de Caha con mi abanico de hojas y la corto en un brazo. Suelta su arma. Pega y patalea, pero se lleva una nueva cicatriz en cada uno de mis ataques. Finalmente cae y se arrastra hasta el cadáver de su hermano.
- Caha acuna el cuerpo de su hermano. Le quita la máscara y le palmea la mejilla. No repara en el Asesino que se acerca a ella por la espalda. No le oye cargar la ballesta ni el silbido del virote que le dispara a la cabeza.
Superado[]
Los Asesinos planean atacar la barbería de Baltasar como señuelo. Les dirijo hacia su verdadero escondite, unas manzanas más allá. No caerá fácilmente en una emboscada.
- Los Asesinos logran esquivar la primera trampa. Abren la puerta principal y se apartan. Una fuerte explosión arranca parte del marco. Nunca había visto nada igual.
- Dentro. Nada. Buscamos puertas trampa. ¡Ahí! Una escalera desplegable que lleva al ático.
- Un Asesino levanta la cabeza. Oímos el silbido de sus dagas y el golpe al dar en el blanco. ¡Está gritando!
- Bajan al hombre herido y lo colocan en el suelo. Tiene la cara roja y los ojos llorosos. Nos dice que ha atacado a un hombre escondido tras una esquina. Era un monigote relleno de polvo corrosivo. Se puede oler. Muy listo.
- Miro por la ventana que hay a mi lado. ¡Baltasar! Está fuera y lleva una antorcha. Mira sorprendido al reconocer mi cara. ¡Prende fuego al edificio!
- Huimos del edificio. Logramos alcanzar la calle antes de que el fuego de Baltasar se descontrolase. Ni rastro del espía. Dudo que haya salido de Roma. Le gusta este juego.
Blanco Móvil[]
Baltasar ha huido. No puedo permitir que viva. Espiamos juntos a los Asesinos y sé más de lo que ellos creen. Soy un inconveniente. Por otro lado, Baltasar puede haber contado a César mi traición, lo que significa que los Borgia me estarán buscando. Tengo que encontrarle.
- Vigilo la barbería de Baltasar. Probablemente no vuelva, pero hay posibilidades de que se haya dejado algo aquí. Llega la noche. Si volviese, no le vería.
- Poco queda en el asolado escondite, pero busco entre los escombros pistas que puedan llevarme a Baltasar. Veo una carta que no se ha quemado.
- Instrucciones. Baltasar admira mis movimientos. Quiere verme y analizar opciones para hacer un trato mejor.
- Llego al almacén. Lo exploro. Baltasar está dentro sentado en una mesa. Me saluda con una reverencia. Hace conjeturas sobre mis motivaciones. Tiene razón en muchas cosas. No le ha contado a César mi traición. Mi fracaso afecta poco al maestro espía de César.
- Se disculpa. Salen varios tiradores por detrás de unas cajas grandes. Levantan sus armas y agacho la cabeza.
- Me preparo para los disparos, pero no se oye ninguno. Abro los ojos. Baltasar está muerto, desplomado sobre la mesa. Sus hombres también están muertos, cada uno con una flecha clavada. ¡Los Asesinos!
Juego Limpio[]
Baltasar y yo creamos a El Lobo. Viste como su enemigo. Maneja sus mismas armas y usa sus técnicas. No es una imitación perfecta, pero sí eficaz. Con Baltasar muerto, el Lobo es el único que puede relacionarme con cualquier daño causado a los Asesinos.
- Tenemos una señal de contacto: un símbolo en la estatua de Pasquino. Nos veremos en el muelle al atardecer.
- Oigo un grito. Y un chapoteo detrás de mí. El Lobo ha desplegado las hojas de su muñeca. No son tan sutiles como las de un Asesino, pero la sangre que las mancha demuestra su eficacia. Dice que me estaban siguiendo. Pero ya no.
- El Lobo me pregunta por qué le he llamado. Señalo a un barco alejado del muelle. Le digo que César tiene un objetivo a bordo para él. Mentira. Lo contempla, considerando la misión. Me pregunta cómo va a subir sin ser visto.
- Abro el abanico y le clavo las puntas en la espalda. Él me da una bofetada con el dorso de la mano. Caigo con la nariz sangrando. Ha vuelto a sacar sus hojas. ¡Viene a matarme!
- Corre hacia mí, y yo le ataco con una patada a las piernas. Cae el suelo, pero se levanta ileso, como si lo hubiera practicado. Desenfunda una ropera. No tengo defensa. Solo un momento más… Funciona. ¡Funciona!
- Se desploma y vomita. Le tiembla todo el cuerpo. Me maldice y me hace preguntas a las que no respondo. Cuando el veneno ha hecho efecto, tiro su cuerpo al agua. Dejo el muelle, satisfecha porque no ha habido testigos.
No Mientras Mira el Niño[]
Nunca he visto a papá tan furioso. Rompe tres platos y lanza su copa. Dice que compró a varios hombres y un “sesino” los ha matado a todos. Le pregunto qué es un “sesino” pero no me lo dice.
Cita para Cenar[]
Papá le pidió a Fiora que cenara con él. Está furioso con ella. Dice que es una mentirosa. Le digo que es buena, pero insiste en que es una embustera.
- Papá me echa de la habitación, pero yo espío tras la esquina. Ya no está enfadado. Le ofrece la silla y le sirve vino en la copa. Los dos sonríen.
- Hablan de los amigos de papá que han muerto. Ella parece sorprendida.
- Papá le pregunta por los Asesinos. Ella contesta que les ha estado vigilando, como él le pidió.
- Consus está a mi lado. Está observando. No habla mucho. Papá me dice que no es real, pero yo le veo.
- Fiora no se bebe el vino. Papá dice: “¿Por qué no confías en mí?”, y Fiora le pregunta si él confía en ella. Él responde que no.
- Empiezan a pelear. La mayoría de la gente calla cuando papá grita. Pero Fiora grita más. Consus me dice que debo irme, y eso hago.
Autoservicio[]
No duermo mucho. Nonno dice que es porque le doy vueltas a la cabeza, y que papá, que es su hijo, tiene el mismo problema. Esta noche hay más personas despiertas. Oigo sus pisadas arriba.
- La veo en la entrada. La ventana está abierta a su espalda. Ella no me ve a mí.
- Fiora recorre los pasillos. ¿Qué está buscando? Entra en el estudio.
- Abre los cajones y los cofres de papá. Yo hago lo mismo cuando él no está. No hay nada interesante en ellos.
- Palpa las paredes. Golpea con los nudillos, pero flojo para no despertar a nadie. Yo también quiero jugar, pero no quiero problemas y espero.
- Mira bajo la alfombra. Me asomo por la esquina. Yo nunca he mirado ahí. ¿Ha encontrado algo? No.
- Pregunto a Consus si Fiora ha venido a matar a papá. Dice que no, que ha venido por el Fruto.
Destino[]
Dejo a Fiora y corro hacia el Fruto. Nonno lo guarda en su biblioteca. Quito la cubierta y el Fruto resplandece. Oigo a Fiora caminando por el pasillo.
- Fiora me mira y me pide que le dé el Fruto. Le pregunto si quiere que juguemos.
- Consus me dice que le dé el Fruto a ella. Me río y le digo a Fiora que tendrá que atraparme antes.
- Corro. El Fruto ilumina el corredor, y canta. Fiora me dice que pare.
- Papá está despierto. Su puerta se abre. Me llama. Fiora intenta quitarme el Fruto, pero este se ilumina cuando ella se acerca. Fiora no se mueve. Parece asustada. ¿A qué juega?
- Digo su nombre, pero ella no responde. Le tiro del brazo, pero se suelta y grita.
- Fiora se queda paralizada y papá se ríe. Me quita el Fruto y me dice que me marche. Tengo miedo. Le pregunto si le hará daño, y contesta que sí.
Capítulo 2 – Giovanni Borgia[]
- Ubicación: Roma
- Período de Tiempo: 1503
- Sujeto: Giovanni Borgia
La aplicación DDS va a intentar sincronizarte con la memoria de un niño. Al principio puede resultarte confuso, pues perderás la capacidad de comunicar pensamientos complejos, pero tu mente se adaptará rápidamente.
La identidad de los padres de Giovanni Borgia, el "Niño de Roma", sigue teniendo perplejos a los historiadores. Lo más desconcertante es que Giovanni llevó una vida mediocre y tranquila. ¿Cómo se puede estar en el centro del huracán sin que te toque? Tú misión es averiguar lo que historia nos ha ocultado.Naturaleza o Educación[]
Papá dice que no estoy a salvo en Roma, que la gente quiere hacerme daño. Como a toda la familia. Cuando le pregunto por qué, contesta que saben que somos mejores que ellos. Cree que nuestra familia debe permanecer unida. Ellos me enseñarán a ser fuerte.
Puede Ser[]
Papá me enseña a luchar con una espada de madera. Dice que algún día usaré una de verdad y que tengo que ser muy bueno con ella. Él pelea en serio. A veces creo que va a herirme.
- Papá me grita por arrastrar la espada por el suelo. Le digo que lo siento, pero responde que preste atención en lugar de sentirlo.
- Me dice que levante la espada. Lo hago, y él la golpea con la suya. Mi espada sale volando. Ha vuelto a enfadarse.
- Empuño la espada. Papá me da un cintarazo en la cabeza. ¡Duele! Me pincha en el hombro y le pido que pare. Él me dice que el enemigo no parará.
- Ataco duro, intentando dar a papá en la rodilla. Pero él se aparta.
- Empiezo a llorar y se ríe de mí. Corro hacia él intentando clavarle la hoja en el estómago, pero me bloquea. Ataco una y otra vez. Le grito. ¡No logro darle!
- Papá dice que me calme, que hoy lo he hecho bien, que necesito llorar y enfadarme antes de luchar. Así que mañana me hará llorar y me enfadará otra vez. Dice que estoy aprendiendo.
Ambición[]
Hoy juego con la hermana de papá, tía Lucrecia. Suele estar triste, pero pasar un rato conmigo la hace feliz. Dice que hoy me enseñará cosas sobre el mundo y promete no hablarme como si fuese un crío. Yo prometo no hablarle como si fuese adulta y se ríe. Yo también me río.
- Mi tía me pregunta qué haría si alguien quisiera hacer daño a mi familia. Le pregunto quién quiere hacerlo, y me contesta que todo el mundo.
- Le digo que yo les daría a los malos con la espada y me pregunta a qué me refiero con “los malos”. Respondo que los que hacen daño a los demás, los que no juegan limpio. Parece triste.
- Me cuenta que hay formas de matar sin que nadie se entere, como envenenar la comida o la bebida. Le pregunto si papá intentó envenenar a Fiora, pero no responde.
- Pregunto a mi tía si conocía a mi madre. Dice que sí, que era joven. Demasiado joven para saber lo que hacía. Le pregunto dónde está mi madre ahora, y si puedo conocerla. Responde que eso no lo sabe, pero que sí sabe que mi madre me quiere.
- Pregunto a mi tía por qué no caemos bien a la gente, y dice que porque somos fuertes, porque somos ricos. Que la gente es celosa. Pregunto por qué no les hacemos también fuertes y ricos. Se ríe.
- Mi tía me dice que no confíe en nadie. Ni en papá ni en Nonno. Le pregunto si puedo confiar en ella y empieza a llorar. Me marcho.
Religión[]
Hoy Nonno va a dejarme jugar con el Fruto. Dice que no es un juguete, pero yo creo que sí lo es. Brilla y hace ruidos. A veces me habla igual que Consus.
- Nonno me pregunta si puede hablar con Consus, pero él no está aquí. No juega cuando Nonno está presente.
- Nonno pregunta si el Fruto está hablando. Así es. Pregunta qué dice. Dice ACÉRCATE. Dice LIBERA TU MENTE. Nonno me pide que lo recoja.
- Recojo el Fruto. La habitación parece divertida. Las paredes están inclinadas. Es como si respirasen. Nonno me grita que pare. Está asustado. Suelto el Fruto y me pide disculpas.
- Me pide que coja el Fruto de nuevo y que cree un ave. Pregunto a qué se refiere y lo repite: “Crea un ave”.
- Pienso en un ave. ¡Un águila! Veo la sombra de un ave en la pared. Así no es. Me concentro más y echa a volar.
- Nonno aplaude cuando mi águila vuela por la biblioteca. Él también lo ve. Empiezo a reír y desaparece. Nonno escribe en su libro y me dice que ya hemos hecho bastante por hoy.
Humildad[]
Papá ha pedido a su amigo Micheletto que me dé clases hoy. No me cae bien. Es mezquino. Yo tampoco le caigo bien, aunque intento ser simpático.
- Micheletto me pregunta si sé dónde dar una patada. Le digo que yo daría una patada en la rodilla. Dice que en la rodilla duele, pero que hay un sitio donde duele más, incluso a una mujer. Le pregunto si alguna vez le ha dado una patada a una mujer y contesta que a muchas.
- Micheletto me tira al suelo y me dice que me levante. Lo intento, pero él me pisa. Me dice que moriré antes de cumplir los diez años. Cree que está perdiendo el tiempo.
- Le muerdo en el tobillo. Me levanta de la camisa y me sujeta por encima de su cabeza. Llamo a papá, pero nadie contesta.
- Micheletto dice que morder está bien cuando alguien te agarra, pero me pregunta qué haré si me rompe los dientes. Yo le suplico que no haga tal cosa.
- Amaga con lanzarme contra la pared. Me pregunta si me he orinado encima. Le digo que no.
- Micheletto pregunta si he aprendido algo. Le digo que no, pero miento. He aprendido a odiarle.
Demasiado Lejos[]
Papá dice que soy muy blando y que le avergüenzo. Me hace llorar. Le digo que puedo ser más fuerte, como el. Me hace prometérselo.
Escándalo Público[]
Papá me ha vuelto a mandar con Micheletto. Le rogué que no lo hiciera, pero dice que es por mi propio bien, que necesito ver el mundo real. Llevo algo en la bolsa. Nonno se enfadará mucho si se entera.
- Micheletto no me habla. Camina rápido. Casi demasiado rápido para que le siga.
- Micheletto se para a hablar con un viejo. Es pobre y está sucio. Me pregunto por qué Micheletto le da dinero. *Micheletto me dice el nombre del anciano y me pide que le salude.
- El anciano es simpático. Dice que le recuerdo a su hijo. Me pregunta cuántos años tengo, y le digo que cinco.
- Micheletto me manda silencio. Me callo mientras habla el viejo. Micheletto saca una cuerda y la enrolla alrededor de su cuello.
- Micheletto levanta al viejo por el cuello. ¡Se ahoga! Patea y da manotazos. Le ruego a Micheletto que pare, pero sonríe.
- ¡Está muerto! Micheletto me pregunta si me he divertido y le digo que no. Dice que me irá gustando más cuando lo haya hecho unas cuantas veces.
Justo Castigo[]
Huyo de Micheletto. Él maldice y me persigue. ¡Es muy rápido! Trato de ir al callejón, pero él me sigue.
- Micheletto saca de nuevo la cuerda. La tensa entre sus puños.
- Saco el Fruto de mi bolsa. Micheletto parece impactado. ¡Intenta agarrarme!
- LIBERA TU MENTE. GENERA. Oigo a Consus.
- Intento representar algo. ¡Nada! Demasiado asustado.
- ¡Papá! ¡Socorro! ¡Papá!
- Papá entra en el callejón. Se vuelve hacia Micheletto y desenvaina su espada. Micheletto pide disculpas y suelta la cuerda. Corro hacia papá, pero él desaparece. Micheletto huye.
Embrujo[]
En mis sueños soy mayor. Digo palabras que no comprendo en mi vida real, pero en esta vida fantasma sí. No sé quién soy, pero tengo imágenes de lo que he hecho. He viajado lejos y he segado vidas. Soy un mensajero y un impostor.
Iniciación[]
¿Qué hizo el Sudario a este pobre niño? Debería soñar con el equivalente renacentista a la luz del sol o las piruletas, no con asesinatos y política. Nunca había visto nada igual. -Erudito
- Los Hermanos están ante mí. Aún no soy uno de ellos, pero pronto lo seré. Esta noche asciendo.
- Aunque otros hombres sigan ciegamente la verdad, recuerda: nada es verdad.
- Aunque otros hombres se dejen coartar por la ley o la moral, recuerda: todo está permitido.
- Dejan su marca en mí. Un sacrificio simbólico. Unos hierros candentes queman mi mano.
- Solo queda el salto de fe. Ellos primero: cada Hermano se lanza desde la torre y aterriza a salvo sobre un fardo de heno. Son como águilas. Libres. Yo no vacilo. La caída es como volar. ¡Qué emocionante!
- Perotto. Giovanni soñaba que era Perotto. Eso significa que debía tener unos recuerdos de Lucrecia que avergonzarían al mismo Edipo. Un asunto feo, pero debes indagar más. Procuraré evitar que esto llegue a los informes de Abstergo. -Erudito
Mentor[]
Mis Hermanos han dejado a un chico a mi cargo. Su familia nos ha servido mucho tiempo, pero él es un niño aún. Le enseñaré los métodos de la Orden como lo hicieron conmigo a su edad.
- Es un niño enjuto, de huesos finos y alto para su edad. Encontrará dificultades al principio, pero su cuerpo se adaptará al entrenamiento.
- Francesco es entusiasta pero minucioso. Repite las preguntas. Me pide que repita mis demostraciones mientras estudia. No avanza de lección si no está satisfecho con los resultados. A veces me frustro porque es un perfeccionista.
- Francesco es muy irascible. Me embiste sin pensar, espada en mano. Le rozo el costado para que vea que mi hoja puede atravesar sin problemas sus defensas. Le digo que se calme. En la batalla, la emoción es una debilidad.
- Respondo y lanzo a un lado la espada de Francesco. La coge con desgana, con los hombros caídos e insultándose a sí mismo. Se la doy y le digo que pruebe de nuevo. Le explico cómo se agarra mejor un arma.
- Es importante dejar que un niño sea niño. Dejo a Francesco con un grupo de chicos de su edad en una aldea cercana. Juegan a hacer un desfile y Francesco lo encabeza. Le aplaudo; lleva una armadura de juguete.
- Creo que Francesco será un miembro excepcional de nuestra Orden. El chico es fuerte, a pesar de sus limitaciones físicas. Hablar con él es a veces como hacerlo con un adulto. Es muy sensato para su edad.
Locura[]
Las pesadillas me acosan. Nunca he sentido amor. Siento un amor tan profundo que ahoga. Soy Borgia. Los Borgia son mis enemigos. Soy un Asesino. Los Asesinos son mis enemigos. César es mi padre. Perotto es mi padre. Perotto. Soy Perotto. Soy Giovanni. Estoy perdido.
- Me hundo en un mar de cartas. Debo escribir. Pero no sé hacerlo. Palabras que no entiendo cubren todas las superficies con tinta roja. Intento escribir encima con la pluma. Mi tinta negra se pierde en estanques escarlata.
- Papá me golpea con la espada. César me apuñala en la espalda. Lloro. Me caigo. Quiero librarme de él. Quiero matarle. Tendré problemas. Causaré problemas a Lucrecia. Debo ir con ella. Todo por Lucrecia.
- Estoy rodeado de encapuchados. ¿Tengo que enseñarles algo? ¿Cómo? Soy un crío. ¿Me enseñarán ellos a mí? Mis alumnos. Mis ejecutores. ¿Mi futuro?
- Sé demasiado, pero no sé nada. Soy inocente, pero la culpa me destruye.
- Busco un objeto de poder. No confío en que funcione. Sé cómo funciona. Le curará. Me curará a mí. Me transformará.
- Mi sueño amenaza con reventar. Es demasiado. ¿Me despertaré? ¿Volveré a dormir algún día?
Visión Lateral[]
Soy un bebé. Enfermo y moribundo. Llevo a mi bebé. Tengo el Sudario. Me envuelve en un manto. El manto canta. El Sudario canta.
- NO TE HAS DESARROLLADO. ¡Cúrale! EL SUJETO NO SE HA DESARROLLADO.
- ¡Maldita sea! Cúrale. ¿Quién habla? ¿Quién grita? ACÉRCATE.
- ¡Duele! EL DOLOR ES PASAJERO. No entiendo. NO ES NECESARIO COMPRENDER.
- LA REPARACIÓN ES POSIBLE. DIFÍCIL. ¡Hazlo, entonces!
- Qué calor. Qué frío. Me arranca la vida. Me hace sentir viva. ¿Ya está? SÍ. ¿Ha funcionado? ¡Responde! ¿Ha funcionado?
- ¿Consus? ¿Estás ahí, Consus? DUERME, NIÑO. OLVIDA ESOS SUEÑOS.
Buscando la Claridad[]
Odio a papá. Nonno sólo se preocupa por el Fruto. Mi tía siempre está triste. ¡Quiero huir de ellos! Quiero vivir en otro lugar.
Migas de Pan[]
Una paloma entra en mi cuarto. Lleva una nota atada en la pata. La cojo y el ave echa a volar. Miro la nota, pero no puedo leerla.
- Consus me cuenta qué dice. Quiere que vaya a la plaza de la fuente. ¡Un juego! ¡Me encantan los juegos!
- Nadie me observa. Es fácil escabullirse si lo hago en silencio. Nonno está leyendo un libro. No me ve.
- Mi tía llora otra vez. Llorará más si voy a verla. Dejo atrás su cuarto.
- Papá no está en Roma. De todos modos, no me vería.
- Los guardias están en su puesto. Están cerca de las puertas. Alguien les grita y salen a perseguirle. Atravieso las puertas corriendo.
- Corro hacia la fuente. Una de las estatuas tiene otra nota en la mano. La cojo. Me dice que halle mi camino. Dice que use mis otros ojos.
Mis Propios Ojos[]
La nota decía que usara mis otros ojos. A veces veo cosas que no están ahí. Dibujos, olas. Busco dibujos en la fuente. ¡Me gusta este juego!
- Busco una flecha o pisadas. No veo nada. La nota no decía qué debo buscar. ¡Ahí! Un hombre más radiante que el resto. Correré tras él.
- Llego a un callejón. El hombre no está aquí. ¿Adónde ha ido? Miro hacia arriba. ¡Ahí está! Me río y me indica con la mano que le siga.
- Es rápido. Salta de tejado en tejado. Trato de seguirle por las calles.
- Llegamos a otro callejón. El hombre alza la mano. Quiere que me detenga. Se pone un dedo en los labios. Quiere que no hable.
- Dos hombres mugrientos me ven. Uno no tiene dientes. ¡El otro tiene un cuchillo! Preguntan por qué mi ropa es tan bonita, y que si tengo monedas.
- ¡El hombre ha caído! Está muy alto. Creo que se hará daño. ¡No! Cae sobre el otro hombre. Aparta sus manos. ¡Sus cuellos sangran!
Reencuentro[]
Dice que se llama Francesco. Su ropa es extraña, como la de un mago. Dice que no tenga miedo. No tengo miedo. Le digo que quiero ir con él.
- Me pregunta si sé dónde está el Fruto. Le digo que papá me lo escondió cuando descubrió que lo estaba sacando fuera. Ya no me dejan jugar más con él.
- Consus dice que confíe en Francesco. Dice que puede ayudarme.
- No sé por qué, pero le digo que le perdono. Me pide que lo repita, pero no recuerdo qué he dicho.
- Dice que puede llevarme a vivir con sus Hermanos. Solo si es lo que quiero. ¡Lo es! Le pregunto si es un Asesino y hace un gesto extraño.
- Francesco coge la ropa sucia de uno de los hombres que ha matado. Me envuelve con ella. ¡Apesta! Caminamos deprisa entre la gente. Tiene un caballo esperando. Me ayuda a montar.
- Galopamos rápido. Pregunto a Francesco si volveré a ver a mi tía. Me dice que yo lo decidiré, pero tengo que guardar secretos. Grandes secretos.
¿Tú También, Bruto?[]
TU MENTE ESTÁ DAÑADA. SUEÑAS CON SOÑADORES YA MUERTOS. VIDAS PASADAS QUE RESURGEN. LÍBRATE DE ELLAS O ESTÁS MUERTO.
Cavernas de la Mente[]
¡Más sueños con la cueva! Palpo las paredes con mis manos fantasmales y reconozco cada grieta. Hay algo escrito, pero no sé leerlo. Está tallado y quemado para oscurecerlo. No alcanzo las respuestas en el sueño.
- Vuelo, y no tengo forma. Soy el viento. No, cabalgo sobre el viento y salgo de la ciudad. Cruzo campos y bosques. De nuevo estudio el camino, pero sé que cuando despierte me habré perdido.
- Los oigo. Avisos. Profecía. Fatalidad. ¡Pesadillas! Me necesitan. Necesito.
- Veo un rostro. Es el mío, y luego el de mi padre. Mi César. Aves carroñeras picotean la carne de su cráneo.
- Cleopatra y César se besan mientras Roma arde. Grito a César. Me giro. Doy la vuelta y salvo a nuestra gente.
- Veintitrés hojas. Veintitrés llaves.
- EXCESO DE INFORMACIÓN. SIN IMPORTANCIA. IRRELEVANTE.
Intervención[]
Caemos de rodillas con el aliento contenido, tratando de comprender el espectáculo que vemos. Juan está soñando. Bruto está despierto. Esta misma cueva ha hechizado nuestros sueños. Hemos pasado incontables noches explorándola dormidos. Algo nos impulsaba a buscarla.
- Aquí es donde nos reuniremos. Aquí urdiremos la caída de nuestro enemigo, nuestro amigo, nuestro padre, nuestro dictador perpetuo. Somos cuarenta, todos senadores. Un niño, un soñador. Cada uno un libertador. Cada uno un Asesino.
- La primera reunión ha terminado. Nuestro problema está claro, nuestra respuesta no. César abandona el Senado, deposita su confianza en gobernantes extranjeros y adopta el orgullo y la pompa de su ramera egipcia. César se aleja de su familia y deja a Giovanni a merced de su perro rabioso.
- César nos habla sin levantarse del asiento y se burla de nuestras preocupaciones. Ha creado un Senado a su medida, lleno de impostores a quienes los asuntos de Roma no les incumben. Papá trabaja con monstruos y asesinos a quienes el pueblo de Roma no les importa.
- Mis Hermanos están sedientos de sangre, pero no sé si yo podré derramarla. Roma no será libre mientras papá siga vivo.
- Hemos hallado pistas de lo que nos trajo a este lugar. Murmullos. Luces que parpadean a través de grietas en la tierra. Una puerta que es un rompecabezas. Debemos hallar la solución.
- HE PERDIDO EL CENTRO. No, he hallado un propósito. SOLO VES EL PASADO. No, veo el futuro.
Sonámbulo[]
DESPIERTA, NIÑO. ¡Estoy despierto! Mira, tengo los ojos abiertos. Debo encontrar un cuchillo. He de apuñalar a César veintitrés veces.
- Encuentro una daga en la habitación donde César y yo practicamos con espadas de madera. Me subo a una silla para descolgarla de la pared. Todavía no me dejan usar hojas de verdad, pero me gusta la sensación del acero.
- Hoy son los idus de marzo. César estará en el teatro de Pompeyo. Me escurro por el corredor. Cleopatra duerme en su cuarto.
- ES UNA FANTASÍA, O ESO CREO.
- Los demás senadores no están. ¡Teníamos un plan! Se habrán asustado. ¡Lo haré solo!
- César ronca. Soy pequeño, pero puedo matarle si soy silencioso. Levanto la daga y le miro a la cara. ¡Papá!
- Micheletto me agarra del brazo y me saca del cuarto. Intento gritar, pero me tapa la boca. ¡Yo no quería! ¡Por favor, deja que me vaya! EL DOLOR ES PASAJERO.
Capítulo 3 – Francesco Vecellio[]
- Ubicación: Italia
- Período de Tiempo: 1501-1503
- Sujeto: Francesco Vecellio
Sincronizando el sistema DDS. Vamos a comprobar la distancia entre los extremos de tu campo emocional. Por favor, concéntrate en un recuerdo agradable. Bien. Ahora en un recuerdo doloroso. Perfecto.
Justo antes de la muerte del Papa Alejandro VI, César Borgia empezó a perder el control sobre Roma. Aunque esto no se menciona en los libros de historia, sospechamos que hubo un importante movimiento clandestino para derrocar a la corrupta dinastía. A ver que puedes averiguar.Bien Adaptado[]
Cuando murió mi maestro me enviaron a entrenar con Ezio Auditore. Es un hábil Asesino de Florencia que ha llegado a dirigir la Hermandad en Roma. Luchamos contra César Borgia, que, junto con su despreciable familia, controla tanto la Iglesia como la ciudad.
Baile[]
Ezio me ha enseñado lo básico para ocultarme entre la multitud, cómo moverme entre la gente. Hoy me pide que interactúe con ellos. Ha enviado varios de sus ladrones a las calles y los ha marcado con insignias verdes. Tengo que robarles la bolsa del dinero sin llamar la atención sobre mí mismo. Suena bastante sencillo…
- Veo al primer mercenario. Lleva un blasón verde prendido en la capa. Le acecho, cambio de un grupo a otro ganando terreno poco a poco. Por fin me dirijo hacia él y le aparto la capa. No me ha visto, pero no encuentro la bolsa. ¿Es esto parte de la lección?
- Otro mercenario sin bolsa. Miro a los tejados en busca de Ezio, pidiendo una explicación. No le veo.
- Ahí hay otra ladrona. Es muy rápida. Apenas veo cómo hurta la bolsa a otra víctima. Sigo a la ladrona.
- Mi rival observa su siguiente objetivo. Yo estoy más cerca. Me acerco a ella, la empujo contra él y consigo una bolsa con dinero. Me deslizo entre la gente antes de que se dé cuenta de lo que he hecho.
- Veo a la otra ladrona según pasa corriendo a mi lado. Vuelve con Ezio, sin duda. ¿Será otra alumna? Mi pequeño consuelo es que he desbaratado su juego perfecto.
- Vuelvo con Ezio, para presentarle los despojos que he recuperado. Cuando busco la bolsa, veo que me la ha quitado. Ezio se ríe, me pide disculpas, y me pregunta qué he aprendido. Le digo que no siempre puedo ser el depredador. Asiente.
El Camino Principal[]
Ezio va a enseñarme a escalar muros con rapidez y a saltar por los tejados de Roma. He practicado un poco, pero no llego a tener la velocidad de mi nuevo maestro. Ni siquiera he terminado mi pregunta y ya ha subido el muro. Me esfuerzo por estar a su altura.
- Ezio se agarra a la cornisa del tejado y se impulsa hacia arriba. Intento imitar su movimiento, pero casi resbalo.
- Veo cómo Ezio se mueve por tres tejados. Siempre mueve la cabeza en busca de la ruta más fácil hacia el siguiente aterrizaje. Sabe cuál será su próximo movimiento antes de pisar. Le sigo, imitando sus movimientos. Soy torpe, pero la técnica empieza a gustarme.
- Una flecha golpea mi hombro. La quito y me escondo para evitar que vuelvan a alcanzarme. La punta es acolchada, casi roma. ¿Una flecha de entrenamiento? Me asomo y mi atacante me dispara otra flecha directa a la frente. Le maldigo. Ezio me grita que siga moviéndome.
- Me levanto y voy pisando con cuidado mientras corro al siguiente tejado. Busco al arquero y le veo a dos edificios. Voy a la carga.
- Sus disparos son certeros, pero lentos. El peso del acolchado entorpece su precisión y por ello duda antes de disparar, pero ha aprendido a compensarlo. Aun así, preveo los disparos y me muevo adecuadamente.
- Salto entre los edificios y al fin alcanzo el tejado donde se encuentra mi atacante. Me lanza una flecha a la rodilla. Me hace perder el equilibrio y me tambaleo. Ezio trepa por la pared y me agarra de los pies. Está sonriendo.
Hombre Renacentista[]
Ezio me ha enseñado a usar varios de nuestros dispositivos más complejos, pero le he suplicado que me permita acceder al arma que oculta en la manga. Me dice que aún no estoy preparado, pero que me mandará con un amigo que fabricará algo similar, por un precio, claro. Un precio muy alto.
- Espero en un banco con la capucha puesta. Llega un hombre que también oculta su identidad. Le digo que soy Francesco y él se presenta como Leonardo da Vinci. Un nombre muy respetado en Roma.
- Me pregunta qué quiero que fabrique. Le digo que me gustaría un arma oculta para la manga, pero niega con la cabeza. Ezio le ha avisado de que pediría algo así.
- Le pregunto si puede crear algo similar. Más ligero y silencioso. Me sugiere una hoja oculta, pero ya tengo una.
- Le pregunto si me puede armar con un virote bajo la muñeca. Cavila un instante y dice que es posible, pero caro. Tendrá que crear virotes especiales. Su alcance será corto y tendré que recargar. Le pregunto si puede hacer dos.
- Le pregunto por otros artilugios. Leonardo dice que vende algunos. Discretamente, claro.
- Leonardo me desea una buena noche y se marcha. Qué hombre tan raro; le interesan el arte y los inventos más que la política. Algún día me dedicaré a crear, a pintar, pero ahora no. De momento, soy un soldado en el frente.
Cartas Marcadas[]
Ha durado semanas y aún me duele todo, pero mi entrenamiento terminó. Ezio me dice que debo aprender más de la experiencia. Desde hoy me encargará misiones por toda Italia. Estoy ansioso por empezar. Cada día que paso entrenando, César Borgia se vuelve más fuerte.
- No iré solo. Ezio me dice que cada misión la llevará a cabo un grupo de aprendices. Me asignarán a un equipo principal y dirigiré las misiones. Elegiré a los demás miembros de mi equipo principal.
- Mi primera elección es el arquero que se ensañó conmigo en los tejados. Cipriano Enu. Su piel de color ébano delata que es extranjero. La cruz brillante de su cuello tal vez evite que le persigan en Roma por razones religiosas. Me toca la magulladura de la frente con los dedos y me pide perdón.
- Camino ante los aprendices y una mujer me arroja una bolsa de monedas. Me dice que yo la vi primero. Le pregunto su nombre. Tessa Varzi. Sin que nadie la invite a hacerlo, se coloca junto a Enu.
- Algunos aprendices evitan el contacto visual, y eso indica que no están preparados para una misión real. Les ahorro la humillación.
- Sin duda, muchos de estos hombres ya son más hábiles que yo, pero esto no es un concurso. Reúno al mejor equipo posible.
- Estamos preparados. Aunque no usaremos todo el equipo para cada misión, hay un nutrido grupo listo para ayudarnos si es necesario. Ezio está impresionado con mis elecciones y dice que él habría escogido a los mismos. Nos recuerda la doctrina. Nos agradece que defendamos lo que es justo.
Tenemos Nuestros Métodos[]
La Hermandad tiene muchos medios para equipar a sus soldados. Lo que no tenemos, lo cogemos de los enemigos o lo conseguimos ayudando a nuestros aliados. Mientras Ezio lucha contra los Borgia aquí en la Romaña, nosotros debemos reforzar nuestros suministros y mermar los de ellos
Abajo con los Barcos[]
César sigue destituyendo nobles y reclamando sus territorios. Podemos hacer que estas conquistas sean menos rentables para los Borgia. Iacopo Appiano, señor de Piombino, fue expulsado de su ciudad portuaria. Él nos dice que César carga su botín en navíos mercantes hacia Roma. Los sabotearemos.
- Llegamos al puerto de Piombino sin problemas. Nos acercamos a los barcos al amparo de la oscuridad.
- Los mercenarios de los Borgia son muy confiados. Aquí no han encontrado oposición y hay pocos guardias despiertos. Por suerte.
- Indico a Enu que acabe con los guardias en silencio. Coloca largas flechas en su extraño arco y dispara cuatro veces. Cuatro disparos, cuatro muertos. Esperamos unos minutos por seguridad y avanzamos al primer barco.
- Enu hace guardia en la cubierta y Tessa y yo vamos abajo. Ella es eficaz. Va de cama en cama cortando gargantas. Yo les mantengo en silencio. Mueren en cuestión de segundos.
- Indico a los demás que ayuden. Nos llevamos todos los objetos de valor que podemos y dejamos el barco. Enu lanza una antorcha a la bodega y cargamos con el botín de vuelta al carruaje.
- Recogemos el mayor botín posible de los barcos de Piombino y hundimos el resto. Queda mucho que los Borgia pueden saquear, pero les hemos dejado un buen caos en el puerto para obstaculizarles.
Inmigración[]
Nuestros contratos pronto nos llevarán a los confines de Italia y más allá. Necesitaremos disfraces, documentos y moneda extranjera. Aunque conocemos cada detalle sobre nuestros objetivos y sus ubicaciones, necesitamos un falsificador hábil que se ocupe del resto. Por suerte, contamos con uno.
- El hombre nos saluda cuando entramos en su casa. Enu sonríe y se adelanta. Por la forma de darse la mano y el gesto de gratitud del africano, sospecho que ya se conocían, que el falsificador fue quien ayudó a Enu a entrar en Roma.
- El falsificador nos pide que pensemos nombres para varios documentos. Se queja de que elegimos títulos demasiado complejos o difíciles de pronunciar. Por fin decidimos nombres corrientes y fáciles de olvidar para los personajes que interpretaremos.
- Nos da una breve lección sobre las monedas del mundo. Nos deja cogerlas para reconocerlas por su peso y su color. Si conoces las monedas, no las estudias cuando vas a pagar. Los pequeños detalles son cruciales para dar una impresión convincente.
- El viejo nos pregunta por nuestro próximo viaje y nos aconseja sobre el peinado, la barba y la ropa. Donde vamos, no se usa el calzado que llevamos ni se lleva el pelo sobre los ojos. Nuestra postura debe ser recta o aparentaremos ser de clase baja.
- Prueba nuestra habilidad con lenguas extranjeras. Todos sabemos varias. Con las enseñanzas del viejo, Enu habla siete idiomas sin acento.
- Transformados, salimos de casa del falsificador. Tenemos nuevas identidades y estamos ansiosos por practicar más. He comprendido la importancia de un buen disfraz, algo más que una simple capucha.
Cavando Tumbas[]
Massa Marittima lleva tiempo enfrentada con la Iglesia por una mina de aluminio de incalculable valor; como represalia la Iglesia excomulgó a todos los ciudadanos. Mientras César intensifica sus esfuerzos de guerra, sus soldados viajan para reclamar la mina. Les detendremos.
- César ha enviado mercenarios sin experiencia, un hatajo de trabajadores y mercaderes sin escrúpulos que quieren su parte de los cofres de los Borgia. No esperan resistencia alguna.
- Preparamos una emboscada. Hay un desfiladero en el camino a Massa Marittima. Subiremos a lo alto y prepararemos a los arqueros.
- Los mercenarios están nerviosos. Algunos no conocen más batallas que las del campo de entrenamiento. Hablan muy alto; oímos sus conversaciones al acercarse.
- Enu dispone a los arqueros. Se asoma al borde y les indica sus objetivos. Un hombre gordo, con sombrero diminuto, barba puntiaguda y capa morada.
- ¡Atacamos! Todos caen de los caballos con una certera flecha clavada. Un par de ellos sobreviven, pero Tessa baja y se encarga de ellos con su lanza.
- Enterramos a los hombres lejos del camino. César no recibirá ningún informe ni conseguirá el mío. Los ciudadanos de Massa Marittima nos recompensan con minerales y pensamos negociar con ellos un acuerdo a largo plazo para que nos los suministren.
Frágil[]
Tessa siente pasión por los venenos. Es tan precisa en su trabajo que puede paralizar a un hombre, dormirle, hacer que se vuelva loco, que aparente estar muerto y, por supuesto, matarle de distintas formas terribles. No es fácil encontrar los ingredientes, pero vale la pena el esfuerzo.
- Visitamos a médicos de Roma, que cobran precios excesivos por dosis excesivas de medicina. Tessa insiste en que valen lo que cuestan.
- Cruzamos los túneles más putrefactos de Roma, donde Tessa arranca hongos que parecen estiércol de las paredes.
- Dedicamos un rato a coger flores silvestres. Son hermosas, pero letales cuando se extraen sus componentes venenosos.
- Observo a Tessa seleccionar frutos y brotes. Los separa según sus posibles efectos. Le digo que podría haberle ido bien como cocinera, pero me recuerda que sus preparaciones no serían muy digestivas.
- Compramos minerales y Tessa los muele hasta convertirlos en polvo. Se ha tapado la cara con un pañuelo, y me sugiere que haga lo mismo.
- Entiendo poco de venenos, pero Tessa me asegura que tiene todo lo que necesita para los próximos días. Envuelve unas hojas siniestras y mete frascos en su fardo.
Tregua[]
Tras la muerte de mi maestro, varios de sus amigos dejaron la Orden. No nos molestan, pero ignoramos sus ambiciones. Quizá vean el peligro de dejar que César Borgia continúe con sus conquistas. Tal vez podamos hacer que vuelvan.
- Seguimos a los Asesinos hasta Agnadello, donde mi maestro decidió terminar su vida. Siento remordimientos al entrar en la ciudad.
- Preguntamos a los aldeanos y descubrimos un nombre conocido: Rinaldo Vitturi, el guardián del Sudario.
- Vitturi nos encuentra en menos de una hora. Le pregunto por qué ha dejado la Orden. Opina que somos demasiado reservados y reacios a usar el poder que hemos hallado. Se expresa como un templario y se lo hago saber. Vacila, pero al final reconoce que tengo razón.
- Los hombres de Vitturi empiezan a rodearnos. No se muestran hostiles, pero la amenaza es patente. Les indica que se retiren. Un alivio, ya que son Asesinos veteranos. Dudo que mi equipo pudiese igualarles.
- Vitturi pregunta adónde hemos llevado el Sudario. No tengo la respuesta. Intuyo que ha perdido la motivación, que la han perdido todos estos hombres. Sugiero que nos ayuden a luchar contra los Borgia. Que vuelvan, y tal vez se puedan curar viejas heridas y restablecer antiguas responsabilidades.
- No sé si Vitturi aceptará mi oferta. Espero que sí; no se me ocurre un lugar más seguro para el Sudario que con estos hombres.
Toxicidad[]
Ezio nos ha encomendado tareas que requieren la especialidad de Tessa. Algunas son peligrosas; otras nos colocarán en el núcleo de poder de los Borgia. Es mi ocasión de probar que merezco estar en la Hermandad. Seremos un incordio para César.
Cambio de Cuerpos[]
Todos los meses César practica un repugnante deporte: alinea a los prisioneros en un patio y los mata con la ballesta desde un balcón. Interceptaremos a sus prisioneros escoltados y los liberaremos. También daremos una sorpresa a César.
- Pregunto a Ezio por qué no atravesamos a César con una flecha cuando salga al balcón. No es tan sencillo. Tenemos que enfurecerle, forzarle a cometer errores y destruir su imperio. Nos enfrentamos al ejército de la Iglesia, y este no se derrumbará por la muerte de un solo hombre.
- Tessa ha preparado paquetes de un fino polvo marrón para todos. No podemos abrirlos hasta que estemos listos para atacar, pero he aprendido a no hacerle preguntas sobre esos temas.
- Los guardias han despejado un camino por las calles para evitar ataques. Nos viene bien, ya que así nadie nos verá acercarnos. Nos movemos sigilosos y nos lanzamos desde los tejados al callejón, detrás de la comitiva.
- Grito para que los guardias se giren. Coordinados, les lanzamos el polvo a la cara. Todos caen el suelo entre convulsiones. Desatamos a los prisioneros y les decimos que huyan sin hacer ruido.
- Enu corta la lengua a los guardias paralizados. Les quitamos la ropa y algunos nos ponemos sus uniformes. Tessa nos advierte de que pronto podrán andar, así que esperamos. Entonces llevamos a los guardias al patio de los Borgia y dejamos que César haga el resto.
- Los guardias de César gritan y se lamentan mientras él, fiel a su reputación, se mofa y se divierte. Tiene buena puntería, y mata a todo el grupo rápidamente. No se reirá tanto cuando descubra quiénes eran.
Defender a la Duquesa[]
La duquesa de Urbino, Elisabetta Gonzaga arriesga la vida para asistir al Jubileo de Borgia. Sin duda, César verá su presencia como un insulto y no dejará que esto quede así. Debemos asegurarnos de que la duquesa sale ilesa de Roma.
- Encontramos sin problemas a Elisabetta caminando por las calles de Roma con su pequeño séquito. Mala señal: los Borgia también la encontrarán fácilmente. Le pedimos que nos siga, pero se fija en nuestros disfraces de trabajadores y declara que se quedará donde hay público.
- Sus protestas empiezan a llamar la atención. Se acercan guardias de los Borgia. El capitán reconoce a la duquesa y la señala.
- Lanzo una bomba y Tessa sigue mi ejemplo. Pincha a Elisabetta con una hoja envenenada. La duquesa protesta y grita, pero pronto cae inconsciente.
- La sacamos de entre la multitud y la subimos a un carro. Nos vamos mucho antes de que el humo se despeje. De camino a la ciudad nos cruzamos con unos guardias de los Borgia, pero ni siquiera nos miran.
- Subimos a Elisabetta a un carruaje con destino a Mantua. No le gustará cuando despierte, pero hemos pagado al conductor para que se encargue de que llegue a salvo.
- La duquesa ha sobrevivido a su viaje a Roma y su familia seguirá luchando contra la codicia de César. Elisabetta Gonzaga será una valiosa aliada en los próximos años.
El Desafío de Barletta[]
El francés Charles de la Motte cuestiona la valentía de Italia y ha convocado un torneo para probar que sus hombres son superiores. Cuestiona nuestra hidalguía. Nuestros caballeros lucharán con honor, pero nosotros no. No podemos permitir esta victoria de Francia.
- Ezio no quiere que participemos en el torneo, sino que usemos los medios necesarios para debilitar al enemigo antes de que comience. Como era de esperar, Tessa se adelanta con varias ideas.
- Dudo de la necesidad de nuestra misión. Ezio cree que dañará la relación entre César y Francia, que se verá obligado a elogiar a sus campeones italianos ante sus aliados franceses. Charles de la Motte, que participa en el torneo, es templario.
- Solo un guardia vigila el ejército de la Motte mientras duerme. Han cabalgado mucho y él está tan cansado como todos. Está distraído, y aprovechamos la ocasión para entrar en su campamento.
- Espolvoreamos sus provisiones con pequeñas dosis de veneno. Tessa me asegura que los franceses recibirán una dosis suficiente para rendir poco en el torneo.
- El guardia camina hacia el campamento antes de que salgamos. El plan amenaza con fracasar, pero Enu distrae al guardia con un extraño grito animal.
- Los italianos han derrotado a sus enemigos franceses. Nuestros caballeros lucharon con tal fuerza que habrían vencido incluso sin el efecto del veneno en los enemigos. La victoria se consideró justa y los franceses se retiraron enseguida.
Promesa Incumplida[]
Con la muerte de Marco Barbarigo, la Hermandad deja Venecia a cargo de Agostino Barbarigo, que juró evitar el camino de corrupción de sus hermanos y sus lazos con los Borgia. Pero faltó a su promesa y corteja a los Borgia. Es famoso por su ambición, sus chantajes y por comprar la justicia. Debe responder por ello.
- Para enviar una auténtica amenaza al sucesor de Agostino, pretendemos que cunda el pánico. Acabaremos con su seguridad y él mismo dará ejemplo.
- La primera carta que entrega Tessa es solo un insulto. Un anónimo. Seguimos a Agostino por la ciudad mientras pregunta a sus amigos para intentar comprender el mensaje.
- La segunda carta le avisa de que “viejos amigos” han venido a cobrar una deuda. Aterrado, visita a varios prestamistas y mercenarios de la ciudad. Paga las deudas pendientes y pide disculpas por su retraso.
- La tercera carta es una amenaza directa. Le aconseja que vigile el cielo porque pronto caerá sobre él. Se encierra dos días sin atreverse a salir y grita hacia los tejados, pero no nos ve. Se extiende el rumor de que le persiguen.
- La última carta es solo una despedida.
- Tessa ha envenenado a Agostino en pequeñas dosis en polvo con cada carta. Pronto estará muy enfermo y al final morirá. Nos aseguraremos de que su sucesor reciba un aviso sobre quiénes le son leales.
A Distancia[]
La puntería de Enu sigue impresionándome. Ezio me ha encargado tareas en las que usaremos su habilidad. Cuanto más instigamos a César, sus reacciones son más rápidas y peligrosas. No sólo debemos atacar y movernos, sino que tenemos que atacar de nuevo antes de que prevea nuestra siguiente acción.
Hombres del Espacio[]
Dos eruditos trabajan duro para comprender la ciencia de los cielos, Domenico Maria Novara y su joven ayudante, Nicolás Copérnico. Están cerca de un gran descubrimiento, algo que avergonzará a la Iglesia. Por ello sus vidas corren peligro. Debemos interceptar al asesino de los Borgia y dejar que trabajen libremente.
- Sabemos que César ha contratado a un ballestero para matar a los astrónomos. Intentará dispararles desde lo alto cuando estén en el balcón estudiando las estrellas.
- Enu se coloca en un tejado, oculto en la sombra. Vigilará los movimientos de los tejados sin prestar atención a los astrónomos. Yo exploro la zona que rodea a Novara y su ayudante.
- Pasan horas y no hay señal. Tal vez nuestra información fuese errónea. ¡Espera! Veo una sombra que se arrastra por un balcón cercano.
- ¿La ve Enu? No lo sé. Tenso la cuerda del arco, apunto y disparo. Mi flecha se clava en la pared junto al secuaz de los Borgia. Se levanta y me apunta con su ballesta.
- Dos flechas aparecen en el pecho del Asesino con apenas un segundo de diferencia. Cae del balcón y se estrella contra el suelo de la calle. Enu se asoma por la cornisa y le hago una señal. Tenemos que irnos.
- Los astrónomos siguen con su trabajo, ajenos a esta conspiración, pero conscientes de que el Vaticano es una constante amenaza para la ciencia. Hemos dejado atrás a algunos Hermanos para que vigilen la injerencia de los Borgia.
Cita para Cenar[]
Ezio ha encontrado un modo de coger a uno de los agentes de los Borgia. El embajador veneciano Antonio Giustinian ha presionado mucho últimamente a Rodrigo Borgia. Como “disculpa” por perder la calma, Rodrigo ha concertado una cena entre Antonio y una dama de la corte, que sospechamos será la asesina. Iré yo en lugar de Antonio.
- Me visto de noble veneciano, con ropa cara y sombrero elegante. Tessa dice que estoy disfrutando demasiado con esto. Solo llevo mis hojas ocultas. Cualquier otra cosa alertaría a mi víctima.
- Enu vigila la calle desde arriba, saltando de edificio en edificio. Sé que está ahí arriba, pero incluso a mí me resulta difícil seguirle la pista.
- Ya llega. Es mayor de lo que esperaba, pero es atractiva. Me mira un momento, estudiando mi expresión. Le respondo con una sonrisa y una broma. Parece que el disfraz funciona.
- ¡No! ¡Me lanza un cuchillo! Giro hacia un lado, pero me corta en el brazo. ¿Por qué no habré tenido más cuidado? ¿Y si está envenenado?
- La mujer corre por el mercado, empujando a la gente. Enu dispara. ¡Es imposible acertar! No la mata, pero le clava la flecha en la pierna. Ella cae y yo aparezco para llevármela a un callejón.
- Interrogo a la asesina. Como esperaba, Rodrigo pretendía que ella matase a Giustinian. He hablado con el embajador y le he dicho que se mantenga en guardia. Giustinian nos asegura que seguirá creando problemas en la corte Borgia mientras le protejamos de represalias.
Duras Palabras[]
César ha puesto los ojos en Camerino, así que debemos luchar para protegerla. El abad Bernardino trabaja duro contra los Borgia en Camerino, pero la Iglesia empieza a sospechar. Han enviado mercenarios para contener a Bernardino, pero se encontrarán con nosotros.
- Nos reunimos con el abad y le pedimos que nos ayude en la emboscada. Nos ofrece todos los recursos disponibles, y le tomo la palabra.
- Los mercenarios esperan que haya defensas en la muralla de Camerino. Las habrá, pero serán escasas. Enu me asegura que dará un espectáculo convincente que les distraerá del verdadero ataque.
- Llevamos cañones a los lados del camino principal y los ocultamos detrás de los arbustos. Enu y yo recorremos el camino a caballo para comprobar que no se ven.
- ¡Han llegado! Enu y sus hombres les disparan y matan a unos cuantos antes de que puedan responder al ataque. Toda la atención está sobre la muralla.
- Disparamos con los cañones a los flancos del ejército, arrasando hombres y monturas. Los mercenarios están confusos. Se dispersan y se retiran. Enu mata a tres mientras huyen y nos encargamos del resto.
- El abad Bernardino está a salvo por ahora. Seguirá enviándonos información desde Camerino e intentaremos resistir y defendernos tanto como podamos.
Negocio Inacabado[]
Hemos abortado varias operaciones de los Borgia en Italia. Además, hemos asustado a muchos que podrían haberse pasado al bando de César. Querrán vengarse, así que nos preparamos para su respuesta.
Flashback[]
Charles de la Motte ha entrado en Roma con sus mercenarios. Su aversión por Italia es legendaria, ¿por qué está aquí? César. Si la Iglesia y su ejército miran para otro lado, quién sabe cuánto daño puede causar la Motte. ¡Debemos seguirle!
- Como temíamos, los hombres de César dejan pasar al capitán y a sus caballeros franceses. ¡Es como invitarles a entrar en Roma!
- Insultan y asaltan a la gente que recorre las calles de la ciudad. Están buscando pelea. Quieren que salgamos a la luz.
- Varios mercenarios de Roma desafían a los hombres de la Motte. Cuando los guardias de César amenazan con arrestarlos, se retiran.
- Los caballeros entran en una posada y expulsan a los huéspedes que han pagado sus habitaciones. El posadero protesta, y le dan una paliza.
- Fuera de la posada empieza a posarse una turba enfurecida, con el dueño a la cabeza. Hay pocos soldados entre ellos. ¡Les van a masacrar!
- Casi tenemos que intervenir, pero los guardias de los Borgia llegan y dispersan a la multitud. Parece que esta noche no se derramará más sangre, pero planearemos nuestra respuesta mientras duermen.
Recogiendo Cerezas[]
Los caballeros franceses se organizan en escuadrones por los diferentes sectores de Roma, lo que nos obliga a dividirnos. Tomo a Tessa, Enu y un grupo con los mejores aprendices. Charles de la Motte se va a arrepentir de haber venido aquí.
- El grupo sigue unido, como si conociera nuestras tácticas. Aun así, Enu derriba a tres con sendas flechas en la espalda. Escondemos los cuerpos antes de que los demás franceses se den cuenta de nuestro ataque.
- Tessa, vestida de civil, camina entre la gente y ofrece flores a los caballeros. Ellos responden con insultos. Tessa los aguanta y se escabulle, sabiendo que en breve cuatro hombres caerán al suelo agonizando.
- Tres hombres llevan a un mercader a un callejón, dispuestos a robarle el dinero. Estoy esperándoles. Al verme, se ríen de mi capucha.
- Acabo con el más bocazas clavándole un virote en la garganta. Me asombran los efectos devastadores del artefacto de Leonardo.
- Los otros dos avanzan, pero una flecha taladra el cráneo de uno de ellos, que cae al suelo bizqueando. Hago un gesto de agradecimiento a Enu y desenvaino mi ropera.
- Desparramo las tripas del último hombre sobre las losas e indico a mis Asesinos que se reagrupen. Las palomas llevan mensajes al tejado: los demás grupos también están teniendo éxito. Charles de la Motte debió haber hecho caso a nuestro aviso en Barletta.
Fuego de Cobertura[]
Enu nos llama con un reclamo animal, indicando que hay problemas. Acudimos a su lado, nos manda silencio y señala otros tejados a lo lejos. Hay fusileros franceses dispersos por la ciudad, vigilando las calles.
- Sacamos los arcos, pero Enu señala a la multitud que hay abajo. Tiene razón: si fallamos, nuestras flechas caerán en las calles de Roma y herirán a inocentes.
- Le pregunto a Enu si puede acertar todos sus disparos. Él asiente y lo demuestra abatiendo a un hombre a cuatro edificios de distancia. Hasta ahora, Perotto era el mejor arquero que había visto en mi vida, pero Enu le supera con creces.
- Salto a los balcones inferiores y avanzo por las paredes de los edificios. Hay un hombre en la repisa; le empujo, y se parte el cuello contra las piedras de la calle.
- ¡Me han visto! El francés dispara, y el proyectil arranca esquirlas de piedra junto a mí. Mis dedos resbalan y caigo, pero consigo agarrarme a una viga.
- La gente en las calles grita y se dispersa. Con el brazo libre, apunto al fusilero. Está demasiado lejos: mi virote falla el blanco y se clava entre sus piernas. No consigo matarle, pero de momento le dejo fuera de combate.
- Enu termina con los demás blancos antes de que yo recupere el equilibrio en el tejado. Hemos ganado esta pelea, pero ahora la Motte sabe que estamos aquí.
Tormenta de Fuego[]
¡Hemos caído en la trampa de César! Al tratar de cazar a los hombres de la Motte, hemos salido de las sombras y nos hemos convertido en la presa del ejército de César. ¡Soy un idiota!
Choque[]
Unidos, los franceses y los soldados Borgia son demasiados para nosotros. Nos retiramos a la posada. Fuera, los enemigos forman en línea y no nos dejan ver qué hay al otro lado de la calle.
- Apilamos mesas y sillas contra la puerta. La barricada apenas nos brindará unos momentos para pensar, pero los necesitamos.
- Una flecha atraviesa la ventana y pasa rozando mi cara. Enu dispara y mutila al arquero que ha estado a punto de matarme.
- Tapo la ventana con una mesa rota para evitar más sorpresas. El posadero viene con un martillo y asegura esta barrera improvisada con clavos.
- La puerta empieza a ceder bajo las hachas de los atacantes. Pueden vernos por las grietas que han abierto, pero hay tantos escombros que les impiden el paso.
- Tessa dispara su ballesta contra la primera línea y alcanza a dos hombres. Las heridas no parecen graves, pero ambos empiezan a retorcerse y caen al suelo.
- Intentamos acordar un plan, pero hay pocas opciones y el ruido del ataque es ensordecedor. ¿Cómo nos comunicamos con Ezio? ¿Podrá responder a tiempo?
Humareda[]
¡La puerta cae! Los arqueros enemigos disparan flechas incendiarias. El posadero grita al darse cuenta de que el humo nos matará antes que las llamas.
- Los ojos nos lloran y apenas podemos respirar. Nos tapamos la boca con pañuelos, pero el posadero no tiene. Le doy el mío y contengo el aliento.
- El suelo se hunde bajo nuestros pies, tragándose a varios Asesinos, que gritan al desaparecer entre las llamas. Oigo un chillido de mujer. ¿Tessa? ¡Tessa!
- Enu me empuja. Ya lloraremos por ella después. No entiendo nada. ¿Cómo ha podido pasar esto?
- Hemos llegado al tejado. Los enemigos siguen disparando flechas incendiarias que alimentan las llamas.
- ¡No tenemos acceso al tejado! Podemos salir por la ventana y trepar por la pared, pero el posadero es demasiado viejo. Al ver salir a los primeros Asesinos, comprende. Intento imaginar cómo podemos sacarle de aquí, pero ambos sabemos que es imposible. Me dice que me marche.
Maratón[]
La luz del sol nos deslumbra. Al salir por la ventana y trepar por la pared de la posada, casi me alcanza un disparo. Echo un vistazo a mi espalda y veo que los tejados están plagados de tiradores de los Borgia. ¡No!
- Al llegar al tejado busco un lugar donde esconderme. ¡Nada! Un disparo silba a mi lado.
- Enu dispara sus flechas sin respiro. Logra abatir a seis hombres, pero solo en los tejados hay diez veces más. ¡Un disparo le alcanza en el cuello!
- Acudo a su lado y le tapo la herida con su pañuelo. La sangre no tarda en empapar el tejido.
- Arrastro a Enu, sin saber adónde. No tenemos escapatoria. ¡Vamos a morir!
- Paso sobre los cuerpos de mis Hermanos caídos. ¡Cuántos muertos! Hemos fracasado.
- Enu y yo nos sentamos espalda contra espalda, intentando no desmayarnos. Los guardias de César van a acabar con nosotros. Y entonces… un ruido espantoso.
Capítulo 4 – Giovanni Borgia[]
- Ubicación: México
- Período de Tiempo: 1520
- Sujeto: Giovanni Borgia
Preparando para sincronizar. Ten en cuenta que estamos sufriendo un pequeño fallo técnico que puede causar un leve zumbido de oídos. Debería quitarse al entrar en la memoria.
El nuevo mundo fue saqueado en el siglo XV. Los exploradores se convirtieron en conquistadores. El episodio conocido como la Noche Triste supuso un alzamiento de los aztecas contra los conquistadores españoles. El propio Hernán Cortés fue expulsado de Tenochtitlan. Informes de primera mano presentan perspectivas opuestas. Averigua la verdad.Clarividencia[]
Mi caza continúa. Debemos encontrar estas reliquias de un mundo anterior, estudiarlas. Gracias a los contactos de la Hermandad, he conseguido embarcar en la nave de Hernán Cortés para viajar a México, en el Nuevo Mundo.
Cálculos[]
Los españoles me conocen como Botello, soldado y erudito. Me he esforzado por perfeccionar mi acento y mi vestimenta. Creen que soy uno de ellos. Estoy aquí para escribir la crónica de sus aventuras, aunque tendré que omitir algunos hechos.
- Estudio constantemente los mapas y a veces los cotejo con las estrellas. Estoy convencido de que seguimos el rumbo correcto.
- Uso herramientas, lentes e instrumentos de medida que la tripulación no ha visto en su vida.
- La gente del barco rumorea que soy un astrólogo, un mago. Creen que les traeré suerte en el viaje, y no me molesto en corregirles.
- Pese a todo lo que conozco y lo que he contemplado en persona, me maravilla este mar insondable. ¿Qué secretos esconde? ¿Reliquias? ¿Ciudades? ¿Respuestas?
- Llevo un diario de nuestro viaje, en el que anoto direcciones, rumbos y obstáculos. Escribo con doble sentido. A los eruditos mi diario les parecerá monótono y demasiado detallista. Sin embargo, mis Hermanos encontrarán información escondida.
- Pronto llegaremos a la orilla. Estoy emocionado. He estudiado estas reliquias de nuestro pasado, los fragmentos del Edén, e incluso he llegado a tener alguna en la mano. He pasado mi vida entre teorías y mapas, pero nunca había tenido la oportunidad de conseguir una.
En la Boca del Lobo[]
¡Hemos tocado tierra! Cuando nos acerquemos a la capital azteca, Tenochtitlán, nos superarán enormemente en número. Si nos atacan, estaremos perdidos. Por suerte, tenemos aliados que nos ayudarán a negociar.
- Cortés tiene relaciones con una esclava nahua llamada Malinalli. Aunque no habla español, sí domina los idiomas de muchas tribus y nos sirve de intérprete con ellas, aunque no nos queda más remedio que imaginar lo que habla con la gente.
- Los nativos nos hablan de extranjeros barbados como nosotros que viven con los mayas en Chetumal. Una de nuestras misiones es encontrarlos.
- Gracias a Malinalli, hemos llegado hasta los mayas de Chetumal. ¡Hay españoles entre ellos! Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar naufragaron hace diez años y desde entonces viven entre los nativos.
- Malinalli y Aguilar pueden comunicarse entre sí en lenguaje maya, para alegría de Cortés. La gente de Tenochtitlán habla en náhuatl, lengua que Aguilar no conoce. Malinalli la traducirá al maya, y Aguilar pasará el maya a español. Será lento y a veces confuso, pero funcionará.
- Somos demasiado pocos para entrar en Tenochtitlán sin aliados. Buscaremos la ayuda de los tlaxcaltecas, un pueblo indígena independiente de los aztecas.
- Usando a Aguilar y Malinalli como intérpretes, Cortés ha prometido grandes recompensas a los tlaxcaltecas. Sospecho que quiere usarlos para vencer a los aztecas. Aunque no quiero involucrarme en sus planes de conquista, debo evitar que España se apodere de la reliquia. Es demasiado importante.
Dios del Sol[]
Tenochtitlán es un lugar asombroso. No habría imaginado que esta civilización fuera tan grande. La capital es inmensa, y está surcada de canales llenos de barcas. Los templos son tan altos que parecen llegar hasta el cielo.
- En esta ciudad debe haber al menos cien mil habitantes. No, más del doble. Si son hostiles, estamos perdidos. Examino a mis anfitriones españoles, algo asustado al ver las armas que llevan encima. Me pregunto si los aztecas sospecharán algo.
- Un grupo de aztecas sale a nuestro paso. Nuestros escoltas tlaxcaltecas se reúnen con ellos y discuten. Las voces se acaloran. Acerco la mano a la espada, previendo violencia.
- Ambos bandos se calman. Malinalli traduce para Aguilar. Este nos dice que vamos a conocer al gobernante de Tenochtitlán, Moctezuma. Un gran privilegio, pues Moctezuma no suele mostrarse ante su pueblo.
- Mientras esperamos, Guerrero tiene una idea. Nos quitamos los yelmos, y los hombres con barbas más espesas se ponen delante. Somos dioses. Debemos convencerles de que somos dioses.
- Moctezuma llega con cientos de sus nobles formados en dos columnas. Vienen descalzos y vestidos de gala. Moctezuma va en el centro, con un gran jefe a cada lado. Cortés me pide que tome nota de esta entrevista.
- Gracias a la habilidad de nuestros intérpretes, el ardid funciona. Aguilar traduce las palabras de Moctezuma: “Venís en buen momento. Habéis conocido el dolor y la fatiga. Ahora llegáis a vuestra tierra. Entrad en vuestro palacio y descansad vuestros miembros fatigados. ¡Que nuestros señores vuelvan a su tierra!”.
Matanza en el Templo[]
Moctezuma nos ha invitado a alojarnos en sus aposentos. Algunos de mis compañeros piensan que quiere cogernos fuera de guardia, pero a mí me parece sincero. Quizá no crea que somos dioses, pero querría creerlo. Hoy es el festival de Tóxcalt, una ceremonia muy importante.
Rituales Religiosos[]
Mientras busco la reliquia, observo los extraños ropajes y rituales de los aztecas. Pese a lo complicado de la traducción, me muestran sus dibujos religiosos y comparten conmigo sus leyendas. Añado este material a mi diario.
- Los aztecas han vestido como un dios a un hombre joven, que toca la flauta y reparte flores. Le adoran como a una divinidad y lo llevan en procesión por Tenochtitlán, con un cortejo de hermosas mujeres.
- El hombre es una encarnación de su dios Tezcatliploca. Va adornado con conchas y oro, como muchos de los participantes. Los nobles aztecas se unen a la fiesta, ataviados con sus propias joyas. La codicia empieza a inquietar a los españoles.
- Tezcatliploca ofrece a los españoles su pipa de tabaco, y les anima a fumar, a cantar, a bailar. No se da cuenta de que a ellos les repugna.
- Algunas mujeres se han vestido como diosas. Me siguen, curiosas. Las estudio con el mismo interés. Se ríen, ruborizadas.
- Tezcatlipoca hace un gesto para ver mi diario. Descubre que le estoy dibujando con su extravagante atavío. Nos reímos juntos.
- La procesión sube por las escaleras del templo. Tezcatlipoca tiene una colección de flautas, y rompe una por cada peldaño. Es un día de gran celebración, y me pregunto si las historias que he oído serán ciertas. Aún no he visto ninguna atrocidad.
Buscando Carroña[]
No olvido cuál es mi objetivo. Pero empiezo a dudar si encontraré la reliquia entre todos los ídolos y tallas de Tenochtitlán. No tengo su descripción, solo una localización, y no hay nadie que me ayude.
- Todos contemplan la ceremonia. Eso me da algo de tiempo para investigar. Dudo que la reliquia sea una gema o una piedra tallada, pero aun así las estudio todas. Las obras de arte aztecas son fascinantes, pero no tan complejas como lo que busco.
- Con la excusa de admirar sus ropajes, registro a los nobles y sacerdotes de Tenochtitlán. ¿Puede ser un collar? ¿Un cetro? ¿Una corona? No encuentro nada.
- Mediante intérpretes, pregunto a la gente si tienen objetos que les hablen, que susurren. Contestan que los dioses hablan a través de todas las cosas, que lo único que debo hacer es escuchar.
- Los templos aztecas son asombrosos. Sus planos son muy complicados, y deben haber requerido mucha mano de obra. ¿Estará enterrada debajo la reliquia? ¿Cómo llegar hasta ella?
- Busco palancas, paneles, acertijos. Nada.
- Me llevan ante el altar. Hay una talla de la serpiente emplumada, el dios Quetzalcóatl. Está rodeado de cráneos, algunos de piedra, otros humanos. Paso un rato examinando aquel osario, pero no encuentro nada.
Codicia[]
Tezcatliploca se acerca al altar. Los españoles se inquietan al darse cuenta de lo que pasa. Nos muestran un puñal de obsidiana. ¿Será la reliquia? Traen a otro hombre, también vestido de Tezcatliploca. ¡Van a hacer un sacrificio!
- Los españoles claman, indignados. Hago callar a los intérpretes. ¡No! Por atroz que parezca el ritual, para ellos es sagrado. Si lo interrumpimos, nos matarán.
- Colocan al hombre sobre el altar. Los celebrantes danzan frenéticos, ponen los ojos en blanco y empiezan a cantar. ¡El ritual se convierte en un caos!
- Los españoles preparan sus armas. Les digo que se queden abajo, pero no me hacen caso.
- ¡Qué brutalidad! Un sacerdote abre el pecho de Tezcatlipoca y le arranca el corazón. Sus ayudantes despellejan a la víctima y le dan la piel al próximo Tezcatlipoca, que se pone como adorno grandes tiras de carne.
- Descarnan el cráneo de la víctima y lo ponen en un hueco, bajo el altar. El sacerdote saca otra calavera de cristal y la alza en alto. ¡La reliquia! Noto su zumbido en mi cabeza. Tenue, pero familiar.
- ¡Los españoles están listos para atacar! Algunos están aterrorizados por lo que han visto, y a otros les sirve de excusa para apoderarse del oro. Pase lo que pase, debo conseguir el cráneo.
Impensable[]
Los españoles están masacrando a los nobles desarmados de Tenochtitlán. Me acerco al sacerdote, que contempla boquiabierto el ataque. Sigue sosteniendo en alto el cráneo. Los españoles aún no le han visto. ¡Tengo que actuar ya!
- Los aztecas dudan. Se estarán preguntando por qué les atacan sus dioses. ¡Si hoy estaban rindiéndoles honores! ¿Es que han venido a reclamar lo que se les debe?
- Los españoles arrebatan las joyas a sus víctimas, lo que indigna a los aztecas. ¡El engaño se desvanece! Algunos se atreven a atacarnos, pero mueren ensartados por las espadas de los españoles.
- Me acerco al sacerdote por detrás. No puedo dejar que los españoles vean la calavera. Desenvaino una hoja oculta y se la clavo en la espalda. Recojo la calavera antes de que caiga al suelo y la escondo bajo la capa.
- “¡Retirada!”, grito a los españoles. Hay demasiados aztecas. Todo Tenochtitlán ha acudido para el festival de Tóxcatl. ¡Son mil veces más que nosotros!
- Algunos tlaxcaltecas caen bajo las lanzas aztecas. Los españoles les ordenan que cubran nuestra retirada.
- Aunque tengo mi recompensa, no sé cómo sobreviviremos a este error. Los españoles agarran a Moctezuma y le obligan a seguirnos. ¡Cautivo en su propio palacio! Aun así, nos pide disculpas en nombre de su pueblo. Siento vergüenza.
La Noche Triste[]
Resistimos en el palacio de Moctezuma mientras la multitud grita enfurecida en el exterior. De momento no entran en el palacio, seguramente por su significado religioso o porque tenemos a su lider. De todas formas, no sobreviviremos si nos quedamos aquí.
Ventrílocuos[]
Cortés ha decidido obligar a Moctezuma a hablar con su pueblo. Si los aztecas le hacen caso, eso nos dará tiempo para huir a Tlaxcala. Pero Moctezuma ha dejado de apoyarnos. Su corazón está afligido, pues cree que él ha traído esta desgracia sobre su gente.
- Moctezuma sale a un balcón de su palacio. Los rugidos del pueblo se acallan.
- Habla con pasión. Percibo el dolor en su voz. Los intérpretes traducen sus palabras, pero sin emoción.
- Sigue refiriéndose a nosotros como dioses, aunque sé que ya no lo cree. Dice que la matanza del festival ha sido una prueba de fe. ¡Le abuchean!
- Les dice que regresen a sus casas, y que en breve volverá a hablarles para comunicarles la voluntad de los dioses. La multitud vuelve a ponerse violenta.
- Varias piedras vuelan por el aire, y una golpea a Moctezuma en la cabeza. Se desploma y empieza a convulsionarse sobre su propia sangre. Los tlaxcaltecas lo arrastran adentro.
- Los días pasan. Moctezuma ha muerto. Los hombres están desolados, pues muchos le consideraban nuestro amigo. Cortés es de los más afectados. Intento animarles para que salgan de aquí antes de que sea demasiado tarde.
Superados[]
Los habitantes de Tenochtitlán han retirado los puentes de los canales. No nos presionan: nos esperan fuera. Saben que no podemos escapar, pero que lo intentaremos. Los españoles pretenden abrirse paso y salir de la ciudad.
- Veo a muchos soldados rellenando sus ropas con el oro robado a los aztecas. ¡Insensatos! Eso les entorpecerá, y acabarán muertos. Yo solo llevo la calavera.
- No dejo de pensar en ese artefacto. Debe de tener algún poder, algo que me ayude a escapar. Pero no consigo que funcione. ¿Me habré equivocado de artefacto? No. Puedo percibirlo.
- Cortés increpa a sus hombres por su codicia. Les dice que podrían habernos matado a todos. Aún pueden redimirse, pero deben sobrevivir. Muchos sollozan al oírle.
- Los españoles han construido un pequeño puente portátil para atravesar los canales. No aguantará el peso de todos, pero es nuestra única opción.
- Nos escabullimos en la noche. Tenochtitlán está en silencio.
- Sus sonrisas de suficiencia me repugnan. Piensan que vamos a salir indemnes tras esta matanza y este expolio. Creen que hemos burlado a los aztecas, hasta que una flecha hiere a un capitán en el ojo.
Pomposo[]
Pocos en la Hermandad son tan entendidos en artefactos como yo, pero Bombastus se pasa el tiempo estudiándolos mientras yo trato de encontrar más. Es un hombre antipático, vulgar y arrogante. Tiene pocos amigos, pero muchos colegas. Tal vez pueda ayudarme a resolver el misterio.
Lo que Queda de un Hombre[]
He viajado a Basilea para reunirme con Bombastus. Ahora tiene un importante cargo en la ciudad, pero dudo que lo mantenga mucho tiempo. Entro en su laboratorio y veo a un trastornado que araña el suelo. Sin levantar la mirada, grita tonterías cuando paso a su lado.
- “¡Todo lo es todo! ¡No hay nada!”, grita.
- “Soy metal y tú eres metal, pero no debemos tocar esos metales”. Siento un escalofrío. Sus dispersos pensamientos me recuerdan a mí cuando era joven.
- “¡Puedo decirte cómo acaba! ¡Todo! Tú pregunta. ¡Por favor, pregunta! Cobarde.”
- “¿Consus?”, pregunta. Le pido que lo repita, pero se niega. Le enderezo y le miro a los ojos inquietos. Le sacudo y le exijo de nuevo que lo diga.
- “Consentimiento”, dice por fin. “No di mi consentimiento para esto. Mi mente es un vaso pequeño y ha rebosado. Ha estallado. Se ha roto”. Vuelve la cabeza y señala sus pequeñas heridas. ¿Ha estado Bombastus experimentando con este pobre desgraciado?
- Encuentro a Bombastus en un cuarto dando vueltas a una fórmula garabateada con letras y números. Le pido explicaciones por las condiciones del hombre del laboratorio. Me dice que leyó algo que no debía haber leído, y que las heridas se las ha hecho él mismo con las uñas.
Frenología[]
Saco el cráneo de mi bolsa y los ojos de Bombastus se encienden. Intenta cogerlo. No creo que pase nada por ello y se lo doy. Empieza a tomar medidas y a hacer dibujos sin dejar de murmurar.
- “¿Qué es lo que hace? ¡No lo digas! Claro…, por eso estás aquí”, dice. “Seguro que tengo la respuesta. Tengo todas las respuestas. Pero… tú eres quien habla con estas cosas.” Trato de corregirle, pero levanta un dedo.
- Sacude el cráneo con violencia. Toquetea la superficie. Lo compara. Lo sumerge en agua. Le impresiona tan poco como a mí. Levanta una ceja.
- “¿Seguro que es este?”. Asiento. Parece estar muerto. Tal vez fuese todo de cristal. Ojos de cristal, nariz de cristal…”. Ambos reímos.
- “Deberíamos sumergirlo en productos químicos para forzar una reacción. ¿Por qué sacudes la cabeza?”
- Cada vez que Bombastus mueve el cráneo, siento un dolor en el mío.
- “Tal vez esté cerrado”, dice. “No temas. Puede que tenga la llave”. Saca un tomo de un cofre cerrado de la estantería. El libro está bien conservado, y no tiene ningún adorno. “Si no quieres perder el juicio como el pobre Johan, te sugiero que no mires”.
La Piedra Filosofal[]
Bombastus se pone las manos a los lados de la cara para concentrarse en el libro. “No se pueden abarcar muchas cosas a la vez”, explica.
- A pesar del aviso, miro la página. Está en blanco. Las dos páginas están en blanco. De pronto, mi mente se llena de símbolos.
- Intento recordar lo que he visto, pero no puedo. Ha estado ahí un momento, con toda claridad, pero ha desaparecido. Le pido a Bombastus algo para escribir.
- “¡Estúpido! ¡No se puede leer!” Insisto de nuevo. Me trae tinta y un pergamino. Empiezo a anotar cosas.
- Estoy en el suelo. Me sangra la nariz y me palpita la cabeza. Bombastus sonríe y me ayuda a ponerme en pie. Miro de nuevo al libro, pero esta vez no veo más que páginas en blanco.
- “¿Sabes qué has escrito? Son fórmulas que jamás había visto. Lo había pensado, pero nunca creí que… ¡Tengo que ponerme a trabajar!” Le pregunto si le revelan algo sobre el cráneo, y me dice que el cráneo no tiene importancia comparado con lo que acaba de averiguar.
- Descanso mientras Bombastus trabaja con sus básculas y combina sustancias calientes. Pone una pepita de plata en la mezcla y la vierte sobre la superficie. Nos quedamos boquiabiertos al ver que se vuelve dorada. ¿Cómo es posible?
1542 - Italia[]
He tenido una vida plena. Sobreviví a la desgracia de mi familia y a la forma en que corrompió a la Iglesia. He visto el Nuevo Mundo, he sobrevivido a sus peligros y a muchos más. Pero me atormenta el misterio sin resolver de la calavera.
Visión[]
Desde que volví de Tenochtitlán hace unos años, los Hermanos dudan de mi capacidad. Aunque admiran la reliquia que traje, creen que se trata de un bonito tesoro, nada más. Yo sigo creyendo.
- María se queja del tiempo que paso con la calavera. Al menos una hora al día, contemplándola, escuchando.
- Con los años, el murmullo suena más fuerte. Siente que algo se acerca. Tal vez una meta.
- Hoy, la calavera ha emitido un tenue destello. La sacudo, y me recompensa con espirales luminiscentes. ¿Qué está haciendo?
- La oigo hablar, pero no entiendo lo que dice.
- Veo un rostro dentro de la calavera. No… en mi mente. ¡Ha aparecido en mi mente!
- La imagen de un hombre aparece ante mí. Por sus rasgos y su ropa, debe de ser chino. Aunque no entiendo su idioma, la intención de sus palabras está muy clara en mi mente. ¡Debo alertar a la Hermandad!
Vacaciones[]
A diferencia de otros conjuntos de memorias, los recuerdos dentro del capítulo "Vacaciones" presentan diferentes protagonistas, aunque todos centrados en eventos durante un solo día a lo largo de la historia (es decir, el día de Navidad).
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El invierno ha caído sobre esta guerra y sólo podemos meternos en nuestros abrigos y trincheras, y alejar nuestra mente de tanto sufrimiento. Será una estación larga y cruel, y quienes sobrevivan verán más dolor antes de que este conflicto termine.
Rojo y Gangrena[]
Es Nochebuena y estamos muriendo aquí, en las trincheras. Hago lo que puedo por atender a estos hombres, pero no soy un sanador. Trato de aliviar su dolor hasta que los saquen del campo de batalla o los entierren en él.
- Otro proyectil estalla cerca y nos salpica de barro helado. No me asusto, y suturo con mano firme la herida en la mejilla de un soldado. Nadie me reclama. Quizá el proyectil ha fallado.
- Gibbons está agachado contra la pared. Se quita la bota y me enseña lo que queda de su pie. Se ha gangrenado. Con suerte, solo perderá los dedos. No tengo mucha fe en la suerte. Le digo que se ponga la bota y que la mantenga seca.
- Aparece un hombre por encima de la trinchera. Buckley. Lleva a Crawson a la espalda. Le ayudo a bajarle, pero nos disparan y acribillan a Buckley. Los dos se tambalean sobre mí. Buckley se queda con la mirada fija y la boca abierta. Está muerto.
- A Crawson le cuesta respirar y tiene una abolladura en el casco. Se lo quito con cuidado, pero al hacerlo le chorrea sangre por la cara. Sus extremidades sufren espasmos.
- Subo por la escalera y miro el campo de batalla. Está cubierto por los cuerpos de los compañeros de mi unidad. Me gustaría ayudarles, pero ya es imposible.
- La artillería enemiga se detiene. Pronto la nuestra hará lo propio. Oímos cánticos a lo lejos. ¿Hemos perdido?
Noche de Paz[]
Los cánticos de las líneas enemigas se oyen más, pero no es una provocación. ¿Tal vez pretenden que bajemos la guardia? No… Nos están señalando al proyectar sus voces. ¿Ha acabado la guerra?
- Nuestro capitán transmite un mensaje cifrado a la base pidiendo instrucciones. Recibimos otro mensaje cifrado: PCO. Proceder con las órdenes.
- Nuestros chicos recargan las armas y se preparan para el siguiente ataque, pero algunos empiezan a cantar. ¡Villancicos! ¡Eso es!
- Nuestros exploradores toman el campo. Esperamos disparos, pero no hay respuesta.
- Los alemanes han decorado su alambrada con jirones de ropa de colores. Han encendido velas y adornado los árboles de su campamento con ornamentos improvisados.
- Unos soldados enemigos están atravesando la tierra de nadie con las manos en alto y cantando a voz en cuello. No llevan armas.
- Con las manos manchadas de la sangre de Crawson, sigo a mis compañeros al campo para verlo por mí mismo. ¡Es cierto! Los alemanes parecen pedir una tregua. Smitts sugiere que aprovechemos la ventaja mientras están distraídos. Algunos chicos le responden indignados.
Todo está en Calma[]
Los alemanes traen regalos, sobre todo cosas que pueden reemplazar, como insignias y botones. Su inglés es tan malo como nuestro alemán, pero ellos están nerviosos. Son conscientes del riesgo y no están seguros de cómo vamos a reaccionar.
- Volvemos al campamento a buscar regalos para los soldados alemanes. Saco de mi bolsa una novela y unos caramelos que me traje de Londres.
- Pillo a Smitts cortando botones de la ropa de nuestros propios caídos. Le regaño y se escabulle como una sabandija asustada.
- Vuelvo al campo y las líneas han desaparecido. Las tropas inglesas y alemanas se han unido en una sola. Todos somos víctimas del mismo horror.
- Los alemanes intentan enseñar a dos de nuestros soldados un villancico suyo. Cuando los nuestros repiten la canción, suena como una parodia. Los alemanes no se ofenden, comprenden que la intención es buena.
- Le doy a un médico enemigo mi novela, que es un estudio del Renacimiento italiano. Él alaba mi uniforme y comparamos nuestro instrumental. Ve la sangre en mis manos y frunce el ceño.
- Entrego las golosinas a las tropas alemanas. Quieren brindar conmigo antes de comerlas, y no puedo evitar reírme. Ojalá fuesen mejores caramelos. Ambos bandos empezamos a pasarnos un balón, como en un partido amistoso.
Trueque[]
Llega al campo un general alemán. Le conozco, es Erich Albert. Su rango es alto. Dicen que es un genio. Al principio parece incómodo, pero pronto se relaja y se une a la celebración con sus hombres.
- Albert se me acerca. Ve mi uniforme y me indica que le siga. También le hace el mismo gesto a su médico.
- Los tres nos adentramos en el campamento enemigo. Oigo los gritos de dolor y adivino qué me van a pedir que haga.
- En la trinchera enemiga, un soldado alemán se retuerce con varias heridas de bala en el torso. Está fatal. El médico alemán habla algo de inglés. “Por favor”, suplica señalando al herido. Asiento. Necesita que le atienda.
- El soldado herido ahora está inconsciente, pero la rudimentaria operación ha salido bien. Le hemos extraído todas las balas del cuerpo y hemos cerrado las heridas, pero no sé si sobrevivirá. Albert me da una palmada en la espalda.
- El otro médico vuelve a la celebración, por extraña que resulte. Albert extiende el brazo para darme la mano y ve que estoy contemplando su anillo. Es un círculo blanco con una cruz patada roja en el centro.
- Albert se encoge de hombros y se quita el anillo del dedo. Me lo ofrece. Yo hago el mismo gesto y levanto la mano para enseñarle que no tengo anillo para intercambiar. Parece impresionado al descubrir la quemadura circular de mi dedo. Cuando ve asomar mi hoja oculta por la manga, me mira con pánico…
Renegociar[]
Hace seis días, el Mars Express Orbiter lanzó el Beagle 2 hacia el planeta rojo. 66 millones de libras de equipamiento, 3 años de intensa investigación y construcción, y ahora… Veremos si el maldito trasto es capaz de resistir siquiera el aterrizaje.
Anticipación[]
Me pone nerviosa que haya tanta gente fuera del centro de control. Cuantos más ojos nos observan, más difícil es mi trabajo. Por suerte, muchos andan pensando más en las vacaciones que en el aterrizaje, incluidos algunos de los ingenieros que tanto han trabajado en esta misión.
- Mis colegas empiezan a ponerse nerviosos. Se afanan en mapas y datos como si aún tuvieran control sobre el resultado de la misión, y se quejan de los “turistas” que se apelotonan fuera.
- Las conversaciones suben de tono y el ruido alrededor del centro de control se hace ensordecedor.
- Matthew y June estarán desenvolviendo sus regalos, y con los pijamas puestos. Estoy harta de perderme tantos momentos de sus vidas, pero hoy debo estar aquí.
- Mi agenda de trabajo es diferente de la mis colegas: voy un paso por delante de ellos. Preparo mis sistemas para la señal.
- Vuelven a discutir sobre el Demonio Galáctico. La Maldición de Marte. Se ha tragado otra sonda. Voy a alimentar ese mito.
- Mars Express confirma la señal, pero mis colegas no la ven. La recojo y mando la confirmación a una máquina: la mía. El enlace, los nuevos códigos de control… se vienen conmigo. Lo siento, amigos.
Pasarela[]
Ya está hecho. El ordenador está en su maletín, los sistemas van bien y lo mejor: nadie sospecha nada. El cachorro tiene un nuevo dueño, y hay que sacarlo de paseo.
- “Bien, chicos, vigilad por mí. ‘Santa’ tiene que ir a casa con los chicos. Puede que el Beagle solo esté dormido. Seguro que no tarda en despertar.”
- Les decepciona ver que me voy, pero siempre se meten conmigo por la cantidad de fotos de los niños que tengo en el despacho. Me comprenden… o eso creen.
- Abro la puerta de la sala de control, y los de la fiesta se acercan para interpretar mi cara. No te traiciones. Finge una sonrisa. Creen que tengo buenas noticias. Les digo que hasta ahora todo parece ir bien, pero que seguimos esperando. Siguen con sus ruidosas conversaciones.
- En el control de seguridad se me acelera el corazón. No hay razón para ello. Lo paso todos los días con el portátil. Wally me saluda con su cara de “Jojojó” y me desea felices fiestas. Yo hago lo mismo.
- Un pequeño paseo por el aparcamiento, y por fin consigo salir de aquí. ¡No! ¡Wally! ¿Por qué me sigues?
- “¡Espera, Vanessa! Te has olvidado de fichar. Puedo hacerlo por ti, pero tienes que firmar esto.” Firmo y le hago un guiño. Se ruboriza. ¡Echaré de menos esto!
Portando Regalos[]
Estoy en un pintoresco café esperando a alguien. Se llama Robert Getas, un empresario americano que contactó conmigo hace unos cinco años y me ofreció un saco de dinero. Nunca le he visto, pero he investigado sobre él. Dice que cambiará el mundo.
- No es viejo, ni tampoco joven. No es atractivo, pero tampoco feo. Estatura media, peso medio, sin marcas, lunares… No es fácil distinguir a alguien así entre la gente. Pero lo intento.
- Mis ojos le ven durante un instante pero acaban sobre otra persona y, cuando me doy cuenta de mi error e intento volver atrás, le he perdido. Avanza hacia mí vestido con su traje gris de lo más normal y sus gafas, y con la mano extendida.
- “Robert”, digo, y le doy la mano.
- “Por favor, llámame Rob. Creo que ya hemos trabajado juntos lo suficiente, ¿no crees?”
- Le pregunto sobre el pago. Me asegura que ya ha sido depositado en la cuenta acordada. Estará congelado un tiempo, pero dice que no me preocupe. Los bancos no procesan tanta cantidad de dinero sin hacer preguntas, pero él me dará las respuestas.
- “Así que ya está, ¿eh?” pregunta. “¿Qué está haciendo? ¿Cavando?”
- Le digo que sí, que estará tomando muestras de suelo y preparando una sonda pronto. Le recuerdo que no me ha dicho lo que quiere de la Beagle 2. Asiente y le doy el portátil. Trato hecho.
Irse de la Lengua[]
Rob sale conmigo y, antes de marcharnos, me río y le digo que todo esto es bastante irónico. Yo metida en estos temas cuando mi madre siempre decía que Darwin formaba parte de nuestro árbol familiar. Rob me mira fijamente.
- Sugiere un nuevo trato: trabajar para él en su oficina. Es bastante insistente.
- Doy un paso atrás. Esto no me gusta. Le digo que lo que hecho en los últimos 5 años era para evitar tener que volver a trabajar en la vida. ¿Por qué iba a trabajar, ahora que tengo dinero?
- No me gusta dónde me lleva esto pero no estoy en una situación ventajosa. No quiero cabrearle porque aún puede retener mi dinero, pero hay algo en la expresión de su cara que me preocupa mucho.
- Me dice que el dinero se gasta demasiado deprisa, y que podemos hacer Historia, nosotros dos. Me ofrece volar con él para enseñarme las instalaciones. Le pregunto por su repentino interés.
- Asiente… no sé por qué. De nuevo doy un paso atrás y choco con algo. Un bloque sólido.
- El hombre alto me pone un trapo en la cara. ¡No! ¡No puedo…!
Restauración[]
Desafiaron a la monarquía y nos empujaron a la guerra. Prohibieron las celebraciones navideñas. Y lo peor de todo, decapitaron a mi padre, el rey. Tras años en el exilio, he vuelto a casa. Estoy listo para reclamar lo que es mío.
Guerra de Reyes[]
Los hombres están agotados tras la larga marcha pero ninguno se queja. Les miro sin la menor muestra de orgullo. Estamos listos para enfrentarnos a los parlamentarios. Pronto tomaré el lugar que me corresponde.
- Muchos de mis soldados son montañeses curtidos en la batalla, pero los galeses realistas y los presbiterianos de Gloucestershire serán un buen refuerzo para nuestras filas. Lucharon con valentía bajo el pendón de mi padre. Me alegra tenerlos de mi lado.
- La batalla comienza. Estamos en una clara desventaja, pero mis hombres luchan en cada seto de la ciudad. Las tropas de Cromwell son demasiado numerosas y perdemos terreno.
- He enviado a dos unidades para frenar el avance parlamentario por el este. Guío a mis hombres y ataco Red Hill, pensando en mi padre. Sus gritos me alientan.
- Es difícil luchar con este calor pero los parlamentarios retroceden y se retiran. ¡Es increíble! Cromwell manda más tropas… ¿De cuántos refuerzos dispone ese canalla? Nuestra retirada da comienzo. Huimos adentrándonos en la ciudad.
- Maldito sea este calor… Empiezo a quitarme la armadura y un montañés viene a ayudarme. La herida que tiene demuestra que ha luchado con fiereza. Sonrío y su mirada me hace pensar que no ha perdido la esperanza. Encuentro una montura fresca, pero soy incapaz de alentar a mis tropas. Hoy no venceremos.
- “¡Dios salve al Rey!” Reconozco la voz y luego veo a quien dice esas palabras: el conde de Cleveland. Me saluda y baja por la calle principal liderando una carga de caballería desesperada. Es la única oportunidad que tendremos. Escapamos por la puerta de San Martín.
La Huida del Rey[]
Estamos fuera de Worcerster, pero el viaje no ha hecho más que empezar. Los lores que me han ayudado a escapar son leales y darían su vida por salvar a su rey. Es mejor viajar con un grupo pequeño, así que dejo a mis hombres detrás. Que Dios los proteja.
- Los parlamentarios han soltado a sus perros. Estarán buscándonos. Nos dirigimos a Stourbridge, pero está protegida por tropas parlamentarias. Encontramos lugares más seguros para viajar. Soy afortunado de encontrar aliados de confianza.
- Me he recortado el cabello pero no me atrevo a mirarme en un espejo. Qué aspecto tan ridículo debo de tener en la guisa de uno de esos Cabeza redondas. La ropa que llevo es ruda pero confortable. Parezco un comunero.
- Por fortuna, llueve todo el día, lo que dificulta la búsqueda de los parlamentarios. Pero la fortuna tiene un precio. Necesito ropa seca. Agradezco el calor y la comida tras un día entero en el bosque.
- Nos ocultamos en el gran roble junto a Boscobel House. No temo a hombre alguno, pero las alturas me marean. A través del espeso follaje veo a los hombres de Cromwell debajo. Estoy tentado de lanzarles bellotas.
- Mi caballo ha perdido una herradura. Ataviado como un sirviente, le llevo a un herrero. Con alegría me cuenta que los escoceses han sido vencidos pero que el canalla de Carlos Estuardo aún no ha sido capturado. Riendo, le digo que Carlos merece más la horca que todo el resto de los realistas juntos.
- El capitán de un barco carbonero llamado Surprise acepta llevarme a Francia. Pide un precio adicional cuando se da cuenta de quién soy. No le culpo. La valentía, como la fortuna, tiene su precio. Abandono la costa de Inglaterra, vencido pero esperanzado.
El Exilio del Rey[]
¡Maldito Cromwell y sus lacayos! Estoy en el exilio, de nuevo. Recibo cartas con un extraño sello. No conozco el nombre de quien las escribe, ya que no revela su identidad. Pero puedo ver que aún tengo poderosos aliados en Londres.
- Mi señor:
Aunque la situación parece desesperada, aún queda esperanza. Me han prometido, y puedo aseguraros, que vuestros fieles sirvientes pronto tendrán los medios para tomar el control del Parlamento. - Mi señor:
¡Qué terrible infamia! El usurpador ha sido nombrado Lord Protector de la Commonwealth. Nuestra causa, sin embargo, no está perdida, pues son muchos los que darían gustosos sus vidas por ver vuestro regreso. - Mi señor:
Ha llevado siete años, pero por fin el usurpador está muerto. Solo es cuestión de tiempo y el Parlamento os reconocerá como nuestro legítimo gobernante. Sed pacientes, mi señor. - Mi señor:
El hijo y sucesor del usurpador está débil y sin poderes, pero debemos ir con cuidado. Abdicará antes de un mes, os doy mi palabra. - Mi señor:
Es para mí un orgullo y una alegría escribir esta carta. El general Monck ha tomado control de Londres. Pronto os escribirá. Yo, vuestro fiel servidor, os insto a que sigáis su consejo. - El buen general me ha dado un consejo. Amnistiaré a los enemigos de mi padre, siempre y cuando me acepten como su legítimo rey. ¡Magníficas noticias! El Parlamento me ha proclamado rey. Debo ofrecer mi gratitud a mi misterioso benefactor.
El Regreso del Rey[]
He sido invitado a regresar a Inglaterra para recibir mi corona. Debo prepararme, hay muchas cosas que debo hacer cuando esté allí. Muchos errores que enmendar.
- El viento sopla fuerte y el Sol brilla alto. Inspiro profundamente y miro por última vez a Breda. Ha sido mi hogar durante muchos años. A bordo del barco, el capitán me dice que augura un buen viaje. Sonrío, sabiendo que dice la verdad.
- Varios barcos se unen al nuestro al aproximarnos a Dover. Mi nombre es proclamado a gritos y los cañones disparan salvas, pero mi mente está en otro lugar. Después de tantos años fuera, no veo el momento de poner pie en Inglaterra.
- Por fin entro en Londres, el día de mi cumpleaños, precisamente. Hombres, mujeres y niños se regocijan con mi vuelta. Se ordena a los soldados que mantengan el orden, pero están bien entrenados, saben qué hacer y es una ocasión gloriosa. La Historia recordará este día.
- Hoy devuelvo al pueblo el ritual de la Navidad y lo reciben con júbilo. Son la misma gente que luchó cuando se les arrebató esa fiesta. La misma gente que sufrió bajo las reglas puritanas en mi ausencia. Nunca más.
- Me siento estúpido con este ropaje largo y pesado, pero no más de lo que me sentí cuando corté mi cabello. Aunque he sido rey durante años, esta es la corona que me fue arrebatada. Es la corona que anhelaba. La corona de mi padre.
- Veo a un hombre hablar con el general Monck. Sostiene lo que parece una esfera envuelta en una gruesa tela. Tengo curiosidad, pero ahora debo inclinar la cabeza para recibir mi corona. Me sorprende que sea más ligera de lo que esperaba. Como mi corazón.
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Tengo un regalo de Navidad para tí. ¡Disfrútalo! -Erudito
Philippi, Macedonia[]
Rodeamos el cuerpo de Bruto, lamentando la pérdida de uno de los grandes defensores de Roma, que ha segado su propia vida. Marco Antonio nos ha enviado su mejor tela para envolver el cuerpo. Un gesto fútil, ya que al fin y al cabo fue su negativa a enfrentarse a Octavian lo que provocó nuestra derrota.
- Fingiremos aceptar el gesto de Antonio por ahora, aunque hemos traído nuestro propio sudario… Envolvemos con él el cuerpo y nos apartamos. Nunca habíamos usado el Sudario y tenemos miedo.
- ¡Se mueve! Levantamos un borde del Sudario y Bruto abre los ojos. ¡Sus brazos se levantan y se doblan, llenos de vida! Sus dedos agarran el aire mientras recupera el control de su cuerpo.
- No respira ni habla. Simplemente está ahí, inmóvil, sin parpadear. No está caliente, no reacciona al tacto.
- Sea cual sea el poder del artefacto, no nos ha devuelto a nuestro Hermano. Cerramos sus ojos de nuevo. Nada indica que se había movido. Algunos de entre nosotros lloran. Es una segunda muerte.
- Quitamos el Sudario y lo devolvemos a su caja de madera. Envolvemos a Bruto en el regalo de Antonio. Perdónanos, Hermano.
- Nos han vencido, han vencido a Roma, pero ahora no es momento de responder. Debemos reagruparnos. Trazar un plan. Prepararnos para lo que vendrá.
Monteriggioni, Italia[]
Un mito convertido en milagro, la “sábana santa” ha llegado, recién arrebatada a los templarios en Francia. No quiero mirarla, pero debo confirmar que es lo que es. Me reúno con mis Hermanos en la Villa.
- Mis Hermanos me han dicho que el propietario del Sudario, Godofredo de Charny, no sospecha. Hemos pagado una fortuna para sustituir su Sudario con una compleja réplica. Para eliminar ese error de la Historia.
- Siento… algo… en el momento en que sale de la caja. El Mal. Se me revuelve el estómago. Empiezo a tomar notas.
- La silueta de un hombre ha quedado plasmada en el Sudario, con los brazos abiertos a los lados y las palmas hacia arriba. Según los registros de la Iglesia, el rostro ha cambiado a lo largo de los siglos. ¿Diferentes hombres? ¿Quiénes son? Parece haber sido torturado.
- El tejido ha amarilleado. Está viejo. Tiene manchas de sangre, algo lógico con heridas como esas.
- Satisfechos con la posesión de lo que perseguíamos, doblamos el Sudario y lo devolvemos a su caja. Oigo palabras en mi mente. Otros pensarían que son espíritus, pero yo sé que solo me recuerdan la importancia de mi tarea.
- ¿Qué mejor lugar que nuestra ciudad amurallada para ocultar esas abominaciones a los hombres? Enterraremos el Sudario y nos aseguraremos de que siga oculto. Quemaremos los registros eclesiásticos y enviaremos quejas de fraude a los líderes religiosos. ¿Quién conoce sus fallos mejor que sus creadores?
Milan, Italia[]
Es de locos. ¿Qué habré hecho yo para cabrear a mis jefes? Cazando gamusinos en mitad de una zona de guerra mientras nuestros propios muchachos me tiran bombas. ¿Y para qué? ¿Es que a lo mejor es el de verdad? Llevo en esto casi veinte años y aún no creo que exista.
- Voy con la cabeza agachada, aunque visto como un lugareño. Siento la bolsa llena de dinero como una pesada bola encadenada a mí. Esta gente sufre y no dudarían en arrancármela si supieran lo que llevo.
- Busco el restaurante. Espero que aún esté en pie. Me reúno con uno de los Baguttiani, que parece ser uno de esos tipos pensadores, que pasan el día sentados contemplando la importancia de pasar el día sentados y contemplando.
- El lugar parece vacío pero la puerta no está cerrada. En el interior, el hombre me espera. Está nervioso. Es lógico. He sacado mi arma. No me fío de nadie.
- Me responde señalando una caja de madera encima de uno de los bancos. No parece gran cosa. Dejo mi bolsa en la mesa que hay cerca, con la mano cerca del arma.
- Abro la tapa de la caja y echo un vistazo. Hay algo plegado. Huele un poco a moho. Está tan sucio, que podría ser la ropa apestosa de este tipo.
- Cuelgo el logotipo metálico de la compañía de mi llavero y veo cómo tiembla cuando me acerco a la caja. Miro al hombre y afirma con la cabeza. Espero un minuto. Tal vez sea el retumbar de una bomba cercana. No se detiene. Que alguien me pellizque.
Capítulo 2 – DATA-STREAM S00.S02[]
Polzuchaya Tvar[]
Ya no me considero a mi mismo un defensor del cambio, pero debo encontrar el fragmento del artefacto. Primero, sin embargo, necesito aprender más sobre él
Detalles de la Memoria[]
- Ubicación: Imperio Ruso
- Período de Tiempo: 1917
- Sujeto: Nikolai Andreievich Orelov
Invierno Siberiano[]
El camino a Krasnoyarsk es solitario. El cielo es oscuro, sin luna. La nieve cruje bajo las pezuñas de mi caballo. Yo tiemblo, pero no a causa del frío.
- He estado aquí — o cerca de aquí — antes, no hace mucho tiempo. No hay duda que la gente de Krasnoyarsk ha sentido los temblores de la explosión.
- Era joven entonces, dedicado, pero arrogante, enfadado. Aún así seguí los planes de la carta del Mentor, convencido de que la victoria de la Hermandad era todo lo que importaba.
- Krasnoyarsk es silencioso. Mi llegada, a mitad de la noche, pasará desapercibida. Mis negocios aquí terminarán pronto — ya que encontré a quien buscaba.
- He pasado por la catedral Svyato-Troitsky de Krasnoyarsk, pero no puede ayudar pensar sobre esa fatídica noche, cuando la Pieza Real se destruyó. Necesito concentrarme.
- ¡Aquí al fin! Las paredes que encierran el asilo son fáciles de escalar. Los guardas son pocos, la mayoría de ellos ebrios. Me deslizo dentro y, silenciosamente, alcancé mi objetivo.
- Ella se sienta sola en su celda. Su cara, horriblemente desfigurada, tiene un agujero donde debería estar una nariz. El "monstruo" que estaba buscando — ¡más repulsivo que Baba Yaga!
El Asilo[]
Ella corre con los dedos rajados sobre su cabeza calva, fijándose en mí. Sus ojos, amables a pesar de parecer una cara no humana, son hipnotizantes. No puedo apartar la mirada.
- "Khioniya Kuzminichna Guseva," dije, severamente. "Has intentado asesinar al monje Grigori Rasputín." Ella asiente; un gesto apenas perceptible.
- La bastante lastimosa excusa del cerrojo no supone ningún reto. Yo abro la puerta y Guseva retrocede varios pasos. "No estoy aquí para juzgarte. Solo busco respuestas."
- "¡No sé nada!" La voz de Guseva es fuerte, segura, pero de alguna manera carece de sentimiento. Tres años en este manicomio, y aún así parece sana.
- "Puedes saber más de lo que piensas." Realmente espero eso. "Te ofrezco libertad. Todo lo que pido a cambio es que me respondas a algunas preguntas."
- "Solo a través de la muerte se puede ser realmente libre." La voz de Guseva es como el filo de un cuchillo. Ella sonríe — una mueca espantosa. "¡Me sacarás de este sufrimiento!"
- Ordeno a Guseva que me siga. Ella duda, así que tomo su mano — la mano que sostuvo el cuchillo que destripó al Monje Loco — y la guio fuera.
El Santo Diablo[]
Un puñado de kopeks es más que suficiente para sobornar al párroco. Nos sentamos en una esquina oscura de la catedral Svyato-Troitsky. Aquí, podemos hablar en privado.
- Una bufanda negra esconde la cara monstruosa de Guseva, pero sus ojos brillan intensamente a la luz de la vela. "Cuéntame que ocurrió," susurro.
- "Yo era una discípula del Padre Grigori, el Santo Diablo." Esta no es la voz de una mujer loca. "Habíamos viajado a Pokrovskoe, su ciudad natal."
- "Era la mitad del verano." Guseva baja la bufanda, revelando su estragada cara. "Un día, quizás dos, tras la fiesta de natividad de San Juan el Precursor."
- "Estaba esperando al Padre Grigori fuera de la iglesia, como él había ordenado. Cuando lo vi, yo... ataqué, lo apuñalé profundamente, en el vientre."
- "Llevé el cuchillo hasta su ombligo, para asegurarme que moría." La voz de Guseva temblaba. "Sus entrañas... cayeron fuera. Él se agarró a ello... ¡y me SONRIÓ.!"
- "Grité, ¡he matado al Anticristo!", pero estaba equivocada. ¿Qué clase de hombre podía sobrevivir a esto?" Uno que lleva un fragmento de la Pieza Real, sin duda.
Profecía Ominosa[]
En la penumbra, Guseva permanecía en silencio, esperando a que yo la juzgara. No me muevo. No hablo. Ella toma mi mano, la aprieta.
- "¡Tienes que entenderlo!" dice Guseva al fin. "El Santo Diablo tiene un poder sobre las personas... ¡Sobre mí! Sus ojos eran azules ¡Ojos llenos de pecado!"
- "¡Las cicatrices!" Guseva acaricia su arruinada cara. "¡Mi nariz!" Ella señala el agujero donde debería estar su nariz. "¡Él me hizo hacérmelo! ¡El Santo Diablo me hizo hacérmelo!"
- "¿Tú te hiciste esto?" Mi voz cruje. De pronto, empiezan a caer lágrimas por la cicatrizada cara de Guseva. Claro, Rasputin tiene el poder de controlarla.
- "Él solía decir 'La muerte está cerca de mí. Se está arrastrando hacia mí como una puta.' Ese día, esperaba que lo asesinara. Y fallara."
- "Rasputin profetizó el intento de su vida", digo. "Él sabía que no iba a morir." ¡El fragmento de la Pieza! ¿Puede ser esto tan poderoso?
- Guseva toma mi mano hacia ella. "¡Acaba con mi sufrimiento! ¡Ahora!" Ella no emite ningún sonido cuando mi hoja oculta atravesó su corazón. Solo sonríe.
Disparo Erróneo[]
El FBI sospecha que Jack Parsons vendió secretos de estado a los Comunistas, pero sé que no cometió traición. El hombre es mucho más peligroso que eso.
Detalles de la Memoria[]
- Ubicación: Pasadena, California
- Período de Tiempo: 17 de junio de 1952
- Sujeto: Thomas Sean Morgan
Un Hombre Peligroso[]
En cualquier otro día, me divertiría conducir mi Studebaker del 51 a través de las calles de Pasadena. Sin embargo, hoy no. Hoy, el Dr. von Kármán no estará contento.
- Saco mi Omega y compruebo la hora. Es pronto, pero el Doctor ya está tomando té en la Terraza, esperando mi informe sobre Parsons.
- Giro a la izquierda en Hillcrest, saco mi pañuelo, y me seco el sudor de mi cara. Luego dejo el Studebaker en frente del Hotel Langham.
- Aferro los archivos y fotos que he estudiado anteriormente y los pongo en el maletín abierto del asiento del copiloto. En la parte superior de la pila hay una foto de Parsons.
- La mirada del hombre es tan intensa, tan diabólica, que de inmediato cierro el maletín — evitando mirar su foto. Seco mi frente y salgo del coche.
- El aparcacoches me mira mientras le entrego las llaves. Generalmente, le habría golpeado en la cara, pero hoy es su día de suerte. Tengo asuntos urgentes que atender.
- "¡Cuidado!" le advierto al aparcacoches mientras ajusto mi corbata. El chico es demasiado estúpido para sentirse amenazado; el piensa que sólo me preocupo por el coche
Genio Menguante[]
Me siento frente al Dr. von Kármán en la Terraza. A pesar de su edad, parece elegante con su traje de rayas. "Señor Morgan. ¿Qué ha descubierto?"
- "El Señor Parsons parece haber cortado todos los lazos con el mundo exterior." Aclaro mi garganta y tomo un sorbo de agua. Preferiría cerveza, o algo más fuerte.
- "No ha visto a nadie de importancia desde que perdió su acreditación de seguridad en Caltech, en Enero." Pongo el maletín sobre la mesa. ¿Donde está el camarero?
- El Dr. von Kármán eleva la mano y el camarero aparece. "Escocés para mi amigo. Que sea doble." Sé que no soy su amigo, pero estoy orgulloso de trabajar para este hombre.
- Espero a que el camarero se vaya. "La investigación del FBI no va a ningún lado, pero..." Abro el maletín, rebusco en él, y saco un par de archivos.
- "El Señor Parsons ha preparado un viaje a México." Le entrego las últimas fotografías a von Kármán. "Saldrá en pocos días. El 25."
- "¿Qué?" von Kármán da un salto, dejando caer las fotografías. Tenía la sensación de que se molestaría. "¡Es lo peor que me temía! ¡Mucho, mucho peor!"
Hombre Cohete[]
Sabia que von Kármán estaría encantado de conocer lo que Parsons estaba planeando para dejar el país, pero no pensé que reaccionaría con tanta dureza.
- El camarero al fin llega con mi bebida. El Dr. von Kármán me la arrebata y se la bebe de un trago. "Glenfiddich," murmura. Buen material. "¡Ahora déjanos!"
- El camarero vacila un momento, luego se larga. Una parte de mí lamenta no tener agallas para pedir otra copa. ¡Dios sabe que necesito una!
- "¿Estás seguro que Jack se irá el 25?" Me sorprende que von Kármán use el nombre de pila de Parsons, pero sé que es mejor no preguntarle.
- "Seguro." Le entrego una copia de los planes que hizo la esposa de Parsons con la aerolinia. El Doctor examina detenidamente los papeles, murmurando en húngaro.
- "¡Descubrió como hacer funcionar la FORMULA de Crowley!" grita von Kármán "Les mostrará... ¡en el Día de San Juan! ¡Los resultados podrían ser peores que en Filadelfia en el 43!"
- En el vestíbulo, el Dr. von Kármán intenta contactar a Parsons por teléfono. "¡Ocupado!" Se vuelve hacia mí. "¡Debes detenerle! ¡Ve a su laboratorio! ¡Dile a Jack que debe parar! ¡AHORA!"
Hilera Millonaria[]
¡Nunca he conducido tan deprisa en mi vida! Mis manos están entumecidas y mis nudillos blancos. Aflojo mi agarre del volante y levanto un poco el pie del acelerador.
- Giro en South Orange Grove, contento de estar de una pieza. Dos Fords negros del 49 bloquean la calle, cuantro hombres con trajes igualmente negros están detrás de ellos. ¡Los Hombres G!
- El familiar peso de la Walther en mi bolsillo de repente se siente muy confotable. Apago el motor y compruebo la hora: 5:06. Salgo del coche, listo para reventar algunas bocas.
- Una dama con tacones hasta el cuello sale de uno de los Fords, un calvo de dos veces mi tamaño tras ella. Lleva un vestido lujoso, y puedo decir por su forma de moverse que no es Rubia tonta.
- "Por favor venga con nosotros, Señor Morgan." ¡Sabe mi nombre! El calvo pone la mano en mi hombro. Mi codo está a punto de hacer una visita a su estómago, ¡pero me congelé!
- La dama lleva un pequeño pin en su vestido: ¡Tres rectángulos torcidos formando un triángulo! Mi corazón se hunde. ¡Ahora sé lo que significa la palabra MIEDO!
- Soy cegado por un flash sobrenatural — ¡un brillo más fuerte que el sol! Apenas oigo la explosión, pero siento sus temblores. ¡El laboratorio de Parsons! ¿Qué han hecho?
Comme À La Guerre[]
Esta noche, la gente encenderá hogueras y celebrará el nacimiento de San Juan Bautista, le Précurseur, inconscientes de la historia que está a punto de revelarse.
Detalles de la Memoria[]
- Ubicación: Montreal
- Período de Tiempo: 24 de junio de 1834
- Sujeto: Edmund Bailey O'Callaghan
Réformistes[]
El reloj de cuco de mi padre me saca de mis quicio. Golpea diez veces. El día aún es joven, pero tenemos mucho que ver para esta noche.
- Paseo por la sala de dibujo, observando el reloj constantemente. Ya ha pasado el mediodía. ¡Un golpe en la puerta!¡Por fin! De repente me doy cuenta de lo tensa que está mi mandíbula.
- "¡Entre, entre!" El hombre de mayor confianza de Duvernay se quita su sombrero y entra. "Bienvenue chez moi, Monsieur Larose."
- "Discúlpeme por la tardanza, Doctor." Su ingles es perfecto. "Todo está listo para esta noche. El encuentro tendrá lugar según lo previsto."
- Nuestra histórica asamblea tendrá lugar el Día de San Juan — ¡una fecha que los Opresores valoran mucho! Qué irónico. "¿Puede el Señor Duvernay contar con usted?
- "Mi querido Señor Larose, no me perdería esta reunión ni por todo el dinero del mundo." La sonrisa torcida del hombre de Duvernay lo dice todo.
- Estoy honrado de ser incluido en la celebración, ser parte de la inevitable revolución. Futuras generaciones recordarán este día— el 24 de Junio de 1834.
Patriotes[]
Mi "calèche" lentamente se abre paso por la sombrías calles de Montreal. Estoy ansioso por llegar, pero dí instrucciones al conductor de que se tomara su tiempo, como es propio.
- Todo está en silencio en la rue Saint-Antoine, salvo por una poca gente que está frente a la casa de McDonnell. "Docteur O'Callaghan," me saluda un extraño.
- "Trabajo para el Señor McDonell." Su acento es torpe. "Venga conmigo, s'il vous plaît." Salgo del calèche y le sigo.
- La casa del abogado parece impresionante, pero el hombre me lleva directo al jardín, que está lleno de flores de todo tipo.
- Mesas cubiertas de lino se han puesto fuera. Los músicos se sientan en el porche, preparándose para la noche, mientras los criados ofrecen vino a los honorables invitados.
- Luces cuelgan de cada árbol, bañando el jardín en un resplandor dorado, que hacen que el lugar parezca surrealista — como lo que estamos a punto de hacer.
- El encuentro es más impresionante de lo que había imaginado. ¡Debemos ser 60 de nosotros! Todos reformistas, todos patriotas.
Santés[]
Nos reunimos alrededor de las mesas y la orquesta comienza a tocar. Las melodías de los violines aparecen en primer lugar, como para recordarnos el significado de la noche.
- La mayoria aquí son Canadienses — y miembros de la Aide-toi et le ciel t'aidera — , pero hay muchos Americanos y compañeros Irlandeses también.
- El Señor Duvernay, quien organizó esta reunión, aclara su garganta. "Messieurs," apunta hacia el alcalde de Montreal, "le Président!"
- El Alcalde eleva su copa. "¡Por el pueblo, fuente primaria de toda autoridad legítima!" Después de muchos aplausos y varios brindis más, la cena está servida.
- Elevo mi copa. "¡Por nuestro anfitrión, El Señor McDonell! ¡Y por el Señor Duvernay, quien organizó esta velada!" Cuando los aplausos cesan, el Señor Duvernay se levanta.
- "Mes amis!" dice Duvernay. "¡Compañeros patriotas!¡Los Opresores han reclamado el Día de San Juan! Mientras hablamos, están celebrando la creación de su asociación secreta."
- "¡Este bendito día ya no será suyo!" Todos aplauden. "¡Formaremos nuestra propia sociedad! ¡Devolveremos este día al pueblo!"
Mon Pays, Mes Amours[]
Despues de cenar, los pactos han concluido y las promesas se han hecho. ¡Muchos de nosotros, unidos contra los Opresores! ¡Muchos de nosotros, preparados para cambiar el mundo!
- La música se detiene. Un hombre comienza a cantar, "Comme le dit un vieil adage..." Uno de los violinistas está desaparecido. "Rien n'est si beau que mon pays..."
- El canto continúa, pero veo a un hombre deslizarse dentro de la casa. ¿Larose? Le sigo. Abro la puerta mientras la canción concluye. "Ô Canada! mon pays! mes amours!"
- No veo a nadie dentro de la residencia de McDonnell. Estoy a punto de revelar mi presencia, pero oigo un ruido. ¡Arriba! ¿Qué está haciendo Larose? Corro escarleras arriba.
- ¡Uno de los sirvientes de McDonnell descansa en un charco de sangre! El inconsciente violinista está junto a el. "Por favor mantenga la calma, Doctor." Me vuelvo cara a Larose.
- "El músico asesinó al pobre compañero," explica Larose. "No sé aún lo que buscaba, pero trabaja para ELLOS. Tuve que neutralizarle."
- ¡Los Opresores han estado espiándonos! "Todo es legal," digo, "cuando las libertades fundamentales están en peligro."
Noche de San Juan[]
Ha pasado un año y un día desde que recibimos nuestro regalo de boda de Tío Juan. Hoy, Johannes me sorprende con otra carta dirigida a Lady Beth.
Detalles de la Memoria[]
- Ubicación: Praga
- Período de Tiempo: 1604
- Sujeto: Elizabeth Jane Weston
La Carta[]
Mis manos tiemblan mientras rompo el sello de la carta de Tío John. ¿No es estúpido que alguien tan familiarizada con las cartas se encuentre tan emocionada al recibir una?
- "Lady Beth," dice la carta. "Por favor acepte mis disculpas por el prolongado silencio. Mis deberes como Guardián en Manchester me mantienen bastante ocupado."
- "Sin embargo, he logrado enterarme, entre dos debates implacables, de la llegada inminente a Praga de una obra del Bardo de Avon."
- ¿El Bardo de Avon? Tío John debe referirse al dramaturgo Inglés William Shakespeare. He oído mucho sobre él.
- "El último año," leo, "tuve el placer de ver una obra realizada en el Teatro Globe en Londres. Fue una experiencia bastante ‘iluminante'."
- "Creo, mi querida Lady Beth, que encontrará el tema de esta obra muy de su agrado." Echo mi cabeza en el respaldo de la silla, sonriendo.
- "Un sueño en la Noche de San Juan" se estrenará, bastante apropiado, el 21 de Junio. Johannes y yo asistiremos.
La Obra[]
No estoy sorprendida de encontrar el Salón de Vladislav lleno de espectadores. Después de todo, esta será la única representación de la obra del Bardo en el Castillo de Praga
- La primera parte de la comedia es decepcionante. Trara de asuntos triviales, como una hija rehusando a casarse con un hombre que su padre ha elegido para ella.
- Pillo a Johannes riéndose alguna vez, lo que me hace sonreir. La obra es en realidad muy divertida, pero esperaba más después de la carta de Tío John.
- En el Acto II, Oberon, rey de las Hadas, y su reina, Titania, entran. La obra llega a ser intrigante. Empiezo a prestar más atención.
- La trama se complica con Puck, un enigmático y travieso personaje, que crea alborotos mientras desobedece las órdenes de Oberon.
- ¿Puck está haciendo de buena gana mal uso del mágico amor perfecto? ¿Sirve fielmente al rey de las Hadas, o está siguiendo su propia, agenda secreta?
- Después de la confusión causada por las Hadas, a los mortales de la obra se les hace creer que lo que han experimentado en el bosque sólo era un sueño.
El Tramposo[]
Todos los actores dejan el escenario, con excepción del actor de Puck. "Si nuestras sombras han herido," dice Puck. Sí, las Hadas son sombras...
- Puck continúa: "Piensa esto, y todo está arreglado, que sólo has dormido aquí, mientras esas visiones aparecieron."
- "Y este débil y ocioso tema, no más tangible que un sueño." ¿Por qué insinúan que el tema no tiene valor? ¿Por qué sugieren que la obra es una ilusión?
- "Caballeros, no reprendan: si tu perdón, arreglaremos. Y, como soy un honesto Puck..." Sonrío. ¡Puck puede ser muchas cosas, pero no es honesto!
- "Si no hemos tenido suerte." Sin duda tenemos. "Ahora a 'escapar de la lengua de la serpiente, nos enmendaremos dentro de poco." ¡Sí, Puck es la Serpiente! ¡El Tramposo! ¡El Tentador!
- "Además Puck es llamado mentiroso; así que, buenas noches a todos vosotros. Dadme vuestras manos, si somos amigos, y Robin debería restaurar las enmiendas."
- Estoy sorprendida por la repentina ola de aplausos. Los actores vuelven al escenario y hacen una reverencia. ¿Qué secretos, me pregunto, se esconden detrás de esta comedia?
El Enigma[]
La gente empieza a salir del salón, pero Johannes y yo nos quedamos. "Fue una buena comedia, ¿no?" La sonrisa de Johannes parece congelada sobre su cara.
- Normalmente, disfruto discutiendo sobre poesía, literatura, y teatro con mi marido, pero ahora mi mente está en otro sitio. ¡Debo descubrir el significado de esta obra!
- "¡Los personajes son invenciones fantásticas!" asiento, medio escuchando a Johannes. De algun modo, sé que está equivocado. Estos personajes me parecían REALES.
- ¿Qué fue lo que dijo Puck? "¡Señor, qué tontos son estos mortales!" En antiguas mitologías, indudablemente los dioses creían eso. Jugaban con los mortales a su gusto.
- En el fondo, Johannes continúa analizando la obra del Bardo. ¿Y si Oberon y Titania, las Hadas inmortales, fueran los antiguos dioses? ¿Y si...
- Titania llevaba una diadema, exactamente como la de Hera en la pintura que Tío John me dio. Una mera coincidencia, seguramente, ¿pero y si Titania y Oberon fueran en realidad Hera y Zeus?
- ¿Qué sería Puck, la Serpiente? Puck desafió la paciencia de Oberon, como Prometeo desafió la omnipotencia de Zeus. ¡Debo escribir a Tío John!
Ciencia Divina[]
Este paquete fue lanzado fuera del DDS del Proyecto Legacy por Erudito, como parte de los archivos seguros de Industrias Abstergo.
Capítulo 1 – María Amiel[]
- Ubicación: Oeste de Europa
- Período de Tiempo: 1527
- Sujeto: María Amiel
Por favor, espere mientras sincronizamos la DDS. Cierre los ojos y trate de relajarse. Inhale profundamente, exhale. Inhale, exhale de nuevo. Eso es todo.
El Renacimiento. A inicios del siglo XIV, los estudiosos italianos comenzaron a reexaminar la tradición clásica antigua, lo que provocó la revitalización del conocimiento en toda Europa. Explorará los recuerdos de uno de los asistentes de Paracelso, Maria Amiel. Por favor, informe de sus hallazgos.Descubrimiento[]
He acortado mi visita a Madre. Aunque estaba feliz de verla a ella y a mis hermanas, no puedo decir lo mismo sobre su nuevo marido. Además, he descuidado mis obligaciones el tiempo suficiente.
Secretos[]
Abro la puerta del laboratorio del Profesor von Hohenheim. "¡Maria!" Un hombre alto con la tez morena está de pie junto a él. Me mira, boquiabierto.
- "¡Maria!" Casi no reconozco la voz del profesor. "¡No te esperaba tan pronto!" El extraño sonríe cuando le miro.
- "¡Maria!" Frenéticamente, Bombastus apila hojas delante suyo, formando una piramide irregular en su escritorio. ¿Qué está tratando de ocultar?
- El profesor moja sus labios, buscando en la habitación con los ojos muy abiertos. Cuando su mirada finalmente se detiene en su compañero, deja de juguetear con el papel.
- El profesor inspira profundamente y me sonríe. No hay ninguna duda: ¡Algo definitivamente va mal!
- Bombastus presenta a su colega, Señor Giovanni Borgia, Duque de Nepi. Se inclina y saluda con voz suave. Mecánicamente, saludo a nuestro invitado.
- Hojas de papel se deslizan al suelo mientras Bombastus rápidamente pone sus manos tras la espalda. Ha cogido algo de la mesa, estoy segura. ¡El Viejo Diablo!
Nada que Esconder[]
Bombastus sigue con las manos a la espalda, con su cenicienta brillando de sudor. Puedo decir que no ha dormido en días.
- "¿Qué está pasando aquí?" Reconozco a Madre en mi tono de voz e instantáneamente me arrepiento de haber hablado tan impertinentemente. El profesor es un gran hombre.
- Los ojos de Bombastus están muy abiertos temo que vayan a estallar en su cabeza. Él mira atentamente a su amigo y grazna, "¿Giovanni?"
- El extraño explica que ha venido a solicitar sabiduría del profesor, que tiene algunas preguntas para él.
- Bombastus está ansioso de responder las preguntas del Señor Borgia, y alegre de cambiar de tema. Sus manos se mueven tras su espalda, como si deslizara algo en su bolsillo. Finjo no darme cuenta.
- Sintiendo la indecisión de su invitado, el profesor explica que puede hablar delante mío, que soy su asistente más fidedigno.
- No sigo la conversación, el Señor Borgia habla principalmente en enigmas que sólo el profesor comprende. Permanezco callada, cabeceando y sonriendo cortésmente cuando se espera que lo haga.
Preguntas[]
La voz del Señor Borgia se alza, y también su temple. Bombastus permanece esquivo, farfullando sandeces. A pesar de la insistencia de Borgia, el profesor no ha respondido a ninguna pregunta. Nada inusual.
- "¡Las respuestas que buscamos están en este libro suyo!" el Señor Borgia debe referirse al tomo que Bombastus guarda bajo llave. Tres años como su asistente y todavía tengo que verlo.
- "¡El libro no es la respuesta! El libro es... no es..." El profesor se burla y da la espalda al Señor Borgia. "¡Ya no puedo ayudarte!"
- "¡Bombastus!" Borgia pone una mano en el hombro del profesor. Bombastus se encoge bajo su roce, aterrorizado. "Recuerda lo que te he dado."
- Hay frío en la voz de Borgia. Durante un largo tiempo los dos hombres se miraron el uno al otro. El silencio es inaguantable. Temo que el Señor Borgia golpeará a Bombastus, pero no se mueve.
- Finalmente, el profesor cede. "El libro está incompleto." Su voz apenas se oye. "Para las respuestas que buscas... necesitas la otra mitad."
- Bombastus no sabe como encontrar la mitad perdida. Dice que está demasiado ocupado para ayudarle y no parece importarle, a pesar de todo, ofrece mis servicios al Señor Borgia.
Respuestas[]
He pasado una semana en la biblioteca de la universidad, sin encontrar nada referente a la otra parte del tomo de Bombastus, que cree que se titula "Ciencia Divina."
- Sin embargo, a menudo parece perderse en sus propios pensamientos, Giovanni es cortés y perspicaz. Es un placer trabajar con él y me trata con respeto.
- Giovanni me revela que Bombastus transmutó plata en oro. Giovanni escribió la formula él mismo; había visto que se materializaba en una página en blanco en el tomo de Bombastus.
- "Quizá tuviste una visión de qué contiene la parte que falta," medito. La cara de Giovanni se ilumina. ¡Ahora sabemos qué buscar!
- Leemos todos los libros que tratan de transmutación en la biblioteca. ¡Ahí! Un viejo diario detalla la vida de un alquimista francés que consiguió transformar plomo en oro.
- Investigo más allá. El alquimista francés, que se llamaba Flamel, basó su receta en las enseñanzas de Abraham de Würzburg.
- Aprendo que el conocimiento de Abraham estaba dividido en dos manuscritos: "La Verdadera Magia" y "¡LA CIENCIA DIVINA!" ¡Debemos encontrar el libro que usó Flamel! Debemos ir a París.
City of Lights[]
Giovanni y yo nos preparamos para nuestro viaje a París. No es propio para una mujer soltera viajar sola con un extraño, por no mencionar peligroso, pero estoy emocionada de ir a Francia.
Viaje a Paris[]
Madre se horrorizaría al enterarse de nuestros planes de viaje, así que he decidido no informarla. Le escribiré cuando regresemos a Basilea.
- Bombastus está demasiado ocupado para despedirnos. No me sorprende. Difícilmente le he visto en las dos últimas semanas. Me pregunto si aprobaría nuestro viaje. No pregunto.
- El carruaje que compartimos es simple, pero sorprendentemente confortable. A Madre le gustaría. Nuestro conductor es un anciano silencioso, desdentado. No le gusta.
- Viajamos solos a Besanzón. Estoy ansiosa por conocer las aventuras de Giovanni en el Nuevo Mundo. ¡Conoció caníbales allí! Hablamos durante toda la noche.
- En Besanzón. Conocemos un grupo de comerciantes que va a París. Es más seguro viajar con ellos. Giovanni continúa siendo un perfecto caballero.
- Giovanni y yo compartimos nuestros pensamientos en muchos temas. Nos estamos haciendo amigos rápidamente, pero él está más pensativo según nos aproximamos a nuestro destino.
- París es más magnifica de lo que había imaginado. ¡Podría perderme en este lugar! ¡Cuánto me alegro de estar aquí!
Biblioteca Real[]
Ansío visitar la ciudad, pero Giovanni está impaciente de encontrar algún rastro del libro de Flamel. Comparto su entusiasmo, pero no su obsesión. Él es buen viajero. Yo no.
- El tomo de Flamel no será fácil de desenterrar. Estoy abrumada por los monumentos, sonidos y olores de la ciudad. Necesito centrarme.
- No sé cómo, pero Giovanni ha obtenido permiso para consultar la biblioteca real en el Louvre. ¡Apenas puedo creerlo!
- La biblioteca es rica en secretos. Encuentro la última voluntad y testamento de Nicolás Flamel. El sobrino de su esposa heredó un viejo grimorio. Giovanni cree que ese es el libro que buscamos.
- Giovanni descubre interesantes rumores; historias de gente que aparentemente compitieron con los Flamel, realizando milagros. ¿Puede ser? ¿Están vivos todavía?
- Desafortunadamente, el sobrino de Perenelle Flamel hace mucho que murió. Comenzamos a buscar parientes vivos. Quizás saben algo sobre el grimorio.
- Nos lleva varios días, pero finalmente identifico uno de los descendientes vivos del sobrino. Giovanni le localiza fácilmente. Insiste en que le visitemos al amanecer.
Bandidos[]
Es tarde cuando dejamos la biblioteca real. Estamos cansados, pero Giovanni está de buen humor mientras volvemos a nuestro hostal.
- Pasamos a lo largo del Sena, cuchicheando y riendo. Giovanni coge delicadamente mi mano. Le dejo. ¿Que pensaría Madre? Seguimos caminando en silencio.
- Estamos en lo más profundo de la ciudad. Giovanni se detiene bruscamente, haciéndome señales de que me mantenga callada. Inquieta, pongo la mano en la empuñadura de mi estilete.
- Bandidos salen de las sombras, rodeándonos. ¡Hemos caído en una emboscada!
- El líder mira fijamente mi pecho. Les dice a sus hombres que pasarán una noche divertida. Me giro hacia Giovanni, y me sorprendo de verle sonreír.
- Antes de tener tiempo de desenfundar mi arma, Giovanni desarma a un asaltante y golpea a otro en el pecho. ¡Es increíblemente rápido! ¡e increíblemente bueno!
- El combate termina antes de empezar. Los bandidos corren, magullados y sangrando. Mi protector me dice que ha aprendido a luchar en el Nuevo Mundo.
Descendientes[]
Estoy contenta de ver a Giovanni para desayunar, pero reflexiono sobre lo que presencié la pasada noche. ¿Le había imaginado como un brillante luchador?
- Sigo a Giovanni a la residencia del hombre que buscamos. Un anciano nos recibe con recelo, rehusando hablar con nosotros primero. Pero Giovanni es un hombre persistente y encantador.
- Eventualmente, el anciano nos dice que su primo, Jacques Henri, heredó el grimorio de Flamel, así como otros accesorios.
- Conocemos a Henri y descubrimos que podría no saber nada de su herencia alquimista. ¡Accede a vendernos todo por unas monedas!
- ¡Tenemos el grimorio! Regresamos a nuestro hostal, mi corazón resuena como truenos en mi pecho. En la habitación de Giovanni, pongo el libro en la mesa.
- Leemos detenidamente el grimorio. Detalla antiguas prácticas herméticas y está lleno de extraños símbolos y números, que me recuerdan a las enseñanzas de Pitágoras.
- Giovanni no comparte mi entusiasmo. "Está traducido por manos humanas." No dice nada de lo que el manuscrito original hará.
Inocentes[]
El "Cementerio de los Inocentes" es un lugar desconcertante. Esta noche, una espesa niebla cubre el suelo y espíritus susurran en el viento. Me aprieto mi capa.
- Le pido a Giovanni que me recuerde por qué estamos haciendo esto. "Para demostrar o refutar un rumor", replica, sonriendo.
- Usando una barra de hierro, Giovanni fuerza la puerta de la cripta. Hace un terrible sonido chirriando en protesta. Pienso en Madre.
- No deberíamos estar haciendo esto. Es sacrilegio. Sintiendo mi indecisión, Giovanni me mira fijamente durante un largo momento. "Puedo hacer esto solo, si lo prefieres."
- "No." Mi voz tiembla. "Estamos juntos en esto." Él asiente y entra. Le sigo, apenas quepo junto a él en la estrecha cripta.
- Giovanni, hábilmente quita la tapa de la tumba sobre la que está escrito el nombre de "Nicolás Flamel". Golpea el suelo con un ruido sordo.
- ¡La tumba está vacía! Y también la de su esposa. Un escalofrío recorre mi espalda. ¿Los rumores son ciertos? ¿Están Nicolás y Perenelle todavía entre nosotros?
Nido de Víboras[]
Aunque hemos encontrado el grimorio de Flamel, temo que la aventura de Giovanni sólo acaba de empezar. Sólo el manuscrito original de Abraham le satisfará. Estoy decidida a ayudarle para bien o para mal.
Preocupado[]
Giovanni está callado mientras nos preparamos para volver a Basilea, pero insiste en que visitemos Troyes en nuestro viaje de regreso.
- No sé por qué quiere ir allí, pero es firme. Quizás tenga algo que ver con el libro que buscamos. pero lo dudo.
- Mientras nos aproximamos a la ciudad, Giovanni parece distante, absorto en sueños. ¿Qué espera encontrar en Troyes?
- El humor de Giovanni continúa oscureciéndose. Cuando entramos en Troyes, la llama el "Nido de Víboras". Sólo es un susurro. No me atrevo a preguntarle.
- La mayoría de la ciudad fue destruida por las llamas, pero en sólo tres años sus habitantes la han reconstruido. Sigo a Giovanni a una desagradable posada. El propietario es sucio y tosco. ¡Cómo hecho de menos París!
- Giovanni alquila una sola habitación. "Para asegurar tu protección", explica en tono de disculpa. No me importa. No es el mismo de siempre, pero le confiaría mi vida.
- Giovanni no duerme y permanece junto a la ventana, vigilante. Apenas ha pronunciado una palabra desde ayer. Me pregunto qué le preocupa.
Muerte Súbita[]
Giovanni está de mejor espíritu esta mañana e insiste en llevarme a visitar la ciudad. Pasamo muchas construcciones recientes, casas la mitad de madera en nuestro camino al mercado.
- Permanecemos cerca de la catedral de Troyes. Mientras admiro la torre de San Pedro, Giovanni examina cuidadosamente el sitio, anotando todos los detalles.
- El mercado rebosa de actividad. Estoy ocupada escrutando el trabajo de una costurera local cuando me doy cuenta que he perdido de vista a Giovanni.
- Un extraño me saluda; una simple cruz roja decora su gris túnica. Me hace preguntas peculiares, como si supiera quién soy.
- Giovanni de repente aparece tras el extraño, como si se materializara fuera de la multitud. No me mira y sus rasgos se vuelven de piedra.
- Mi interlocutor se detiene a mitad de frase. Ya no me mira fijamente, sino en la nada. ¡Cae al suelo! Cerca, una mujer grita.
- La multitud se dispersa. Giovanni me agarra mi brazo y tira de mi fuera, sus dedos se clavan profundamente en mi piel. Aturdida, le sigo.
Acusaciones[]
Giovanni me arrastra a través de un laberinto de calles. Nos movemos a un ritmo que apenas puedo seguir y su agarre sobre mí me hace daño. Estoy demasiado aturdida para protestar.
- Perpleja, le permito guiarme hasta que estoy completamente perdida. Nuestra loca carrera ha terminado, pero Giovanni no me librea. ¡Está furioso!
- ¿Qué está ocurriendo? ¿Está Giovanni celoso? ¡De repente, entro en pánico! ¿Él es responsable de la súbita muerte de mi interlocutor?
- El hombre cayó en el momento en que Giovanni apareció tras él. ¡Imposible! Todavía...
- Giovanni me empuja contra una pared y una delgada hoja brota de bajo su muñeca. Me produce frío sobre mi cuello, pero no tanto como la fría mirada de Giovanni.
- "¿Por qué estabas conspirando con La Víbora?" Su voz tiene un filo más frío que su hoja. Ya no puedo contener mis lágrimas.
- Durante largo tiempo, Giovanni me mira fijamente a los ojos, su furia se desvanece gradualmente. Su agarre sobre mí permanece fuerte, pero dejo de temblar. Nos besamos apasionadamente.
Explicaciones[]
Nuestro abrazo perdura para siempre, pero la eternidad es demasiado corta. Giovanni finalmente me separa. "Debemos dejar la ciudad. ¡Ahora!"
- Nunca en mi vida me he sentido tan apasionada por alguien. ¡Seguiría a este hombre al infierno! Sonrío y me inclino sobre Giovanni, esperándole para que dirija el camino.
- Caminamos a través de silenciosas calles y callejones. Antes de tener oportunidad de preguntarle, Giovanni admite que asesinó al hombre en el mercado.
- No estoy sorprendida, ni asustada. Ya no. El hombre era un enemigo de la Orden de Giovanni -Sea lo que sea- y un mensajero vino de Basilea. Giovanni me enseña una carta.
- Cómo Giovanni consiguió robarla, nunca lo sabré. La carta explica nuestra búsqueda y proporciona detalladas descripciones e ambos. ¡Hemos sido traicionados!
- Los enemigos de Giovanni no se detendrán ante nada para cogernos. Troyes es su nido. Fue aquí donde su Orden se hizo pública, siglos atrás.
- El mensajero debe haber hablado con Bombastus, pues nadie sabía nada de nuestra búsqueda. El profesor podría estar en peligro. O eso o nos traicionó.
Cetreros[]
Giovanni me ayuda a escalar la muralla de la ciudad. Estamos fuera de Troyes, pero a un largo camino de estar seguros. "¡Rápido!" Le sigo en las sombras.
- Antes del mediodía, oímos caballos aproximándose. Nos escondemos en los espesos arbustos mientras los jinetes nos pasan. "Esbirros de la Cruz," susurra Giovanni. Estamos a salvo... por ahora.
- ¡Cruzamos un arroyo cuando un jinete nos descubre! Corremos a través de un bosque cercano hasta que pierdo el aliento. ¡No! ¡Un halcón grita sobre nuestras cabezas!
- ¡Tres jinetes están sobre nosotros! Giovanni brinca sobre el tronco de un árbol y salta sobre uno de los hombres Templarios. Escucho el sonido de metal contra metal.
- Tirando al jinete de su caballo, Giovanni cae sobre él, su víctima ya está muerta. Usando los árboles, Giovanni esquiva fácilmente los ataques enemigos.
- Giovanni lanza polvo a la cara de un hombre cercano, Se toca los ojos, chillando. Giovanni le silencia.
- El último corta a Giovanni. Forcejea, acaba esquivando el ataque del cetrero. Luego, Giovanni lanza un cuchillo a su garganta. La batalla ha terminado.
No hay Hombre[]
Frecuentemente cambiamos de ropa y viajamos con compañeros en nuestro viaje de regreso a Basilea. Gracias a la astucia de Giovanni, evitamos más problemas.
Ratón de Biblioteca[]
Aunque raramente estamos solos, Giovanni y yo disfrutamos los preciados momentos de intimidad durante el viaje. Estoy casi triste de regresar a Basilea.
- Somos cuidadosos de no dar noticias de que entramos en la ciudad. No nos atrevemos a ir a la universidad, así que llevo a Giovanni a casa de un colega de confianza.
- La mujer de Ivan, Lara, es casi tan tímida como su marido. Ivan no ha vuelto de la universidad, pero Lara nos invita a entrar. Nos sirve un té mientras le esperamos.
- "¡Ma-ma-ma-María!" Ivan casi deja caer sus libros cuando me ve. "¡Has-has vuelto!" Saluda a Giovanni, evitando el contacto visual. Típico.
- Ivan abraza sus libros, como si tomara fuerza de ellos. "Pro-pro-profesor von Ho-ho-Hohenheim..." Temiendo lo peor, pregunto, "¿Qué ocurre?"
- Ivan mira fijamente al suelo. "Está lo-lo-¡LOCO!" solloza. "¡To-totalmente LOCO!"
- Lara explica que el Profesor von Hohenheim ha insultado a todos los físicos de la universidad. Incluso ha entrado en riña con el Doctor von Rothenburg.
Quema-libros[]
Mientras estábamos fuera, el Profesor von Hohenheim renunció públicamente a los métodos y tratamientos tradicionales.
- El Profesto Krause me dijo que Bombastus exigió a todos los doctores de Basilea a detener sus "demoníacas" practicas. ¡Es un loco ataque de furia, tiró libros de medicina a otros profesores!
- Bombastus es un hombre arrogante, pero siempre he sospechado que disfrutaba defendiendo la autoridad, como rechazaba leer en Latín. Ese tiempom ha quedado lejos.
- He localizado al profesor durante las celebraciones del Día de San Juan. Desafortunadamente, he llegado demasiado tarde para prevenir su furia contra la comunidad intelectual de Basilea.
- Bombastus está al lado de la hoguera de Münster, sucio y desaliñado. El baile de las llamas distorsiona sus rasgos, haciéndole parecer poseído.
- ¡Apenas puedo creerlo! ¡Está quemando libros!
- Giovanni empuja al profesor lejos. En desafío, Bombastus tira un último volumen a las llamas. "¡No hay hombre que pueda pertenecer a sí mismo siendo de otro!" vocifera furioso.
Guarda-libros[]
Giovanni arrastra a Bombastus a un callejón desierto. El profesor no lucha con él, pero continúa vociferando locuras. ¿Qué vamos a hacer?
- Como si me hubiera leido la mente, Giovanni amordaza a Bombastus. "¿Quizá Ivan y su esposa podrían cuidar de él?" Sugiero, dudando que nadie podría.
- Lara no está contenta, pero accede a cuidar del profesor. Pronto nos damos cuenta de que nada de lo que dice tiene sentido. ¡Ha perdido su mente!
- Los chillidos de Ivan me levantan. ¡Bombastus se ha ido! Ivan jura encontrarle, pero Giovanni está convencido de que no hay nadie que pueda hacerlo. Tristemente, estoy de acuerdo.
- Estamos preparados para dejar Basilea. No sé donde me llevará Giovanni, pero confío en él. Sin embargo, necesitamos hacer una última parada antes de partir.
- Nos adentramos en el laboratorio de Bombastus. Está todo patas arriba. Giovanni encuentra un compartimiento secreto bajo el escritorio del profesor y fácilmente lo abre.
- Giovanni coge un misterioso tomo de Bombastus. Quiero leerlo, pero Giovanni no me deja. "¡No! La tradición se mantiene —las formulas— te corromperán."
Templo Sepultado[]
Me siento cerca de la hoguera leyendo "Die grosse Wundartznei" del Profesor von Hohenheim cuando Giovanni grita en la habitación. "¡Debemos irnos inmediatamente!"
Planes de Viaje[]
"Hace años, un miembro de mi Orden descubrió un antiguo templo Pitagoreano en Roma." Giovanni me enseña un mapa arrugado. "Sé que vas a decir, María, pero..."
- Pero te conozco lo suficiente para no discutir contigo, marido. Una vez que tu mente está puesta en algo..." Reimos. Giovanni me coge en sus brazos.
- Muchos años han pasado desde nuestro primer encuentro en Basilea, pero mi corazón todavía emite un latido cuando Giovanni me toca.
- "Así que, ¿qué encontró el Asesino en este templo?" Pregunto. Giovanni me baja y dice, "Nada." Me quedo blanca. ¿Por qué no me sorprende? "Y tu crees..."
- "¡Lo creo!" Hay un brillo en los ojos de Giovanni. "Debemos ir a este sitio, María. Sé que hay algo allí. ¡Lo sé! ¡Confía en mí!"
- "Siempre lo hago," me río. "¡Y mira donde me he metido!"
- En el camino a Roma no hay incidentes. Vamos derechos a la entrada a las catacumbas que nos guiarán al templo perdido de Giovanni.
Catacumbas[]
Giovanni me baja a las catacumbas. Tengo la clara impresión de que nadie ha puesto pie aquí en décadas. Hay algo misterioso en este sitio.
- Las catacumbas son oscuras, mohosas, y húmedas. La antorcha que llevo ilumina nuestra senda, pero es pequeña para calentar mi corazón. Tiemblo.
- Pasamos a través de una cámara llena de sarcófagos. "Recuérdame otra vez ¿Por qué me casé contigo?" Intento sonar cariñosa, pero Giovanni me conoce demasiado bien.
- "¡Porque me encantan tus pies y nunca te defraudo!" Sonríe, fingiendo no advertir lo inquieta que estoy. ¡El Viejo Diablo!
- La mayoría de los túneles han sido excavados desde el sólido suelo, pero aquí y allí paredes de ladrillos refuerzan el techo. Salto cuando un puñado de ratas se escabullen.
- Aquí las paredes están hechas de esqueletos humanos. Titubeo. "¡Casi estamos allí!" Dice Giovanni entusiasmadamente.
- Giovanni está frente a una pared que parece idéntica a la mayoría de las otras. "¡Aquí estamos!" Incluso tras todos estos años, nunca deja de asombrarme.
Altar[]
Giovanni empuja unos pocos ladrillos y una sección oculta de la pared cruje al abrirse. Entramos en una cámara circular, pero no es el corazón del templo.
- Sigo a Giovanni a través de varias habitaciones adjuntas. En el medio de una vasta cámara, enciende una urna, ¡Que crea un sendero de fuego! "Casi llegamos..."
- Extraños símbolos están gravados sobre esta pared. Giovanni cambia varios ladrillos, reordenando el patrón, como si hubiera estado aquí antes.
- Una puerta se abre. "¡Aquí es!" Giovanni apenas puede contener su excitación. Andamos a la siguiente cámara, el lugar más extraño que he visitado nunca.
- ¡Las paredes cobran vida! Una luz brillante se mueve sobre ellas, formando misteriosos patrones, números, y glifos, mientras llena todas las cavidades en su superficie.
- Giovanni cae al suelo, inconsciente. Me arrodillo junto a él. Sus ojos se abre de repente, pero un extraño me mira fijamente. ¡La cara de Giovanni se altera frente a mis propios ojos!
- "Soy Consus, el Dios Erudito," dice en una distante y desconocida voz. No es mi marido el que se dirige a mi, sino una entidad mucho más antigua.
Capítulo 2 – Kyros de Zarax[]
- Ubicación: Antigua Grecia
- Período de Tiempo: VI siglo a.C
- Sujeto: Kyros de Zarax
El DDS está intentando sincronizarse con memorias de hace milenios. Debido a que los recuerdos que exploraremos son antiguos, se puede sentir desorientado, incluso confundido. También puede resultar difícil discernir la realidad de la ficción. Esto es normal, por favor mantengan la calma.
Siguiendo los acontecimientos que desbloqueamos en la última secuencia, ahora explorará los orígenes de la tradición de los Herméticos. Va a seguir las hazañas de Pitágoras de Samos, el matemático y erudito griego. Usted es uno de sus protegidos, Kyros de Zarax.Armonía[]
Vuelvo a Samos como campeón. La gente está orgullosa de mis logros, como si hubieran cosechado ese honor por ellos mismo. Qué cortés de su parte.
Adagio[]
Pitágoras, mi maestro, me despierta antes del alba. Estoy fatigado, pero feliz de servirle. Le debo todo, empezando por mis victorias en Elis.
- Sigo a Pitágoras a través de las calles vacías y tranquilas de Samos. Helios todavía no se ha alzado en los cielos y el frío de la mañana aún perdura.
- Pherecydes, un conocido de mi maestro, nos saluda. Se levanta pronto. Pitágoras dice que mi actuación en los juegos fue nada menos que espectacular. Sonrío.
- Mi maestro compara mis hazañas con las de Coroebus de Elis. ¡Coroebus! Viniendo de cualquier otro, me habría reído, pero él es sabio en todo.
- Las manos de Pherecydes son suaves y pegajosas cuando me felicita. Es un hombre culto, pero no está a la altura de mi maestro a nivel ético y moral.
- Pherecydes nos deja. Como muchos otros, nunca experimentará el poder liberador de la abstinencia y el ascetismo. Me siento verdaderamente bienaventurado.
- Continuamos en una lenta paz, tranquila y contemplativa. La gente pronto olvidará que fui su campeón, pero no importa, yo no lo haré.
Accelerano[]
Samos lentamente despierta. Disfrutamos de un sencillo desayuno —pan mojado en vino— en el ágora mientras el frío matinal desaparece. Será un día abrasador.
- Estamos cerca de una herrería cuando Pitágoras abruptamente se detiene y cierra sus ojos. Qué ha captado su atención, no puedo decirlo ante el bullicio de la ciudad.
- Pitágoras se mueve con creciente rapidez hacia la herrería. Entra en ella y, falto de aire, insta a los herreros a continuar su trabajo.
- La cara de mi maestro reluce de sudor mientras se mueve de un herrero a otro, prestando atención. De repente coge un martillo y golpea un yunque.
- Los herreros dejan su trabajo para formar un círculo alrededor de Pitágoras. Coge otro martillo. "Dos veces más pesado", dice en tono áspero, golpeando el yunque de nuevo.
- "¡Escuchad! ¿Podéis oírlo?" pregunta Pitágoras, con voz temblorosa. "¿Veis la diferencia?" Los herreros le miran fijamente, estupefactos. Yo también.
- Pitágoras continúa golpeando el yunque con martillos de diversos tamaños. Está empapado, pero una amplia sonrisa distorsiona sus usuales rasgos austeros.
Allegretto[]
Dejamos la herrería con diez martillos de diferentes tamaños. Todavía no es mediodía, pero el aire es casi inaguantable como si estuviéramos dentro de la herrería.
- La carga que llevo causa dolor a mis músculos. Mi espalda se abrasa por el tiempo que tardamos en llegar a casa de mi maestro. Este calor no está ayudando. ¡Helios está furioso hoy!
- Tan pronto como llegamos a la villa, dejo los martillos junto al altar de Hestia, en el patio cerrado. Mi espalda me lo agradecerá después.
- La temperatura en el patio es tolerable, pero reconozco la expresión de la cara de mi maestro. ¡No habrá almuerzo hoy!
- Siguiendo las instrucciones de mi maestro, pongo el yunque que los herreros han traído a la villa en el medio del patio.
- Golpeo el yunque, luego lo golpeó otra vez, y otra. Cuatro golpes con un martillo, y después cuatro golpes con otro dos veces más pesado. Mi brazo está entumecido.
- Pitágoras imita el sonido que hacen los martillos, su voz resuena en el patio interior. Al atardecer, me dice que pare. Nuestro trabajo, cualesquiera que sea, está completado.
Allegro[]
Pitágoras, arrodillado, dibuja líneas en la arena del patio. Escribe a un ritmo vertiginoso, luego, lanza arena sobre la mayoría de sus garabatos, sólo para empezar de nuevo.
- Mi maestro escribe durante cuatro horas sin descanso, rechazando cualquier comida o bebida que Theano, su mujer, le ofrece. Pronto, notas y diagramas cubren el suelo del patio.
- Los esclavos encienten antorchas. Mi maestro examina y reexamina sus notas, ocasionalmente, añadiendo un número o dos. Murmurando palabras como "ratios" y "octavas".
- Pitágoras apenas toca la comida que Theano ha preparado para la cena. "Todo está relacionado" declara. "¡Todo tiene sentido!"
- "Los primeros cuatro números," Pitágoras murmulla. "Los cuatro elementos... ¡El número perfecto!" De repente, me mira fijamente. "¡Ahora lo veo! ¡El tetractys!"
- Mi maestro finalmente duerme, Esto me dará una oportunidad de mirar sus notas. No debería estar haciendo esto, ¡pero debo leerlas!
- Las notas de Pitágoras revelan una figura triangular con cuatro filas; un gran triángulo formado por varios más pequeños. ¿Su tetractys?
Presto[]
Varios hombres se han reunido en la villa de mi maestro; eruditos renombrados y ancianos venerables apiñan en el patio interior. ¡Uno de ellos se apoya en el altar de Hestia! Le miro ferozmente hasta que se aleja.
- La mayoría de esos hombres comparten las creencias de Pitágoras en el destino del alma. Unos pocos incluso siguen su estricto estilo de vida. Los no creyentes también están.
- Están escépticos cuando mi maestro explica sus teorías. No entienden qué quiere decir con "música de las esferas" o qué representa el tetractys.
- "¡Hay geometría!," dice Pitágoras, "en el murmullo de las cadenas; hay música en el espacio de las esferas!" Sus invitados le miran fijamente en silencio.
- "La música," explica Pitágoras, "puede ser expresada como números enteros racionales de los primeros cuatro números, ¡que forman el tetractys!" Los escépticos empiezan a irse.
- Muchos invitados, sin embargo, parecen entender las hipótesis de Pitágoras. Los envidio. Le preguntan, así pueden entender mejor sus teorías.
- Orestes, un sabio matemático, eleva su copa en honor a mi maestro. "¡El tetractys es la suma de toda sabiduría!" declara "¡Hurra por Pitágoras!"
Opus[]
Llegamos a Croton tres años después del día que fui nombrado "Periodonikēs", ganador de los cuatro festivales— ¡por segunda vez! Pitágoras ve esto como un buen presagio.
Preludio[]
Croton no rivaliza con Atenas en tamaño, y sus fortificaciones no se comparan con las de Piraeus o Rodas, pero la reputación de sus ciudadanos es insuperable.
- La ciudad emite una luz dorada mientras nuestros barcos se aproximan. Como todos en nuestros grupo, no puedo quitar mis ojos de Croton. Es como si la ciudad nos estuviera llamando, como si hubiéramos escuchado su canto de Sirena.
- Pitágoras es el primero en hablar, interrumpiendo los ensueños de todos. "Después de un largo viaje, finalmente hemos llegado a casa. ¡Aquí en Croton, vamos a prosperar!
- La palabra de mi maestro viene precedida de nuestra llegada, representantes de los ciudadanos líderes nos dan la bienvenida en el puerto. Le instan a que se reúna con el Consejo de Ciudadanos.
- Seguimos a nuestro guía a través de la ciudad. Helios ha desaparecido, pero los ciudadanos lideres nos dan la bienvenida en el puerto. Le instan a que se reúna con el Consejo de Ciudadanos.
- Seguimos a nuestro guía a través de la ciudad. Helios ha desaparecido, pero los ciudadanos de Croton aún no se han ido a casa. ¡Una multitud se reúne alrededor de Pitágoras!
- Permanezco cerca de mi maestro, apartando gentilmente a la gente de su camino mientras hacemos nuestro camino al bouleuterion, el resto de su séquito a cuestas.
- En el bouleuterion, más gente espera la llegada de Pitágoras. ¡Hay cientos! ¡No, miles!
Obertura[]
Miembros del Consejo comparten las creencias de Pitágoras y valoran su sabiduría. Le instan a hablar a la juventud de la ciudad.
- Cientos de jóvenes hombres y mujeres se reúnen ante mi maestro frente a la palestra. Ciudadanos ancianos también han venido a escuchar sus palabras.
- La mayoría de la multitud tiene lágrimas en sus ojos cuando Pitágoras completa su discurso. Yo también estoy profundamente conmovido, pero mantengo la calma.
- ¡La gente de Croton aplaude! Todos en el pueblo, parece, quieren hablar a Pitágoras. También quieren tocarle, como si su conocimiento y sabiduría fueran contagiosos.
- Los ciudadanos de Croton no son una amenaza para Pitágoras, pero cuidadosamente observo a todos los que se le aproximan. Uno nunca es lo bastante cuidadoso.
- Un hombre empuja a una joven mujer fuera de su camino para acercarse a mi maestro. Le cojo su brazo y lo retuerzo tan fuerte que casi lo rompo. Eso debería enseñarle modales.
- La mujer, una atlética, una trigueña joven de la mitad de mi edad, me sonríe. Sus amigas tiran de ella, riendo. Me va a gustar estar aquí.
Etude[]
La gente de Croton enseguida sigue las enseñanzas de mi maestro. La noticia de su presencia rápidamente se propaga a las ciudades vecinas y extranjeros vienen buscando su guía.
- La academia atrae a incontables estudiantes; cientos de hombres y mujeres ansiosos de seguir los caminos de mi maestro. Todavía no se dan cuenta de lo afortunados que son.
- Un joven llamado Alcmeon llega a la academia. Es inteligente, pero arrogante e indisciplinado. Pro alguna razón, Pitágoras lo toma bajo su tutela.
- Conozco a un atleta llamado Milo. Este gigante joven me ha visto correr en Nemea, y quiere que le ayude a llegar a ser un campeón.
- Milo ya ha ganado el campeonato de lucha libre de chicos en las Olimpiadas. Tiene gran potencial y estoy contento de enseñarle todo lo que sé.
- A diferencia de Alcmaeon, que cuestiona sin cesar a Pitágoras, Milo abraza las lecciones de mi maestro. Seguramente, llegará a ser el gran atleta de su generación.
- La filosofía de Pitágoras llega a lo largo y ancho. Más y más hombres y mujeres se adhieren a su camino. Estoy gratificado, aunque no sorprendido. Es, después de todo, un verdadero gran hombre.
Progresión[]
Milo trae honor a Croton, y a mi maestro. ¡Ha ganado los cuatro campeonatos! Tengo sentimientos confundidos sobre ser superado por mi protegido.
- Celebramos la victoria de Milo con la familia de mi maestro. Es un acontecimiento íntimo, pero Pitágoras, el maestro del ritual, lo transforma en una gran ocasión.
- Elogio a Milo y anuncio que no participaré en los juegos del próximo año. Damo, la hija de mi maestro, eleva su copa. "¡A nuestro ex-campeón, y verdadero amigo!"
- La comida que Theano ha preparado es digna de reyes, pero todos escasamente comemos, mientras mi maestro enseña. Sólo Alcmaeon bebe más de una copa de vino.
- La cara de Milo se enrojece cuando Myia se dirige a él; un gigante de un hombre, un campeón, ¡intimidado por una chica! Lo siento por él. Myia es, después de todo, la hija más joven de Pitágoras.
- Alcmeon comenta el malestar de Milo. ¡Qué poco tacto! Me muerdo el labio, pero Myia se ríe, besando la mejilla de Milo antes de desaparecer en la cocina.
- Alcmeon se va, golpeando la puerta tras él. Por un largo momento, Pitágoras mira fijamente la puerta, luego se gira a nosotros. "Ningún hombre es libre si no puede controlarse."
Suite[]
Estamos de camino a la academia cuando Pitágoras se para abruptamente. "¡Escuchad!" Todo está tranquilo en la madrugada, salvo por los distantes sonidos de aullidos.
- Pitágoras es sorprendentemente rápido cuando necesita serlo. Le sigo hacia el sonido, ¡y descubro que al dueño pequeño chucho golpeándolo con un palo!
- Pitágoras agarra el palo del hombre y lo mueve entre el cahorro y su dueño. Me quedo cerca, manteniendo un ojo sobre el agresor. La gente empieza a reunirse a nuestro alrededor.
- El dueño del chucho se mueve hacia Pitágoras, me mira, y se detiene. Sacude su cabeza y abre su boca, pero permanece en silencio.
- "¡No dañes a este perro!" ordena Pitágoras. El ruido a nuestro alrededor crece. "¡Este animal lleva el alma de un viejo amigo! Oigo su voz en su llanto."
- Esta no es la primera vez que mi maestro descubre pruebas de la inmortalidad del alma, pero su extraordinario instinto nunca deja de asombrarme.
- "¡De los seres racionales" alguien declara, "un tipo es divino, otro es humano y otro es como Pitágoras!" La gente aplaude.
Gran Final[]
Muchos influyentes ciudadanos de Croton son ahora devotos del estilo de vida ascético de Pitágoras, pero algunos importantes continúan cuestionando su sabiduría.
Trio[]
Alcmaeon, el pupilo favorito de mi maestro, desafía su doctrina, de nuevo. ¡El arrogante gados! ¿Por qué Pitágoras falla al ver que el no es verdaderamente uno de nosotros?
Comparto el desayuno con Damo y Alcmaeon, por lo que es mi deber mantener un ojo sobre la hija de Pitágoras. ¡No permitiré que Alcmaeon ensucie su mente!
- Estoy de camino al gimnasio cuando oigo un animal aullar. ¡Su lamento es insoportable! Pronto encentro a Alcmaeon en un callejón, inclinado sobre un perro. ¡Le ha arrancado uno de sus ojos!
- El lamento de la bestia para, pero Alcmaeon clavó un cuchillo en su estómago. ¡Cómo se atreve! ¿No ha aprendido nada sobre el destino del alma?
- Un grito mudo llama mi atención. Doy la vuelta a la esquina y me encuentro cara a cara con Damo. ¡Ha estado espiando a Alcmaeon! Ya no puedo contenerme.
- Me revelo contra mí y golpeo a Alcmaeon. Los huesos crujen. Abre la boca para protestar, pero le golpeo otra vez. Damo chilla y agarra mi brazo, forzándome a parar.
- Tengo que estar en el juicio de mi maestro por los daños que le he causado a Alcmaeon, pero estoy satisfecho de saber que tendrá que rendir cuentas de sus acciones inmorales.
Ensemble[]
El último resquicio del paso de Helios se afferra a los cielos mientras Alcmaeon deja la ciudad. Estoy contento de verle partir, pero temo que ya haya envenenado las mentes de otros.
- "Alcmaeon," declara Pitágoras, "ya no es nuestro hermano." Los cientos de seguidores reunidos alrededor de mi maestro permanecen en silencio.
- "Alcmaeon," continúa Pitágoras, "está muerto para nosotros." Como si fuera una señal, las mujeres de repente comienzan a llorar, su espantoso llanto resuena a través del cementerio.
- Pitágoras pronuncia una solemne oración por los difuntos. Los hombres bajan sus cabezas meintras el llanto de las mujeres rasga sus ropas y hiere sus pechos.
- "Alcmaeon," dice Pitágoras, "está muerto." Ayudado por otros, elev una estatua de madera representando a Alcmaeon y la lleva dentro del templo.
- Bajo la estatua en un ataúd, tan cuidadosamente como si pusiera el cuerpo de un querido, difunto hermano. Mi maestro se arrodilla al lado del ataúd, bendiciéndolo.
- La procesión del funeral lentamente sale del cementerio. Los no creyentes nos miran fijamente. Veo desdén en sus caras burlonas; desdén, y nada de miedo.
Duet[]
El Consejo de Ciudadanos organiza un banquete en honor de Pitágoras. Algunos de los ciudadanos más ricos e influyentes llenan el hall del banquete.
- Todos los que asisten al banquete son ardientes partidarios de las enseñanzas de mi maestro. Los que se oponen a él han llegado al punto de no estar aquí esta noche.
- Myia lidea el baile. Milo, su marido, es sorprendentemente elegante mientras sigue cada uno de sus pasos. Hecho un vistazo a la leve sonrisa de Pitágoras. No lo he visto tan relajado en años.
- Un atronador sonido de repente hace eco en el hall. ¡Una de las columnas se ha roto! Se desmorona en un montón en el suelo. ¡El techo se está hundiendo!
- Un gran bloque de piedra cae, aplastando a un pobre esclavo. ¡La multitud gritaba en estampida hacia la única salida! ¡Mi maestro está atrapado!
- ¡Increíble! ¡Milo está bajo el techo, soportándolo! Me apresuro a su lado. ¡El peso es inaguantable, pero tenemos éxito! ¡Prevenimos más muertes!
- Ayudando a Milo salvo la vida de mi amo, sin ninguna duda, mi gran logro. Pero temo que la columna haya sido saboteada. ¡Las hostilidades fermentan!
Quartet[]
La oscuridad se ha establecido por el momento, guío a Pitágoras a través de los silenciosos callejones de Croton. Espero evitar la multitud de ciudadanos, porque ellos son ahora mucho más hostiles que nunca.
- Una sombra se mueve a mi derecha. Saco mi xifos y elevo la mano, alertando a los cuatro guardaespaldas que nos acompañan. Miro la oscuridad, pero no veo nada.
- ¡Uno de los guardias grita! Un dory pasa a través de su muslo y cae sobre sus rodillas. ¡Nuestro agresor sale de las sombras!
- Otro guardia cae, está degollado. Bloqueo un Kopis y clavo mi espada en un abdomen antes de romper un pómulo con la parte posterior de mi cesto.
- Lacero un brazo, perforo un pulmón, y amputo dedos, luego doy un paso hacia Pitágoras. Esquivo un dory clavo mi xifos entre los omóplatos. Un tercer guardia cae.
- ¡Sólo quedan tres de ellos! El último guardaespaldas de Pitágoras está junto a mí. La sangre mana a través de su chitón, pero nuestros enemigos no tienen ninguna oportunidad. Es una masacre.
- "La Razón es inmortal," murmura Pitágoras, "lo demás mortal." Sólo escucho la mitad del discurso de mi maestro. ¡Esos hombres no eran simples rufianes, estaban contratados! ¡La guerra ha comenzado!
Solo[]
Los que no aceptan nuestro ascético estilo de vida— que rehúsan el honor de sus madres, esposas y hermanas— nos desprecian. Lo veo en sus cara todos los días. Y lo veo ahora, mientras escolto a Pitágoras.
- La gente nos rodea. ¡Gente enfadada! Nos odian porque somos mejores atletas, músicos, matemáticos. Pero sólo ellos tienen la culpa. ¡indisciplinados bous!
- Las caras son duras y las palabras severas. ¡La multitud se transforma en turba! ¡Cientos de personas nos siguen, gritando insultos, tirando piedras y rechazándonos!
- Entramos en casa de Milo, ¡pero la turba es implacable! ¡Las llamas envuelven la villa! El campeón de Croton da un paso fuera, seguido de sus leales seguidores.
- Desenfuno mi xifos para seguir a Milo, pero Pitágoras coge mi brazo, sacudiendo la cabeza. Myia mueve una mesa, revelando una trampilla secreta que conduce a un pasadizo subterráneo.
- Enciendo una antorcha y sigo a Pitágoras a través de la estrecha abertura. "Puede que Zeus guíe tu camino," susurra Myia, cerrando la puerta tras nosotros.
- Pitágoras tenía previsto que esto algún día pasaría. ¡Se había estado preparando para dejar Croton! Mi maestro está a salvo ahora, pero estoy preocupado por los que hemos dejado atrás.
Réquiem[]
Muchos años han pasado desde que dejamos las costas de Croton; largos años que han hecho mella en mi maestro. Sin embargo, lleva sus marcas con orgullo y permanece más decidido que nunca.
Kyrie[]
Hemos explorado las más altas montañas, todas las costas de la mitad de la Tierra, y las antiguas ciudades de Babilonia y Egipto. Sin embargo, la búsqueda de conocimiento de mi maestro continúa.
- Ahora nos encontramos en el borde del mundo. El desierto es vasto e implacable, pero Pitágoras es firme. ¡Debemos explorarlo!
- Helios es tan implacable como mi maestro. Me pregunto cuánto tiempo podemos esperar sobrevivir en este odioso calor. Pronto, nos faltará agua.
- No he probado una gota de agua en días. Apenas puedo sentir las ampollas de mi piel ahora. ¿Está mi maestro vagando sin rumbo, o está siguiendo alguna inspiración divina?
- Reconozco a un hombre en lo alto de una gran duna de arena. Sostiene un bastón alado con serpientes entrelazadas, pero permanece inmóvil, como una estatua. ¿Es real? ¿Estoy soñando?
- El extraño viste las ropas de un pasto de ovejas, sin embargo, su porte es majestuoso. Cada paso que doy podría ser el último, pero Pitágoras se mueve con la velocidad de un joven atleta.
- Apenas puedo llegar a la cima de la duna. Estoy sobre mis rodillas, el fuego quema mis pulmones, cuando el extraño nos saluda. "Soy Hermes Trismegisto. Te he encontrado."
Agnus Dei[]
Estoy sobre mis manos y rodillas, con los dedos enterrados en la ardiente arena. Mi cabeza está palpitando. Me esfuerzo para no derrumbarme, sin embargo, mi maestro, un anciano, está de pie junto a mí.
- ¿Cómo puede estar Pitágoras de repente tan lleno de vida? Hace un momento, apenas podía poner un pie delante de otro. ¿No siente la furia de Helios?
- Me las arreglo para levantar mi cabeza y mirar a Hermes Trismegisto— un rey vestido de campesino. Eleva el bastón alado sobre su cabeza.
- En un repentino movimiento, Hermes golpea el bastón contra el suelo. Cava profundamente en la arena frente a Pitágoras. ¡Increíble! ¡Las serpientes del bastón se mueven!
- Las serpientes giran sus cabezas hacia mi maestro, siseando. ¡No puede ser! ¡Como él, las serpientes hablan! "Eres un digno sucesor."
- Hay algo emanando del bastón— una fuerza invisible, indefinible. A mi alrededor, la arena del desierto comienza a moverse.
- "Tenemos la llave a los misterios de la vida," dicen las voces al unísono mientras la oscuridad de repente me engulle.
Benedictus[]
Me despierto reseco y débil. Siento la arena caliente debajo mío y abro mis ojos para ver las vastas y verdes hojas de una palmera.
- El agua gotea de un trozo de tela que mi maestro tiene alrededor de la boca. Me trago hasta la última gota, a pesar de que cada una parece un puñado de polvo.
- Gradualmente, recupero mis sentidos. Hermes ya no está con nosotros, pero Pitágoras empuña con orgullo el bastón con serpientes entrelazadas— ¡Serpientes VIVIENTES!
- ¡Uno de los muslos de mi maestro está ahora hecho de oro! Es flexible como el músculo, pero sólido como el metal. ¿Cómo puede ser esto? Un nuevo aura le rodea, un nuevo poder.
- ¡Decenas de preocupaciones han desaparecido de la cara de Pitágoras! Casi parece un joven hombre de nuevo. ¡No, un joven dios!
- "Esta reliquia," dice Pitágoras, "se ha transmitido desde los albores de los tiempos." Hago muecas, apenas soy capaz de mirar las serpientes sobre él.
- Pitágoras pone una mano tranquilizadora sobre mí. "Nuestro viaje llega a su fin. Me has servido bien, viejo amigo. Ahora empieza un nuevo capítulo de nuestras vidas."
Encore[]
La princesa de Arcadia, una salvaje belleza, rehúsa casarse con cualquier hombre a menos que la derrote, y quien ella venza debe morir. Muchos pretendientes han probado su suerte, y fallaron.
A Cappella[]
¿Qué tipo de mujer podría ser mejor que tantos hombres? Ya no estoy en mi mejor momento, y no soy tonto, ¡pero debo conocer a esta mujer y correr contra ella! ¡Debo!
- Busco la sabiduría de mi antiguo maestro. Pitágoras cree que encontraré lo que necesito para ganar la mano de esta mujer en un abandonado templo en honor a Afrodita.
- Estoy aún a mitad de camino de la montaña cuando golpea una poderosa tormenta. Tengo frío y estoy cansado, pero mi búsqueda solo acaba de comenzar.
- Hambriento y congelado, alcanzo la cima del pico más alto, donde yacen las ruinas del olvidado templo de Afrodita. ¡Puedo verlo! Solo unos pasos más…
- Tropiezo hacia adelante y me desmorono. ¡Intento moverme, pero no me quedan fuerzas! Hay un poder emanando del templo. Algo que no he sentido en mucho tiempo.
- Elevo mi cabeza. Trozos de hielo se aferran a mi cara mientras estoy aquí— ¡No! ¡Una mujer desnuda de belleza sobrenatural aparece a través de la nieve que cae! Parece irreal, como un alma inmaterial.
- Ignorándome, la mujer se mueve hacia el templo, sin impedimentos por el congelante frío. ¡Imposible! ¡Camina a través de la pared del templo!
Hymn[]
Siento los rayos de Helios sobre mi piel. Permanezco inmóvil tomando el sol por un momento. Luego abro mis ojos para encontrarme en medio de un huerto.
- Oigo pasos y me escondo detrás de un árbol. Una joven mujer con un pelo largo y ondeante pasea por el huerto. ¡La misma mujer que vi entrar en el templo de Afrodita!
- La mujer es perfecta como solo una diosa podría ser. Ahora parece tangible, moviéndose con un propósito, cada nuevo paso más elegante que el último.
- Me revelo y la saludo, pero no me hace caso. Sin embargo, arranca una gran manzana de una rama cercana. Lo hace de nuevo y, cuidadosamente, selecciona una tercera.
- La sigo. A solo unos pasos, estamos fuera del huerto, de pie frente a un magnifico edificio bañado en una brillante luz dorada: ¡El templo de Afrodita!
- La mujer camina dentro. La sigo. Esconde las tres manzanas bajo la estatua de Afrodita, detrás del altar principal del templo. ¿Por qué no me ve?
- Me despierto cubierto de nieve. Ya no siento mis piernas, pero me las arreglo de alguna manera para arrastrarme dentro de lo que queda de templo. Allí, donde la mujer colocó las tres frutas maduras, encuentro una sola, ¡manzana dorada!
Serenade[]
El Rey Iasius de Arcadia, un grosero anciano que grita sin cesar a sus súbditos me recibe en su corte. La propuesta de que su hija se case con un antiguo campeón le agrada.
- El Rey Iasius me advierte que ningún hombre puede vencer a su hija, y que perder la carrera significa perder la vida. Se encarga de que me reúna con ella — una última oportunidad de cambiar de opinión.
- En los jardines, mi corazón late mientras espero a Atalanta, la princesa virgen criada por osos que llegó a ser una feroz cazadora una heroína Calidoniana, ¡y una asesina de centauros!
- Reconozco un grupo de doncellas detrás de las ramas de los olivos. Mientras se aproximan, las jóvenes chicas parecen esfumarse, ya que sólo tengo ojos para una: ¡Atalanta!
- ¡Es magnífica! ¡Seguramente, la belleza de Atalanta rivaliza con la de Afrodita! Mi cara se sonroja cuando me sonríe y me saluda con una rica y cálida voz.
- ¡Atalanta pone su mano sobre mí! Siento el bombeo de la sangre por mis venas. Durante una eternidad, me mira fijamente a los ojos, como si explorara las profundidades de mi alma.
- ¡Atalanta no quiere que corra contra ella! Ella no podría vivir si muriera, pero sé que no puedo vivir sin ella. ¡Debo ganar su mano! O morir en el intento.
Fugue[]
La carrera está a punto de comenzar. Atalanta evita mi mirada. Sabe que podría morir, pero no me dará cuartel. No sería honorable.
- Intento respirar normalmente, recordándome a mi mismo que he ganado incontables carreras contra los más poderosos corredores del mundo. Pero ninguna carrera ha sido tan crucial.
- ¡Comienza! Corro tan rápido como puedo en esta temprana etapa de la carrera, pero Atalanta ya está varios pasos por delante. Sudo por todos los poros, ¡todavía la pierdo de vista!
- Pongo una mano en la manzana dorada y pronuncio una silenciosa oración a Afrodita. ¡Casi embisto a Atalanta! ¡Ha parado de correr! Ella mira adelante, confundida.
- Estoy tentado de ayudarla, pero Atalanta recupera sus sentidos e— ¡Increíble! ¡Me adelanta! Toco la manzana de nuevo. ¡Ella tropieza! La paso corriendo.
- Mis pulmones arden, me duelen las piernas, ¡pero Atalanta me adelanta de nuevo! Una vez más, mis dedos rozan la manzana. Atalanta grita y cae al suelo, pero se recupera rápidamente.
- ¡Gano la carrera! Mientras recupero el aliento, Atalanta se acerca, sonriendo. Pronto la gente empezará a llamarme Hippomenes, ¡el hombre que venció a Atalanta!
Capítulo 3 – Elizabeth Jane Weston[]
- Ubicación: Praga
- Período de Tiempo: 1587-1608
- Sujeto: Elizabeth Jane Weston
Estamos intentando sincronizar el sistema DDS. Esto solo tomará un momento. Ya casi estamos. El DDS ahora está sincronizado. Gracias por tu paciencia. Esperamos que disfrutes la experiencia.
Rudolf II invitó a muchas figuras notables a su corte, haciendo de Praga el centro de la cultura europea. Entre ellos estaban el inglés Edward Kelley y su hijastra Elizabeth Jane Weston. Obsérvala e informa cualquier presunta colusión.Ángeles[]
Mamá dice que Count Rožmberk cuidará de nosotros ahora, durante el tiempo que Papá y el Tío John trabajen para él. Nuestra casa es grande, pero Třeboň es un pequeño pueblo. Mamá parece feliz.
Amor[]
El Tío John— Todos le llaman Dr. Dee— Dice que no todos los niños de cinco años pueden hablar tres idiomas o escribir tan bien como yo. "Predigo un futuro brillante para usted, Lady Beth."
- Me gusta leer, dibujar y escribir poeams, pero las matemáticas son difíciles. John Francis, mi hermano, es mejor en los cálculos que yo. Es un a