Asesinato fue una representación virtual de una de las memorias genéticas de Altaïr Ibn-La'Ahad, revivida por Desmond Miles en 2012 a través del Animus.
Descripción[]
Altaïr se abrió paso dentro de la Madraza de Al-Kallasah para asesinar a Jubair Al Hakim.
Diálogo[]
Altaïr podría entrar en la cámara del Rafiq antes de salir.
- Rafiq: Me temo que el tiempo se agota, Altaïr. Tienes que completar tu misión.
El tiempo es vital, amigo mio. Vuelve a tu trabajo.
Hablando de eso, ¿cuándo piensas terminar tu misión?
Sé que puedes seguir el credo. Solo tienes que ser un poco menos... agresivo.
Me temo que el tiempo se agota, Altaïr. Tienes que completar tu misión.
Tengo fe en ti, Altaïr. Hoy lo conseguirás.
Altaïr entró en la madraza y observó la discusión de Jubair con uno de sus eruditos.
- Jubair: ¡Todos los textos de esta ciudad deben ser destruidos!
- Erudito 1: Amigo, no debes hacerlo. Estos escritos atesoran una sabiduría, que nuestros antepasados depositaron por una razón.
- Jubair: ¿Y qué razón es esa?
- Erudito 1: Son balizas, son la luz que nos guía. Que nos salva de las tinieblas de la ignorancia.
- Jubair: ¡No! ¡Esos textos están plagados de mentiras! ¡Y envenenan las mentes, mientras sigan existiendo, nunca podréis ver el mundo tal como realmente es!
- Erudito 1: ¿Cómo puedes decir que estos escritos son armas? ¡Ellos son el conocimiento!
- Jubair: Buscáis en ellos respuestas y salvación. Creéis más en esos libros que en vosotros mismos. Eso os vuelve débiles, y necios. Confiáis en palabras, manchas de tinta. ¿Alguna vez pensáis quién las ha puesto allí? ¿O por qué? No, tan solo aceptáis sus palabras sin cuestionarlas ¿Y si lo que dicen es falso, como suele ocurrir? Son muy peligrosos.
- Erudito 1: ¡Te equivocas! Estos textos son el don de la sabiduría. ¡Los necesitamos!
- Jubair: ¿Tanto amas tus preciosos libros? ¿Harías lo que fuera por ellos?
- Erudito 1: Sí, ah... claro que lo haría.
- Jubair: ¡Pues únete a ellos!
Jubair empujó al erudito a la hoguera y observó cómo el hombre se quemaba hasta morir.
- Jubair: Cualquier hombre que hable como él, supone una gran amenaza. ¿Hay alguien más aquí que quiera desafiarme?
Hubo silencio entre los eruditos.
- Jubair: Bien. Vuestras ordenes son muy sencillas. Id a la ciudad, reunid todos los escritos que aún queden, y apiladlos en las calles. Cuando terminéis, los cargaremos en una carreta, después los destruiremos.
Altaïr recorrió el barrio medio en busca de los eruditos de Jubair quienes estaban quemando libros, eliminándolos uno por uno.
- Erudito 2: ¡Ciudadanos! Traed vuestros escritos, y ponedlos en la pila ante mí. ¡No los guardéis, porque es pecado! ¡Oídme, y abrazad la verdad de mis palabras! ¡Liberaos ya de las mentiras y la corrupción del pasado!
- Erudito 3: ¡Poner tinta en un pergamino es fácil, muy fácil! ¡Ese poder, y esa influencia, deben ser controlados! ¡No los puede tener cualquier persona! ¡Es algo irresponsable y peligroso! ¡Debemos destruir los libros, para que no envenenen más nuestras mentes!
- Erudito 4: Parecen inofensivos, pero es un truco. Las palabras perversas, engendran malas acciones. ¡Mirad! Esta tierra está consumida por la maldad, todo por culpa de textos como estos. ¡Basta ya! Si en verdad valoráis la paz, si en verdad queréis poner fin a la guerra, renunciad a vuestros libros, pergaminos y manuscritos. Porque solo alimentan las llamas de la ignorancia, y del odio.
- Erudito 5: ¡Hoy, es un día glorioso! ¡Por fin seremos libres! ¡Purificaos de esos espíritus malignos antes de que os controlen! ¡No creáis que estáis por encima de su influencia corruptora! ¡Sus palabras, solo os traerán el mal!
- Erudito 6: ¡Durante siglos, hemos asentido en silencio! ¡Hemos aplaudido creencias, basada en las palabras de hombres y mujeres, que se convirtieron en polvo hace mucho tiempo! ¿Por qué? ¿Por qué, las aceptamos, sin ninguna lógica ni evidencia? ¡Nos sometemos tan solo porque sabemos que nuestros antepasados hicieron lo mismo! ¡Pero eso, se acabó!
Altaïr finalmente ubicó a Jubair en un jardín, supervisando uno de los incendios y hablando con los ciudadanos.
- Jubair: ¡Ciudadanos de Damasco! ¡Estáis haciendo lo correcto! Dejad que purifiquemos la ciudad de su ponzoñoso pasado. Este, es un acto de justicia, porque estas llamas alumbrarán una nueva era, una de verdad y de unidad, gobernada por una sola sabiduría.
Mientras Jubair se distraía con la multitud, Altaïr se escabulló por detrás y lo asesinó.
- Jubair: Dime. ¿Por qué lo has hecho?
- Altaïr: Todos deben ser libres para elegir su fe. No tenemos ningún derecho a castigar a alguien por su credo, aunque no estemos de acuerdo con él.
- Jubair: ¿Y qué ahora?
- Altaïr: Tú deberías saberlo mejor que nadie. Educarlos. Para distinguir el bien del mal. El conocimiento debe liberar, no esclavizar.
- Jubair: La gente no aprende. Sus mentes están anquilosadas. Eres un ingenuo si piensas de otro modo. Esa enfermedad, solo tiene un remedio.
- Altaïr: Te equivocas. Por eso voy a darte descanso eterno.
- Jubair: ¿Acaso no soy yo como esos libros que quieres salvar? ¿Una fuente de conocimiento de la que tú disientes? Pero aún así prefieres quitarme la vida.
- Altaïr: Un mal menor a cambio del bien común. Es necesario.
- Jubair: ¿No son los escritos antiguos los que inspiran a los cruzados, y los que despiertan la justa ira de Salah Al'din y de sus hombres? Los libros ponen en peligro a otros hombres, y provocan muertes. Lo que yo hacia también era el mal menor. Pero eso ya no importa. Llego el momento. Este es mi final.
En cambio, si Jubair se percata de Altaïr, este huiría iniciando una persecución donde sus eruditos cercanos que Altaïr no asesinara irían a socorrerlo y en la que diría algunas frases.
- Jubair: ¡Es un infiel! ¡Hay que detenerle!
¡Tras él, discípulos! ¡No puede escapar!
¡Mantenedle lejos de mí!
¡Sí! ¡Huye de mí! ¡Así como de la verdad!
Debes hacer correr la verdad.
Veamos qué tal te la arreglas con esto.
Únete a nosotros, tú también puedes ser iluminado.
Perseguirme solo te provocará sufrimiento.
Altaïr luego escapó del área y regresó a la casa.
- Rafiq: ¡Altaïr! Dime, ¿has tenido éxito?
- Altaïr: Sí. Las piras de Jubair se han apagado. Su vida también.
- Rafiq: ¡Excelentes noticias! ¡Sabia que lo conseguirías!
- Altaïr: Tenías que haberlo visto. Los eruditos le seguían tan dispuestos. No solo arrojaban a la hoguera libros, también a quien se les oponía.
- Rafiq: La ignorancia solo alimenta el mal. Hoy has hecho una buena obra.
- Altaïr: Pero él creía estar haciendo lo justo, como mis demás victimas. Allanaba el camino para un futuro mejor.
- Rafiq: Claro que lo creía. La mente enferma de un hombre le da la razón.
- Altaïr: Qué cosas he visto estas últimas semanas. El mundo entero parece haber enloquecido.
- Rafiq: Por eso luchamos por el fin de la guerra, y el retorno de la cordura. Los hombres quieren ser dirigidos. Son presa fácil para gente como Jubair, que los arrastra hacia el mal. Debes irte, Altaïr, vuelve con Al Mualim, y cuéntale lo que has visto, así sabrá el bien que has hecho hoy.
- Altaïr: La paz sea contigo, Rafiq.
- Rafiq: Y también contigo.
Antes de irse de la ciudad, Altaïr entraría en la cámara del Rafiq.
- Rafiq: Que la paz sea contigo, hermano.
- Altaïr: Gracias, Rafiq. ¿Va todo bien?
- Rafiq: Oh, sí, la ciudad está bastante tranquila. Tu última misión fue un asunto muy feo, ¿no? Pero es agua pasada, ¿sí? Todo va bien en Damasco. Al menos dentro de lo que cabe. Me temo que no habrá autentica paz hasta que esta guerra termine. Por eso tienes que regresar a Masyaf. Cuanto antes te vallas, antes será libre esta tierra.
Altaïr luego dejó la casa y regresó a Masyaf.
- Al Mualim: Ven, hijo mio, hay mucho que discutir. Ya estamos cerca, Altaïr. Roberto de Sable es lo único que nos separa de la victoria. Su voz da las ordenes. Y su mano tiende el dinero. Cuando muera, nadie sabrá que existe el tesoro templario, y su amenaza desaparecerá.
- Altaïr: Aún no entiendo cómo algo tan simple puede provocar tanto caos.
- Al Mualim: El Fruto del Edén es la tentación materializada. Mira lo que el ha hecho a Roberto. Tras haber probado su poder, el tesoro le consume. No ve en él un arma peligrosa que hay que destruir, sino una herramienta que le ayudaría a cumplir sus ambiciones.
- Altaïr: ¿Él anhela el poder?
- Al Mualim: Sí y no. Soñaba y aún sueña, como nosotros, en la paz.
- Altaïr: ¡Roberto solo ansía ver Tierra Santa destruida por la guerra!
- Al Mualim: No, Altaïr. ¿Cómo puedes no verlo, cuando eres tú quien me ha abierto los ojos a mí?
- Altaïr: ¿Qué quieres decir?
- Al Mualim: ¿Qué quieren él y sus seguidores? Que toda la humanidad esté unida. Yo respeto su meta, y la comparto. Pero voy contra sus métodos. La paz es algo que hay que conocer, entender, abrazar.
- Altaïr: Él usa la fuerza.
- Al Mualim: Y en su camino nos roba el libre albedrío.
- Altaïr: Es extraño, verlo bajo esa luz...
- Al Mualim: Nunca debes odiar a tus victimas, Altaïr. Ese sentimiento envenena, y te nubla el juicio.
- Altaïr: ¿No se le puede convencer? ¿Para que renuncie a esa locura?
- Al Mualim: Le he hablado a mi manera, gracias a ti. Cada asesinato era un mensaje. Pero él ha preferido ignorarlos.
- Altaïr: En ese caso no nos queda elección.
- Al Mualim: Os enfrentasteis por primera vez en Jerusalén. Es allí donde lo encontrarás. El último obsequio para aumentar tu fuerza.
Al Mualim envió una paloma a Jerusalén.
- Al Mualim: Ve, Altaïr. Es hora de terminar.
Tras la conversación con Al Mualim, Altaïr volvería a la casa de Asesinos en Damasco.
- Rafiq: Hola, Altaïr.
- Altaïr: ¿Hay algo que requiera mi atención?
- Rafiq: No en Damasco, amigo. ¿Has probado en Acre o en Jerusalén? Quizás te necesitan allí.
Resultado[]
Altaïr asesinó a Jubair Al Hakim y regresó a Masyaf para recibir más instrucciones.
Galería[]
Curiosidades[]
- Las frases del Rafiq al principio de la memoria son recicladas de las memorias de conocimiento de Tamir y Abu'l Nuqoud.