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El Cetro del Edén de Santiago, conocido también como el báculo dorado de Santiago, fue un artefacto precursor que durante la Inquisición Española estuvo dividido en tres partes. A finales del siglo XV se convirtió en un objeto codiciado por la Orden de los Templarios y la Hermandad de los Asesinos.

Portadores a lo largo de la historia[]

En forma completa[]

En forma parcial[]

Primera pieza[]

Segunda pieza[]

Tercera pieza[]

  • Monasterio de Asturias (¿? - ¿?)[1][7]
  • Pedro Madruga (¿? - 1486)[7]
  • Diego de Alvarado (c. 1493)[8][9]
  • Tomás de Torquemada (c. 1493 - 1498)[6][3]

En forma completa (reensamblado)[]

  • Tomás de Torquemada (1498)[3]
  • Hermandad española de Asesinos (1498)[3]

Historia[]

Era Isu / Prehistoria[]

Creado en algún momento de la Era Isu, el Cetro del Edén era usado principalmente para mantener a los humanos, esclavos de la Primera Civilización, bajo control. Sin embargo, luego de la Catástrofe de Toba los precursores resultaron inmensamente mermados en cantidad y poco a poco su especie fue desapareciendo, y con ello los Fragmentos del Edén quedaron abandonados alrededor del mundo.

Siglo I[]

De algún modo, el Cetro llegó a manos de Santiago el Mayor, uno de los apóstoles de Jesús[7]. Asimismo el nazareno contaba con un Sudario del Edén, al menos hasta el momento de su muerte[10].

Siglo XV[]

La reunión[]

Con el tiempo, el artefacto llegó hasta España dividido en tres piezas. No fue el único objeto precursor en tierras hispanas pues también había un Fruto del Edén en poder del sultanato de Granada.

En 1489, Ezio Auditore acompañado de Aguilar de Nerja y María presenció una reunión entre el inquisidor general Tomás de Torquemada y su mano derecha Ojeda. Resguardados por varios guardias, los templarios señalaban que era el momento de poner en marcha su plan: desatar a los Perros de Dios por todo el país y, con la fuerza de la Inquisición, hacerse con los artefactos.

Prólogo 1

Terminado el encuentro, los Asesinos debatían qué reacción tomar. Como la hermandad era muy débil, decidieron aumentar sus filas y organizar un escondite en las montañas de Cazorla.

Poco a poco, los Asesinos se fortalecieron lo suficiente como para desbaratar los planes de la Inquisición. Uno de sus objetivos más importantes era Gustavo Ramírez, quien sobrevivió a un ataque en Murcia gracias a Ojeda.

La hermandad siguió su rastro hasta un puesto en Zaragoza. Allí encontraron dos archivos que revelaban que Ramírez estaba en posesión de cierto artefacto y que había un auto de fe programado para el día siguiente. Sin perder tiempo, los encapuchados visitaron al verdugo responsable de la ejecución para evitar la masacre.

El verdugo caería bajo la hoja de sus enemigos, pero antes de morir confesó que, en efecto, Ramírez había encontrado un artefacto en la abadía de San Rafael y planeaba entregárselo a Torquemada[11]. La hermandad confirmó sus temores cuando revisaron los archivos de la abadía, se trataba de dos Fragmentos del Edén: un Fruto, buscado por Torquemada en persona; y un Cetro dividido en tres partes, encargado a Ramírez[12].

Las tres piezas[]

Primera pieza[]

Decididos a obtener respuestas, los Asesinos buscaron al lugarteniente Cadavid, que estaba reclutando mercenarios alrededor de Balaguer. Luego de un choque de espadas, el soldado confesó que Ramírez custodiaba la primera pieza del Cetro en el castillo de Sádaba[2].

A pesar de todo, los Asesinos encontraron al inquisidor por segunda vez. Irritado, Ramírez ordenó a su guardaespaldas Ordóñez contenerlos mientras escapaba. Antes de cruzar la puerta, insinuó que la segunda pieza se hallaba en Santa Lucía.

El asalto al castillo de Sádaba 1

Ramírez poco antes de huir con la primera pieza.

Ordóñez los distrajo un rato para luego escapar también[13].

Segunda pieza[]
El monasterio de Santa Lucía[]

Sin perder tiempo, la hermandad envió un equipo al monasterio de Santa Lucía, esperando llegar antes que Ojeda.

Y llegaron justo a tiempo pues el caballero negro estaba por tomar el artefacto. Confiado y con arma en mano, Ojeda enfrentó a los encapuchados pero fue derrotado.

Sin embargo consiguió escapar, no sin antes jurar que recuperarían la pieza. Aguilar llegó señalando que debían ocultarla, a la vez que trajo malas noticias: Torquemada había declarado la guerra a Granada, presionando al sultán Boabdil para revelar el paradero del Fruto[4].

La traición[]

La segunda pieza del Cetro fue ocultada en la Universidad de Salamanca, pero los Asesinos no imaginaban que años después les sería arrebatada por uno de sus hermanos. Envilecido por sus ambiciones, el traidor engañó a los custodios del artefacto y los apuñaló por la espalda.

Estudios superiores 3

Los Asesinos descubriendo que llegaron tarde.

La hermandad intentó llegar cuanto antes, pero ya estaba hecho[5].

Tercera pieza[]
La búsqueda[]

Una vez el Fruto partió con Colón al Nuevo Mundo, los Asesinos pudieron concentrarse nuevamente en el Cetro. Luego del encontronazo en el castillo de Sádaba, Ramírez se dirigió al norte de España. Ahí, la hermandad contaba con una oficina dirigida por Diego de Alvarado pero desafortunadamente este había sido capturado por la Inquisición. Era menester entonces traerlo con vida[14].

Alvarado fue rescatado de una fortaleza, atado a una silla pero con vida. Ya libre, sugirió separarse para evitar llamar la atención y luego reunirse en su oficina a las afueras de Burgos.

Ahí, confirmó que Ramírez estaba buscando la tercera pieza y, aunque no conocía el paradero del inquisidor, sí podía llevarlos con uno de sus agentes. Este sujeto, llamado Chacón, guardaba los registros de su búsqueda en un diario[15].

Tras eliminar al soldado y leer su informe saltó el nombre del lugarteniente Del Santo, encargado de contrastar la información de cada puesto de búsqueda en el norte. Tocaba entonces visitar su finca en León.

El monasterio de Asturias[]

La búsqueda dio resultados. En tres habitaciones había informes señalando una congregación de monjes ascetas en las montañas de Asturias que veneraba un supuesto fragmento del báculo dorado de Santiago. Aunque los inquisidores irrumpieron en el monasterio sin hallar el artefacto, Ramírez ordenó presionarlos mediante tortura para hacerlos hablar[1].

La extracción del abad 3

El abad revelando la ubicación del tercer fragmento.

Los Asesinos fueron a Oviedo, donde los monjes estaban recluidos a merced de un verdugo. Luego de eliminarlo y rescatar al abad, este les encomendó proteger la reliquia, que fue entregada a Pedro Madruga años atrás; pero tras su muerte esta quedó abandonada en su castillo de Sobroso. Alvarado y los demás escucharon atentos la revelación[7].

La traición[]

Cuando llegó la hermandad, el castillo se hallaba ocupado por las fuerzas de Ramírez. Por otro lado, Alvarado no aparecía. Sin más opción, tuvieron que abrirse paso por la fuerza.

Grande sería la sorpresa cuando encontraron a Del Santo custodiando a Alvarado, este último llevando la reliquia consigo. El lugarteniente reveló que Diego estaba colaborando con Ramírez mucho antes de ser rescatado, y ahora le llevaría el artefacto en persona[8].

Tras eliminar a Del Santo, los Asesinos siguieron a Alvarado hasta la catedral de Santiago de Compostela, donde se realizaría la entrega. Decididos a eliminar al inquisidor de una vez por todas, los encapuchados se colaron en el momento exacto.

La traición de un hermano 4

Alvarado traicionando a Ramírez.

Ramírez, confiado en su victoria, ordenó a sus hombres atacar pero Alvarado, desesperado, lo apuñaló por la espalda. Maldiciendo a ambos bandos, decidió entregar el artefacto a Torquemada y cobrar una jugosa recompensa. El desertor escapó mientras los Asesinos lidiaban con los soldados[9].

Todos para uno...[]

El golpe de Alvarado fue doble pues consiguió llevarse la segunda pieza, oculta en la Universidad de Salamanca. Los Asesinos, furiosos, juraron hacerle pagar.

Tras meses de búsqueda, lo hallaron en unas viejas ruinas. Acorralado, cayó bajo la hoja de sus antiguos hermanos; pero incluso ante el umbral de la muerte se burló de ellos pues Torquemada ya tenía las tres piezas reunidas. Con una última risa, Alvarado cayó al suelo[6].

El Cetro[]

Enfrentamiento final[]

Con todas las piezas en su poder, Torquemada se alejó del ojo público por años mientras la Inquisición aumentaba su presencia en el país. Su escondite era el monasterio de Santo Tomás, y tenían que obligarlo a salir.

Gracias al apoyo de varios capitanes mercenarios, los Asesinos se abrieron paso hasta un extraño socavón. Con cada paso, el ambiente se transformaba mostrando ruinas precursoras y un ejército de siluetas doradas patrullando el área[3].

Conscientes de que era obra de Torquemada, continuaron.

El inquisidor general esperaba en una amplia galería, rodeado de más apariciones. Gracias al dispositivo central consiguió unir las tres piezas, reactivando el Cetro. Con tamaño poder a su alcance, Torquemada deliraba con el control del mundo y la inmortalidad pero los Asesinos le advirtieron que no saldría con vida de esta. Llegó, entonces, el momento de pelear.

La forja 6

"¡Inclinaos ante mí! ¡La Orden soy yo! El futuro del mundo... ¡soy yo!".

Contra todo pronóstico, la hermandad se impuso ante las ilusiones del templario hasta llegar a él. Usando el artefacto como arma, Torquemada lanzaba golpes tremendos pero cayó derrotado. Incapaz de creerlo, reclamaba alguna explicación mas solo recibió la estocada final, dos hojas ocultas atravesando su cuello. "Nada es verdad... Todo está permitido" fue lo último que escuchó[3].

Sepultado[]

España era libre de la influencia de Torquemada, pero tocaba decidir el destino del Cetro. El riesgo de que cayera en malas manos era demasiado por lo que solo restaba una opción: destruirlo.

Así fue. Usando el artefacto para golpear una de las columnas, los Asesinos provocaron el colapso del lugar y huyeron en medio de una lluvia de rocas y escombros, dejando el Cetro a su suerte[3].

Apariciones[]

Galería[]

Fuentes y/o referencias[]

  1. 1,0 1,1 1,2 Assassin's Creed: Rebellion - León a la cabeza
  2. 2,0 2,1 Assassin's Creed: Rebellion - La muerte de un lacayo
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 3,5 3,6 3,7 Assassin's Creed: Rebellion - La forja
  4. 4,0 4,1 4,2 Assassin's Creed: Rebellion - El monasterio de Santa Lucía
  5. 5,0 5,1 Assassin's Creed: RebellionEstudios superiores
  6. 6,0 6,1 6,2 Assassin's Creed: RebellionMonedas de plata
  7. 7,0 7,1 7,2 7,3 Assassin's Creed: Rebellion - La extracción del abad
  8. 8,0 8,1 Assassin's Creed: Rebellion - Sorpresa en Sobroso
  9. 9,0 9,1 Assassin's Creed: Rebellion - La traición de un hermano
  10. Assassin's Creed II - Glifo 07: Sigue buscando, y hallarás
  11. Assassin's Creed: Rebellion - El auto de fe
  12. Assassin's Creed: Rebellion - El artefacto
  13. Assassin's Creed: Rebellion - El asalto al castillo de Sádaba
  14. Assassin's Creed: Rebellion - El rescate de un aliado del norte
  15. Assassin's Creed: Rebellion - Sigilo en Sahagún
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